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Cuando el pasado te condena

   Los días posteriores a la última reunión del club de lectura estaban raros. Julie, mi madre, había decidido darle follow a todos los integrantes del club en la app y de repente su novela comenzó a obtener muchas visualizaciones, votos y comentarios. Parecía que su táctica de ser interesante y misteriosa había funcionado.

—¡Mamá, estás rompiéndola! —le dije  mientras tomábamos mate en la cocina.

—Sí, la verdad no me lo esperaba —respondió con su rostro lleno de satisfacción—. Supongo que a la gente le gusta mi historia de redención.

La miré, sintiendo una pizca de preocupación. Ella estaba disfrutando de su nuevo estatus, pero sabía que las mentiras podían desmoronarse en cualquier momento.

—Mamá, ten cuidado. No te olvides de que toda esta popularidad puede ser efímera.

—Que negativa que sos, Génesis —dijo, mientras acomodaba la los condimentos en la alacena—. Pero me hace feliz estar de vuelta en la escritura y conocer a gente nueva. No te preocupes, sé manejarme.

Poco después, recibió un mensaje privado de Fabri. Era un mensaje que no esperaba y que sacudió su momento.

—Mirá esto —dijo, mostrándome su celular. En la pantalla, se leía: «Hola, Julie. Solo quería decirte que me pareces muy hermosa y me encantaría invitarte a salir, fuera del club de lectura. ¿Qué decís?»

Me quedé en silencio, sin saber qué decir y luego dije:

—Ignóralo.

Los siguientes días mi madre recibió más mensajes de Fabri, insistiendo con la invitación. Ella, al principio, le respondió con una negativa, argumentando que trabajaba muchas horas en la tienda dietética y aunque ella tenía miedo que la diferencia de edad podría ser un problema. A pesar de su confianza, ella se veía joven y nadie sospecharía que era mi madre.

—Dile que por razones de salud no puedes ir, el clima está muy crudo para salir de noche —le dije.

—Ay, Génesis, tú mayor defecto es el compromiso. Sos igual a tu finado padre...

—¿Puedes complementar eso un poco? —exclamé asombrada.

—Tú papá no quería salir conmigo cuando hacía mucho frío, sin embargo, el muy canalla salía con otras personas a mis espaldas —Su voz sonó como si dijera algo a la ligera. Pero su secreto había sido pronunciado al fin.

—Lo lamento, mamá, pero creo que la gente puede cambiar —dije y apoyé mi cabeza en su hombro, sollozando.

—No pasa nada, eso ya pasó y tu padre está cinco metros bajo tierra... —dijo mamá muy fatigada.

Pasaron unos días y luego todo cambió cuando mamá recibió un mensaje de Beto, quién le dijo: «Julie, Fabri es una persona de fiar. No tenés nada porque tenerle miedo. Dale una oportunidad. Además, se re nota que se gustan».

Mamá se dejó convencer por Beto. Decidió aceptar la invitación de Fabri y acordaron ir al cine a las diez de la noche, un horario en el que ambos estarían libres.

Cuando me enteré, me enojé muchísimo. Sentí que la mentira de eramos hermanas estaba a punto de salir a la luz. Entonces medité y resolví que no dejaría que mi madre que fuera sola. Necesitaba ver como ella actuaría bajo presión, así que llamé a mi ex novio, Ray.

—Ray, necesito un favor —dije cuando él atendió el teléfono.

—Hola, Génesis. ¿Qué pasa? —respondió.

—Mi madre va a salir con un chico, es menor que ella por unos años, es un integrante de un club de lectura donde asistimos.

—¿Y?

—Bueno, Ray, no quiero que vaya sola. Necesito que vengas conmigo. Vamos al cine, quiero ver como se desenvuelve la situación.

—Génesis creo que estás loca. Es tu madre, déjala en paz, la tratas como si fuese tu hermanita menor.

—Ese es justamente el caso. Ella se presentó como Julie, mi hermana mayor y tengo miedo que la cague.. —repliqué.

—¿Qué es lo que se puede arruinar?

—Mi reputación y mi credibilidad como escritora —agregué. ¿Tanto te molesta ir al cine conmigo?

—Realmente no sé...

—¿Qué no sabés, Ray?

—Tú madre me cae demasiado bien para andar haciendo estás estupideces.

—Mi madre te adora y se alegrará de vernos juntos —dije y luego me mordí el labio.

—¿Juntos? —exclamó.

—¿Acaso tenés novia? —pregunté en un tono cortante.

—¿Cuando vamos al cine? —respondió y evitó mi pregunta.

—El viernes, a las nueve y media de la noche te pasamos a buscar con el ford Fiesta de mamá.

—Prácticamente, me estás obligando, pero iré. ¡Hasta el viernes, nena! —dijo y cortamos la llamada.

Finalmente, llegó la noche de viernes y mamá se vistió con un pequeño sweater negro, con una minifalda roja muy corta y unas botas negras hasta la rodilla.

Cuando Fabri apareció, pude notar enseguida la sorpresa en los ojos de el muchacho al verla tan sensual en la puerta del complejo de cine.

