Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Sangre y letras

Una nueva cita comenzaba. Angel y yo caminábamos hacia una parrilla para cenar. Era nuestra tercera cita oficial, y estaba emocionada por pasar un rato agradable con él. Angel y yo habíamos desarrollado una conexión especial en el club de lectura, y tenía muchas expectativas para esta noche;  la perspectiva de verlo y oírlo era más gratificante que antes.

—Espero que te guste el asado —dijo Angel,  mientras me sostenía la puerta del local.

—¡Me gusta! No puedo esperar a probar el pollo asado —respondí.

La parrilla estaba llena de comensales, con el sonido de las conversaciones mezclándose con el aroma de la carne asada. Encontramos una mesa en una esquina y nos sentamos.

No pasó mucho tiempo antes de que un hombre se acercara a nuestra mesa con un rostro familiar.

—¡Génesis! ¿Qué sorpresa verte aquí —dijo el hombre misterioso que conocía como 303.

Abrí los ojos como dos naranjas al verlo frente a mí. Angel me miró fijamente.

—¿Cómo estás, querido? —dije y lo abracé.

—Había estado trabajando como albañil en una casa, en tu vecindario, pero encontré este nuevo trabajo en la parrilla.

—¡303! —exclamé, sorprendida—. ¿Ya no trabajas en la albañilería?

Él sonrió y sacudió la cabeza.

—No, encontré una changa aquí. Estoy trabajando temporalmente, pero me gusta. Es un cambio de ritmo. Trabajo de lunes a lunes.

Angel, que hasta ese momento había estado sonriendo falsamente, pero comenzó a fruncir el ceño. Pude sentir la tensión acumulándose.

—Eso es genial —respondí, tratando de mantener la conversación ligera—. Me alegra verte de nuevo.

303 siguió hablando, pero Angel se inclinó hacia mí, susurrandome.

—Génesis, no me gusta como te está mirando. Parece que está coqueteando contigo.

Intenté calmarlo.

—Angel, es solo un conocido. No hay de qué preocuparse.

Pero Angel no estaba convencido. Se volvió  hacía el hombre con una expresión severa.

—¿Podrías ir a otro lado? Estamos tratando de tener una cita tranquila.

El hombre misterioso levantó una ceja.

—Lo siento, pero estoy trabajando aquí. Además, Génesis y yo nos conocemos del club de lectura. Somos amigos y es muy copada.

La situación se volvía más incómoda por momentos. Intenté intervenir antes de que las cosas se salieran de control.

—Angel, por favor, déjalo en paz. No hay necesidad de esto.

Pero él no estaba dispuesto a ceder. Se levantó bruscamente, empujando al tipo.

—¡Te dije que te alejaras! ¡Le estás mirando el escote a mi chica! —chilló.

El hombre misterioso prosiguió:

—Estoy seguro que ella no es tu chica —dijo haciendo énfasis en la última palabra.

Todo sucedió en un instante. 303, con una expresión de furia en su rostro, agarró una botella de cerveza y la rompió contra la mesa. El sonido del vidrio rompiéndose resonó en el aire antes de que pudiera reaccionar. Con un movimiento rápido y brutal le clavó el cuello roto de la botella en el pecho a Angel.

—¿Qué carajos hacés?...—comenzó a gritar Angel, mortificado.

—¡Asesinato! ¡Si no te vas te haré mierda! —gritó el hombre misterioso.

—¡No! —grité, viendo como Angel caía al suelo, sangrando profusamente.

El hombre misterioso se alejó corriendo, desapareciendo en la multitud mientras yo me arrodillaba junto a Angel, mis manos temblando.

—¡Ayuda! ¡Por favor, alguien ayude! —grité, con mi voz quebrada por el pánico.

La gente alrededor comenzó a reaccionar, algunos llamando a la policía y a la ambulancia. Yo me quedé con él, tratando de detener la hemorragia con mis manos, pero la sangre no dejaba de brotar de su pecho.

En cuestión de minutos, que parecieron horas, llegaron los de la ambulancia. Me apartaron bruscamente mientras trabajaban frenéticamente para estabilizar a Angel. Estaba en estado de shock, incapaz de procesar lo que había sucedido.

Uno de los paramédicos me dijo:

—Necesitamos llevarlo al hospital de inmediato. ¿Algún familiar?

Negué con la cabeza, todavía aturdida.

—Soy... soy su amiga.

El hombre asintió y llevaron a Angel en la ambulancia, dejando atrás un rastro de caos.

Me senté en la mesa, incapaz de moverme. Fue entonces cuando saqué mi teléfono y llamé a mi madre.

—Mamá... —dije, mi voz quebrada—. Algo terrible pasó.

—Génesis, ¿qué pasó? ¿qué te pasó? 

Le conté todo, tratando de mantener la calma mientras los detalles salían atropelladamente de mi boca. Mi mamá escuchó en silencio, y cuando terminé, su voz cambió.

