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|CAPÍTULO 7|

La puerta se abre, los chicos entran y yo me ubico de costado dándoles la espalda, SunTae de igual manera está tensa, puedo sentir todo su cuerpo junto al mío. El silencio se hace y finjo desperezarme como si recién despertara.

—¿Estabas durmiendo?

Mingyu deja la mochila sobre su cama, YuGyeom sobre el escritorio de este. Si uno de ellos se acerca podrían descubrirnos.

—Tome una siesta, me dolía la cabeza.

—El calor y el estudio. —acota Gyu con dramatismo—. ¿Qué les parece si salimos a beber algo? Hay un bar muy cerca del campus que sirven buenos tragos.

—Es miércoles. —le manifiesta YuGyeom a lo que el otro eleva sus hombros.

—Que importa, sería un break.

—No cuenten conmigo —les digo, volteo, me posiciono de costado de modo que siga ocultando a Kim.

—¿Aún no pudiste hablar con SunTae?

Niego.

Si supieran.

—¿Estás seguro que no pasó nada entre ustedes tres?

Mi ceño se frunce en confusión. Ellos se miran, se acercan, me acomodo casi apoyándome sobre ella y siento su descontento en un pellizco a mi espalda baja.

—Se dice que la pareja está en crisis y tú eres el tercero en discordia. —sigo sin entender—. Amigo, dicen que EunWoo está muriendo de celos porque viniste arrebatarle su puesto.

—Y a la novia también. —añade Mingyu. Bufo al mismo tiempo que mi soporte.

—Difamaciones de personas sin vida. No es mi problema que ellos tengan problemas. No todas las parejas son perfectas.

Espero alguna represalia pero se mantiene calmada y quieta. Debe estar asándose.

—De todas maneras, amigo, ten cuidado. EunWoo es doble cara.

A lo que Gyu agrega.

—Peor, siento que tiene algo contra ti y no sé que es.

Yo si sé. Y si es así, entonces solo finge no saber quién soy. Pues le conviene mantenerse alejado de mí. Ellos ahora hablan de no sé que, SunTae me golpea para que haga algo, con mi pie le pateo en respuesta y nos movemos un poco. 

—¿Estás bien?

—Si, si.

YuGyeom se aproxima, se sienta a orillas de mi cama sin importarle que este en boxer y camiseta. Rápidamente giro dándole la espalda y colocando parte de mi peso sobre SunTae, mis piernas sobre las de ella. Es una posición comprometedora así que casi que puedo escucharla insultarme. Lo encuentro divertido. Me pellizca a ciegas la parte interna del muslo, mis labios se vuelven una línea para no gritar del dolor. Entonces mis piernas la envuelven todavía más. Si se sigue moviendo nos descubrirán. Aunque a mí no me importa a decir verdad.

Entonces la mano de mi amigo va hacia atrás topándose con un bulto el cual responde con una patadita, él salta gruñendo y termina por darse cuenta. Tensión. Gime cubriendo su boca al darse cuenta del cuerpo debajo del mío, Mingyu se acerca  y le imita también.

—No digan una sola palabra. —los muy sabandijas sonríen en grande.

—Hubieras avisado.

Toman sus cosas para marcharse.

—Amiga, ten cuidado seas quien seas, nuestro JungKook es un semental.

Les lanzo una almohada. Se carcajean y cierran la puerta. Apenas destapo el rostro de mi acompañante la tengo insultándome hasta de lo que me voy a morir mientras me golpea con otra almohada. Trato de quitarla de encima, la risa me lo impide, tiene mucha fuerza, de un momento a otro sostengo su cintura y cuando acaba resopla acomodando su cabello. Interesante.

—¿Por qué sonríes idiota?

La comisura derecha de mi labio se eleva, mis manos se entrelazan detrás de mi cabeza y con un gesto de mi barbilla le indico. Está sentada sobre mi pelvis a horcajadas. Se levanta, antes causando que sus manos apretando mi pecho me quiten el aire al apoyarse de ahí.

—Kim, al menos me hubieras invitado un café primero. —la expresión atónita de su rostro me provoca—. Aunque soy partidario de los que tienen sexo en la primera cita.

