• • • 𝘪. 𝘷𝘪𝘥𝘢 𝘱𝘢𝘳𝘪𝘴𝘪𝘯𝘢
❝ 𝐇𝐚𝐲 𝐞𝐥𝐞𝐜𝐭𝐫𝐢𝐜𝐢𝐝𝐚𝐝 𝐞𝐧 𝐞𝐥 𝐚𝐢𝐫𝐞 𝐝𝐞 𝐏𝐚𝐫𝐢́𝐬, 𝐞𝐧 𝐥𝐨𝐬 𝐚𝐭𝐚𝐫𝐝𝐞𝐜𝐞𝐫𝐞𝐬 𝐝𝐞 𝐨𝐜𝐭𝐮𝐛𝐫𝐞, 𝐚 𝐥𝐚 𝐡𝐨𝐫𝐚 𝐪𝐮𝐞 𝐯𝐚 𝐜𝐚𝐲𝐞𝐧𝐝𝐨 𝐥𝐚 𝐧𝐨𝐜𝐡𝐞. 𝐈𝐧𝐜𝐥𝐮𝐬𝐨 𝐜𝐮𝐚𝐧𝐝𝐨 𝐥𝐥𝐮𝐞𝐯𝐞 ❞
— Patrick Modiano
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Asomó su cabeza y miró a ambos lados de la calle antes de cruzar, sus botas salpicaron algo de agua cuando pisó un charco de agua a media calle. En París llovía todo el año, algunos meses más que en otros pero en cualquier día pasaba, la noche anterior y parte de la madrugada de ese día las gotas del cielo había caído sobre la encantadora ciudad capital de Francia y había dejado consigo un cielo nublado pero por suerte ningún indicio de lluvia cayendo sobre las cabezas de los ciudadanos. Casi por mitad de la vía tuvo que apresurar un poco el paso al notar un auto blanco tomando esa ruta, estando ya en la vereda de enfrente acomodó su bolso en su hombro izquierdo, continuando con su camino. Giró por la esquina y desde ahí pudo verla, la pequeña cafetería que frecuentaba desde hace casi dos años y que prácticamente era su lugar de trabajo.
En esos dos años se había hecho amiga del dueño, un agradable anciano de nombre Joseph pero que prefería ser llamado Joey y que la había recibido con una taza de chocolate caliente y galletas de miel como cortesía la primera vez que fue. Desde ese momento la cafetería se había vuelto su favorita, incluso tenía una mesa preferida que Joey solía guardar para ella. Pasaba largas horas sentada ahí escribiendo ideas sueltas en su cuaderno o redactando en su computadora, al principio Joey le pedía bastante apenado que se retirara porque debía cerrar pero una vez tuvieron la confianza necesaria le dio una copia de las llaves para que se quedara hasta la hora que quisiera, en algunas ocasiones ni siquiera se iba hasta que Joey llegaba a la mañana siguiente y le daba un regaño por no haber dormido.
— Buenos días Joey — saludo alegremente, la pequeña campanilla sobre la puerta tintineó apenas se topó con la madera.
— Amber, dulzura, buenos días — saludo con una sonrisa dulce mientras dejaba un par de órdenes sobre el mesón de la ventana que conectaba la cocina con el mostrador.
— Hola Eric — su mirada se dirigió al muchacho pelirrojo, nieto de Joey y quien le ayudaba en la cafetería antes de irse a la escuela. Dejó sus pertenencias en su mesa que como cada mañana estaba vacía y se quitó el abrigo para colgarlo en una de las sillas, estuvo a punto de correr la silla para tomar asiento pero el adolescente se le adelantó, dándole una sonrisa — Vaya, que caballeroso de tu parte ¿practicando para impresionar a alguna chica, zanahoria?
El muchacho se giró a verla, sonriendo con cierta diversión dejando la bandeja en el mostrador — Tu eres mi chica Amber, no importa cuanto me rechaces.
Sus ojos rodaron apartando la mirada del menor, le hacía gracia que Eric se mostrara tan encantado con ella pese a la diferencia de edad entre ambos, él tenía apenas 17 mientras ella había cumplido 25 hace no mucho aunque la verdad, Eric tenía 22 en realidad pero como víctima del llamado "Blip" se había quedado con esos 17 años. Se inclino a un lado y de bolso saco su computador y el algo maltratado cuaderno negro dejando ambos en la mesa, después tomo la pequeña estuchera que apenas contenía un portaminas, sus repuestos y una goma ya gastada.
— ¿Algo nuevo que me dejes leer? — En la mesa pronto se puso una taza con chocolate caliente dentro, perfecto para el clima del día y junto a ello un plato con galletas surtidas que ella adoraba.
— Nada para tu entrometida nariz ¿no tienes una mesa que atender? — señaló con el lapicero una mesa cercana al ventanal — apresúrate Eric, son las 7:30 y si mal no se, tus clases empiezan a las 8:20 ¿no? — sonrió con cierta arrogancia, disfrutando el nuevamente alejarlo de ella o de sus asuntos.
— Algún día, Amber, estarás rogando por mi pero no te preocupes, no te guardo rencor y te recibiré con los brazos más que abiertos — le guiño un ojo poniendo la bandeja bajo el brazo y sacando la libreta del bolsillo de su delantal, acercándose a la mesa que la joven le había indicado.
Amber tomó el asa y acercó a sus labios la taza y pronto sintió el dulzor del chocolate en su lengua para que al poco el calor del líquido bajara por su garganta, dándole calidez por dentro. Murmuró un "delicioso" más para ella misma y después de dar otro sorbo abrió su encuadernado y sacó su lapicero, su caligrafía se mostraba desde la primera página y aunque era bastante prolija el orden que tenia en las paginas no lo era para nada. Anotaciones en vertical, a los pies y bordes de página que apenas dejaban algún espacio en blanco, así por varias hojas. Ya cercana al final se detuvo en una parte que apenas tenía algunas oraciones.
— ¡Es un desastre! — antes de poder acercar la punta de grafito a la hoja para escribir el claro chillido llegó a sus oídos, haciéndola sonreír con cierta gracia.
— Hola Daph — saludo una vez la encantadora rubia tomó asiento frente a ella en su mesa, levantó su mirada y vio nada más que los rizos rubios de su amiga — ¿Qué es un desastre?
La contraria asomo apenas su nariz y ojos por entre sus brazos fijándolos en la castaña, sus ojeras estaban cubiertas por el maquillaje liviano que se hacía para el trabajo pero se notaba cansada, incluso que había llorado en algún momento de la noche anterior — ¿te conté sobre las dos audiciones de ayer? — pregunto en un murmullo lastimero
— ¿Te refieres a la de patinaje sobre hielo o la de Mary Poppins? — por un segundo pensó en continuar (o más bien empezar) su escritura pero su amiga necesitaba de su atención así que sus dedos dejaron el lapicero sobre la página, juntando sus manos para escucharla.
— Ambas — Daphne tomó aire y se enderezo, haciendo un puchero inconsciente mientras sus ojos se centraban en su mejor amiga — creí que en el patinaje me había ido fenomenal, estuve entrenando una semana entera pero entonces entró una tal Jennifer McCullen que aparentemente patina desde sus 5 años que dejó a los examinadores boquiabiertos, me rechazaron inmediatamente — contó volviendo a esconder su rostro entre sus brazos.
— ¿Y qué pasó con Mary Poppins? no creo que Jennifer McCullen tuviera que ver en eso ¿No? — la miro extendiendo su plato de galletas.
Daphne tomo una galleta de chocolate y le dio una mordida antes de explicarse — Lo hice muy bien, el director incluso me felicitó y de hecho dijo que era la mejor opción posible para hacer de la señora Banks pero entonces llegó una mujer de unos 40 con sus hijos y eso les encanto ¡Me dijeron que ella más apropiada para el papel por la edad!
