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|CAPÍTULO 24|

No tenía control de su cuerpo, ardía. Se sacudía ante los movimientos controlados por alguien a sus espaldas. Sus ojos se mantenían cerrados ante el placer proferido provocando que dejara caer la cabeza hacia atrás aterrizando en el hombro ajeno. Un gemido ahogado que hace eco entre los azulejos, el vapor ascendiendo, el agua de la ducha cayendo, las pieles mojadas y pegajosas. Una mano, grande y masculina sujeta su mandíbula colocando la fuerza suficiente sin lastimarla, la otra se sostenía de sus caderas impulsándose en su interior. Escuchar el ronco jadeo contra su oído más el vaivén tornándose fuerte, salvaje y rápido ocasionó que sus piernas comenzaran a debilitarse. La presión en su vientre bajo se convirtió en una particular sensación de flotar junto a los besos y lamidas a su mandíbula y cuello. Su visión nublada se detuvo de repente en el brazo apoyado de la pared.

Tatuajes, una manga con distintos dibujos, era…

El placer se intensificó quitándole cordura, estaba a punto de llegar. La agitada respiración descontrolada ajena golpeando su cuello. Sus ojos no lograban mantenerse abiertos cuando los embates aumentaron y lo único que escuchó al alcanzar la cúspide fueron sus gemidos.

Entonces despertó.


Salgo del consultorio de la ginecóloga. Cómo cada año vengo a mis monitoreos, nueva actualización de estudios, entrega de nuevas dosis de pastillas, etc. La extraña sensación por culpa de ese sueño no ha desaparecido desde que desperté. No recuerdo absolutamente nada y eso me tiene algo frustrada. Aún tengo tiempo de llegar a clases cuando reviso la hora, dudo mucho que pueda concentrarme con pocas horas de sueño. Que JungKook me siga evadiendo también es un aliciente. Es un testarudo de primera. Tal vez el que le haya robado un beso el otro día ayude a la causa y a decir verdad, no sé porqué lo hice, solo me nació hacerlo. Eso y que estoy realmente confundida.

¿Me gusta? Claro que sí. O sea, JungKook es un hombre muy atractivo, no hay que ser ciegos tampoco para no darse cuenta que también posee un bonito corazón. Es amable y considerado con los demás, mientras con su pequeño grupo de amigos o familia es amoroso y protector. EunWoo no alcanza ni la mitad de todas esas cualidades. Y diablos, por qué traes a colación a ese idiota. Voy demasiado ensimismada en pensamientos cuando la mano de alguien sujeta suavemente mi brazo.

—¿SunTae? —es Haejung la madre de JungKook y Ara. Cómo siempre tan maternal y sonriente— Hola, cielo, ¿cómo estás?

—Muy bien, ajumma. —sin perder la sonrisa me reprocha con la mirada.

—Puedes hablarme de tú, no es molestia para mí.

Accedo moviendo la cabeza en una afirmación. Nuestras manos aún están entrelazadas.

—¿Qué hace aquí? ¿Acaso está enferma? —automáticamente mis ojos por encima de su hombro buscan algún integrante de su familia, ella niega.

—No, por suerte todos estamos bien. Vine hacerme estudios de rutina, con la edad uno se va deteriorando y uno debe mantener todo en orden para evitar futuros problemas.

—Eso es muy cierto.

Nos reímos, estoy por preguntarle desinteresadamente por su hijo. Lo cual sería una enorme estupidez, pues yo lo veo diariamente en tanto ellos solo los fines de semana según tengo entendido. Me decido mejor por invitarla un café al dirigirnos juntas a la salida y la presencia sorpresa de alguien cruzándose en nuestro camino nos hace detener.

—¿Haejung?

Es el padre de EunWoo. Mira a la mujer a mi lado de una manera extraña. Con ojos brillantes y algo mas que no logro comprender, pero sonríe, sonríe como nunca antes lo había visto. Ni siquiera con su propia esposa.

—Hola, DongMin, —responde ella amable pero manteniendo distancia. ¿Qué está pasando?— ¿Cómo has estado?

—Muy bien ahora que te veo. Sigues igual de hermosa. —repito, ¿Qué está pasando? ¿Por qué se hablan con tanta confianza? Cómo si fueran tan cercanos, aunque por la postura algo rígida y nerviosa de Haejung, creo que está incómoda. Entonces el hombre, que parece no querer apartar los ojos de su objetivo principal me mira, y su expresión cambia— ¿SunTae? ¿Qué haces aquí, muchacha?

