El hombre misterioso y el chisme perfecto
Otra semana había pasado en un santiamén y la emoción crecía gradualmente por el próximo encuentro del club de lectura. La dinámica del grupo era bastante buena y las reuniones, aunque no estaban exentas de tensiones, resultaban siempre divertidas e entretenidas.
Decidí hacer otro anuncio en la aplicación para ver si alguien más quería unirse. Después de todo, Buenos Aires es muy poblada y seguramente había más personas con ganas de participar.
Publiqué el mensaje: «¡Hola a todos mis queridos seguidores! Vamos por el tercer encuentro del club de lectura real. Si hay alguien más en Buenos Aires que quiera unirse, avísenme. ¡Nos vemos este sábado en el Burger King del Obelisco a las 9 pm! #ClubDeLecturas».
La respuesta se hizo esperar, hasta que recibí un mensaje privado que me dejó demasiado intrigada. Un hombre sin foto bajo el username de @HombreMisterioso303 me escribió: «Quiero unirme al club, pero no estoy dispuesto a revelar a mostrar mi identidad. No quiero que me pregunten absolutamente nada sobre quién soy, donde vivo, no diré mi edad. Deben llamarme solo por mi username. ¿Génesis, vos aceptas mis condiciones?»
Estuve unos minutos pensando en decirle que no, que la dinámica del club debía ser transparente, pero al final decidí decirle que sí.
Después de todo, esto podía agregar un toque de misterio al grupo. Le respondí: «Acepto tus condiciones. Nos vemos el sábado en el Burger King del Obelisco a las 9 pm».
El sábado llegó muy rápido, y una vez más, me encontraba preparándome para el encuentro. Me bañé y salí matando a tomarme un taxi porque era tarde.
Al llegar al local de comidas rápidas, algunos ya estaban allí. Clemente y Raquel como siempre llegaban primero y estaban charlando, mientras Beto jugaba muy concentrado al Pou en su celular.
Montserrat llegó un poco después, con su hermoso cabello rojo, un vestido violeta con destellos de brillo muy ceñido al cuerpo y con un escote revelador.
Nos saludamos y tomamos asiento. El WiFi del lugar era decente, lo cual era un alivio. Pasó media hora y llegó Fabri. También comenzaba a preocuparme si @HombreMisterioso303 aparecería.
De repente, vi una figura entrar al Burger King. Usaba lentes oscuros, una capucha y un tapabocas color negro. lo cual no pasaba desapercibido en un lugar público. Sin decir una palabra, se acercó a nuestra mesa y se sentó.
—Soy @HombreMisterioso303 —anunció con una voz gutural —. Vengo a presentar mi novela.
Hubo un silencio incómodo. Nadie sabía qué decir.
—Bienvenido, hombre misterioso...—bramé, intentando suavizar la situación—. Por favor contanos todo sobre tu libro.
El hombre misterioso asintió y comenzó a hablar.
—Mi novela se llama: «Telepatía para gente mágica», trata sobre el poder telepático. Mi personaje principal, Antonio Escarapelas, tiene la extraña habilidad de entrar en la mente de las personas y absorber todos sus secretos en cuestión de minutos, sin dejar ningún daño en la corteza cerebral.
Beto, que normalmente era el primero en lanzar una humorada, pero esta vez se quedó absorto. Los demás intercambiaron miradas con disimulo.
Nadie se atrevía a opinar o preguntarle algo sobre el extraño libro, ni sobre porque hombre misterioso que no mostraba su cara.
—Me gusta mucho... —dijo finalmente Montserrat, esbozando una sonrisa sensual y pícara—. Muy interesante tu obra. ¡Bravo!
Ella aplaudió y se inclinó hacia él, enseñándole su sugestivo escote, pero los gestos del hombre eran evidentemente negativos. Entonces comenzó a ponerse visiblemente nervioso. Le temblaba la pierna y movía la mesa, y su voz temblaba al continuar hablando de su novela.
—La telepatía es... es un poder enigmático. Puede revelar cosas fantásticas... que la gente quiere ocultar...
—¡Ay! Debe ser muy emocionante tener esa pasión sobre la telepatía —farfulló Montserrat, jugando con un mechón de su cabello rojo —. Yo me pregunto si podrías leerme la mente ahora mismo.
El hombre misterioso se puso mucho más nervioso, cuando Montserrat le puso su mano en su hombro. El tipo se levantó de repente, derribando su silla al suelo. Sin decir una palabra más, salió corriendo del Burger King, y nos dejó a todos boquiabiertos.
Hubo un momento de silencio antes de que todos comenzaran a reír.
—Ese hombre tenía mucha vergüenza o está muy perturbado —balbuceó Beto.
—Desde mi punto de vista... yo no sé porque huyó —dije mientras levantaba las palmas de mis manos.