Gruñe acomodando su vestido mientras se aleja a la puerta. Regresa cuando algo hace click en su cabeza y a jalones me levanta. No tenemos mucha diferencia de altura, me empuja exigiéndome que revise sino hay alguien por los alrededores pero me divierto haciéndome el perezoso. Casi que termino cayendo en sus brazos de no ser porque se aparta y mi estómago duele por la risa. Una vez que le digo que no hay nadie, sale sin antes proferir.

—Muérete, te veo abajo en diez minutos. No más.

Con la punta de mis dedos me despido. La puerta se cierra y toda la tensión en mi cuerpo se esparce llenándome de contracturas.


Se hicieron las diez de la noche cuando estoy buscando a SunTae por el campus, no la encontré en la recepción del edificio, tampoco en la entrada. Ni siquiera tengo su número, estoy a nada de regresarme a la habitación e irme a dormir. Frustrado camino un rato más entonces la veo cerca del parque que contiene el lago sentada encima de la mesa limándose las uñas con mucha tranquilidad, sus piernas cruzadas provocan que el empeine de uno de sus pies se vea delicado mientras tiene una expresión despreocupada. Excepto que cuando nota mi presencia la cambia a una de fastidio rodando los ojos. Yo debería ser el que la mire de esa manera.

—Te tardaste, Jeon. Diez minutos dije. —golpea con su índice el cristal de su reloj pulsera de muñeca. Uno de plata y oro rosa.

Encima tiene el tupé de exigirme.

—Sino fueras mujer y mi compañera de proyecto te hubiera mandado a la mierda. —mascullo entre dientes lanzando contra la superficie de la mesa el cuaderno que traje para tomar apuntes.

—Pobrecito de ti, prometo que la próxima te trataré con mucha delicadeza, ¿está bien? —es condescendiente y sarcástica, no la soporto—. Buen chico, ahora ayúdame a bajar.

Extiende su mano, me le quedó mirando unos segundos y solo me signo a tomar asiento.

—Hazlo sola, eres lo suficientemente atrevida y arriesgada para hacerlo.

Su boca de carnosos labios se abren en una perfecta O, indignada, entonces en una rápida acción incrusta sus puntiagudas uñas de color rojo en uno de mis hombros impulsándose a si misma. Le gruño expresándole en un insulto indirecto mi dolor mientras sonríe satisfecha. Termino yo riendo cuando su falda se levanta un poco y me es imposible no burlarme.

—¿Era día de pantaletas de abuelita?

—Al menos las lleno con algo.

Mis ojos se abren de la impresión y mi cuerpo se levanta.

—¿Quieres ver qué tanto lleno?

—Sucio, cochino, asqueroso.

Está por lanzarme la lima que empuña en su mano y la detengo situando el cuaderno frente a mi rostro.

—¿Me citaste para pelear o para hablar?

Respira buscando calma. Nos sentamos, cierra sus ojos, inspira y exhala. Lo hace dos veces más acompañado de sus manos subiendo y bajando. Me da gracia, se me hace divertido divertirme con ella. Una vez tranquila saca de su bolso —que no lo había visto antes— una tablet, un cuaderno de tapa dura llena de stickers y una lapicera con incrustaciones de piedritas fantasía rosa y en la punta un pompón peludo del mismo color. Me recuerda a la SunTae de pequeña, muy diferente a la que suelo ver día a día, vestida de negro y con carácter de los mil demonios.

Abre el cuaderno en una página en blanco y coloca frente a los dos la tablet con los temas que el profesor nos dio a escoger.

—Bien, primero debemos decidir que tema tocaremos. Luego debemos buscar un horario acorde para encontrarnos así debatimos que información buscar, armar y poner, ¿de acuerdo?

He visto que su método de estudio es parecido al mío. Es bastante organizada y muy pulcra con sus apuntes. No por eso es una de las mejores alumnas. Asiento. Entonces se viene el primer problema y desacuerdo. Cada uno elije temas diferentes. Le doy mi coherente argumento de porque debemos investigar y realizar a través de la gestión nutricional del funcionamiento alimenticio en el área colectivo de masas como las deportivas mientras ella prefiere que veamos sobre como influye a nivel poblacional, sobre todo en países subdesarrollados. Es un debate que nos lleva un tiempo en el cual nos insultamos indirectamente hasta que concluimos que haremos ambas e intentaremos relacionarlas.

