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|PRÓLOGO|

El niño sentado a orillas de su cama seguía hipando mientras intentaba calmar su llanto. Por más que su puerta se mantenía cerrada podía escuchar la acalorada discusión de sus padres en la habitación de estos. Se sintió culpable por todo, aún cuando no la tenía. Caminó hasta la puerta, la abrió, las voces se escuchaban más fuerte. La de su papá por sobre la de su mamá. Ellos no solían discutir, pues preferían no hacerlo con el menor cerca y si sucedía, lo hacían a través del diálogo tranquilo.

Pero esto era diferente.

—Te dije que debías controlar su alimentación, Haejung. Esto no estaría pasando si cuidáramos lo que come.

—¿Me estás echando la culpa de cómo alimento a mi hijo? —sus ojos estaban cristalizados— ¿acaso es razón suficiente para que lo acosen en la escuela? Esos niños no tenían derecho de hacerle lo que le hicieron.

—Lo sobreproteges demasiado. JungKook necesita que lo dejes ser libre, expresarse. Ni siquiera permites que salga a jugar con los demás al parque, sino fuera porque los hijos de ShiNa y DaeYoon se acercaron él estaría encerrado las veinticuatro horas del día. ¡Entiende que no puede ser así!

—¡No me juzgues! Deja que yo tome las decisiones de mi hijo, Namjoon.

—Entonces habernos casado y hacerme cargo de ti y del niño no valen nada. —ofendido— Porque los amo es que te digo esto, quiero lo mejor para ambos. Que sigas teniéndolo dentro de una caja de cristal solo asegura que él no pueda defenderse como debe.

La mujer sollozó, enojada. El niño detrás de la puerta entreabierta de la habitación de los mayores escuchando todo. Jadeó quedando estático al ser descubierto.

—JungKook, cielo, vete a tu habitación. Omma cocinara algo delicioso para cenar.

Pasó por su lado ignorando a ambos y se perdió por el pasillo hasta bajar las escaleras. Namjoon tomó entre brazos al niño llevándolo a su habitación, ambos tomaron asiento en la cama del menor con cobijas de superhéroes.

JungKook tenía seis años, su primer año en la primaria no estaba resultando como esperaban. Aún cuando parecía ser el mejor en su clase los niños lo habían tomado de punto, todo porque tenía sobrepeso. También se agregaba el hecho de que era muy inocente, no sabía defenderse, creía que todos eran buenos como su amigo Yoongi y la hermana menor de este, YooNa. Y no era así. Todos los días sufría el acoso constante de los niños. Sus risas, la burla a su cuerpo y porque tenía particularmente unos distintivos ojos que llamaban la atención. Unos que su madre decía eran las puertas al universo por tener la galaxia en ellos.

En esta ocasión, la directora del instituto llamó a sus padres ya que el pequeño fue encontrado en un rincón del patio llorando con su rostro embarrado de puré de papas y con su mochila llena de tierra ensuciando todos sus cuadernos.

—No quiero que llores, agi —con sus pulgares y suma delicadeza, apartó algunas lágrimas de las sonrojadas y redondas mejillas del pequeño.

—¿Por qué no me quieren, appa?

—No digas eso, hay mucha gente que te quiere. Yo te amo, mucho, me siento orgulloso de que seas mi hijo, mi niño valiente.

—¿Me quieres aún cuando no soy tu hijo de verdad?

Pues la realidad era que Kim NamJoon no era el padre biológico de JungKook. Se había hecho cargo de él cuando tenía tan solo tres años y Haejung había perdido a su esposo en un accidente automovilístico cuando el niño era tan solo un bebé. Él supo ser el padre que JungKook quería y sobre todo necesitaba, supo ser un compañero para Haejung. Ambos se habían convertido en su todo y estaba dispuesto a protegerlos y hacerlos felices siempre que se le permitiera.

—No estés triste, prometo encontrar una solución, ¿mmh?