¿Soy la única que siente la tensión en el aire?

—Tuve unos análisis de rutina, nada grave. —muevo mi brazo entrelazado con el de la madre de JungKook quien se aferra un poco más. Siempre me ha salido bien fingir demencia. No por nada le he hecho creer a Kook que su indiferencia me da igual, pero no me da igual, me carcome que siga adelante como si nada, con su mal humor reflejado en su redondo rostro y ash, cuando se le acercan para coquetearle y él como el caballero que es —o idiota porque no se da cuenta de las verdaderas intenciones— las trata bien. SunTae, deja de divagar y concéntrate— Nos encontramos por casualidad y ahora nos dirigimos a beber algo juntas.

Nos analiza un instante, luego nuestra unión en los brazos. Cómo siempre va bien vestido, de traje y cabello engominado hacia atrás con algunos mechones rebeldes cayendo sobre el costado de su frente. Cha DongMin es uno de los hombres más adinerados de Busan, mencionado también como uno de los más apuestos junto a sus tres hijos varones y futuros herederos. Tener relación con ellos te catapulta a tener un sitio privilegiado junto a muchas grandes oportunidades.

Mi abuela anhela eso para mí. Yo no.

—¿De dónde se conocen?

—SunTae es amiga de mi hijo. —puedo ver esa sonrisa maliciosa en el rostro del hombre. Claro que conoce a Jungkook, debe hacerlo si su hijo lo atormentó mayor parte de su infancia y además, es uno de los mejores estudiantes de la generación. A él le debe crispar que JungKook sea mejor que su mimado hijo menor, porque para Cha DongMin nadie es mejor que su familia— Van a la misma universidad.

—Oh, ya veo. Así que JungKook y tú, —asiento con la frente en alto, inocente agregaré— que casualidades de la vida, ¿verdad?

Me mira de arriba abajo, seguramente reprochándome por mi cuestionable comportamiento. En cambio, cuando mira de nuevo a Haejung su mirada cambia, irradia emoción. Y sin quererlo mi piel se eriza ante la palpable tensión que existe entre ambos que es bastante.

—SunTae y yo debemos marcharnos. —tira ligeramente de mi brazo y arregla la correa de su bolso sobre su hombro. Se nota a leguas que quiere correr— Que estés bien, saludos a tu esposa.

Ni siquiera me da tiempo a despedirme, salimos disparadas hacia el frío helado de la calle. Y todo lo que quiero es saciar mi curiosidad. Mantengo la conversación desviada hacia cualquier otra cosa hasta que llegamos a la dichosa cafetería. Decido que yo seré quien pida y pague mientras ella escoge un lugar por ambas. Me siento minutos después esperando a que nos llamen, entonces nuestras miradas se encuentran.

—¿Puedo hacerle una pregunta indiscreta?

—Creo que sé lo que preguntarás. —juega con su alianza de casamiento, exhala, sonríe sin tanta gracia— DongMin fue parte de mi pasado, alguien de quién preferiría no hablar. ¿Si entiendes? —lo entiendo. Ahora quiero saber mucho mas—También quisiera pedirte que no le digas nada a JungKook.

Supongo que no le gustará nada saberlo. Así que le aseguró que no diré nada, además no tengo el derecho de hacerlo.

—Estoy enterada de lo que le pasó a Kook en su infancia —digo con cautela— y lo que el hijo del señor Cha le hizo. —agrego sin recibir alguna respuesta de ella— Sabe que son compañeros de carrera, ¿verdad? —asiente con la atención sobre la mesa— y que fue mi ex pareja.

Levanta el rostro, a través de la mesa toma mis manos entre las suyas, son suaves. Es una mujer muy mona pero de contextura pequeña. Incluso Ara parece aspirar a ser mas alta que ella en el futuro.

—Lo sé, cielo. Lo sé, por esa misma razón mi hijo no debe saber que conozco a ese hombre ni que me ligó a él. —esto se tornó más serio en ese caso— Entiendo que pueda significar una enorme carga para ti, pero te pido que trates de olvidarlo.

—No se preocupe, de mi boca no saldrá absolutamente nada.