Con ella sale mi lado más infantil.

Luego el segundo dilema son que mis horarios no conjugan con los de ella y me exige que cambie algo de mi rutina. A lo que yo le exijo lo mismo y terminamos coincidiendo que lo haremos luego de todas nuestras actividades. Básicamente a esta hora o después de la cena. Con una o dos horas de reunirnos será suficiente. Cada uno hará su parte por separado cuando estemos juntos corregiremos lo que creemos que podemos cambiar del otro para luego armar el trabajo final. Se hizo medianoche cuando terminamos, muero de sueño y SunTae come un snack que tenía guardado en su bolso.

—Mi iré, nos vemos.

La detengo.

—¿Te irás sola? Es un poco tarde, ¿no crees?

—Iré en un taxi, no es nada.

Me responde despreocupada a punto de seguir su camino y la vuelvo a detener.

—No te irás sola, SunTae. Puede ser peligroso.

Sonríe con picardía siendo irónica una vez más.

—Te preocupa que pueda ocurrirme algo.

—Obviamente si, tengo dos mujeres en casa y cada que ellas salen a la calle me preocupa su bienestar. —creo que no se esperaba lo que le dije, se ve sorprendida—. Este mundo está demasiado loco y no tiene respeto por nada ni nadie. Vamos, te acompañaré. ¿Qué?

Ahí está, su sonrojo y retraimiento fingiendo acomodar la correa del bolso sobre su hombro.

—Nada, solo, me sorprende un poco.

—¿Por qué? ¿Tu novio no es así contigo? ¿no se preocupa por saber en dónde te encuentras o a qué hora llegas?

—Sí, obvio que si.

No me convence su respuesta a la defensiva.

—Por qué no lo llamas entonces, ¿no puede él venir a buscarte?

—No, tuvo que irse a casa de sus padres, tenía una cena importante y cuando eso sucede —suspira resignada— no se a que horas regresa.

Me surge la curiosidad. Me rasco la cabeza tratando que mi voz salga desinteresado.

—Perdón por la intromisión, pero ¿viven juntos?

Suspira, no se en que momento nos pusimos a caminar uno al lado del otro, pero vamos lento.

—Digamos que vivimos en el mismo edificio. Él tiene su apartamento solo. Yo vivo aún con mis padres.

—Ah. —trago. Interesante información—. Vamos.

Salimos a la calle principal, por suerte aún circulan algunos taxis y no tardamos en subir a uno. Ella se encarga de decirle al conductor la dirección y nos mantenemos en silencio gran parte del viaje. A veces la miro de reojo, sino está contestando algún mensaje que parece fastidiarla, está distraída mirando hacia la ventana jugando con el piercing que tiene en su labio inferior. Coincidimos tres veces en nuestras miradas y nos sonreímos. Agradezco que el conductor sea uno de esos ajhussi no entrometidos que se pone hablar o a preguntar.

Veinte minutos después llegamos a un complejo de edificios en la parte lujosa de Haeundae. Que EunWoo tenga dinero no me sorprende, sin embargo, no sé porque lo hago con ella. Desde la punta de sus sandalias Chanel hasta la cabeza porta ropa y accesorios de diseñador. Me bajo con ella para acompañarla. Se torna un poco incómodo cuando ninguno dice nada. Suspiro.

—Entra, esperaré a que lo hagas. Que tengas buena noche.

No me dice nada, solo asiente y la veo alejarse a paso lento, a mitad de camino da media vuelta regresando dubitativa y con una timidez que jamás creí ver en ella estando frente a mí me dice.

—Gracias por acompañarme, JungKook.

Acorta la distancia, posa su mano sobre mi pecho y besa mi mejilla para luego sonreírme. Entonces con más seguridad camina hacia el interior del edificio y yo me quedo paralizado por un rato con cada vello de mi piel erizado.

Capítulo corto

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