—¡Pero qué personaje! —exclamó Raquel—.Menos mal que se fue. Parecía un psicópata.
—¡Y qué susto se pegó el tipo! —gritó Clemente.
—La verdad que me asustó su voz, ¿no será un extraterrestre? —preguntó Fabri.
—Montserrat, vos actuás como una gata en celo con esos vestidos coloridos y ceñidos al cuerpo y esos escotes pronunciados —dijo Beto, en un tono risible.
Montserrat sonrió y achinó sus ojos, sin parecer ofendida en lo más mínimo.
—Creo que lo intimidaste con tu sensualidad —dijo Fabri, mientras le miraba los senos con disimulo.
—Es que vos siempre venís lista para ir a bailar después de las reuniones, ¿no? —preguntó Raquel un poco confundida.
Montserrat asintió curvando la comisura de sus labios rojos.
—Sí, todos los sábados salgo a bailar a un un club nigth, después del club de lecturas. Y... bueno, yo estoy saliendo con un político casado, así que me visto así para él.
Las risas y comentarios cesaron de golpe. Todos la miramos con ojos grandes como dos naranjas. Estábamos sumamente curiosos.
—¡No jodas, seguramente es un viejo choto! —exclamó Fabri—. ¿Quién es?
—Vamos, Montserrat, escupe el chisme —dijo Clemente mientras se comía el segundo combo de hamburguesa de la noche.
Montserrat miró a su alrededor y dijo:
—Shhhh.
—Dale, decinos quién es —exigió Raquel.
—Bueno, les diré es el ministro de economía —dijo finalmente.
—¡Jua! Si es un viejo choto como dije —rechistó Fabri.
Todos estaban perplejos pero no paraban con sus carcajadas. La revelación había sido inesperada y jugosa.
—¡No puedo creerlo! —dijo Raquel, riendo—. ¿Cómo es que terminaste con él? Quiero el chismecito.
—Nosotros, nos conocimos en una fiesta, en un yate en aguas Uruguayas. Al principio yo no sabía quién era, pero cuando me lo dijo, me quedé de dura. Obviamente, que me pidió discreción y bueno... ya saben como es esto. Tragué saliva y le seguí la corriente.
—¡Qué suertuda! —exclamé, tratando de asimilar la información—. Pero contanos más, ¿cómo es él? ¿te da plata?
Montserrat se encogió de hombros.
—Es un hombre serio y muy generoso con la guita. Pero por ahora, no puedo decir más. Si los tabloides se enteran de esto, puede ser un quilombo nacional.
—Sin contar el quilombo que va a tener con su jermu —agregó Beto—. Pero qué historia, Montserrat. ¡Amiga, vos te sacaste la lotería!
Seguimos riendo y charlando sobre el tema, disfrutando el chisme.
La presencia del hombre misterioso había añadido un toque de intriga, aunque su abrupta salida había sido para mejor y el chisme de Montserrat hizo que estuviese mucho más divertida la juntada.
—Bueno, chiquitos, ¿qué les parece si seguimos con las críticas literarias? —voseé tratando de volver al tema principal del club.
—Sí, dale —dijo Clemente, es que lo que pasó hoy amerita que no hablemos de nuestros libros.
Beto asintió y se sentó a la lado de Montserrat.
—Vos, ya que causaste tanto revuelo, ¿por qué no empezamos con tu historia esta vez?
Montserrat se ruborizó y sacó su tablet de su bolso marrón.
—Está bien, pero tengan cuidado con lo que dicen. No quiero ver a nadie corriendo esta vez —dijo la pelirroja guiñando un ojo.
—¡Jua! —bromeó Beto.
—Tengo varias historias publicadas, pero hoy les leeré «El lobizón» —indicó la pelirroja.
Nos pusimos serios y comenzamos a escuchar la lectura de su historia que trataba sobre hombres lobo.
—Estoy segura que te gusta Crepúsculo —preguntó Raquel.
—Si, así es. Amo los hombres lobo y la sensualidad que ellos tienen —argumentó la pelirroja.
Mientras Montserrat leía su historia de lobisones, me preguntaba si el hombre misterioso volvería, su presencia había dejado una marca. De vez en cuando miraba por el ventanal, para ver si andaba por afuera.
Cuando finalmente nos despedimos, Montserrat salió a la vereda, ahí la esperaba un un auto de alta gama con vidrios totalmente polarizados.
Los demás nos fuimos a casa a dormir. La noche porteña nunca me había parecido tan sorprendente como en estos últimos tiempos.
El club de lectura seguía siendo una experiencia agradable y estaba segura de que las próximas semanas nos traerían más situaciones geniales y, por supuesto, excelentes historias por compartir y criticar.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro