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𝗖𝗮𝗽í𝘁𝘂𝗹𝗼 𝗰𝘂𝗮𝗿𝗲𝗻𝘁𝗮 𝘆 𝗱𝗼𝘀.

❝Cariño, lo haces muy bien, has sido tan comprensible, has sido tan bueno, y te estoy poniendo en esto más de lo que uno debería hacerlo.
Sé que te rompe el corazón cuando lloro otra vez por él.
Sé que te rompe el corazón cuando lloro otra vez. En lugar de dejarlo ir.❞
Ghostin - Ariana Grande.
•••


Tomó asiento en una pequeña banqueta a un costado del cuarto de baño, tenía una toalla puesta alrededor de su cuerpo luego de tomar una ducha, tomó la botella de crema humectante colocando un poco sobre la palma de su mano para luego pasar por la piel de sus piernas, la puerta del baño se abrió de repente dejando ver a NamJoon entrando de sopetón dirigiéndose al excusado disponiendo a hacer lo suyo, Hye-min solo se mantuvo en silencio intentando no reírse, podía escuchar como el moreno parecía rapear.

El agua se escuchó correr al cabo de unos minutos y el hombre pasó a lavarse las manos mientras seguía tirando rimas tan rápido que era imposible entenderle algo, sus ojos se encontraron a través del espejo y la rubia se carcajeo divertida mientras NamJoon tenía una sonrisa tímida en sus labios sintiéndose ligeramente avergonzado, volteó recostándose sobre el mármol del lavamanos mirando a Hye-min.

—¿Lo siento? —dijo con diversión logrando que ambos rieran, ella se acercó a él, rodeó con sus brazos el cuello de este y se acercó para besarle los labios; él rodeo la cintura de ella acercándola a su anatomía. El beso comenzó a volverse más intenso, Hye-min no quería detenerse pero NamJoon lo hizo por ambos antes de perder la cordura— deberíamos bajar ahora —tragó saliva, tenía la respiración agitada y sus frentes estaban unidas.

—Últimamente me rechazas —susurró cabizbaja, sus ojos se mantenían aún cerrados y sus manos apretaban un poco la camisa blanca para luego acariciar el fuerte pecho del moreno por sobre la tela— Nam...

—No te rechazo, ¿te recuerdo sobre nuestro viaje solos a Maldivas? —ronroneó con voz ronca cerca de sus labios, haciéndole estremecer en su lugar cuando las manos de él acariciaron la piel de sus brazos desnudos lentamente hasta detenerse en la tela de la toalla sobre su cintura.

NamJoon apreso entre sus labios los de ella, un beso que le robo el aliento, como esos que JungKook le robaba cuando estaban juntos en el pasado. Y no pudo evitar separarse de repente totalmente acelerada en un jadeo sorpresivo por tal recuerdo intrusivo.

No le dio tiempo ni siquiera de mostrarse alterada frente a él porque la vocecita infantil ingresando a la habitación de ambos los alertó a no continuar. NamJoon besó su frente de forma dulce y salió por la puerta del baño prestando atención a su hija, mientras Hye-min procuraba respirar en su lugar, sus piernas de repente se sentían débiles y no evitó desplomarse sobre aquel asiento dónde antes estuvo sentada. Llevó una de sus manos a su pecho sintiendo los latidos desenfrenados de su corazón.

Regresar de nuevo a Corea solo había ayudado a ir desempolvando lo que había escondido en lo más recóndito de su mente. Los recuerdos de ambos parecían tan vivos que jamás imaginó volver a sentir así de intenso. Pensó que su relación con NamJoon había ayudado, porque debía admitir que la relación con él era intensa y sólida. 

Se reincorporó después de varias bocanadas de aire, de hablarse mentalmente frente al espejo, ese hombre ya no era parte de su vida y con suerte tampoco lo sería en un futuro. Pronto se iría junto a su esposo e hija lejos y seguiría su vida tranquila como hasta ahora.

