࿐ 𝘗𝘙𝘌𝘍𝘈𝘊𝘐𝘖
— Es hora de empezar
Estaban reunidos once, todos rodeando una estatua de Arishem, a quien le tenían una profunda admiración y devoción. No se conocían para nada pero si sabían algo, los once que estaban en esa sala eran eternos, todos provenientes de Olimpia y reunidos ahí por deseo de Arishem. Con la orden de Ajak quien aparentemente era su líder, todos se giraron y se acercaron a sus respectivos puestos de espalda a la pared. Algunos espirales dorados empezaron a rodearlos y cambiaron las simples ropas blancas que llevaban por unos trajes de distintos colores. Rojo, verde, azul, morado y otros tantos, diferentes tonos de un mismo color y uno diferente para cada uno.
El violeta era su color.
Raissa era parte del grupo, al igual que todos su condición de eterna le había dado el poder único que caracterizaba a todos los de su raza. El controlar energía cósmica y con ella los cuatro elementos naturales, eso la hacía única y suponía que por ello Arishem la había elegido, seguramente sería de ayuda en la misión que les encargara. Una vez terminaron de vestirla sus ojos color ámbar se enfocan en algo y no dudo ni un segundo de alejarse de la pared para poder ir hasta ahí. Camino hasta un gran ventanal que mostraba el amplio espacio, se puso al lado de alguien, alguien a quien no conocía pero que, al igual que ella, estaba ahí gracias al mismo Celestial.
Aquel extraño la miró una vez paró a su lado, analizándola por unos cuantos segundos. El vestía un traje azul vibrante, brillante como el violeta que Raissa lucía y al igual que ella detalles en dorado se extendían por sus vestiduras.
— Es hermoso ¿verdad? — pregunto en un murmuro dirigido al contrario, más sus ojos no se fijaron en él, estaban perdidos en lo que se hallaba del otro lado del vidrio, fascinada por ello.
— Me llamo Ikaris — fue la respuesta que obtuvo por su parte
Desvió la mirada del paisaje que observaba, llevándola por primera vez al eterno a su lado. Lo supo en ese segundo, mientras su mirada se perdía en el hondo azul de sus ojos, que ella estaría igual de perdida en el, en Ikaris. Igualmente él lo supo, desde que la había visto a su lado sintiendo una tremenda curiosidad por la fémina, mientras admiraba el color de los ojos de la chica, tan radiantes como el sol, supo que no le importaría volar cerca de ellos y quemarse si se acercara demasiado.
— Yo soy Raissa
Se miraron por algunos segundos y finalmente, una sonrisa se apareció en sus rostros antes de regresar su atención a lo que un comienzo había llamado su atención, su destino. Un planeta en su mayoría azul que igualmente contenía algunos pedazos de tierra firme. Gracias a Ajak sabían a qué iban ahí, Arishem los había enviado para proteger a ese joven planeta de unos seres espaciales horribles, los Desviantes, y con ello proteger a los humanos que eran los habitantes de ese planeta azul. Según Ajak, ellos se parecian físicamente a los eternos, solo que estos no tenían ningún don especial y tampoco eran inmortales, simplemente no eran eternos.
El viaje duró algunas horas más, tiempo que usaron para conocerse los unos a los otros. Hablaron sobre sus poderes y sus nombres, expresaron lo emocionados que estaban de servir a una causa tan noble y lo fascinante que sería ver a un planeta evolucionar. El equipo estaba conformado por cinco pensadores y seis luchadores. Ajak, la eterna suprema y la líder; Ikaris, el paladín; Raissa, la controladora de elementos y creadora; Gilgamesh, el más fuerte; Thena, la gran guerrera; Sersi, la manipuladora de materia; Sprite, la ilusionista; Phastos, el inventor; Kingo, el carismático y poderoso luchador; Druig, el maestro de la mente; y Makkari, la velocista. Todos eran dones únicos y diferentes que de alguna forma Arishem esperaba que unieran para combatir a los Desviantes. Algo había claro, Ajak era la líder que tenía contacto con el Celestial pero era una pensadora y no podría ayudar directamente a los seis luchadores en el trabajo pesado, así que Ikaris tomaría lugar para con ese tema.
El domo finalmente se detuvo, informándoles que habían llegado a su primera parada. Ajak les indico a los seis eternos que bajaran y se dirigieran a la costa, donde encontrarian a los desviantes que debían enfrentar. Según sabían los humanos apenas empezaban a vivir en grupos y lo único que sabían era afilar rocas, cazar o pescar y cocinar todo ello en aguas termales. Apenas habían empezado a usar un idioma así que no habían dado grandes pasos en su evolución y menos para defenderse de cosas tan feroces y grandes como los desviantes.
