
☁𓂃' Capítulo 06 𓇢🌟ˎˊ
La noche estaba tranquila, en la calle no había demasiado ruido de autos y solo se escuchaba el ruido de la lluvia golpear contra el pavimento. Lo único audible en ese departamento eran las teclas de la computadora de cierto alfa pelirrojo, se encontraba armando el próximo examen de sus estudiantes, no faltaba nada para terminar las clases y por lo tanto debía cerrar la nota definitiva.
Él solamente daba clases los cursos de quinto y sexto año de secundaria, en total tenía casi cincuenta alumnos. A veces por el cansancio se les mezclaban los temas que le daba a cada año, se confundía con los nombres o se les olvidaba. Al llegar a su hogar, se sentaba en su escritorio a corregir y programar exámenes, programar clases o llenar planillas hasta la hora la cena.
Suspiró y estiró su espalda soltando un quejido, sus huesos crujieron al igual que su cuello. Dios, realmente necesitaba la llegada de las vacaciones.
El llanto de un bebé lo hizo levantarse rápidamente de su silla, caminó rápidamente por el pasillo hasta la habitación de su cachorro, encendió la luz y se acercó a la cuna donde el pequeño se removía mientras lloraba. Lo tomó entre sus brazos y apoyó su cabecita en su hombro.
—Tienes hambre, ¿no es así?—Murmura sobando su espalda, el pequeño refregó su naricita en el cuello de su padre y su llanto calmó un poquito—Bien, iremos a despertar tu mami.
Minho salió de la habitación de su hijo y entró al suyo donde divisó al omega dormir plácidamente dándole la espalda a la puerta, se sentó a su lado y prendió la luz del velador. Movió su hombro levemente logrando que Jisung abandone el mundo de los sueños.
—¿Ho? ¿Qué le pasa a San?—Pregunta frotando uno de sus ojos a la vez que se sentaba en la cama.
—Tiene hambre, cosita.
Jisung asintió con la cabeza y tomó al bebé entre sus brazos una vez bajó la enorme remera que usaba para dormir.
—¿Qué haces todavía vestido?—Frunce el ceño y ladea la cabeza encontrando el lado donde su pareja dormía intacta. Observa el reloj de su teléfono, suspira con cansancio—Ho... son las tres de la mañana.
—Ya lo sé, amor....
—¿Qué haces entonces? Mierda, Ho, estas descansando muy mal—Le reprocha.
—Trabajo, eso es lo que hago, Jisung. Trabajar—Responde con la voz un poco tosca.
—Ya lo sé, amor, pero... no te estas cuidando y me preocupa—Murmura bajando la cabeza, observando a su hijo alimentarse con sus ojitos mirando todo lo que puede.
El alfa suspira bajito y se acerca más al omega acariciando su mejilla con cariño para después darle un corto beso.
—Prometo cuidarme mejor, cosita.
—Tampoco me gusta que lleves todo el peso... En cuanto pueda quiero volver a trabajar—Menciona.
—Si es lo que quieres, por mí bien.
Jisung observó esos ojos felinos que lo tenían tan enamorado—Lo que quiero ahora es que te quites la ropa y vengas a dormir.
Lee ríe—Todo lo que mi príncipe diga.
Luego de hacerle provechito y dormirlo, Minho dejó a San en su cuna y volvió a su habitación donde su omega lo esperaba para dormir. Tapó su cuerpo, cubierto simplemente por unos boxers, con las suaves sábanas y atrajó el cuerpo de Jisung hacia el suyo, el omega ronroneó a gusto por la cercanía y colocó una de sus piernas encima de las de su alfa.
[🍼]
Era viernes por la tarde y Jisung paseaba con San por el centro de Seúl, tuvo que hacer unas compras y le pareció lindo estar un rato más fuera de casa. Estaban en otoño y no hacía tanto frio por lo tanto simplemente vestía con unos jean, remera manga corta y una campera liviana que había colocado debajo del cochecito de su cachorro.