El niño asintió bajando las escaleras de la mano del mayor. Debía calmar a su esposa aún enojada desquitándose con los utensilios de cocina. El timbre de la casa sonó entre pausada y torpe, voces infantiles  conocidas se escucharon del otro lado y ambos supieron de quienes se trataba. Namjoon abrió encontrando a los hermanos Min.

—Oh, hola ajhussi. —Yoongi era un niño amable, de piel bastante pálida por lo que siempre debía usar camisetas mangas largas y gorras para evitar que su piel enrojeciera— Venimos a buscar a Kook, ¿lo dejarían salir a jugar, por favor?

—Appa llegó de su viaje largo y nos trajo regalos —chilló YooNa, apretando sus manitos causando que sus pulseras tintinearan.

Namjoon lo pensó, debía hablar con Haejung y para eso prefería que JungKook no estuviera en la casa. Supo comprender que la discusión y todo lo ocurrido le hizo sentir muy mal, él también se sentía pésimo por no poder ayudar al pequeño.

—Ve un rato a jugar. Luego iré por ti.

YooNa fue quien tomó al pequeño pelinegro de su brazo para sacarlo de la casa. Yoongi agradeciendo al mayor con una inclinación de su cabeza los siguió segundos después.

—¿Qué ocurrió? ¿por qué esa cara?

—Volvieron a burlarse de mí, hyung.

Ambos hermanos se miraron, la niña puchereando, el pálido exhalando. Yoongi era mayor que ellos, dos años que JungKook y cuatro que su hermana. Caminaron, cruzando la calle desolada del barrio residencial, los Min vivían en la calle del frente. Entraron quitándose los zapatos y siendo recibidos por la madre de los niños.

—Hola Kook, ¿cómo estás?

—Bien, señora Min.

Se reverencio, la mujer le sonrió despeinando su cabello y mirando a su hijo por una respuesta a la tristeza de su amigo. Yoongi solo se encogió de hombros, lo de siempre, el acoso estúpido de niños maleducados.

—Vayan al patio que ya les llevó algo de comer, ¿si?

—Para mí gracias, señora Min, no comeré nada.

—Cielo.

Yoongi se colocó enfrente de su amigo tomándolo fuerte de los hombros.

—Escucha JungKook, no puedes darle entidad a niños tontos sin cerebro, ellos no te conocen como nosotros te conocemos, ¿Qué importa si tienes sobrepeso? Eres una gran persona y jamás tuviste maldad. Si te gusta comer allá ellos con sus aburridas vidas —rodeó su hombro, el niño de redondas y gorditas mejillas puchereó conmovido con sus ojos llenos de lágrimas— Nosotros nos vamos a comer todos los mochis del mundo entero.

—Siiii —YooNa se ancló del brazo— Nosotros te queremos mucho, JungKook. No le hagas caso a esos retardados.

—¡YooNa! —reprochó su madre.

—¿Qué? Es la verdad omma.

La mujer negó, sonriendo se agachó a la altura del pequeño y con sus dedos elevó el mentón de este.

—Escucha Kook, no puedes no comer porque eso está mal, eres pequeño y estás en pleno crecimiento, tienes un poco de sobrepeso pero eso no es malo, cielito.

—Solo tienes exceso de amor.

Dijo la niña haciendo reír a todos. Su madre volvió a retomar la palabra.

—Tienes un corazón enorme y muy bonito, eso es más importante que cualquier otra cosa, ¿entendido?

Asintió, sintiéndose mejor.

—Gracias señora Min.

—Basta de señora, —regañó— dime ShiNa omma. —rieron— Ahora, vayan al patio que les llevaré algunas galletas y algo de jugo.

Los hermanos arrastraron al pequeño pelinegro hasta el enorme jardín trasero con verde césped, flores, un hermoso juego de mesa y sillas. Aunque debieron detenerse cuando vieron el desastre hecho por su perro.

—¡OMMA! ¡COMODÍN DESTRUYÓ TUS AZALEAS!

—¡COMODIIIIIIIN!

