𝗖𝗮𝗽í𝘁𝘂𝗹𝗼 𝗰𝘂𝗮𝗿𝗲𝗻𝘁𝗮 𝘆 𝗰𝗶𝗻𝗰𝗼.
El timbre sonó avisándole que la persona requerida había llegado al fin, no esperó a que alguno de servicio atendiera, salió trotando para abrir ella misma la puerta encontrando a Yoongi con rostro serio y enigmático, haciéndose a un lado para que este pase.
—Esta encerrado en el despacho desde anoche, creo que ha roto muchas cosas —su voz era una mezcla de miedo y congoja— no ha querido salir y no me contesta, tengo mucho miedo.
Caminaron con rapidez por el pasillo hasta detenerse en la puerta de dicha habitación. El pálido tocó la madera con golpes secos sin obtener ninguna respuesta.
—¿Está muerto? —chilló la pelirroja de forma histérica y el hombre a su lado la miró como si tuviera tres cabezas.
—¡JungKook! Ábreme, soy yo, hyung —volvió a tocar con fuerza, pero no obtuvo respuesta— tráeme la llave de repuesto —murmuró hacia la mujer haciendo que está salga corriendo sobre sus tacones buscando lo pedido— Kook, ábreme, necesitamos hablar, solo entraré yo.
Sana volvió minutos después con la llave en mano entregándoselo a Yoongi, este abrió lo más rápido posible y advirtió a la mujer que estuviera atenta a cualquier cosa que él le dijera. Entró cerrando detrás suyo esperando cualquier cosa menos que toda la habitación estuviera destrozada, como si un tornado hubiera pasado por allí.
Buscó con sus ojos a su menor encontrándolo acurrucado en un rincón con la cabeza entre las rodillas y brazos cubriéndolo. No sé movía y temía que hubiera hecho algo contra si mismo. Respiró hondo tomando valentía, se acercó con mucha lentitud llamándole por su nombre, debajo sus zapatos crujían al pisar el suelo con pedazos que no supo identificar en un principio.
—Kook —llamó está vez poniéndose en cuclillas delante del susodicho, este se descubrió de a poco dejándole ver sus ojos rojos e hinchados, tenía las mejillas empapadas de lágrimas, su cabello estaba alborotado y su camisa fuera de lugar. Atisbo a ver los nudillos de la mano del pelinegro destrozados seguramente por algunos golpes que dio.
—Tengo una hija —fue todo lo que murmuró con sus ojos vacíos nublándose de nuevo de lágrimas— esa niña tan dulce es mía, hyung —su voz era un fino hilo a punto de romperse, tembló y entonces comenzó a sollozar escondiendo su rostro entre sus manos. Dolía mucho.
—JungKook, ¿cómo estás tan seguro...
—Días antes de que dejará a Hye conocimos a SeokJin, era finales de agosto y cuando decidí que tomaría el puesto de mi abuelo en la empresa pensé en llevármela conmigo a Busan para tomarnos unas vacaciones en lo que aprendía lo necesario y le propondría convivir juntos —sorbió por la nariz, sentía su garganta seca y rasposa, pero no quería beber nada— mi cumpleaños lo pasé con ella, todo el día estuvimos juntos, luego pasó lo que pasó —sus ojos que habían estado perdidos cobraron vida de repente mirando a su mayor— contraté un investigador privado y me dijo que la niña nació en junio del año siguiente, qué no entiendes, los números dan —sus manos temblorosas fueron a los costados de su cabeza enterrando sus dedos en sus hebras negras— esa niña que tiene el nombre de mi madre es mi hija.
Un sollozo desconsolado salió de JungKook dejando que Yoongi lo abrazará, en ese momento necesitaba que alguien lo contuviera —aún cuando eran los brazos equivocados— necesitaba apoyo porque no sabría que hacer.
Unos minutos más tarde, Yoongi se levantó intentando buscar un vaso con agua advirtiendo a los demás que llamarán en completa discreción al médico de cabecera, pero al llegar a la destrozada habitación, la ausencia del pelinegro brillaba en el ambiente y el pálido supo que lo que vendría no sería nada bueno.