Da golpecitos suaves a mi mano en agradecimiento. Veo mis uñas de un azul metalizado. ¿Habrá visto Kook que las cambie?

—Me alegra saber que mi bebé y tú hayan retomado la amistad —dice, sus ojos brillan cuando me miran, maternal— aunque él lo niegue, has sido demasiado importante en su niñez.

Y para mí también.

Recuerdo que él fue lo primero que llamó mi atención cuando llegué a ese parque con seis años. Sus rechonchas mejillas rojitas, sus orejas sobresalientes de su lacio cabello negro, sus manitos con hoyuelos y sus ojos, tan redondos e inocentes que no pude evitar acercarme al verlo solito sentado en ese banco. Lo encontré llorando, en ese momento no sabía por lo que pasaba pero algo en mí hizo que le hablara. La ternura me invadió al ver lo tímido que se ponía ante mi presencia y luego que esos malvados niños se burlaran solo provocaron que defenderlo fuera más importante. Y luego él me defendió a mí. Aún con su enorme miedo tuvo la valentía por una desconocida y eso fue suficiente para que le obsequiará mi broche favorito y obtuviera por completo mi soñador corazón.

“—Tus papás tienen mucha razón eres muy valiente y muy bonito”.

Lo último que vi de ese pequeño fueron sus mejillas encendidas y la felicidad de saber que alguien le demostró que esas palabras no fueron en vano. Entonces a mí me dieron la fuerza para no sentirme mal, para no creer las hirientes acciones de mi abuela hacia mi pequeña persona cuando esa tarde rompió mi vestido rosa de bailarina porque según ella debía dejar de soñar tanto. Tampoco permitiría que tomara decisiones sino eran bajo su autorización. No importa cuánto le llorara, se tenía que hacer lo decía porque así debía ser.

No permitiré que te pierdas como la tonta de tu madre. Conmigo te volverás una mujer de bien.

Entonces aparecía mi héroe, mi abuelo. Qué con sus abrazos y besos lograba hacerme sentir especial. A él si le gustaba que vistiera con esos vestidos para aplaudirme cuando realizaba un concierto de ballet. Era quien compraba mis muñecas preferidas, quien me alentaba a seguir soñando. Fue quien me consoló y me escuchó entusiasmada como conocí a un bonito niño al cual le regale mi broche favorito.

Imagino que ese niño debe ser alguien muy especial, —la punta de su índice pinchó mi nariz— le has dado un amuleto que lo mantendrá protegido. Conocerte ha sido su bendición y no dudo que siempre te estará agradecido por lo que hiciste.

—¿Será?

Así es mi pequeño colibrí. Tu existencia solo trae felicidad y alegría a quien sea que te conozca. Jamás olvides, mereces un amor bonito y sincero, nunca menos. Eres importante y muy valiente, Kim SunTae.

Sus palabras solo crearon que siguiera creyendo en mí, que viera el mundo con ojos brillantes y positivo.  Hasta que cumplí los diez, mis padres pensaron que lo mejor sería darme normalidad así que volvimos a Busan para quedarnos definitivamente. Mis abuelos estaban felices, —aunque las intenciones de mi abuela fueran diferente—. Desde que llegué mi único objetivo era buscar a ese niño bonito y valiente en aquel parque donde lo conocí para decirle que jamás lo había olvidado. ¿Saben lo que es un corazón roto a los diez? Cuando aún creía en el mundo a pesar de no tener amigas. JungKook una vez dijo que solo nos conocimos por media hora, pero para mí, quien siempre soñaba despierta, fue alguien que marcó mi infancia. Y en ese momento verlo besar a otra niña me hizo entender que no todos se quedarían en mi vida.

Luego todo fue en declive, mi abuelo murió pocos meses después. Su corazón no resistió el pasó del tiempo. El mío seguía rompiéndose al sentirme más sola cada día, y mi abuela lo único que hacía era desbaratar la poca alegría que me quedaba. Enferme, me detectaron diabetes y los siguientes acontecimientos solo ayudaron a construir la SunTae fría y desalmada que muchos piensan soy. Llegó EunWoo a mi vida, me aferre a él porque todos decían que sería mi llave a una vida acomodada y sin problemas. Hasta que Jeon JungKook apareció esa mañana en la universidad.