El perro salchicha de pelaje arlequín que sujetaba en su hocico con firmeza una de las planteras miró a los niños. No solo había destrozado algunas plantas dejando regado la tierra por los alrededores, sino que también había hecho agujeros en suelo. Soltó el plástico jadeando y en una carrera titánica se dirigió hasta los más pequeños saltándoles encima. Se quejaron, JungKook riendo porque la mascota de los Min, aunque pequeño y de aspecto inocente, era terrible y travieso.

—¡Comodín, basta!, estás castigado.

—Omma —se quejaron ambos hermanos.

—Niños, salgan, les doy permiso para que vayan al parque de aquí a la vuelta —resopló, tendría que limpiar el desastre. Y vociferó a su hijo viendo que se llevaría al perro con ellos— Yoongi no, no saldrá de la casa, Comodín esta castigado he dicho.

El salchicha ladró y saltó, le importaba nada que estuviera castigado. Volvió a correr haciendo que sus largas orejas volarán. ShiNa volvió a gritar viendo que agarraría otra maceta y les volvió a pedir a los niños que se fueran. Yoongi a duras penas salió, JungKook de la mano de YooNa detrás.

Llegaron al parque, varios niños jugaban, algunos en grupo y otros por si solos. Subieron a los juegos, YooNa encontrando a una de sus amigas vecinas se apartó para jugar con unas muñecas, Yoongi en el laberinto y JungKook sopesando si seguirlo o simplemente sentarse en las hamacas. Casi nunca salía ni subía a los juegos, su estado físico se lo impedía la mayor parte del tiempo. Transpiraba mucho y se cansaba más rápido.

La mezclas de sentimientos como la derrota, timidez y vergüenza causaron su tristeza de nuevo. Se alejó, tomando asiento en una de las bancas. Sus pies se balancearon y por primera vez se llamó a si mismo como esos niños en la escuela.

Gordo feo e inútil.

—¿Por qué lloras?

Se sobresalto, aún así mantuvo su mirada sobre sus pies. La niña a su lado parecía agitada, al igual que YooNa llevaba varios brazaletes en su pequeño brazo pero estos eran de acero quirúrgico en colores. Llevaba ropa colorida y algo escandalosa. Vestido rosa tutú de princesa, medias del mismo color y zapatos de bailarina junto a un pequeño bolso colgando de su hombro en forma de cereza. La miró de reojo, llevaba maquillaje también y unos lentes de sol en forma de corazón color fucsia.

—Wuao, tienes unos ojos muy bonitos y grandes —las mejillas de JungKook se tornaron rojas, era la primera vez que una niña mencionaba sin mal intenciones un aspecto suyo— ¿Eres mudo? —negó— ¿Entonces? —ella se sintió mal, aunque entendió de inmediato que tal vez era de esos niños súper tímidos que necesitaban un poco de confianza— Me llamo SunTae, estoy de vacaciones en casa de mi halmeoni, hoy es mi último día, appa y omma se casaron de vuelta en una isla y se fueron de luna de leche.

—¿Luna de leche?

La miró al rostro por primera vez.

—Mmjj, si, eso que hacen los adultos después de casarse. ¿Cómo no sabes?

JungKook lo analizó un momento.

—No será la luna de miel.

La niña se quedó pensativa y luego al percatarse de su error se carcajeo, escandalosamente, cubriéndose la boca contagiando a JungKook.

—Oh, hablas, ¿cómo te llamas?

Su timidez se evidenció en un nuevo sonrojo.

—Jeon JungKook.

—Soy Kim SunTae. Es la primera vez que vengo a Busan, mis padres viajan mucho, este año estuvimos en Francia y en España, antes de llegar nos quedamos unos meses en Los Ángeles, ¿Sabes dónde queda Los Ángeles? —él negó, SunTae restó importancia con su manito de uñas color violeta y balanceó sus pies— Yo no lo sabía, pero es bonito, tiene un mar y me pasaba todas las tardes jugando en la arena luego de mis clases en casa.

—¿Clases en casa?