San iba despierto tapado con una fina manta mientras que en sus pequeñas manitos un pequeño juguetito a la vez que tenía un chupete amarrillo patito en su boca. Sus ojos de siervo miraban todo a su alrededor y soltaba pequeñas risitas de vez en cuando. Su pequeñito tenía dos meses.
Cuando se hicieron las seis de la tarde decidió que era hora de volver a su hogar.
Mientras caminaba por las tranquilas calles pasó por una tienda de ropa, su caminar empezó a disminuir hasta quedar frente a un maniquí donde modelaba un lindo jean tiro alto y rasgado en las rodillas.
Apretó los labios indeciso. ¿Debería entrar?
Hace tiempo que no se compraba ropa, no estaría mal hacerse un gusto, ¿verdad?
Maniobro el cochecito y entró a la tienda con cuidado de no chocarse nada, se paró en la selección de los jeans y comenzó a verlos dando unas miradas a su tranquilo cachorrito, tal parecía que se iba a quedar dormido en cualquier momento.
—Disculpe, ¿en qué puedo ayudarlo?—Un omega de unos 20 años se paró a su lado con una linda sonrisa.
—Oh, vi un jean en la vidriera que me gustó y...
—¿Cuánto tiene su cachorrito?—Le interrumpe abruptamente.
—¿Eh? Oh, casi tres meses—Responde un poco incomodo por la mirada del otro omega.
El omega asintió levemente—Lo tuvo hace poco... Bien, no tenemos el jean en su talle.
—¿Qué?
El omega suspiró y su compañero soltó una pequeña risita.
—Que no tenemos de su talle, señor. Puede ir a la tienda que esta a la vuelva si quiere, tal vez encuentre algunos que se puedan ajustar a su cuerpo—Responde con una asquerosa sonrisa de superioridad.
Jisung se quedó helado en su lugar, un nudo horrible se instaló en su garganta, suspiró y colocó sus manos en la caño del cochecito de su hijo.
—Lo que acabas de decir en horrible, ten en cuanta que en algún momento te harán lo mismo a ti y no te va a gustar. No te creas superior por hacer sentir mal a alguien. Con permiso—Sin decir más salió de esa tienda.
Relamió sus delgados labios y empezó a caminar hacia su hogar viendo a omegas delgados y con cuerpos delicados con lindas curvas y muslos. Respiró hondo todo el camino. Una vez llegó, acostó a San en su cuna y se encerró en el baño para darse una ducha, solo allí, en la soledad de su baño, se permitió llorar.
Salió de la ducha y ni siquiera se vio en el espejo, simplemente se colocó una bata y fue hasta su habitación, se sentó en los pies cama, en la punta derecha frente al armario donde en una de sus puertas había un espejo, se observó... sus ojos estaban hinchados y rojos igual que su nariz. Secó su cuerpo y se colocó simplemente un bóxer azul, se volvió a poner frente al espejo y le dio asco lo que vio, en su vientre tenía la cicatriz de la cesárea junto con unas estrías, estaba un poco más gordito y, siendo sincero, odiaba esos pequeños senos que le habían crecido.
¿Realmente le seguía pareciendo bonito a Minho? ¿Minho todavía lograba desearlo estando así?
Sin darse cuenta empezó a llorar otra vez.
—¿Sung?—Dio un saltó en su lugar y observó sobre su hombro a su alfa recién llegado de trabajar—¿Qué pasa? ¿Por qué lloras?
—¡No! ¡No te acerques!—Exclama dejando a Minho aún más confundido.
—¿Qué estas diciendo? Jisung, ¿qué te ocurre?—Inquiere acercándose.
El labio inferior del pelinegro tembló y empezó a llorar peor.
—¡Estoy horrible! ¡Estoy gordo, tengo estrías, senos y esta fea cicatriz! ¡¿Por qué te gusto estando así?!—Llora sentándose en la cama y tapando su rostro con sus manos. Minho parpadeó boquiabierto un par de veces antes de sentarse a su lado y abrazarlo.
