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── ( 𝟬𝟴 )






ˏˋ🎈°•[ TWO HEARTS, ONE GIRL ]*⁀➷ೃ

❝-Pero todavía somos jóvenes. No sabemos a dónde vamos,pero sabemos cuál es el lugar al que pertenecemos❞







Después de lo ocurrido en el parque ambos chicos se dirigieron nuevamente a la granja por la bicicleta de Alaska, durante el camino ninguno dijo palabra alguna. Se limitaban a darse miradas soñadoras y profundas.

Alaska llegó a su hogar con una enorme sonrisa en el rostro, quizá a pesar de todas las cosas extrañas qué le habían pasado en los últimos días, había una pequeña posibilidad de que ese verano se convirtiera en un agradable recuerdo. Sin embargo el destino le tenía preparado algo completamente distinto.

Al entrar a su casa resbaló con un extraño líquido en el suelo, al estar a punto de tocar aquella sustancia alejó sus dedos rápidamente al percibir el olor que emanaba, el único e inconfundible olor a vomito.

Comenzó a caminar asustada, los recuerdos de lo sucedido en días anteriores atormentaban sus pensamientos a cada minuto. A cada paso que daba podía sentir como su corazón deseaba escapar de su pecho, pero se tranquilizó al ver a su hermano tendido en el sofá; se acercó a él y al agacharse a su altura pudo ver un delgado hilo de saliva cayendo por la comisura de sus labios.

-Se desmayó hace 20 minutos.

- ¡Carajo!-gritó exaltada mientras se daba la vuelta- Ponte un cascabel o alguna mierda que avise que estas cerca, maldición.

-No es mi culpa que seas tan cobarde.

-Púdrete, espera ¿Qué haces en mi casa, Bowers?

Henry estaba recargado sobre el marco de la puerta que conectaba la sala de estar con la cocina, entre sus manos se encontraba una caja de Zucaritas.

-No entiendo cómo puedes seguir comprando esta porquería, es asquerosa-dijo mientras metía un puñado de cereal a su boca.

-No parece-le arrebato la caja y la dejo sobre la mesa-Por si no lo escuchaste la primera vez, te lo repito ¿Qué haces en mi casa?

-Necesito tu ayuda-sacudió sus manos dejando caer pequeños trozos de cereal a la alfombra.

-Espera ¿ayuda?-preguntó al ver que Henry se dirigía a la salida- ¿Ayuda para qué?


(...)


- ¿Me puedes explicar cómo demonios acepte hacer esto?

Alaska y Henry se encontraban frente a la enorme puerta de la Escuela Municipal de Derry, el silencio reinaba en las solitarias calles, pronto comenzaría el toque de queda pero aquello no era una preocupación para Bowers.

- Vamos a entrar- Henry comenzó a caminar hacia la ventana de uno de los laboratorios de ciencia.

- Espera ¿Qué? Oh no, no entraremos- detuvo a Henry tomándolo del brazo-No podemos entrar.

-Si podemos, y lo haremos.

-Maldición-susurró por lo bajo al ver como Henry entraba al laboratorio.

Puso un pie sobre el cajón de madera por el que subió Bowers, rogando por que no cediera ante su peso. Al entrar se encontró con el rubio que se mantenía de brazos cruzados y un semblante serio.

- ¿Me dirás la razón por la que estamos aquí?

-La estúpida tiene algo mío-respondió mientras caminaba por los pasillos de la escuela.

- ¿Estúpida?

-Sí, la maldita señora Douglas

Comenzaron a caminar por los oscuros pasillos de la escuela, Alaska miraba a su alrededor y las sombras se convertían en monstruos que esperaban a que bajara la guardia para atacar.

-Este lugar es aún más tenebroso cuando está completamente solo-dijo Alaska más para sí misma que para su acompañante.

El sonido de las ramas chocando contra las ventanas hizo que la rubia se estremeciera y se acercara a Bowers tomándolo de la parte trasera de su camiseta pegándose a su cuerpo, al ver eso el chico no pudo evitar sonreír con una gran superioridad.