—Sí, es que mis papás viajan mucho —sonrió— así que decidieron que tendría clases en casa ya que cambiarme de escuela todo el tiempo no funciona según ellos. —giró el torso hacia él, apoyando ambas manos sobre el asiento de madera y casi invadiendo el espacio del niño— ¿Vas a la escuela, Jeon JungKook?

—Sí, si voy.

Su voz salió baja, a SunTae le daba demasiada ternura. Ansiaba apretujar esas redondas y rechonchas mejillas.

—Debes tener muchos amigos, yo no los tengo. Mi nana es mi única amiga y Mimi. —giró su rostro, notando que unos ojos redondos y profundos la miraban muy fijamente— No pareces contento, ¿te pasa algo?

—Hablas mucho. —se sinceró, de repente no podía apartar la mirada de la estrafalaria niña y al darse cuenta tan solo agachó la mirada preso del pánico ante una represalia— Lo siento.

—Que lindo, no te preocupes, appa dice que mi alma es expresiva y omma dice que es aventurera. ¿Tus papás qué dicen que eres?

Lo pensó y una pequeña sonrisa surcó sus finos labios.

—Valiente.

Se miraron a los ojos, sonriéndose.

Aunque poco duró la tranquilidad.

—Hey, bola de grasa. —JungKook se encogió en si mismo al sentir el golpe de algo suave contra su cara. Le habían lanzado un muffin a medio comer, algunas migajas quedaron en su suéter y cabello— Te estoy hablando, eres sordo.

Sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas, tembló con el pánico a punto de atacarlo. Las risas solo le hicieron sentir peor cuando salió corriendo y para los niños la forma en que lo hacía se veía gracioso. YooNa advirtió la escena desde lejos y corrió dónde su hermano mayor para avisarle.

Sin embargo, todo quedó en completa pausa cuando SunTae enojada golpeó al líder del grupito de tres en la cabeza con su bolso. No solo eso, lo tomó del cuello de la camiseta zarandeándolo.

—¡Niño idiota!, ¿qué no te enseñaron modales en tu casa? —lo sostuvo con fuerza y señaló— Pídele disculpas, acaso no te has visto al espejo, eres feo y también eres gordo.

—Suéltame. No te metas, tonta.

—No hasta que le pidas disculpas a Jeon JungKook.

El niño miró con odio a SunTae, así que tomó la mano que empuñaba parte de su ropa y la empujó con rudeza hasta que ella cayó al suelo. Todos jadean, impresionados, segundos después se hace más grande cuando JungKook en un impulso de rabia reacciona, corre y lo empuja tirándolo al suelo también. Asustado al ver que los otros niños intentan irse contra él en defensa de su cobarde amigo no hace más que defenderse cubriéndose la cabeza con ambos brazos esperando a los golpes, pero la rápida intervención de Yoongi, su hermana y amigas detiene todo.

—¿Qué haces, Kai? —se interpone, empujando al niño rojo de la rabia— Lárgate, si te atreves a tocarlo te va pesar —le muestra el puño, Yoongi era el más alto de todo el vecindario, así que los niños le tenían demasiado respeto— Mis amigos y yo te daremos tu merecido.

Todos se dispersan, a excepción de Yoongi, YooNa y SunTae. Ambas niñas ayudan a JungKook a levantarse y es la nueva quien se atreve a tomarle suavemente de las mejillas.

—¿Estas bien Jeon JungKook? —no podía hablar, estaba demasiado avergonzado y triste. SunTae siguió limpiando restos de tierra invisible de su ropa, YooNa le sujetaba la mano y Yoongi uno de sus hombros— No te lastimaron, ¿verdad?

Negó.

Miró a los hermanos, la miraban curiosos.

—Oh, mi nombre es Kim SunTae. —su sonrisa era enorme— Estoy de vacaciones en casa de mi abuela porque mis papás volvieron a casarse, pero creo que mañana me iré, ¿ustedes son amigos de Jeon JungKook?

—Soy Min YooNa —se presentó alegre— Él es mi oppa, Min Yoongi.

—Hola.

—Hola Min Yoongi, encantada de conocerlos.

La niñera de SunTae se acercó, había visto toda la escena, pasó tan rápido que no le dio tiempo a meterse.