Los seis luchadores rápidamente bajaron de su nave nodriza en el momento justo que en la playa uno de esos seres estaba a punto de atacar y comerse a un niño, y lo habría hecho de no ser por Ikaris. El eterno, gracias a su vuelo y energía de visión, llevó nuevamente al desviante al agua, alejándolo de tierra y del niño humano aunque no era el único monstruo. Makkari con su velocidad tomó al pequeño en brazos sacándolo de la playa y del peligro aunque otro desviante empezó a atacar a la aldea a lo que Makkari se ocupó de apartarlos. Kingo se acercó junto a Raissa mientras los humanos escapaban escandalizados, haciendo uso de su poder Kingo lanzó de sus manos la energía cósmica canalizada como en disparos hacia el monstruo. Este retrocedió un poco y cuando estuvo dispuesto a atacar la castaña a su lado levanto con un movimiento de brazos, bloqueando la vista del desviante y dándole la oportunidad a Makkari de golpearlo y desestabilizarlo un poco, con ello Raissa creó un muro de rocas que lanzó hacia el desviante, haciéndolo caer por el risco y matarlo.
Kingo halago el golpe de Makkari al igual que Raissa, ambos haciendo uso de sus manos pues sabían que la contraria tenía cierta discapacidad auditiva así que la lengua de señas era la forma en la que podían comunicarse con ellos.
"Ustedes también" Fue la respuesta de ella en el mismo método, antes sonriendo a los dos después.
— ¿Ikaris sigue ahí arriba? — preguntó Raissa, llevando su mirada al cielo en busca del de traje azul brillante.
— Supongo que sí — fue la respuesta del moreno quien imitó la acción de la fémina para luego mirar a la misma — ¿Que estás planeando?
— Necesitará ayuda ¿no? — fue su respuesta, mirando sobre su hombro y sonriendo — además, Gilgamesh y Thena parecen tener todo bajo control — Kingo pudo ver una traviesa sonrisa en los labios de la muchacha de traje violeta a lo que alzo una ceja dándole una mirada seria — De acuerdo, no haré nada... por ahora — encogiéndose de hombros Raissa de giro, tomando camino hacia donde Ajak les había indicado reunirse.
"Parece que ella nos traerá problemas" dijo Makkari hacia Kingo, alzando una ceja.
"De hecho, creo que ella es el problema" respondió este, haciéndole un gesto con la cabeza para que se reunieran con el resto.
Llegaron para el momento exacto, el Domo se hizo presente ante los humanos. Ellos estaban confundidos y pronto se sintieron espantados al ver descender de esa extraña cosa a cinco seres. Druig extendió su mano al ver que algunos hombres tenían lanzas en sus manos intentando defenderse, haciendo uso de su poder calmó a los asustados terrestres. Ikaris pronto se unió a ellos, acercándose a Ajak por la derecha quien curó una herida que este tenía en su hombro, Raissa estaba cerca a ellos y pudo escuchar al castaño agradecerle a su líder antes de separarse y formar algo así como un triángulo. Ajak estaba en medio, a su izquierda todos los pensadores y a su derecha los luchadores. El pueblo humano observó a cada uno de esos extraños quienes resultaban ser sus salvadores por algunos segundos y el niño que había sido el primer testigo de sus habilidades sobrenaturales dio algunos pasos al frente.
Pronto la Eterna Suprema giró su cabeza en dirección a Sersi, quien le dio una mirada antes de avanzar hacia el pequeño humano. La de verde se inclinó al suelo y tomó uno de los cuchillos de piedra que usaba la civilización y a su voluntad lo convirtió en oro con un mango azul. Sin prisa terminó por acercarse al niño, extendiendo su mano con el nuevo objeto, algo inseguro el chiquillo extendió su mano apenas rozando el cuchillo y finalmente puso su mano en él, confiando en esos nuevos protectores.
Welcome bienvenue welcome
Les doy la bienvenida al inicio de este fanfiction sobre nuestro precioso Ikaris interpretado por el bombón británico Richard Madden. Confieso que no fue hasta que vi Eternals que finalmente tuve un crush dentro del MCU, y de verdad no sentía interés por otros personajes (ni Loki, Peter que según vi son los mas populares) y no porque no me guste el MCU, me encanta pero supongo que mi corazón esta esperando a Ikaris (jajaj okno).
Incluso para ver Eternals me fue un sumo impulso que se confirmara que Richard iba a ser Ikaris y pese a los acontecimientos que lleva el personaje (ya acostumbrada a como terminan los personajes de Richard) la verdad me encanto y por ello me anime a escribir un fanfic sobre el.
Me disculpo por adelantado si no llevo muy bien el tema de la cronología del MCU, hay algunas películas y series que no vi aun (posiblemente porque no me han llamado la atención) pero esencialmente voy a basarme en Eternals.
También discúlpenme si existen faltas de ortografía o mi redacción a veces es mala, estoy terminando mi primer año de universidad así que espero entiendan que días o todo es un alboroto, o la estabilidad emocional se va al suelo, o simplemente no hay inspiración y quiero descansar. Todo lo ultimo también aplica para el tema de as actualizaciones que serian razones por las cuales no lo haría seguido, actualizo cada que un papa muere.
Sin mas que decir agradezco que le tomaran interés a mi trabajo y agradecería y apreciaría muchísimo si me dejan votos y especialmente comentarios, adoro leerlos y especialmente responder.
Nos leemos pronto y les mando un beso impreso, adios.
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