- ¿Miedo, ricitos?

-Beep Beep, Bowers-Henry la miró confundido al no comprender lo que decía- Olvídalo, solo no molestes.

Se detuvieron frente a la oficina del director, si algo le habían quitado a Bowers debía de encontrarse ahí. Alaska abrió mucho los ojos al ver que el chico sacaba de su bolsillo un puñado de llaves.

- ¿De dónde las sacaste?- Henry la miró de reojo y continúo buscando la llave correcta, Alaska interpretó su silencio- ¡Las robaste!

-No las robe, las tomé prestadas-se defendió.

Al encontrarla abrió rápidamente la puerta y directamente se dirigió al escritorio del director para abrir uno de los cajones.

- ¡Oh mierda! Dime que no venimos hasta acá solo por esa mierda-dijo Alaska al ver lo que Henry tomó del cajón.

Lo que Henry quería recuperar era una caja de cigarrillos, Alaska lo miraba molesta pues por algo tan tonto como eso podría meterse en problemas.

Pero la realidad era completamente diferente, a Bowers no le importaba en absoluto aquella cosa la verdadera razón por la que había pedido ayuda de la chica era para estar cerca de ella. En los últimos días el rostro de Alaska no desaparecía de su mente, por alguna razón pensaba en ella a cada minuto y el estar a su lado le daba una especie de paz que no había conocido en su vida.

No comprendía ese sentimiento, jamás se había sentido así con ninguna chica. Si deseaba algo podía conseguirlo pero con Alaska era completamente diferente. Acaso estaba...? No claro que no, él no amaba a nadie.

La chica salió furiosa de la habitación al ver que su acompañante encendía uno de los cigarrillos, no sin antes llamarlo idiota.

-Espera-Alaska lo miraba esperando a que hablara con los brazos cruzados- ¿Quieres nadar?

Alaska frunció el ceño pero no dijo nada al respecto. ¿A caso Bowers tenía pensado ir a la cantera?


(...)


-Cuando dijiste nadar me imagine algo diferente, ¿podemos entrar aquí?

-Claro, soy amigo del conserje.

Ambos chicos estaban parados en la orilla de la piscina de la escuela, Alaska jamás había entrado ya que era utilizada muy pocas veces en clase de deporte, y esas pocas veces las pasaba con Eddie (quien por órdenes de su madre) tenía prohibido entrar aquel lugar.

La chica se agachó para tocar el agua, estaba fría pero era soportable. Bowers se sentó y dejó su calzado a un lado para meter sus pies dentro del agua.

- ¿No piensas entrar?- él negó con la cabeza sin despegar la vista de la chica- Oh vamos, no hay nadie aquí no tienes de que preocuparte, nadie se enterara que estabas con una perdedora.

Henry pudo ver un toque de decepción en el rostro de la rubia, deseaba que las cosas entre ellos volvieran a ser como antes. Cuando no había que esconderse para poder reír entre ellos, cuando podían ser ellos mismos sin miedo a lo que digan sus amigos.

-Siéntate-le ordenó-Jamás vuelvas a decir esa estupidez ¿Entendido? Eres la última persona de la que me avergonzaría.

La chica asintió con una sonrisa.

-Entonces...

-Bien tú ganas.

Ninguno de los dos dio el primer paso para desnudarse, ambos ocultaban sus propias cicatrices del pasado.

- ¿Tu madre se molestará si ve tu vestido mojado?- la ojiverde se encogió de hombros y saltó al agua tirando en el proceso a Henry.

- ¡Maldición, esta helada!- exclamó ganándose una sonora carcajada de parte de la chica.

El rubio le lanzó agua a la chica dando comienzo a una pelea, ambos jugueteaban felices. Bowers no podía explicar como se sentía en aquel momento, se sentía feliz, liberado del infierno en el que vivía. Ambos chicos estaban lejos...lejos de Derry y sus peligros.