— Oh Daph, lamento mucho escuchar eso — le dio pequeñas palmaditas en la cabeza cuando volvió a bajar su cabeza — no te desanimes tanto, si no los conseguiste es porque eran papeles que no estaban hechos para ti, seguro hay algo grande que te espera
— ¡No es cierto! — Se enderezó bruscamente, haciendo un puchero mirando a su amiga — eso fue todo, renuncio, jamás podré salir de ese trabajo en el buffet, mis padres tenían razón, no sirvo para actuar.
La de cabellos castaños hizo una mueca sin apartar su mirada de Daphne, conocía mejor que nadie lo mucho que adoraba la actuación y claro que se esforzaba pero sabía que los padres de su amiga no le tenían demasiada confianza en ese aspecto así que, desde que se conocieron se había propuesto a apoyarla en ese aspecto.
— No digas eso Daph, tienes mucho talento pero aún no encontraste lo mejor para ti, no te preocupes tanto, dejará el buffet en algún momento — intentó consolarla antes de levantar su mano y llamar la atención de Eric — oye Er ¿me traes un batido de vainilla, por favor?
— Para servirte, querida Amber — le sonrió retirándose inmediatamente a la cocina para pedirle a su abuela el batido.
— No tiene caso, Ambs, soy un fracaso, fui a al menos 20 audiciones esta semana y en todas me han dicho que no — suspiro bajando la mirada con el labio inferior abultado — me conformare con servirle café al señor Durand y a su equipo cuando trabajen, al menos pagan bien
Una sonrisa de lado adorno el rostro de la de ojos ámbar, suspiro mirando su cuaderno y retrocedió tres páginas antes de acercárselo a ella — Toma, estuve escribiendo anoche y me gustaría saber tu opinión.
Pareció que la abrumada y triste rubia se había ido pues Daphne rápidamente tomó el cuaderno en sus manos y se puso a leer de forma ansiosa lo escrito por su querida amiga, sacándole una risa a esa. No se detuvo ni siquiera cuando Eric le dejo el batido de vainilla en frente, solo cuando termino tomo el vaso y sorbió por la pajilla.
— Tienes que decirme ¿de dónde se te ocurren estas cosas? bueno, se que estás basándote en el mito de Ares y Afrodita pero esto me encanta, cuentas más que una simple relación sexual entre ellos y me encanta ¿Por qué no escribes un libro sobre ellos? — cuestiono volviendo a beber de la dulce bebida que su amiga pidió para ella.
— No lo se, supongo que no se me ocurren más que relatos cortos sobre ambos, no creo que sea algo que pueda gustarle a alguien — se encogió de hombros volviendo a tomar la libre poniéndola a un lado, estaba mintiendo. No solo tenía relatos cortos, tenía una historia sobre Ares y Afrodita tan amplia que incluso podría tomarle diez libros si describiera todo a detalle, pero no podía, no debía.
Su amiga pareció notar que no estaba siendo sincera pues cuando volvió a mirarla esta tenía una ceja levantada — si claro, eso o que la historia realmente se trata sobre ti y algún ex-novio así que lo sientes demasiado íntimo
Por poco y se desmaya ahí mismo al escuchar la suposición pero no podía delatarse así que se echó a reír escandalosamente — ¿Por qué te imaginas eso, Daph? no seas ridícula, por favor ¿crees que me dedicaría a perder mi tiempo escribiendo relatos a algún ex-novio?
Lo haría
— No lo se, nunca me hablaste de tus ex-novios antes de conocernos ¡y tu sabes hasta de los chicos con los que hablo en el bar!
— Porque no vale la pena para mi, Daph, no necesito recordar o hablar sobre relaciones que no funcionaron, lo bueno de ellas es algo que aprecio por supuesto pero no me quedaré en el pasado para recordarlo todo el tiempo — tomo su taza que se había enfriado un poco para darle un largo sorbo al chocolate.
La mirada que recibió de su rubia amiga le causó cierta gracia, noto como la burbuja de ilusión se reventaba dejándola desconcertada y pronto se quejo — agh ¿Por qué tienes que ser tan madura, Amber? quiero que me hables de tu relación más pasional y alocada, de la que te hizo suspirar y sentir que tu corazón se saldría de tu pecho ¿Qué nunca pasaste por algo así en tu vida?