—¿Quién te metió esa idea en la cabeza, Jisung?—Pregunta pegándolo a su pecho y acariciando su espalda.
—¡Q-Quise comprar un jodido jean y el imbécil que me atendió me dijo que no tenían de mi talle cuando jamás se lo dije y me mandó a otra tienda donde "puedo encontrar algo que se ajuste a mi cuerpo"!—Dice en una mala imitación la voz del vendedor—Cuando salí... solo me encontraba a omegas con lindos cuerpos, curvas y voluptuosos muslos... Yo tenía así el cuerpo cuando nos hicimos amigos y cuando empezaron a ser pareja, ¿cómo puedes seguir queriéndome? Puedes tener otro omega más bonito que yo...
Lo último realmente rompió el corazón de Minho.
—Jisung, escúchame una cosa: que te valga mierda lo que dicen los demás. Eres hermoso y amo tal cual estas. No estas horrible, joder, Han, no vuelvas a repetir eso en tu vida—Le recrimina apretándolo contra sí—Esta bien, tu cuerpo cambió por el embarazo y es normal, mi amor. No te compares con los demás. Para mí estas hermoso ahora y siempre.
—Quiero mi cuerpo de antes—Solloza.
—Puedes, siempre y cuando sea porque tú quieres y no por los demás, ¿si?—Besa su marca de nacimiento—Además, ¿ver otros omegas? Oh, no, no, no. Estas realmente mal. ¿Ves lo que tengo aquí? Es la marca que me hiciste con tus colmillos cuando me reclamaste, soy tuyo y eso no va a cambiar. ¡Tus colmillos!
Sung suelta un risa floja—Mis colmillos.
—Sí, mi amor... ¿Mejor?
—Te odio, ¿por qué siempre sabes que decir?
—¿Qué decir? Soy Lee Minho, siempre sé que decir—Dice egocéntrico haciendo reír al omega—Cámbiate, vamos por San y hacemos la cena, ¿quieres?—Jisung asiente con la cabeza—Te amo.
—Y yo a ti.
Tenía que admitir que las palabras de su alfa realmente lo ayudaron, era tan tierno y atento, a veces algo tonto, pero lo amaba con toda su alma.
Esa noche decidieron hacer fideos con salsa y algo de ensalada de frutas de postre, los dos adultos cocinaron juntos entre risas por parte de Jisung por las ocurrencias de su alfa, su pequeño bebé soltaba su contagiosa risa por las muecas de sus padres y los bailes raros que hacían con alguna cancion de Jennifer López.
Lee ladrón San, no desperdiciaba la oportunidad de tratar de robarle pedazos de fruta a Minho, por lo tanto tuvieron que hacerle una banana pisada y comió a gusto con ayuda de su papi alfa.
Al llegar más tarde la noche, Minho se encargó de hacerle provechito a San y luego dormirlo para llevarlo a su cuna. Entró nuevamente a la cocina viendo la espalda de su omega mientras lavaba los platos, se acercó y lo abrazó por detrás apoyando su mentón en el hombro ajeno.
Las manos del alfa empezaron a acariciar delicadamente el torso de Jisung, el omega tomó un trapo para secar sus manos soltando ronroneos y feromonas por la linda sensación.
—A mí sí me gustan—Murmura burlón antes de apretar levemente los pequeños senos del omega.
—¡Minho!—Exclama entre sorprendido y risueño—¡Ya! Deja de manosearme.
—Jamás—Sonríe besando su cuello con una sonrisa.
—Eres un pervertido.
—Y te encanta—Se burla juntando sus labios.
—¿Podemos ir al nido hoy?—Pregunta dejando un último beso en los labios de Minho.
—Lo que quieras, príncipe.
Luego de cerrar todo y apagar todas las luces, la pequeña familia se traslado a una esquina de la sala donde se encontraba el nido que entre la pareja habían armado mucho antes del nacimiento del cachorro. Colocaron a San entre ellos y luego de un último beso, cayeron en los brazos de Morfeo.
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