Sacó su teléfono celular del bolsillo de su chaqueta marcando un número en específico para luego llevarlo a su oído.
—JungKook ya sabe toda la verdad... que JungKook sabe que Young-nam es su hija —escuchó las palabras desesperadas del otro lado y suspiró mirando a Sana que se encontraba perturbada mirando en la entrada del despacho— tuvo un ataque de pánico e ira y me temo que salió para allá... ujum... yo estoy en camino también, así que no te preocupes.
Cortó la llamada guardando el aparato en su lugar saliendo con rapidez siendo detenido a mitad de camino por la pelirroja.
—Dime que está ocurriendo, por qué de repente JungKook tiene este ataque —ante la no respuesta por parte del hombre sus ojos se llenaron de lágrimas— Es por ella, ¿verdad?
Yoongi suspiró soltándose lentamente de las garras de Sana, se despidió escuetamente y salió por la puerta haciendo varias llamadas importantes.
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Entró a la propiedad sin siquiera presentarse, se dio cuenta cuando bajó del auto que nadie le impidió el acceso y eso significaba que ellos ya sabían para que había venido. Ni siquiera le importó verse tan desalineado y menos desabrigado cuando sintió el impulso de salir, ni siquiera le importó que afuera estuviera helando, solo quería saber la verdad.
Recorrió con rapidez el camino de piedras con algo de nieve de la entrada, una persona de servicio fue quien le abrió y lo dirigió hacia otra habitación, allí se encontraba Hye-min, quien lo miraba asustada y ansiosa parada cerca de una ventana, JungKook estaba sumamente enojado, respiraba con dificultad y sus ojos estaban inyectados en sangre.
—Lo preguntaré una sola vez —murmuró con voz grave y gutural— y quiero que me digas la verdad —la miró a los ojos dándose cuenta de que contenía las lágrimas— ¿Young-nam es mi hija?
Hye-min contuvo un sollozo, sus ojos estaban nublados por las lágrimas y sus manos temblaban, el silencio los embargó por unos minutos, tiempo que a los dos se les hizo eterno mirándose a los ojos fijamente. Hasta que ella decidió romperlo.
—Si, ella es tu hija.
Esa simple confirmación hizo que JungKook sollozara en su lugar sintiendo demasiados sentimientos que lo confundían, sus manos fueron a su cabeza despeinando sus cabellos, sintiendo más rabia por haberse alejado de la única mujer que ha amado de verdad, por haberle permitido a su padre arruinarle la vida, por haber perdido años sin ellas a su lado.
Se impulsó velozmente sosteniendo de los brazos a Hye-min paralizándola del miedo en su lugar.
—¡¿Por qué?! ¡¿porque mierda no me dijiste que teníamos una hija, Hye?! —su voz comenzaba a quebrarse— ¿Por qué me hiciste esto?
—¿Por qué? ¿tengo que recordarte lo que tú me hiciste a mí? —gruñó entre dientes dejando que las lágrimas cayeran por su rostro— me dejaste, me abandonaste, quise hablar contigo y contártelo, pero días después todo el mundo se enteró de tu compromiso con Minatozaki Sana —ella sollozó sin poderse contener— cómo podía decirte sobre el embarazo si ni siquiera contestabas a mis llamadas, JungKook tú me dijiste a la cara que me usaste.
Decirlo se le hacía doloroso, recordarlo también.
JungKook no podía parar de llorar al igual que Hye-min, ella cubrió su rostro con sus manos descargándose de forma desconsolada, sin pensarlo él la atrajo a su pecho aferrándola entre sus brazos, sintiendo su calor, su aroma, sintiéndola luego de tanto años separados y como dolía, dolía demasiado tenerla así y no poder disfrutar su cercanía de otra manera.
—Me hiciste mucho daño, JungKook —gimoteó aún entre los brazos del susodicho.