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Entraron los tres juntos al lugar donde cenarían, Young-nam iba de la mano de su madre totalmente embelesada mirando a su alrededor, cada detalle del lugar. Jamás había estado en un sitio tan elegante y tan diferente al tener este, una temática asiática. Hye-min reía entre dientes viendo los ojitos redondos de su niña admirar todo, así como él también lo hacía.

Su sonrisa desvaneciéndose porque en las últimas horas lo había recordado más que en aquellos años separados. Siguieron a una chica de vestido negro entallado hacia la mesa reservada para ellos, el lugar era cómodo y grande, íntimo también, era momento de que pasarán un buen rato como familia saliendo del momento triste.

Tomaron asiento y de inmediato fueron atendidos haciendo sus pedidos rápidamente.

—¿Te gusta el lugar cariño? —preguntó la rubia acomodando el cabello azabache lacio de su hija.

—Si —respondió con entusiasmo— ¡Me encanta, omma! —añadió haciendo reír a los mayores. Ellos también se admiraban mutuamente.

—Hable con oppa anoche, me contó sobre el problema administrativo que tuvieron con la imprenta y que no podrán sacar los trabajos a tiempo —NamJoon suspiró en su puesto bebiendo un sorbo de la copa de agua que se encontraba frente a él— tal vez deberíamos irnos antes de lo previsto.

El moreno la interrumpió sujetando su mano fuertemente entre la suya dando unos ligeros masajes a los nudillos de esta.

—Cariño, tranquila, créeme que JiMin podrá con todo allá mientras nosotros estemos aquí —sonrió dándole un poco de alivio.

—No lo dudo —respondió devolviéndole la sonrisa.

—¡Pero que agradable sorpresa!

La comodidad de la mesa de desvaneció velozmente cuando los adultos sopesaron la presencia de un Jeon JungKook sonriendo de forma extraña, mirándolos como si fueran la peor peste del mundo, ellos y su inmaculada felicidad.

—Oh, usted es el señor que me ayudó en el funeral de mi abuelo —ante lo dicho por la niña tanto Hye-min como NamJoon se miraron con total sorpresa, ambos con ojos bien abiertos, ella congelándose en su puesto a punto de estallar.

—Buenas noches, pequeña —saludó el pelinegro inclinándose un poco para tener el rostro de la niña más cerca— ¿cómo estás?

—Muy bien, gracias, ¿y usted? —su ignorancia no le permitía ver su alrededor, lo tenso y absurdo del ambiente extraño convertido en segundos. NamJoon observando todo movimiento por parte de JungKook y Hye-min aún sin saber cómo reaccionar a su presencia a solo centímetros de ella.

—Muy bien querida, gracias. —sonrió con fingida inocencia irguiéndose en su lugar, su rostro volviéndose severo distinguiendo su aura oscura hacia los demás, impartiendo —sin que él lo sepa— miedo a la rubia.

<<¿Dónde quedó mi Kookie?>>

—Mi más sentido pésame, Kim —su voz carente de emoción no inmutó ni siquiera un poco a NamJoon.

—Gracias, Jeon.

La mirada de JungKook se dirigió sin querer hacia Hye-min, una punzada de dolor volvió atacar su pecho, como si una daga muy filosa moviéndose en círculos lo atravesará. Sintiendo una ira reverberar su interior, queriendo desaparecer el mundo entero con fuego.

—Park —la voz gélida con la que la saludó causó que ella temblara en su lugar, lo miró por unos segundos al rostro sin poder reconocer al hombre delante suyo, ese hombre no era el Jeon JungKook que ella había conocido, tal vez en lo físico, hasta diría que se veía mucho más atractivo, pero sabía que no era solamente eso. Pues, Jeon destilaba un aire de superioridad muy elevado, un aire que era imposible no observar, demasiado imponente e intimidante.

—Jeon —murmuró a modo de saludo sintiendo que no podría agregar otra palabra más sin desfallecer. Solo quería salir corriendo de allí con su hija y su esposo.

—Espero tengan una buena velada —habló con voz gutural— ¡Que tengan buena noche! —sonrió, acariciando el cabello de la niña antes de alejarse sin mirar atrás dejando la mesa en completo silencio.

—Cielo, ¿cómo conoces a ese hombre? —preguntó NamJoon dirigiéndose a la niña con toda la amabilidad posible. Encontrarse con Jeon no le dejó muy buen sabor de boca.

—Lo conoció en el funeral de tu padre —Hye-min se encontraba quieta en su lugar, totalmente rígida sin poder reaccionar aún, sus uñas se clavaban en sus muslos desnudos a causa del vestido que traía. ¿Acaso todo esto había sido mala broma del destino? Si recordarlo había sido doloroso verlo en persona la estaba matando muy lentamente.

—Hye, ¿quieres irte a casa?

Ante la pregunta paciente del moreno ella sonrió negando, respiró lentamente conteniendo las lágrimas, debía ser muy fuerte.

—No, vinimos a pasar un rato juntos los tres como familia y eso es lo que haremos —sonrió sujetando la mano de su hija quien comenzó hacer preguntas. Preguntas y respuestas concedidas por parte de su padre que ella no escucho porque se encontraba perdida en su mundo interior colapsando.


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Luego de un tenso momento y de una cena que no hizo más que volverse silenciosa volvieron a la casa, Hye-min intentó mantenerse serena frente a su hija, pero era inevitable cuando la persona más importante de su vida apareció de repente. Verlo la movilizó y mucho.

De repente, se sentía cansada, molida por completo, se mantenía pensativa recostada en la cama, no pudo evitar recordar que JungKook y su hija se conocieron, inevitable no aterrarse, sintió ansiedad de tan solo pensar en ellos dos juntos interactuando, respirando el mismo aire. Sus nervios parecían subir de nivel cada día que pasará en Corea.

—Nami ya está dormida —murmuró Nam entrando a la habitación y cerrando la puerta detrás, caminó con paso lento ocupando su puesto al lado de la mujer— ¿Qué tienes?  —sabía que Jeon tenía que ver con su actitud distraída, a pesar de que ella le había negado mil veces que no. El primer amor jamás se olvida.

—No es nada —sonrió prestando atención al hombre a su lado, rodeó con sus brazos el torso de este y escondió su rostro en el fornido pecho del hombre— intentemos dormir, le prometí a Young-nam llevarla mañana a conocer la torre Namsan.

—Esta bien, querida —cubrió a ambos con las mantas, le besó el cabello rodeándola también con sus fuertes brazos acomodándose para un mejor descanso.

—Te quiero, Nam —susurró ella haciendo sonreír al hombre a su lado para responderle de la misma manera.

Hye-min no pudo evitar levantar la cabeza y rozar su nariz con la de NamJoon de forma inocente, pero aquella acción tan dulce no sabía dulce, le supo amarga, demasiado, era una acción ajena y algo le decía que no debía hacerlo con él, porque no era con quién debía. Aquel beso esquimal no se sentía de la misma manera que en el pasado y su subconsciente no dudo en tirarle el baldazo pesado lleno de recuerdos asediantes del pasado.


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Los oscuros ojos de JungKook observaron a todo el plantel de servicio siendo terriblemente reprendidos por una iracunda Sana reclamando sobre el cambio repentino de la cena, ni que habían acatado las órdenes de determinado menú que ella había impuesto. La pelirroja giró sobre sus talones al ver el rostro de los demás, como si se les pintara el temor en cada uno.

Encontró a su esposo estático y silencioso en su lugar admirando la situación, una sonrisa nerviosa apareció en sus labios acercándose a él recibiéndolo con un beso cariñoso en la mejilla que el otro no correspondió.

Jagiya, has llegado —ladeó su cabeza por sobre su hombro mirando a los de servicio con desdén— discúlpame, pero he tenido que reprenderlos, no han hecho la cena que les pedí está noche.

—Lo sé —respondió él sin emoción— yo les pedí que no lo hicieran —añadió pasando por al lado de su esposa dejándola humillada en su lugar.

Se detuvo frente a los sirvientes quienes en una respetuosa reverencia lo saludaron. Aunque hacía tiempo servían a la familia Jeon, los últimos años habían sido los peores, una pesadilla al lado de un displicente y oscuro JungKook, un hombre carente de emociones, tanto que ninguno recordaba su tierna sonrisa. Y de una Sana caprichosa, altanera, malhumorada y mandona.

—A sus lugares —espetó con un poco más de firmeza haciendo que rompieran la línea y cada uno se dispusiera a sus lugares con algo más de apuro.

—¡JungKook! —chilló Sana detrás— no me puedes hablar así delante de la servidumbre.

Ni siquiera se detuvo a escuchar los insultos detrás, siguió su camino hasta encerrarse en su despacho. Se quitó el saco dejando caer la prenda al suelo sin preocuparse. Sirvió un vaso con ron y se dirigió al escritorio donde tenía su laptop, la abrió comenzando a teclear rápidamente. A los minutos, la puerta fue golpeada suavemente y su voz dió el permiso.

Sejin, quien ahora era su guardaespaldas personal y mano derecha entró saludando con una leve inclinación.

—¿En qué puedo servirte?

—Necesito que me averigües el paradero de Kim NamJoon y Park Hye-min.

La crudeza con la que mencionó aquellos nombres hizo tragar en seco al hombre de negro sintiendo nervios repentinos. Hacía años que JungKook no nombraba esa gente, habían desaparecido de la faz del mundo, o por lo menos, del mundo de Jeon JungKook.

—Puedo preguntar el porqué —se atrevió a interrogar con algo de duda en su voz, el pelinegro lo miró fijamente, su seriedad extrema le decía que no estaba de humor —como siempre— así que solo carraspeó manteniéndose en silencio.

—Sejin —nombró sombrío— tienes los contactos necesarios, no me importa cómo, pero me averiguas todo de ellos —volvió su atención a la pantalla tecleando de nuevo— cuando obtengas lo que quiero… vienes. Puedes retirarte.

La apatía de JungKook también atemorizaba un poco al guardaespaldas sintiendo lastima por aquel joven que en el pasado cuido con devoción tantas veces, que en partes le divertía lo espontáneo, libre, fresco y alegre que era. Ahora convertido en un hombre adusto, duro, de una amargura que todo su alrededor se impregnaba ante su presencia, tanto que la mayoría le temía. Inclusive, su propio padre, el señor Jung-suk.

—Acaso te crecieron raíces al suelo que no te permiten mover —Sejin intentando no inmutarse ante la mirada fría de su menor asintió acatando las órdenes.

La puerta se cerró detrás del guardaespaldas y JungKook sacó todo el aire contenido de sus pulmones, su cabeza con una ligera migraña cayó sobre sus manos, la opresión en su pecho aumentaba a cada segundo como si una compactadora lo estuviera empujando. Desató el nudo de su corbata con algo de brusquedad en lo que desabrochaba dos botones de su impecable camisa azul.

Inhaló una bocanada de aire recomponiéndose en su lugar, prestando atención al aparato frente suyo. Debía ponerse a trabajar no podía perder tiempo en pensamientos que solo le hacían daño. No permitiría que nada lo mueva de su puesto. No permitiría que nada lo perturbara.

Quisiera saber:

Team NamJoon o Team JungKook.

Ustedes que opinan? Yo les digo que no puedo decidirme pero le voy al Team NamJoon.

Espero les haya gustado. No olviden comentar y votar, me encanta leerles.

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