Desde mi auto lo vi, despreocupado llegando con sus valijas. Al principio creí era una alucinación pero esos particulares ojos de Bambi que eran únicos llamaron mi atención. Ahí estaba devuelta, aquel niño que fue la primera ilusión que marcó mi niñez y me rompió el corazón a la vez. No me pregunten qué pretendía, era niña, me ilusionaba fácil. Excepto que en la actualidad era adulta y JungKook no me reconoció en ningún momento. Porque claramente no me reconoció cuando me vio con mi grupo de amigas. No lo hizo, y supe que tan pronto como yo jamás olvide que le di mi broche favorito, él si lo hizo. O tal vez no. Ahora me estoy debatiendo si todos nuestros sorpresivos encuentros y malos entendidos fueron porque yo estaba dolida queriendo alejarlo.

JungKook se había vuelto más importante de lo que pensaba.

—¿SunTae? —la voz baja de Rosé me saca de mi reflexión interior— SunTae, te quedaste ida, ¿pasa algo? —niego. El pincel largo con el cual me estaba maquillando quedó extendido en el aire entre sus dedos.

—No es nada, —me inclino hacia un costado admirando su trabajo en el espejo de mi peinadora. Ambas nos estamos arreglando para la fiesta de halloween. Rosé decidió que será una especie retorcida de Alicia, en el país de las maravillas con sangre falsa y grotescas cicatrices. De hecho, tanto su vestimenta de vestido corto como su platinado cabello en marcados bucles cayendo por su rostro y espalda la hacen ver, tierna. Yo decidí algo diferente este año. Completamente de negro, una especie de bruja, princesa o hada oscura, no estoy segura que concepto darle a mi disfraz de corsé y falda pero que a decir verdad me hace sentir bien.

Sobre todo cuando todos los ojos curiosos se nos quedan viendo al llegar a las instalaciones de la universidad. Supongo que pensaban que vendría de algo suave y etéreo como años anteriores, algo agradable a los ojos, que les demuestre que sigo siendo la SunTae popular, tan femenina y rosita. Cómo dice JungKook, mi vestimenta y detalles reflejan mi estado de ánimo. Tampoco es como si quisiera dar gusto.

—¡Oh, por Dios! SunTae, ¿pero de qué te disfrazaste?

Me da gracia la exagerada reacción de Eunbi cuando llego a la sala de reuniones. Entre espantada y conmocionada. Debí evitarles, pero al ser una de las organizadoras debo presentarme con el equipo a cargo.

—De bruja maldita, ¿qué no ves? —digo obvia. Los demás sorprendidos por mi manera de responder solo me miran.

—Es aterrador. —dice con una mano en su pecho. Por encima del valle de sus apretados senos falsos.

—Eunbi, la fiesta es halloween, la temática es terror y miedo. —mis manos poseen guantes largos— Creo correcto mi disfraz, aunque el tuyo es bonito, ¿qué eres? Déjame adivinar, la zorra del pueblo. —me burlo, Eunbi en una mueca ofendida me mira. Casi que puedo verle la tanga de encaje por su falda corta y abultada de tul. Escucho un bufido que hace que gire mi cabeza de costado encontrándome con Joy— Y que tenemos aquí, ya se, ya se, déjame adivinar también. Te disfrazaste de falsa mejor amiga que se mete con lo ajeno.

En realidad su disfraz es de una Minnie Mouse, pero soy bastante rencorosa y ahora tener que compartir espacio con estas personas me pone de mal humor.

—Es muy largo para el nombre de un disfraz. —susurra, Eunbi, confundida.

—SunTae, deja de ser tan altanera, —espeta Seulgi, otra más que se vistió como bailarina exótica de burdel— no tenemos la culpa que te hayas alejado de nosotras y ahora finjas ser una santa.

—No, claro que no tienen la culpa. Si la tuvieran pobres de ustedes que solamente son víctimas de mis aberrantes crímenes.

Sarcasmo puro, señores.

—No, pararas, ¿verdad? —Joy de brazos cruzados parece dolida, harta de la situación. Si supiera que también lo estoy, sin embargo, el veneno sale por si solo sin mi permiso— Ya te pedí disculpas. Incluso ya no estoy con EunWoo, es obvio que sucedió. —agrega lo último con pena.

—Vaya, ¿debo felicitarte por darte cuenta? —resoplan, no somos las únicas, los demás observan mientras cuchichean quien sabe qué. Más tarde me enteraré— Discúlpenme pero vine a una fiesta, no a un grupo de terapia.