—Tenía derecho a saberlo —murmuró con su voz ronca perdido en el aroma del cabello rubio, Hye-min comenzó a alejarse dejándole un frío inmenso en el cuerpo, aquellos ojos almendrados que tanto amo se veían vacíos, sin algún sentimiento que le dijera que sería perdonado, su mente ahondando en la realidad— le hiciste creer a mi propia hija que tiene de padre a Kim NamJoon —gruñó.
—No tenía opción.
—¿No tenías opción? ¡¿no tenías opción?! —vociferó más que molesto— ¡Me la escondite durante años!
—¡Tú me dejaste! —respondió igual de alterada que él— ¡Maldito seas, JungKook! Me dejaste y me dijiste que solo fui una más, me mentiste y nos negaste, cómo pretendes que haya creído en ti si luego me demostraste ser alguien peor —su voz terminó en un susurro a causa del nudo en su garganta.
—¡Debía hacerlo! Mi padre me amenazó con lastimarte a ti y a tu familia, ¿crees que me hizo feliz hacerlo?
—Solo fuiste un maldito cobarde.
Otro silencio brilló en el ambiente tenso, Hye-min había tomado asiento en el sillón porque sentía que iba desmayarse, sus piernas temblaban no queriendo responderles.
—Young-nam también es mi hija y tengo derecho a decidir sobre ella —la forma tan fría con que lo dijo hizo alertar a la rubia.
JungKook volteó sobre sus talones para marcharse con decisión, apenas tomó el pomo de la puerta se detuvo en seco al escuchar lo siguiente.
—Entonces me quitarás a mi bebé cómo tu padre lo hizo contigo y tu madre —el pelinegro tragó saliva sintiendo el nudo en su garganta y dolor en el pecho— me alejaras de mi hija, ¿serías capaz?
—No soy una mierda, Hye-min, pero quiero verla, quiero a mi hija conmigo —volteó para mirarla a los ojos y añadir determinante— y olvídate de que te irás de vuelta a Estados Unidos, no te llevarás a Young-nam lejos de mí.
Salió caminando con un solo propósito en su desordenada cabeza, Hye-min detrás llamándolo con desesperación, a lo lejos pudo ver a NamJoon recibiendo a Yoongi en la entrada, las ganas de golpear al moreno en la cara le picaba en las manos a pesar de que no había hecho nada malo y de que había cuidado muy bien a las dos mujeres de su vida, aquel lado oscuro no pudo mantenerse al margen sin querer cobrarse una de todas.
De repente todo se paralizó dejando estáticos a los adultos en sus respectivos lugares, Young-nam bajaba las escaleras mirando con ojos curiosos a los nuevos visitantes. JungKook era el que estaba más cerca de ella tomando su oportunidad y dejando sin respiración a más de uno.
—Hola bebé —se arrodilló frente a ella y la observó con toda la ilusión del mundo, maravillado.
—Hola ajhussi, ¿cómo esta? —su sonrisa infantil y dulce lo tenían deslumbrado, quería abrazarla y comérsela a besos.
-—Sabés —se atrevió a sujetar una de las manitos con hoyuelos entre la suya, su piel era suavecita y su nariz percibió el olorcito dulce e infantil que ella emanaba— ajhussi suena feo y me hace sentir viejo, dime JungKook o Kook o Kookie, como tú prefieras, princesa —la menor rio bajito asintiendo y JungKook juró que ese era el sonido más hermoso del mundo entero y que haría lo imposible por seguir escuchando todos los días de su jodida vida.
—Esta bien, Kookie.
—Cariño, vamos arriba —Hye-min se acercó a su hija con la intención de llevársela, estaba a punto de colapsar; JungKook la miró con ojos oscuros sin querer soltar su agarre de la niña, pero al notar el estado lamentable de la mujer a su lado solo se relajó.
—Me alegra haberte visto Young-nam —besó la manito— sé una buena niña y hazle caso a tu madre, ¿si?
