── ( 𝟬𝟮 )
ˏˋ🎈°•[ NEW BOY ]*⁀➷ೃ
❝ — ¿Que diablos chico nuevo? ¿Acaso caíste sobre Henry Bowers? ❞
- El lanza sus puños contra los P‑p, el lanza sus puños contra los... ¡Oh rayos! P‑postes.
- Tranquilo Bill, estas mejorando, no te presiones tanto - dijo la chica besando la mejilla de su amigo en forma de despedida.
Desde la desaparición de Georgie, la tartamudez de Bill había empeorado bastante. A los tres años había sido atropellado por un coche y arrojado contra la pared de un edificio; había estado inconsciente durante siete horas. Su madre decía que ese accidente le había provocado la tartamudez. A veces Alaska tenía la sensación - incluso el propio Bill - de que aquello no era cierto.
Después de unos minutos más de caminar junto a su bicicleta, Alaska llegó a su casa, intentando hacer la menor cantidad de ruido posible, dejó su mochila lentamente en la entrada para retirarse su calzado. Si todo salía bien podría llegar hasta su habitación sin ser descubierta.
- Alaska, cariño ¿Eres tú? - escuchó la voz de su madre desde la cocina.
«Maldición» La habían descubierto.
- Hola mamá.
- ¿Qué tal la escuela? - preguntó besando su mejilla.
Por la cabeza de la chica pasaron millones de cosas pero simplemente respondió un «Bien»
- Llamaron de carnicería la hoy, para preguntar si irías a trabajar - dijo su madre mientras le servía un vaso con limonada.
La joven Hockstetter trabajaba en la carnicería de Derry, a pesar de su corta edad el dueño del lugar le había propuesto trabajar ahí con la condición de que aceptara una paga mínima de 5 dólares. La chica había aceptado gustosamente, ya que, ¿Qué niño podía ganar 5 dólares a la semana? Era afortunada, pues solamente tenía que empaquetar la carne y a veces entregarla a los clientes.
- Sí, me daré una ducha, por cierto iré a casa de Bill - dijo deteniendo su paso - su madre le compró un nuevo juego de crocket y queremos probarlo - mintió.
Claramente no irían a la casa de Bill y mucho menos existía un nuevo juego de crocket, los perdedores explorarían las cloacas.
- Bien, pero no vuelvas tarde, hay toque de queda y no me gusta que estés sola con esos muchachos.
La señora Hockstetter era una católica devota, y que su única hija estuviera por ahí con cuatro muchachos no le agradaba en absoluto. Aquello a Alaska le molestaba ya que Patrick era un maldito abusivo que entraba y salía de casa a la hora que deseara y no era castigado.
Terminando su limonada y dejándola sobre la mesa, subió las escaleras directo a su habitación.
(...)
Tal como había dicho, la ojiverde se encontraba empacando el último pedido de carne , pronto terminaría y podría ir a casa de Bill para marcharse a las cloacas.
Mientras terminaba de acomodar el paquete dentro de la nevera escucho el ya muy conocido sonido de un auto. Eran los Bowers Gang.
Rápida pero sigilosamente asomó su cabeza por la puerta trasera y pudo ver a Mike Hanlon tirado en el suelo con una expresión de horror en el rostro.
- Oh mierda, ¿estás bien Mickey? - se agachó la joven a la altura del chico - ¿Te hizo algo Bowers?
- ¿No lo viste? - preguntó consternado.
- ¿Qué cosa?
Mike Hanlon era conocido por ser el único chico de color de Derry , además de que estudiaba en casa - gracias a la ayuda de Alaska aquel chico era muy inteligente - trabajaba en la granja de su abuelo Leroy, ya que sus padres murieron en un incendio cuando él era niño.
Mickey - como la rubia lo llamaba - había conocido a Alaska en el cumpleaños número 5 de la chica y desde entonces se volvieron amigos inseparables.
- Olvídalo, no era nada - dijo mientras se perdía dentro de los orbes verdes de la chica cuando le extendía la mano para que se pusiera de pie.
- Bien - le dedicó una sonrisa- ¡Oh! lo olvidaba, toma - dijo entregándole sus libros de la escuela - No los necesito más.