(...)


Ambos jóvenes se encontraban sentados en los pequeños escalones de la piscina, la mitad de sus cuerpos aún se encontraban en el agua, Alaska movía sus dedos bajo el agua mirando como empezaban a arrugarse. Quería evitar a toda costa mirar a Henry después de lo que casi sucedía minutos atrás.

- ¡Basta!

-No hasta que te disculpes ricitos.

Bowers seguía lanzando agua a la chica, quien había perdido todas las posibilidades de ganar. Si alguien los observara en ese momento vería a un par de chicos felices, sin ninguna preocupación; jamás imaginarían que eran un bravucón y una perdedora con un par de vidas jodidamente complicadas. Uno de ellos con una vida infeliz y la otra al borde de la locura.

Henry estaba tan concentrado en su trabajo que no se dio cuenta que la chica se había sumergido bajo el agua para salir por el otro extremo. La piscina era grande y profunda (una de las razones por las que Sonia le prohibía el ingreso a su hijo) si alguien llegaba al fondo verlo desde la superficie era algo casi imposible, y al haber desaparecido los rayos del sol no ayudaban mucho.

- ¡Yuju! Se te caerán los brazos si no te detienes.

-Maldición-susurró Bowers al ver a la chica fuera de la piscina.

El vestido de la chica se pegaba a su cuerpo marcando cada curva de su ser, los mechones de cabello pegadas a su frente y el resplandor de sus ojos convertían la vista del rubio en algo espectacular. Los pechos de la chica se marcaban sobre la delgada tela del vestido y dejaban mucho que imaginar, por lo que el amiguito del chico no tardo en saludar.

Henry al sentirlo se sumergió en la piscina desapareciendo de la vista de Alaska. Ella simplemente negó sin saber lo que sucedía.

Un minuto, dos, tres...Henry no salía del agua. Alaska comenzó a sentirse nerviosa, se puso de pie e intento buscar bajo el agua al chico pero la falta de luz lo hacía imposible.

- ¿Henry? No es gracioso, ya demostraste lo bueno que eres para aguantar la respiración así que felicidades puedes salir por tu premio-nada- ¡Bowers!

Preocupada saltó nuevamente al agua, era buena nadando pero estaba asustada y sus movimientos se volvían torpes y lentos. Sentía como si el agua se hubiera convertido en enorme bloque de hielo que le quemaba hasta los huesos

La falta de aire la hizo salir y cuando estaba dispuesta a volver a bajar, a unos metros de ella salió Bowers tomando una gran bocanada de aire mientras reía.

- ¡Imbécil! Creí que te habías ahogado.

-Oh, vamos nadie puede ahogarse aquí.

- ¡Eres un maldito idiota desconsiderado! Estaba preocupada-se acercó a él y comenzó a golpear su pecho repetidas veces.

-Oye, lo lamento no quería asustarte-la tomó de los brazos deteniendo los golpes-Lo lamento, ricitos.

- ¡No me llames ricitos, carajo!-Henry la estrechó entre sus brazos y pudo sentir en su cuellos sus sollozos-Si vuelves a asustarme así, yo misma te mataré.

Aún se mantenían juntos, sus agitadas respiraciones se mezclaban, sus ojos se conectaban perfectamente. Bowers quería besarla, lo necesitaba. Comenzó a acercarse al rostro de Alaska quien mantenía la mirada perdida en el rostro del chico, al sentir la calidez del rubio rosar sus labios cerró los ojos.

No entendía que sucedía, era como si su cerebro se hubiera desconectado y todo su alrededor hubiera desaparecido. Pero cuando Henry posó sus manos en sus mejillas volvió de golpe a la realidad, lo sucedido en el parque llegó a sus pensamientos; no podía hacerle eso a Mike. Lo lastimaría eso estaba claro pero ¿por qué no quería detenerse?