Apenas salgo, la detestable presencia de mi ex novio me corta el paso. Rosé a un costado junto a Jaehyun me esperan, solo miran disimuladamente fingiendo estar en lo suyo.

—Pensé que te vestirías como una princesa.

Así él sobre saldría con su disfraz de, ¿qué? ¿Conde Drácula? Ja.

—No me dio la gana.

Sus ojos brillantes, acusadores me analizan, me recuerda a los de su padre.

—Siempre hemos venido combinados.

—¿A qué juegas? ¿Por qué vendría combinada contigo, Cha? No te ha quedado claro que ya no hay más nosotros.

Su mano sujeta mi brazo enguantado antes que me aleje.

—Lo siento, en verdad lo siento, SunTae. No quise hacerlo, fui débil, estaba despechado porque pasabas tiempo con Jeon y Joy tan solo me sedujo. —no se quien de los dos es más hipócrita. Su semblante muestra el arrepentimiento y el dolor, sino fuera porque escuché de su propia boca todo ese plan para recuperarme le hubiera creído.

—Lo extraño es que no pasó una sola vez, sino varias y a juzgar por los mensajes y fotos que se enviaban sus encuentros fueron más de una vez, —lentamente me va soltando, la nuez de su garganta se mueve— también se de fuente fidedigna que poco te importa lo que sienta más que recuperarme porque según tú soy la mujer que te conviene. Pues lamento decirte que a mí no me conviene, ya me aburrí bastante y doy gracias a Dios que me hayas engañado, ahora podré ser una perra sin la necesidad de remordimientos.

Su mano está vez toma la mía, fuerte, con sus dedos acaricia mi nudillos y con la libre intenta tocarme la cara, entonces me alejo pudiendo apreciar en su forma de mover sus labios que no le gustó para nada mi acción.

—SunTae, por favor, no creas lo que SooYoung te haya dicho. Te sigo queriendo, te extraño, jagi.

—Yo no. —me suelto— Una vez más, te pido déjame en paz, ¿quieres?

—Esta bien, lo siento, —pone sus manos abiertas entre ambos, ¿Cuándo se dará cuenta que suplicar lo hace ver mal? Me sorprende, de hecho, que lo esté haciendo— solo quería decirte que voy a dejarte en paz, que lo entiendo, perdí —no me lo creo— solo quiero tu perdón.

—Te perdono. ¿Algo más?

Niega.

—Te ves hermosa.

—Gracias, permiso.

Voy hacia Jaehyun y Rosé con quién entrelazó mi brazo, ninguno pregunta nada y se los agradezco. Entre tanto avanzamos hacia el enorme salón perfectamente decorado para la festividad admiró el disfraz del novio de mi amiga. Según tengo entendido, y porque lo discutieron hasta el cansancio en el grupo de Kakao, irían vestidos de asesinos seriales de películas. Así que Jaehyun va de Michael Myers, YuGyeom de Freddy Krueger, Mingyu de Jason y quién más me interesa, de un tímido y agazapado Scream. La música bailable a un volumen alto pero aceptable en compañía de las luces de colores me hacen recordar esa noche del cumpleaños de JiMin en la discoteca. Esa ocasión en que JungKook me besó por primera vez.

Esa dónde sentí cosas, cosas de mujer. Y la cual no tenía permitido, o simplemente no quería admitir que por primera esa placentera sensación de derretirme en brazos ajenos hizo remover mi vientre y otras partes de mi cuerpo. Luego recordé el segundo beso y como me insulte a mi misma por detenerlo cuando sus manos se acercaron peligrosamente a los pliegues inferiores de mi falda. ¿Hubiera sucedido algo más de no ser por qué lo detuve? O ¿De todas maneras la llegada de nuestros amigos lo hubiera echo? Estoy muy confundida y aún así, mi cuerpo, mente y corazón se dirigen directamente hacia él.

—Hola.

Le hablo lo más cerca que puedo, por la máscara cubriendo su rostro no puedo ver su reacción.

—Hola.

Me responde, seco y distante. Me encantaría saber que piensa en estos momentos, qué está mirando, por qué su cuerpo se ve tenso y rígido aún con esa túnica larga puesta. Le queda tan bien.

—¿Seguirás evitándome?