— No
Claro que eso no era cierto, ni remotamente cerca. Hace años había tenido una relación tan apasionada y vibrante que la había tenido con la adrenalina a flor de piel, recordaba perfectamente cómo era que su corazón latía con tal velocidad que sentía que se saldría del pecho, como su simple tacto la estremecía y como una simple mirada la hacía sonreír de forma estúpida, lo recordaba como si apenas le hubiera pasado ayer. Mientras escuchaba las mil y una quejas de su amiga llevó su mirada al ventanal, posiblemente ignorando un poco los reclamos de Daphne aunque si los escuchaba y estaba evitando no reírse. Su sonrisa se borró al ver a alguien al otro lado de la ventana.
Ojos azules, tempestuosos como el mar.
Por poco y dejó caer la taza de chocolate pero en su lugar apretó esta misma por segundos antes de dejarla con cierta fuerza en la mesa y levantarse.
— ¡Amber!
El llamado de Daphne se quedó en el aire pues pronto la castaña salió de la cafetería para alcanzarlo pero una vez estuvo en la calle no estaba ahí, busco a su alrededor apretando los labios pero no parecía haber rastro de él.
— Amber ¿Por qué saliste así? me espantaste — la voz de Daphne la regresó a la realidad e hizo que se girara a ella — oye Ambs ¿Qué tienes? ¿estás bien?
— Yo... lo lamento, pensé que vi a un amigo de la universidad — le sonrió algo avergonzada, pasando una mano por su cabello — supongo que nada más lo imagine
Solo por última vez volvió a pasar su mirada por su alrededor ahora de forma algo más detenida pese a que Daphne la tomó del brazo e intentaba llevarla de nuevo dentro de la cafetería. Se tomó su tiempo para ver cada parte de la calle hasta que finalmente sus ojos lo encontraron, claro que no lo había imaginado. Estaba recostado en la pared al inicio de un callejón, como si esperara a que fuera con él pero apenas sus miradas se encontraron decidió entrar al callejón.
— Cuida mis cosas, por favor, ahora regreso
Nuevamente ignoró los llamados de la rubia, su mente le gritaba que no debía ir con él, no después de todo pero incluso su mente estaba siendo ignorada por su consciente. Cruzó la calle sin fijarse y pronto el sonido de una bocina para ella llegó, haciendo que se disculpara con el conductor por su imprudencia pero ni eso detuvo su andar. Pronto llegó a la esquina del callejón donde él había estado recostado y sin dudar avanzó por este. Estaba completamente vacío, claro vacío de algún otro ser vivo ¿Qué demonios? juraba que lo había visto entrar. Bufo por lo bajo pero ya que estaba ahí decidió seguir avanzando y buscando, tal vez se había escondido detrás de algún contenedor de basura o en los montones de cajas. Cuando iba ya por el final del callejón y a punto de rendirse lo escucho.
— Raissa
Su voz, sonaba exactamente igual a como lo recordaba. Ligeramente gruesa y algo ronca pero al mismo tiempo dulce y embelesadora, incluso sintió su piel erizarse como si se lo hubiera susurrado a su oído. Era un efecto que hasta el momento, solo él pudo lograr en ella.
Solo él.
Ikaris
Welcome bienvenue welcome
¿Cómo están?¿todo bien?¿que cuenta la familia? espero todo bien, bueno, aquí comenzando por fin este lindo fanfic que realmente espero les guste. Apreciaré mucho si votan ⭐ y comentan 💬, especialmente comentar porque eso siempre motiva y si tienen alguna crítica constructiva con gusto la leeré, no soy perfecta y obviamente debo tener errores, si los corrigen no me enfadare.
Me doy un momento de spam y autopromoción, si a alguien le gusta Harry Potter, Game of thrones o Anne with an e tengo tres fanfics sobre ellos en mi perfil y próximamente estaré publicando otros más (entre ellos Narnia, shadowhunters y otros)
Sin más que decir espero disfrutaran del capítulo, me despido.
Les mando un beso impreso.
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