—SunTae, debemos marcharnos a casa, vamos. ¿Tu amigo está bien?

La niña observó a Jeon JungKook. Cabizbajo y agazapado. Quiso abrazarlo muy fuerte y contenerlo. No merecía recibir maltrato ninguno cuando era una masita tierna.

—Me alegro haberlos conocido, espero volver a verlos cuando regrese a Corea. —tomó la mano de YooNa primero y luego la de Yoongi. Avanzó hacia JungKook dejando un beso en su mejilla, sorprendiendo y causando un nuevo sonrojo en él. Luego sintió su mano ser tomada y algo ser depositado en la palma— Toma Jeon JungKook, para que me recuerdes, gracias por haberme defendido. —le sonrió, él sintió demasiado bonito en su corazón cuando le acarició una mejilla, era muy amorosa—  Tus papás tienen mucha razón eres muy valiente y muy bonito. ¡Adiós!

La vieron partir. JungKook observando embobado el broche en forma de moño rojo que le había dejado en su mano. No sabía cómo sentirse, su boca hacia grandes esfuerzos por esbozar sonrisas, más se contuvo porque no quería seguir enrojeciendo y que sus amigos aún a su lado se burlaran de él.

Al volver a su casa y hasta que se acostó a dormir pensó en SunTae, en su alegría desbordante y su manera de haberlo defendido. Apretó entre su mano contra su pecho aquel broche y en sus sueños su nueva amiguita fugaz lo acompañó en algunas aventuras.

Al despertar bajó aún con el pijama puesto, sus cabellos lacios iban despeinados en todas direcciones. Supo oír cuchicheos provenientes de la cocina, estaba seguro que sus padres discutían de nuevo. Suspiró tomando asiento en el medio del sillón del living esperando. Minutos más tarde Namjoon salió disparado de la cocina, enojado. Su postura cambió por completo cuando vio al pequeño infante. Automáticamente su cuerpo se relajó y una leve sonrisa se dibujó en su rostro.

A JungKook le gustaba mucho los hoyuelos que se le formaban en las mejillas de su padrastro, cuando más pequeño los tocaba con sus deditos, deseaba tener unos muy parecidos, o al menos tener algo bueno. Ser grande y fuerte.

—¿Omma está enojada?

Namjoon suspiró, rodeó el cuerpo del menor atrayéndolo a su lado.

—Algo así —su mano libre jugaba con la tela de sus jogging.

—¿Por qué?

Debía comunicarle las nuevas a su hijo.

Agi, tengo algo que contarte. Y como se que eres un niño inteligente y comprensivo sabrás entender.

Sintió temor, la voz de NamJoon se escuchó demasiado seria. Por un momento pensó que algo había hecho mal, que lo regañarían.

—Como sabes tu madre y yo siempre trabajamos duro para darte lo mejor. Surgió una oferta de trabajo muy buena lejos de aquí, ambos ganaremos mucho mas dinero, —se escuchaba bastante bien— el problema es que dentro de unos días debemos mudarnos a Seúl.

Se quedó mudo.

¿Mudarse? Eso quería decir que dejaría Busan para ir a la gran ciudad donde no conocía a nadie. A su cabecita vinieron las últimas palabras de SunTae.

Valiente y bonito.

Tal vez ir a la gran ciudad sería algo positivo. Tal vez para Jeon JungKook sería volver a empezar de cero y cambiar su vida a una mejor.

HOLIWIIIIIIIIIIS

He aquí con una nueva historia que empezará cuando termine Love Fight. Mientras tanto les doy un pequeño adelanto.

Aclaración: el prólogo es lo único que estará en 3ra persona, toda la historia (o gran mayoría) estará narrado en 1ra persona. Es el resultado a la encuesta que hice en IG.

Digamos que será como un enemies to lovers y tendrá comedia. También habrá algún que otro shipp. Cómo siempre habrá un poco de todo. 

Muchas gracias por estar aquí y espero ver su constante apoyo y amor. 😁

💟💟💟

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