Nadie parece interesado en nosotros, la mayoría están en sus asuntos, bebiendo, hablando o riendo. Disfrutando.

—Así se dieron las cosas. —suspira una vez se quita la máscara. Por Buda, pero qué clase de encantamiento tiene este hombre para dejarme encandilada. Su cabello negro ligeramente peinado hacia atrás permite apreciar sus duras facciones ensombrecidas por la seriedad que tanto lo caracteriza— SunTae no te acerques.

No sabía que lo estaba haciendo.

—¿Qué harás si sigo? —ronroneo. Agradezco que la fuerte música nos obligue a estar muy cerca— me lastimaras con ese cuchillo. —señalo hacia el sur.

No soy yo, es Patricia.

Debo verme como una desesperada, pero en mi defensa, me gusta verlo acorralado, como un pequeño corderito asustadizo que se retrae a un lado al ver al enorme lobo sediento de carne. Excepto que Kook no es pequeño y me intriga saber que más se tiene guardado.

—¿Qué te sucede?

—Nada, solo vine a divertirme. ¿Tú no? —mi manera inocente solo ocasiona que eleve una ceja en confusión, aturdido, traga y por su postura levemente inclinada hacia atrás parece pelear con algo dentro de su mente. Lo deduzco también por como sus manos enguantadas sostienen el cuchillo y la máscara, ambas de plástico con nerviosismo— Juguemos, dulce o truco.

Sus ojitos se agrandan, miran por todo el recinto, luego a la mesa donde nuestro grupo parece divertirse y recae en mí que sigo expectante a qué me siga el juego. No me pregunten a dónde quiero llegar, porque tampoco sé hasta donde llegan mis límites con él. Solo diré que está noche podría permitir todo.

—Dulce. —responde después de largos segundos.

—¿Me das un beso?

—T-truco.

—Te reto a que me beses.

Sus ojos casi que se salen de su órbita ocular, no puedo evitar reírme de su expresión asombrada. De sus labios abriéndose y cerrándose al no saber que decirme. Es tan tierno, sobre todo porque sus orejas están visiblemente rojas aún cuando la iluminación es escasa.

—¿SunTae a qué estás jugando? Hablo en serio.

Es momento de, suspiro, de ser sincera y saber qué demonios me pasa con este ser que me tiene revuelta desde hace días.

—A que tienes razón, no puedes verme solamente como una amiga —me intriga demasiado saber que piensa cuando su rostro adopta una expresión neutra— y creo que desde hace mucho, yo tampoco puedo verte como amigo, ya no.

Y lo supe cuando debajo de esas luces sus ojos se entrecerraron, sus pupilas dilatadas brillando, con esa mirada penetrante que te atraviesa e hipnotiza. Esa que sin que te lo pidiera podía ponerte de rodillas, que había abierto las puertas a algo mucho mas oscuro e intenso.

—¡Ronda de tequila! —grita Mingyu abrazándonos. Sin embargo, yo no podía despegar mis ojos del pelinegro que en silencio me admiraba. ¿Por qué de repente que lo hiciera me ponía tímida? Tal vez es la forma, o la manera, o que le estaba permitiendo ir más allá con mi confesión.

Seguidamente de eso, las tres rondas de chupitos y de provocadores bailes no fue una sorpresa —al menos para mí —, que termináramos a solas, a escondidas refugiados en su habitación casi que devorándonos sin la intención de apartar las manos del otro. Tiene una forma sensual de besar. Chupa y lame, muerde y suelta. Mientras su mano derecha se aferra a la parte posterior de mi cabeza, sus dedos se entierran en las hebras de mi cabello descendiendo a mi nuca como si con esa acción se asegurará de ser quien controle el beso. Se detiene, nuestros labios entreabiertos inhalando y exhalando aire robado a solo centímetros del otro.

Su sabor es adictivo, como una mezcla del alcohol que ingerimos y el propio. Sus manos tocando mi cintura me impulsan hacia atrás, jadeo cuando siento el filo del escritorio golpear mi espalda baja entonces vuelvo a tener la húmeda lengua de JungKook en mi boca. Se inclina con todo su poderoso cuerpo contra el mío, mis manos temblorosas por las emociones se deleitan con los músculos de su pecho y hombro y mi objetivo ahora es quitarle esa tela que me impide sentir su cálida piel directamente. Son segundos de risa porque esa mierda le llega hasta los pies, se enreda un poco cuando pasa por su cabeza pero vale la pena al tener frente a mí su marcado y desnudo torso. Sonríe, victorioso, esa sonrisa de dientes blancos no supone algo tierno, sino tentador y sexy.

