𝗖𝗮𝗽í𝘁𝘂𝗹𝗼 𝗰𝗶𝗻𝗰𝘂𝗲𝗻𝘁𝗮 𝘆 𝘂𝗻𝗼.
Tuvo otro gran momento con su hija dentro del auto cuando ella decidió poner música y cantar, él no pudo evitar acompañarla cuando la canción Fancy de Twice resonó. Young-nam había descubierto lo divertido y pegajoso que era la música Kpop y lo divertido que su appa Kookie podía ser.
Cuando llegaron, la atención de la niña se encontraba en todo su alrededor, en la camioneta todo terreno de color verde o la motocicleta Triumph Bonneville enorme y aterradora —caprichos que JungKook había adquirido— en la forma tan grande del edificio y su infraestructura con temática oriental. Jamás había visto algo tan hermoso.
Iba trepada en la espalda de su padre atenta a todo lo que él le contaba o mostraba. Tampoco escondió su asombro al ver el nuevo departamento con diseño minimalista en los muebles y electrodomésticos de colores negros, grises, azules o blancos. Un ventanal desde piso hasta el techo en lo que era la sala living dejando ver la ciudad de Seúl a lo lejos desde el piso número diez.
Todo era tan nuevo para ella. En Estados Unidos a pesar de tener una buena vida el departamento donde residía con sus padres era grande, espacioso y cómodo, pero no se comparaba a lo extravagante de la vida de su appa Kookie. Seguía embelesada con todo que no se había dado cuenta de las visitas.
—Necesito que por favor impidas el acceso de Sana a este piso —murmuró, hablando con Sejin— pon a dos de los guardaespaldas si es necesario.
—La señora no permitió que sacará sus objetos personales, joven —habló con pesar la ama de llaves— cuando supo que vendría con la niña.
JungKook suspiró harto de lo entrometida que se estaba volviendo la pelirroja, ya no tenía ganas de seguir al lado de una persona que no quería.
—Esta bien, no te preocupes, iré yo personalmente —avisó, revisando y tecleando en su celular un par de mensajes. La señora se disculpó marchándose a la cocina para terminar de ordenar las bolsas con comestibles que se habían comprado— Sejin, mañana pasarás a buscar a Beomgyu a la escuela y lo traerás aquí.
El hombre asintió y miró por detrás del hombro del pelinegro como una pequeña personita se acercaba trotando hacia ellos asombrándose del parecido con JungKook y sin duda con Park Hye-min.
—Princesa, quiero presentarte a un gran amigo y mi mano derecha —dijo cargando a la niña en brazos— Young-nam, él es Sejin, Sejin, ella es mi persona favorita en el mundo, mi hija, Park Young-nam.
—Hola ajhussi, encantada de conocerlo —extendió su mano como forma de saludo y este correspondió.
—El gusto es mío, señorita Young-nam —Sejin sonreía enternecido por lo carismática que parecía ser la niña y por lo feliz que lo hacía ver al pelinegro.
—Haz lo que te pedí por favor. Muchas gracias.
El hombre se despidió de ambos y salió por la puerta principal, JungKook se dirigió hasta la cocina donde dejó sentada a la menor en una silla junto a la mesa, le servirían de cenar mientras él se metía a la boca del lobo.
—Ajumma, por favor, podría quedarse con la niña unos momentos, subiré a buscar mis cosas —la mujer asintió sonriente mirando hacia la niña, advirtiendo que no se preocupara que estaría en buenas manos— mi cielo, voy a salir unos minutos tengo que encargarme de algo —ante el rostro de confusión de la menor el besó su mejilla y añadió— no tardaré mucho, quédate con Da-in, come algo y luego haremos lo que quieras, ¿si?
—Esta bien, appa.
Suspiró, saliendo del apartamento, envió un mensaje a Hye-min y NamJoon comentándoles que habían llegado y estaban instalados en tranquilidad, a los minutos recibiendo el 'ok' de parte del moreno y algunas indicaciones de más por parte de la rubia que le hicieron reír en su lugar. Por lo visto, ellas jamás se separaban demasiado tiempo y la entendía en partes porque el simple hecho de estar separado de su hija por unos minutos le parecía espantoso.
Ingresó al penthouse dónde todo parecía estar en completa tranquilidad, caminó en dirección a su habitación encontrando a Sana sentada en la cama con su laptop en sus piernas, está al verlo se quitó los lentes de lectura apartando el aparato a un costado siguiéndole.
—¿Qué hace esa niña aquí? —estaba furiosa, se cruzó de brazos parándose en medio de la habitación.
—Se quedará conmigo —fue todo lo que dijo mientras tomaba un bolso comenzando a buscar en su closet y guardar sus cosas dentro, Sana algo confundida lo observó meter muchas prendas de ropa y calzado entre sus productos de aseo y limpieza extraídos del cuarto de baño.
—¿Qué haces? —preguntó, acercándose más a él.