—¡Hola, Fabri! —dijo mamá, intentando sonar casual—. ¿Vamos a comprar las entradas a la taquilla?

—¿Y por qué está aquí Génesis y ese tipo pelirrojo —dijo Fabri, cruzando los brazos.

—Génesis pensó que sería divertido —dijo mamá, intentando minimizar el asunto.

Fabri se veía incómodo pero mantuvo la compostura.

—Bueno, compremos pochoclo y gaseosas —dijo Fabri, en un tono entusiasta.

Ray fue con él y también compró un combo de pochoclos y cervezas.

Entramos a la oscura sala de cine y nos sentamos unas filas atrás,  Ray y yo pensamos que ya que la sala estaba semi vacía era bueno dejarles espacio personal.

La película comenzó, pero no podía concentrarme en ella. Estábamos viendo una versión remasterizada de la película: Diario de una pasión. Aunque nunca la había visto, mi atención estaba fija en mi madre y Fabri, intentando poder ver su interacción.

Durante la primera mitad de la película, todo parecía ir bien. Al final la trama de la película me atrapó por completo.

Podría sentir que mamá y Fabri conversaban en susurros, compartían los pochoclos y en general, parecían estar disfrutando de la compañía del otro. Pero entonces, en un momento en el que la pantalla se iluminó, vi algo que me hizo sentir una punzada en el estómago: ¡Fabri estaba besando a mi mamá!

Ray, que abrió los ojos, los vió que estaban a los besos y rápidamente notó mi tensión, me susurró al oído:

—Parece que el romance de la película se trasladó —dijo contemplando mis ojos oscilantes.

—Lo único que falta es que ese chico se enamore de mi vieja —susurré en su oído.

—Génesis, ¿Por qué te preocupa tanto? Tu vieja es muy joven y se ve como ventiañera.

—Sí, dejaré que haga lo que quiera y no me meteré en sus asuntos —mentí—. Yo solo quise asegurarme de que todo esté bien.

Pero en realidad no estaba bien. Sentía que la situación estaba a punto de salirse de control.

Después de la película, salimos juntos del cine, y Fabri sugirió ir a tomar algo.

—Vayamos a un bar a beber unas chelas. Así podremos seguir charlando —sugirió el muchacho esbozando una sonrisa.

Cuando dijo eso yo rodé mis ojos.

Mamá asintió, aunque podía notar una ligera vacilación en su mirada. Ray y yo los seguimos, asegurándonos de mantener cierta distancia, pero lo suficientemente cerca como para escuchar su conversación.

—Julie, ¿qué te parece este lugar? —preguntó Fabri mientras entrábamos al bar.

—Está muy lindo —respondió ella—. Hace mucho que no salgo tan tarde. Parece que es noche de Karaoke.

Nos sentamos en una mesa y pedimos tres botellas de champagne, con tres latas de energizante y hielo.

—Uhhh, yo quiero beber, es lo que me gusta tomar —dijo Ray, abriendo por fin los ojos, contemplando las copas llenas. Además es la 1 pm y tenemos tiempo para tomar y divertirnos.

—¿Ustedes son novios? —preguntó Fabri.

—No, tiempo atrás, cuando nosotros salíamos, descubrí que yo era su segunda novia, Ray ya tenía una novia de años. Él rompió mi corazón y no puedo volver confiar en él.

—¿Entonces Génesis decidió terminar? —exclamó Fabri.

—Solo nos distanciamos en ese momento, él no valía la pena —respondí.

—No estamos juntos y no entiendo porque pretendes ser mala conmigo ahora. Tu temperamento es demasiado flamable —contestó el pelirrojo, mientras bebía.

—¡Púdrete, estoy harta! —chillé.

—Génesis, no pelees por relaciones antiguas. Respira profundo —dijo mamá.

—Julie, a veces tu hermana... —añadió Ray y puso énfasis en la palabra hermana— es al irracional y le gusta echarme en cara todas las cosas del pasado. Pero déjame explicarte una sola cosa...

—¿Qué cosa? —dijo mamá.

—Si su único arrepentimiento es haber estado conmigo, ¿por qué tu hermana siguió teniendo conmigo encuentros sexuales? —dijo Ray—. Pregúntenle a ella.

—Por favor, ¿de qué hablás en verdad...? —exclamó mi madre visiblemente enojada.

Vacíe mi copa, de un trago.

—¿Tratarás de volver con Génesis después de está noche? —preguntó Fabri, deseoso de tener más chisme.

—El destino siempre tiene sus sorpresas —masculló Ray.

—No, no le daré otra oportunidad, él rompió mi corazón —dije—. Mejor que se quede con su pequeña perra de metro y medio.

Ray se río efusivamente.

—Génesis, esa perra de metro y medio, me confesó que es bisexual y ahora está casada con una mujer —dijo el pelirrojo sin perder la calma.

Mamá se quedó con la boca abierta.

—Bueno, ya no sé que tan mal se puede poner mi vida. Fabri te pido encarecidamente que no divulgues todo esto con los demás —le dije seriamente.

Claro que no diré nada —dijo y su risa se extinguió rápidamente.

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