Sus ojitos se agrandaron por la sorpresa ante aquellas palabras con tonos dulces, la dejó ir sin dejar de mirarlas subir las enormes escaleras hasta perderlas de vista. Se levantó del suelo con ayuda de sus manos, su semblante volviéndose taciturno cuando reparó a NamJoon parado unos metros más atrás con Yoongi alerta.
—Por está vez no haré nada, pero ustedes no se irán a ningún lado, no te llevarás a mi hija.
—¿Eso es una amenaza?
—Es una simple advertencia, Kim.
Ni siquiera esperó a ver la respuesta o reacción del otro, salió del lugar queriendo golpear a alguien. Estaba furioso con el mundo, con el maldito destino, su cabeza era un caos de oscuros pensamientos atronadores. Ni siquiera sintió la cercanía del pálido que lo llamaba con ímpetu, ni sintió cuando lo detuvo en su lugar.
—¡JungKook! ¡¿qué diablos pretendías viniendo aquí?! —el pelinegro miró a su alrededor— ¡JungKook!
—Hyung, necesito que me contactes a Park Bo-Gum —requirió pensativo, con el apuro ni siquiera había tomado su celular y con los destrozos que había hecho dudaba de que el aparato ahora sirviera.
El pálido lo observó expectante al escuchar que quería a uno de los abogados de su bufet. No sabia si sorprenderse o alarmarse ya que aquel nombre mencionado era uno los mejores en lo que respecta a casos familiares.
—¿Para qué lo necesitas?
—Ellos no me van alejar de mi hija, no lo harán, si piensan que pueden salirse con la suya no lo voy a permitir.
—¡Cálmate! —Yoongi lo zarandeo del brazo consiguiendo que su menor lo mirará a los ojos— estás diciendo demasiadas idioteces, creés que ellos son capaz de negarte algo como tu hija, no harás nada JungKook —lo señaló con un dedo— no harás absolutamente nada en contra de nadie, ¿me entendiste?
—Hyung —los enormes ojos de JungKook se llenaron de lágrimas, se veían tristes e inocentes, como un borrego desamparado, rogando por entendimiento y misericordia. Y no pasó mucho cuando sintió los brazos del mayor contenerlo en lo que sus lágrimas empapaban su rostro.
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Dejó que el agua corriendo del grifo mojara, con ayuda de sus manos su rostro, el reflejo del espejo le mostraba lo pálida que estaba. Haberlo tenido tan cerca y haberle confesado lo que tanto se había guardado le dió alivio. Un alivio que no sabía que necesitaba. Estaba aterrada y no de que la verdad se haya sabido sino de lo que JungKook pudiera hacer contra ella.
Tomó del costado un vaso vacío y sirvió agua en el, lo llevó a sus labios bebiendo el líquido vital con dificultad y sin detenerse, su garganta de repente se había secado. Sus manos tenían un ligero temblor por toda la tensión pasada. Young-nam se encontraba leyendo un libro de cuentos sentada frente la puerta del balcón de la habitación de sus padres, Hye-min se dirigió allí y tomó asiento a su lado sin decir una sola palabra.
—Omma, ¿Kookie es amigo de ustedes?
Aquella pregunta la abrumó porque eso significaba que la niña en algún momento sabría toda la verdad y lo único que pasaba por su mente es que su propia hija la odiaría cuando supiera la verdad de su origen.
—¿Te cayó bien? —se atrevió a preguntar tanteando el terreno, la sonrisa de la niña era alentadora.
—Ajam, desde que lo conocí fue muy amable conmigo y me recuerda a un lindo y tierno conejito —dijo e hizo un gesto con sus dedos como si fueran los bigotes de dicho animal arrugando su naricita.
<<Fuiste una idiota al pensar que no se sabría la verdad, es igual a su padre>>, su conciencia no la dejaba en paz. Pero ella no era la culpable de todo.
No cuando hace cinco años atrás ella le avisó al pelinegro por medio de mensajes que estaba embarazada y la respuesta que recibió fue, una rotunda negativa y un desolador rechazo.
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