Como ya se había mencionado, Alaska ayudaba a Mike con sus estudios, cada año sin falta ella le entregaba sus libros y sus apuntes al joven huérfano, para que pudiera estudiar.
- Gracias, Alaska.
Una ráfaga de viento hizo que un rebelde mechón de cabello de la chica cubriera su rostro, el cual fue retirado con cariño por Hanlon, quien lo puso detrás de su oreja.
- Tengo que irme, Mickey - soltó una pequeña risa ante el suave tacto del chico sobre su oreja - Nos vemos después.
- Espera - gritó haciendo que la chica detuviera sus pasos para girar a verlo - Hice esto para ti, es tu favorito. No se ve muy bien, pero es que nunca había cocinado.
En sus manos se encontraba una pequeña tarta de manzana, sus orillas se podían ver quemadas y la forma era algo extraña.
- Oh Mickey, no te hubieras molestado - contesto con ternura tomándolo - seguramente sabe muy rico, gracias.
La rubia lo guardo dentro de la canasta de su bicicleta, se acercó al chico para depositar un beso en su mejilla y desaparecer rápidamente por el callejón.
Mike Hanlon toco su mejilla mientras suspiraba.
Estaba enamorado.
(...)
- Llévense lo que quieran menos las galletas, porque son de mi mamá - explicó Eddie señalando las galletas que se encontraban en lo más alto del estante - Oye primero dijiste los baldíos y ahora las cloacas. Dime ¿y si nos encuentran?
Hacia unos minutos que Alaska y Richie se habían reunido en casa de Bill para juntos ir a la casa de los Kaspbrak. Se encontraban en la cocina guardando provisiones para su "increíble aventura".
- No lo harán, Edds. Las cloacas son obras públicas, somos el público ¿No? - intervino Alaska.
En ese momento Richie abrió otro estante en el que se encontraban todos los medicamentos de Kaspbrak perfectamente acomodados.
- Eddie - llamó su atención - ¿Son tus anticonceptivos?
Alaska se hecho a reír mientras se acercaba a Richie para ver mejor aquellos frascos.
- Sí, los guardo para tu hermana ¡Son cosas privadas! - se quejó empujando a Richie lejos del estante.
- Sí, que Eddie tenga más vida sexual que tu no es problema tuyo Tozier - se burló la chica.
- Exact... espera ¿Qué?
Los cuatro jóvenes caminaron hacia la puerta entre risas, pero la madre de Eddie los detuvo.
- Eddie, amor ¿A dónde van con tanta prisa? - preguntó la mujer desde el sillón en el que pintaba sus uñas.
Sonia Kaspbrak era una mujer muy sobreprotectora, perdió a su esposo de Cáncer cuando Eddie aún era un niño. Aquella mujer no le permitía a su hijo realizar muchas de las cosas que hace un chico de su edad, siempre se aseguraba de que estuviera sano y bien protegido.
- V‑vamos a mi patio señora K. T‑tengo un - Bill no pudo continuar gracias a su tartamudeo.
- ¡Un nuevo juego de crocket! - interrumpió Alaska antes de que su mentira fuera descubierta.
- ¡Oye solo escúpelo B‑b‑billy! - imitó Richie ganándose un codazo en el estómago por parte de la chica.
De todos los perdedores, Alaska - a pesar de ser una Hockstetter - era en la que más confiaba Sonia. Pues según la mujer aquella chica irradiaba por cada poro de su piel bondad, responsabilidad, amor y sobre todo seguridad.
- De acuerdo, cariño. No juegues en el césped, en especial si lo acaban de cortar, sabes que no le ayuda a tus alergias - Sonia miró a los chicos para después regresar su mirada a sus uñas recién pintadas.
Cuando estaban a punto de cruzar la puerta nuevamente fueron detenidos por la voz de la mujer.
- ¿No se te olvida algo? - preguntó a su hijo.
El chico se limitó a suspirar y acercarse a su madre para depositar un beso en su mejilla. Bocazas aprovechó la oportunidad para hablar burlándose de la situación.
- ¿Quiere que también le de uno señora K? - Eddie empujo a Bill y a Richie fuera de su casa mientras se disculpaba con su madre.
Cuando Alaska iba a cerrar la puerta Sonia la llamó.
- Cariño, ¿podrías cuidar de mi bebé? No me gustaría que algo malo le pasara - pidió mirando a la chica.
- Claro señora K, siempre voy a cuidar de Eddie.
Y salió de la casa para alcanzar a sus amigos, sin saber que sus palabras se convertirían en más que una promesa.
(...)
- Eso es hiedra venenosa, y eso es hiedra venenosa, y eso también es hiedra venenosa - decía Stanley mientras señalaba las plantas a su alrededor.
Mientras Bill y Richie estaban adentrándose a las cloacas, Eddie preguntó asustado.
- ¿Dónde está la hiedra venenosa?
- ¡En ningún lado! - exclamó la chica - No todas las malditas plantas son hiedra venenosa.
Dejando atrás a los expertos en Botánica, Alaska comenzó a seguir a Richie que se encontraba más atrás que Bill.
- Estoy empezando a sentir comezón, y estoy seguro de que no es buena señal - dijo Eddie mirando el interior de la cloaca.
- ¡Dios Eddie!, no empieces - le reclamó la rubia mientras quitaba con su zapato una envoltura de lo que alguna vez fue un caramelo.
- ¿Vas al mismo baño que tu mamá? - preguntó Tozier.
- A veces, si - respondió el asmático confundido.
- Tal vez tienes ladillas - opinó el de lentes, haciendo que la chica lo mirará mal.
- Chicos, ¿No vienen? - preguntó la única chica del grupo a sus dos amigos.
- Son aguas grises - dijo negando Kaspbrak.
- ¿Qué demonios son aguas grises? - preguntó bocazas con fastidio.
- Pues son... mierda y orina - respondió la chica.
- Exacto, están caminando en millones de litros de orina de Derry - concordó el joven castaño.
- ¿Qué es eso? - preguntó el líder sin ser escuchado por los perdedores.
Tozier había tomado una rama que flotaba en el agua, acercándolo peligrosamente a su nariz.
- No huele a caca para mí, señor - dijo Richie con una extraña voz mientras le acercaba la rama a la rubia.
- ¡Carajo, Richie! Eso es asqueroso - se quejó alejándose de él.
- ¡Chicos! - gritó Bill atrayendo la atención de todos, al mirar lo vieron sostener un tenis sucio que escurría agua.
- ¡Rayos! No me digas que... - musitó el judío.
- No, G‑Georgie llevaba botas de lluvia - dijo sabiendo a que se refería.
Alaska y Richie se acercaron a su amigo para ver con mayor claridad el zapato, que Bill iluminaba con su linterna.
- Tiene algo escrito - susurró el pelinegro.
- Betty Ripsom - leyó la chica el nombre escrito con marcador negro.
- ¡Oh, rayos! - exclamó Kaspbrak.
- Dime, ¿Que sentirá correr por los túneles con un solo Zapato? - bromeó Richie.
- Cierra la boca Tozier, no es gracioso - dijo Hockstetter propinándole un golpe en el hombro.
- ¿Y si sigue aquí? - preguntó Stanley con voz temblorosa.
Bill y Alaska se miraron para después adentrarse más a la cloaca.
- Si yo fuera Betty Ripsom, me gustaría que me buscaran - acotó la chica intentando convencer a sus amigos para que entraran.
- A Georgie igual - completó Denbrough.
- ¿Y si no quiero buscarlos? Bueno, no te ofendas pero no terminaré como Geo - el castaño cerro la boca dándose cuenta de sus palabras.
- Tiene razón - dijo el de rulos - es verano, deberíamos divertirnos y esto no lo es en absoluto.
Los cinco chicos se mantuvieron en silencio analizando la situación, pero sus pensamientos se vieron interrumpidos por el sonido de agua chapoteando. Al salir se encontraron con Ben Hanscom - mejor conocido como el chico nuevo- desangrándose sobre el agua.
- ¡Oh rayos! ¿Qué fue lo que te pasó? - gritó Richie mientras Alaska corría rápidamente para ayudarlo.
Por alguna razón, Alaska tenía la corazonada que Henry y su pandilla estaban detrás de esto.
❧Voten y comenten✩
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