—Me quedaré con mi hija en otro de los pisos, no quiero que nadie nos moleste —sentenció mirando amenazante a su esposa.
Está totalmente furiosa, los celos corroyéndole la sangre arrebató de un golpe el bolso lanzándolo al suelo.
—¡Tú no te irás de esta habitación! ¡Eres mi esposo! ¡Conmigo es con quién debes dormir, no con esa maldita bastarda! —gritó histérica, moviendo la cabeza de lado a lado y su rostro empapado en lágrimas.
—¡Sana cálmate! ¡Cálmate de una maldita vez! —la sujetó fuertemente de los brazos, el rostro de Sana hacia mención a su cabello— me estás colmando la paciencia.
—Te exijo que la saques, ¡que se vaya! ¡No la quiero aquí!
—No eres nadie para exigirme nada —gruñó entre dientes, soltándola.
Tomó el bolso cerrando el cierre dirigiéndose a la puerta con la mujer siguiéndolo detrás. JungKook se metió al despacho dejando el bolso en una silla mientras de un cajón sacaba un sobre de papel madera.
—Quiero que los firmes —le tendió los papeles en mano— es obvio que esto ya no da para más, Sana.
—No, no, por favor —soltó el sobre como si fuera fuego para abrazarse a su esposo— JungKook por favor, podemos cambiar podemos arreglar nuestros problemas —su voz era un fino hilo a causa del nudo en su garganta— terapia de pareja, dijiste que el sexo era bueno, yo te amo, podemos hacer que todo esto funcione.
—No entiendes que jamás vamos a poder ser felices juntos, yo no te amo, lo tuyo conmigo siempre fue un capricho o una obsesión, Sana —la sujetó suavemente de los brazos sintiendo pena por ella— si las cosas hubieran sido diferentes tal vez, pero ambos sabemos que no. Perdóname si te hice daño, si en el pasado fui un idiota inmaduro, pero jamás íbamos a tener futuro juntos.
—JungKook...
—Los dos perdimos, ¿no lo ves?, Hye-min ya no me ama, ella está muy feliz con Kim NamJoon y dudo mucho que lo deje por alguien como yo —dolía decirlo pero era la verdad— quiero estar tranquilo, quiero poder hacer lo que me hace feliz y a la larga esto nos hará bien tanto a ti como a mí, lo siento —besó la frente de la mujer, quien se encontraba con ojos desorbitados llenos de lágrimas, rígida en su lugar, luego tomó el bolso alejándose.
—¡Te odio! ¡Te odio, Jeon JungKook! No te vas a librar de mí, ¡Te odio!
Intentó que los gritos de Sana no lo inmutaran, pero en el fondo le afectaba haberla llevado con él en este teatro deprimente con el cual habían lidiado durante varios años. Ella nunca fue feliz y él lo sabía, por primera vez quería hacer las cosas bien.
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Se encontraba embelesado mirando a su hija, su barbilla descansaba en la palma de su mano sonriendo al escuchar muy atento todo lo que la niña le contaba, no quería perderse ningún detalle de lo que le decía y aún así se tomaba también, el tiempo para observarla minuciosamente, cada gesto, cada gesticulación o movimiento, encontrando extraño y asombroso que muchos de ellos eran idénticos, por no decir los mismos, a los que él solía hacer.
—Appa, ¿me estás escuchando? —su manito revoloteó frente los ojos de su padre y él no perdió oportunidad en sujetar la pequeña extremidad entre la suya para besarla.
—Si nena, cada palabra —respondió, acercándose a ella besando con ruiditos graciosos sus regordetas mejillas.
—Yah, me haces cosquillas —rie terminando en el regazo de su padre, sus manitos acunan el rostro de este y no puede evitar besarle su rechoncha nariz haciéndole estremecer en su lugar. La única persona que siempre hacia eso era Hye-min— ¿Te molesto que hiciera eso?
Él negó mirándola directamente a los ojos.
—No bebé, no me molesta, me encanta que lo hagas —la acunó, aferrándola a su pecho mientras se balanceaban lento— ya es tarde, debemos ir a la cama e intentar dormir.
Young-nam rodeó con sus bracitos el cuello de su padre mientras él se levantaba para llevarlos a la habitación donde una enorme cama matrimonial había sido preparada, la niña también tenía su propia habitación, pero ella se negó queriendo dormir con su padre por esa noche.
La acomodó del lado izquierdo, le entregó su oso de peluche y la arropó de manera que en la noche no pasará frío, acomodándose luego a su lado con la intención de cerrar sus ojos el siguiente movimiento por parte de su hija lo dejó pasmado en su lugar.
Young-nam se abrió paso entre sus brazos acurrucándose en su pecho, una de las manitos se metió dentro de la manga de su sudadera con la intención de sentir su piel en ligeras caricias. Justo como ella lo hacía con su madre.