—Génesis, no quiero que te juntes más con Angel. Y deberías considerar detener el club de lectura. Este incidente pone en riesgo la salud de todos los participantes.

—Pero mamá... —comencé a protestar, pero ella me interrumpió.

—No es negociable, Génesis. Quiero que te mantengas segura. Voy para allá ahora mismo.

Colgó antes de que pudiera decir algo más, dejándome sola con mis pensamientos y el caos que me rodeaba. La policía llegó poco después, haciendo preguntas que apenas podía procesar. Les conté lo que había sucedido lo mejor que pude, pero mi mente seguía girando alrededor de la imagen de Angel en el suelo, sangrando.

Mi madre llegó al lugar poco después y me gritó bruscamente:

—Génesis, vamos ya para casa —escrutó de nuevo.

---

Pasaron varios días desde el incidente en la parrilla. Angel estaba en casa de Fabri recuperándose lentamente de sus heridas. Había pasado largas horas a su lado, esperando que se le pase la bronca.

El club de lectura estaba en suspenso. No había tenido la fuerza de enfrentar a los demás miembros todavía, y las palabras de mi madre seguían resonando en mi mente. ¿Podría realmente continuar con el club después de todo esto? ¿Era mejor abandonar todo?

Finalmente, decidí que necesitaba hablar con todos. Les envié un mensaje, pidiéndoles que se reunieran en mi casa esa tarde. Era hora de contar lo que había pasado y tomar una decisión sobre el futuro del club.

Cuando todos llegaron, el ambiente muy incómodo. Fabri y Montserrat se sentaron en el sofá, mientras Beto y Raquel se acomodaron en sillas alrededor del comedor. Mi madre estaba en la cocina, preparándonos pochoclos, pero pude sentir su presencia, lista para intervenir si era necesario.

—Gracias por venir, todos —comencé—. Sé que han sido días difíciles y hay mucho que debemos discutir.

Marcus fue el primero en hablar.

—Génesis, ¿cómo está Angel?

—Está mejorando, pero aún está débil —respondí—. Ha sido un proceso muy difícil para él. Las heridas le pican mucho.

Montserrat dijo:

—El hombre misterioso lo quiso apuñalar al hermano de Fabri. Resulta que Génesis, tuvo la maravillosa idea de tener una cita en la parrilla donde trabaja este tipo.

Tragué saliva ante su explicación irónica.

—Es terrible lo que pasó. Nunca pensé que algo así pudiera ocurrir —dijo Raquel.

Beto, que siempre había sido el pacificador del grupo, intervino.

—Lo importante es que todos estemos seguros. Pero no quiero que esto signifique el fin del club. Hemos construido algo especial aquí. Angel no se murió, solo tiene unos puntos en su pecho —murmuró entre dientes.

Suspiré al oír a Beto.

—Lo sé, Betito. Pero también debemos considerar la seguridad de todos. Mi hermana Julie, cree que deberíamos detener el club de lectura, al menos por un tiempo.

Fabri frunció el ceño, claramente en desacuerdo.

—No podemos dejar que un incidente nos defina. Tenemos que seguir adelante, aprender de esto y no dejar que nadie más entre al club.

Miré a los rostros alrededor de la sala, viendo una mezcla de miedo y aprobación. Sabía que todos estaban asustados, pero también sabía que no quería perder lo que habíamos construído.

—Tal vez... podríamos tomar un descanso —sugerí—. Necesitamos tiempo para procesar lo que ha pasado y asegurarnos de que todos estén bien. Pero no quiero que esto sea el final.

Hubo un murmullo de acuerdo en la sala. Montserrat se levantó y se acercó a mí, poniéndome una mano en el hombro.

—Génesis, yo soy la líder ahora, el club sigue en mi casa. Este club es importante para todos nosotros, yo quiero seguir escribiendo y publicando mis novelas de hombres lobo —objetó valientemente—. En verdad, el hombre misterioso es un cobarde.

Asentí, estando un poquito más aliviada.

—Gracias, Montserrat —respondí simplemente, esperando que alguien diga algo más.

—Esa es una gran idea. Podemos mantener el espíritu de nuestras historias, nadie murió, nadie está en coma, sigamos... —le oí decir a Beto.

Fabri asintió, aunque todavía parecía preocupado y dijo:

—Está bien, pero debemos ser claros con la gente nueva que jode en la app que quiere que le pasen la dirección.

—No pasen ningún contacto —dije con voz cortante—. Solo necesitamos tiempo para recuperarnos y asegurarnos de que todos estén seguros.

La reunión continuó, con todos compartiendo sus pensamientos y sentimientos sobre lo que había sucedido.
Sabiendo que estábamos tomando una decisión difícil pero necesaria.

Después de que todos se fueron, me quedé sentada en el sofá, pensando que hubiese pasado si el hombre misterioso hubiese asesinado a Angel.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro