Capitulo ii
La menor de cinco abrazo con fuerza su peluche, mirando los enormes cuadros pegados a las paredes pintadas de un gris triste.
Eran ella y su padre.
Era curioso verla desde que era un bebe, como su padre la cargaba con cariño y amor mientras que dormía profundamente.
"¡Señorita Emma!" Una voz chilla exclamo, corriendo hacia donde estaba mirando el enorme recuadro, giro ante la voz al mirar a su nana, quien su padre la había puesto para cuidarla.
Alisa suspiro de alivio al mirar la hija de su jefe a salvo, Observando la cierta similitud que tenían en sus ojos avellanas y su rostro relajado.
"Señorita, usted sabe que no puede salir a estas horas de su habitación." La levanto con facilidad a la menor, colgándola en su cintura con un brazo y el otro tocaba con suavidad la espalda. "Sabe que su padre le prohibió salir después de las 7 de la noche." Emma suspiro triste, abrazando con fuerza su peluche de felpa entre sus pequeños brazos.
La mayor se alejó de lo cerca que estaba la habitación de su jefe, sintiendo de cierta forma aliviada y ansiosa que la menor no viera algo que no debiera a su corta edad.
"¿Por qué escapo así, señorita?" Pregunto un tanto curiosa y preocupada, Emma miro aun lado con sus ojos tristes y suaves.
"Quería dormir con papi, tengo pesadillas feas." Murmullo lo suficiente para que sola la mujer lo escuchara y no las mucamas que pasaba a su lado.
"Lo se cariño, pero tu padre en esta semana no puede," Suspiro mirando a un lado, "Esta mas ocupado de lo predicho." Con el bulto de prostitutas, dejando a su única hija sola. Jamás lo menciona, solo camina hacia donde habían otras sirvientes murmullando y alteradas sobre la hija de URSS.
Ya había pasado dos semanas desde que URSS se retiró a hacer trabajo con otras personas, indicando que probablemente estaría en la casa hogar de alguna de las mujeres que desposo.
La pequeña menor no sabía nada de eso, a su corta edad no entendería el hecho que su padre le traería más hermanos cuando fuera más grande, por lo que todos están a obligados a quedarse callados y simular que su jefe esta aun en el hogar, sin que la inocente e ingenuo menor sepa sobre ello.
A veces sentía cierta pena por la menor, quien tendría un padre un ausente en todo lo que sería su vida.
"Señora Alisa." Llamo la menor observando la mayor arroparla hasta su clavícula, sus dedos se asomaron por la cómoda colcha blanca y gruesa, mirando con sus ojos avellana llenos de brillo hacia la mujer.
Tarareo, apartando los cabellos de la frente de la menor quien arrugo la nariz tiernamente.
"¿Por qué papa trabaja mucho?" Una simple pregunta que hace niños pequeños a su edad, el simple hecho de no ver todos los días a su amado padre por veces llenaba de preocupación a la menor.
Pensando que tal vez ya no la amaba y se quería deshacer de ella.
"Para que tengas las mejores cosas, corazón." Alisa siempre tuvo esa lado débil por ella, sus ojos avellanas llenos de inocencia pura además de su piel de misma porcelana, si alguien la miraba detenidamente, la menor parecía una de las más finas muñecas rusas que ella haya visto.
Los iris de la menor miraron aun lado insegura, subiendo un poco más las sabanas llena de temor por lo que solo asintió, escuchando le suspiro de la mujer mayor que la comenzó a cuidar unos dos años atrás.
Su padre había contratado una nana para que la cuidara cuando el no pudiera, aunque sabiendo que el soviético era demasiado desconfiando con las personas en su alrededor y dejar sola a su pobre cría, prefería mucho que una entrenada mujer militar lo hiciera en vez de cualquier otra nana.
"Su padre jamás la abandonaría, usted es su especial princesa." La menor la observo interesada ante lo dicho, le hacía un poco de gracias como los simples cumplidos hacían llamar a la de cabellos azache.
"No debe de preocuparse, joven Emma, su padre jamás la abandonaría." Con sus dedos aparto los cabellos rebeldes que decidían volver a su frente, se acercó sutilmente depositando un beso en la tibia piel de la menor, escuchando sus tiernas risas de niña.
"¡Buenas noches, младшая сестра!" Exclama llena de felicidad y alegría la menor de ojos avellana, cerrando sus tiernos ojos y acomodándose para descansar.
La mujer de blancos cabellos suspiro y se alzó, apagando la luz de noche de la pequeña niña, caminando hacia la entrada de la habitación y observando por última vez a la dueña de dicho dormitorio.
Soltó un suspiro feliz y sin más, cerró la puerta detrás suyo.
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"¿A qué se refiere con padre de mi papi?" La menor se apretó contra la alta mujer que era cargada en brazos, sintiendo un apretón en su espalda y piernas, observando de una manera inocente al mayor frente suyo.
"¿nana?" Volvió a llamar, Alisa se encontraba seria y ansiosa al ver el hombre frente suyo, a todas las personas se les había prohibido hablar sobre que URSS tenía una hija y que además el señor no estaba en casa.
Sin duda, las noticias vuelan con tal rapidez.
"¡Eres una niña tan adorable!" El mayor se acercó un poco, tratando de tocar los dulces y oscuros cabellos de la menor y besarlos con dulzura pero miro como ella se apegaba más a su cuidadora, quien retrocedió unos pasos.
Su reacción nunca cambio, solo su sonrisa se extendió aun manos y volvió su mano detrás de su espalda donde fue apretada por la otra, observando a la menor con una dulzura extasiada, quien se regocijo de incomodad entre los brazos de la mayor, ocultando su hermosa y limpia cara entre el cuello de la mayor.
"Señor Imperio Ruso." Sus labios escupían amargura en ellos, observando el mayor ponerse firme y sonreír de una manera egocéntrica.
"¿Qué es lo que hace aquí?" Pregunta con seriedad, observando al mayor mirar aun lado pensante y luego mirar hacia la orgullosa mujer.
"Hace unos años se me había comentado que URSS se le dejo una niña en la puerta de la entrada." Comento mirando a las mujeres frente suyo, Alisa se puso nerviosa ante ello, tenía miedo que al Imperio Ruso dijera algo que URSS había dicho a la menor.
'Tu madre murió cuando eras una bebe, pero no importa, lo que realmente importa es que mi princesa está bien.' Una dulce y suave mentira, cuando la menor cuestiono la existencia de su madre y por qué nunca estuvo con ellos.
"¿Puerta? ¿A qué se refiere?" La menor pregunto mirando al ruso, quien alzo una ceja curioso y divertido, observando la menor mirarlo detenidamente.
"¡Que tal-!" Interrumpió abruptamente, bajando la menor y empujándola detrás de ella, terca no quiso mirando con algo de desespero en sus ojos al mayor frente suyo.
"Que tal, si vamos al patio, le diré a los sirvientes que preparen té y algo de comer." Mirando al imperialista, quien lo pensó por unos segundos y luego asintió.
"Pero-" La menor rusa fue interrumpida por la mayor quien miraba detenidamente al Imperio ruso, "Emma, adelántate al patio por nosotros, cariño." La menor insegura miro a los mayores girando varias veces su cabeza y luego asentir apretando sus puños.
Refunfuñando, se alejó de los mayores corriendo hacia la puerta de su hogar, observando y escuchando como los pasos de varias sirvientas y unas ir detrás de ella, siguiéndola preocupada al ver tan enojada.
"¿Por qué dijo eso?" Pregunta con brusquedad, mirando con enojo al imperialista.
"¿No la niña debe de saber la verdad?" Miro aun lado, observando como la menor se agachaba para tomar algunas piedras y palos en el patio, "¿Que su madre solo era una simple prostituta y que tuvo la suerte que ella lo dejara con mi hijo?" El imperio aclaro sin más, mirando la fémina observando lo descarado que él era y lo cual que aprovecharía decirle eso a la menor.
Queriendo romper lo que sería una relación normal entre padre e hija.
"No debe de saberlo, URSS no lo dejara." Rio egocéntricamente, observando con ojos divertidos y llenos de maldad pura.
"Él no está aquí, por lo que puede hacer lo que se me plazca." Se agachara aun lado de su oído para murmurarle, escuchando la respiración de la femenina retenerse en su garganta.
URSS había confiado en ella a cargo de la adorable y pequeña Emma, le parecía injusto que alguien venga arruinar el estado mental de la menor, arruinando lo que sería precioso lado entre padre e hija, algo que estaba demasiado mal.
URSS ama mucho a su pequeña niña pero de igual forma, no puede evitar el hecho que esa niña también había robado su corazón, quiere protegerla de todo, pero al ver la determinación del imperio sería difícil.
Y mas si esto llega a los oídos de URSS.
D: me quedo corto, lo siento!
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