Por un momento, se imaginó la vida que habría llevado con a Hye-min si hubiera luchado por ella, sino se hubiera dejado manipular por su propio padre. Se imaginó aquel embarazo, el momento en que ella se lo hubiera contado y lo felices que hubieran estado, lo mucho y fuerte que la hubiera abrazado llenándola de besos. Se imaginó los momentos junto a ella en el transcurso del crecimiento. Su pancita abultada, los besos y caricias que hubiera regado en ella. Lo ilusionado por saber si era un varón o una mujer. La ropita, los juguetes y peluches, las ilusiones por verlo crecer.
Se imaginó con su hija recién nacida en brazos, su primera sonrisa, sus juegos y balbuceos, los pañales sucios y las interminables noches sin dormir. La primera vez que lo llamará appa y a Hye-min omma. Eso no se comparaba con nada. No sé comparaba con todos los momentos que habría podido compartir con a ella. Tal vez, hasta tendrían más hijos. Porque no pudo evitar pensar ni dudar que al compartir la misma cama le haría el amor todas las noches.
De repente, sintió una lágrima silenciosa recorrer su mejilla, la secó rápidamente con una de sus manos para que la niña no se diera cuenta. Aunque al bajar la vista ella dormía muy plácidamente entre sus brazos, sonrió acariciando la mejilla de su niña con el pulgar. Se había perdido cinco años enteros dónde pudo haber formado una hermosa familia al lado de la única mujer que tanto amaba.
No pudo evitar sentir una amargura ahondar su pecho al recordar que ella estaba casada con NamJoon, que se veía feliz y plena al lado de ese hombre. Una duda salió a flote preguntándose a si mismo si tal vez, en el pasado no se hubiera confesado, tal vez ella jamás hubiera pasado por nada de todo este sufrimiento, lo que llevaría a que no tendrían una hija juntos y en realidad, esa niña sería de Kim.
¿Y él?, él tal vez tendría la misma vida que llevaba, casado con una mujer que no amaba, follando con otras solo por despecho y satisfacción, amargado y antisocial. Sin un propósito o futuro que le diera esa felicidad que ahora sentía con su pequeña en brazos, la felicidad de saber también que Hye-min era su madre. Un propósito para vivir, para resurgir y seguir luchando.
Aún cuando una de las causas ya no lo amará y sea feliz con otro. Porque la felicidad de Hye-min era la suya. Y lo entendió, entendió lo que tanto había negado o no había querido ver. Así que lloró en silencio durante gran parte de la noche, lloró de felicidad y tristeza pensando y reorganizando su vida entera. Velando el sueño de su más grande y hermosa creación, su hija.
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Despertaron muy temprano por culpa de la alarma que JungKook había olvidado apagar, se mantuvieron acostados hablando de cualquier cosa que se les viniera a la mente, salieron cuando sintieron el aroma de la comida recién hecha. El pelinegro le había pedido a la ama de llaves que pasará al nuevo departamento para ayudarlo en algunas cosas.
Desayunaron en compañía de la televisión y dibujitos animados, conversando en inglés porque a él a veces se le hacía difícil el idioma. Se cambiaron los pijamas cuando decidieron hacer planes de salida mientras esperaban a la próxima persona que los acompañaría.
El timbre sonó avisándoles que dicha persona ya había llegado, fue abrir recibiendo al niño con un fuerte apretón de brazos. Estaba muy emocionado por presentarlos y que se llevarán bien.
—¡¿Tú?! —chillaron los infantes al verse.
—¿Se conocen? —estaba aturdido y confundido mirando en vaivén a Beomgyu y Young-nam que se miraban con sorpresa y no tan sorpresa.
La niña se cruzó de brazos resoplando en su lugar mientras el chico sonreía entre divertido y sorprendido.
—Ella es la hija de Hye noona, las encontramos una vez con TaeHyung hyung cuando él nos vino a visitar hace un tiempo atrás —contó frunciendo su ceño al darse cuenta de algo— pero, ¿qué hace ella aquí?
JungKook aún aturdido los miró preguntándose cuánta gente sabían de ellas y él tuvo que enterarse hasta el último momento no pudiendo evitar sentir amargura en su interior.
—Beomgyu, te presentó a Young-nam, mi hija. Nami, te presento a mi otra persona favorita, Beomgyu.
La niña miró mal a su padre pensando que ella era su única persona favorita, sintiéndose engañada de saber que no solo tenía que compartir el cariño de su madre, sino, ahora también el de su padre. Mientras que Beomgyu se encontraba totalmente aturdido por esa primicia que hizo que muchas dudas en su cabecita se aclararán.
Sabía que aquella niña tenía un parecido muy parecido a su hyung, solo que no pensó que todo se daría de aquella manera. Y él tampoco pudo evitar sentir tristeza y algo de molestia por todo lo que JungKook había pasado, tal vez si esa niña hubiera estado desde el principio, todo sería muy diferente ahora.
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