-No siento mis piernas, c‑creo que me sentaré un momento-se liberó del delicado agarre del chico y nadó hasta la orilla.

« ¿Qué mierda te pasa por la cabeza, Alaska? »

- ¿Sigues molesta?

Henry evitaba mirarla, se sentía un idiota, jamás se había sentido así de ridículo ¿Cómo pudo dejar que la chica se fuera? Debía haberla besado, era fácil conseguía lo que quería y continuaba para encontrar a alguien más.

« Pobre chico idiota, no tienes ni la menor idea de lo que sucede en realidad »

-Ya te dije que no-se puso de pie y comenzó a exprimir el volante de su vestido para sacar el agua que se había acumulado- Solo me asuste, es todo.

« No me refería a eso » pensó Henry.

- ¡Oigan! ¿Qué diablos hacen?

- ¡Mierda! Toma tus cosas, debemos irnos- Henry tomó del brazo a la chica para comenzar a correr.

- ¡No pueden estar aquí!-gritó el hombre mientras los apuntaba con una lámpara.

-Dijiste que lo conocías- Alaska intentó ponerse sus zapatos pero no hubo tiempo.

-Sí, bueno mentí. Ahora ¡corre!

Comenzaron a correr, la puerta principal estaba abierta por lo que esa sería la salida más rápida.

- ¡Deténganse!

El conserje era un tipo bajito y robusto (por decirlo así) por lo que sus pasos eran algo lentos. Cruzaron la puerta, las calles comenzaban a oscurecerse y los pasos de los chicos eran lo único que resonaba. Se detuvieron después de haber recorrido varias calles, se agacharon para recuperar el aliento, y después de unos segundos comenzaron a reír.

-Eso fue muy divertido-dijo Alaska.

-Y no querías venir conmigo.

-Oh, discúlpeme amo Bowers jamás dudaré de su palabra-hizo una extraña reverencia para después echarse a reír.


(...)


-Fue una buena tarde-miró al cielo y volvió a hablar- O noche.

Henry asintió mientras metía sus manos a los bolsillos de su pantalón

-Me gustaría que fuera así siempre, sin una división de bravucón/perdedora-Henry iba a hablar pero Alaska lo interrumpió- No, no dejare a mis amigos.

Henry odiaba a los perdedores, pero ese odio aumentaba al saber que ellos podían estar cerca de la chica, compartir momentos y admirar su belleza.

El sonido de platos rompiéndose se hizo presente, provenía del interior de la casa. Ambos supieron quien lo hacía.

-Patrick-dijeron al unísono.

Entraron a la casa y efectivamente Patrick estaba tendido sobre el suelo de la cocina, balbuceaba cosas sin sentido.

- ¿Puedes ayudarme a llevarlo arriba?

Bowers no dio respuesta y simplemente tomó de las piernas a Patrick y comenzó a arrastrarlo hacia las escaleras.

- ¡Oye, ten cuidado!-dijo al ver como dejaba caer a su hermano bruscamente sobre la cama.

- ¿Necesitas algo más? Tengo que largarme de aquí.

- ¿No quieres quedarte? Mamá no llegará hasta mañana, puedes quedarte en el sofá.

« ¿Qué mierda dices, Alaska? »

-No, tengo que volver a casa. Mi padre...

- ¿Tu padre?

-Él me necesita en casa para alguna mierda.

-Oh, genial-un momento incomodo se formó, Alaska rascó su cabeza mientras miraba sus zapatos.

-Nos vemos, ricitos-se despidió besando la comisura de los labios de la rubia.

Tan solo fueron unos segundos lo que duró el contacto, sin embargo los chicos sintieron como si aquello hubiera durado una eternidad. El corazón de ambos comenzó a latir muy rápido, podía sentirse como algo dentro de ellos nacía, una pequeña chispa se encendía en su interior.

Cuando escucho la puerta cerrarse corrió lo más rápido que pudo hacia su habitación.

- ¡Danny! Creo que todo se fue a la mierda.











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