Acapara mis labios otra vez robándome el aliento y sin esfuerzo alguno, de un movimiento brusco que eriza mi piel, me sienta sobre el escritorio. Sus manos, que casi me abarcaban entera, bajan por mi cuerpo de una manera lasciva, explorando, con firmeza hasta que llega a la parte trasera de mis rodillas. Las eleva abriéndome más a él ocasionando que nuestros cuerpos encajen perfectamente. Joder, puedo sentir su dura erección refregándose deliciosamente contra mi sexo. Vaya. No conocía esta parte de su PERSONALIDAD.

Su boca se desprende de la mía y en besos húmedos recorre mi mandíbula para terminar en mi cuello. Sus manos viajan por mis muslos, sujetan mi trasero y me mueve a su antojo. Lo único que hago es morderme el labio conteniendo los gemidos, abrazarlo por la espalda y morder la piel de su hombro. Un vago gimoteo sale de mis labios cuando lo siento embestir, despacio, tan lento y tortuoso que si sigue con el mismo ritmo podría venirme sin mas. De repente, mis ojos captan la imagen borrosa, algo distorsionada de unas figuras moviéndose contra la pared, no es hasta que parpadeo un par de veces que me doy cuenta que hay un espejo de cuerpo entero a un costado nuestro.

La escena es: bastante erótica. Tanto que me aferro al cuerpo masculino para sentir en profundidad los embates. JungKook se da cuenta de lo que sucede cuando descansa su mejilla contra la mía. Parte de mi labial negro embarró su rostro al nivel de su boca y barbilla, sin embargo, en él, en esta ocasión, le da un tinte interesante que solo eleva mi excitación. Sonríe, provocativo. Sus manos siguen tocando firmemente mi trasero en tanto siento como su bulto palpita a través de sus pantalones.

—¿Te gusta lo que ves? ¿Eh? —Ay, no, que me hable con esa voz fatigada y ronca no me ayuda, es más, comienzo a sentir como partes internas de mi cuerpo laten y se humedecen como nunca antes. Esconde su rostro en la cuenca de mi cuello sintiendo su agitada respiración, hace que me incline un poco hacia atrás mientras sus manos recorren mis muslos para levantar la falda del vestido lo suficiente para tener a la vista mis bragas y el liguero que sostienen mis medias. Cuando intento besar sus labios una de sus manos se ancla a mi nuca. Me obliga a mover la cabeza hacia a un costado, hacia el sector donde el espejo nos muestra a ambos en una posición realmente comprometedora— Mantén los ojos ahí, nos los muevas, mmh. Quiero que veas lo hermosa que eres, colibrí.

Mi respuesta es automática cuando su pelvis acompañada de su endurecido bulto choca contra mi intimidad, me aferro con uñas y dientes a la piel de su espalda y hombro, en lo que mis piernas rodeando sus caderas lo aprietan más a mí. No se detiene, se refriega lento, sube y baja, choca y lo vuelve hacer. En un sorpresivo movimiento me quita la parte superior del vestido, cae por los movimientos bruscos entonces mis pezones al hacer contacto contra su sudorosa y caliente piel me estremece. Sus jadeos cerca de mi oído me erizan, que se mueva de esa forma tortuosa provoca que esté llegando a mi límite, que mi visión se vuelva borrosa y cierre los ojos.

Me aprieta un poco más a él aumentando el ritmo, su boca toma la mía y nos acoplamos en el movimiento del otro. Pasan segundos cuando mi mente se pierde, cuando mi cuerpo estalla dentro de una inmensa hoguera y el cuerpo entero de JungKook cae lleno sobre el mío. Pasan largos segundos, o minutos, no estoy segura, en que me recompongo aún con la sensibilidad entremezclada con la lujuria recorriéndome que me doy cuenta como él aún sigue buscando respirar.

—¿Kook? —mi voz sale algo rasposa, forzada, él niega sin siquiera moverse de su escondite que es mi cuello. Mi ceño se frunce, mis temblorosas piernas lánguidas descansan a los lados de su cadera— ¿Kookie? ¿Qué te pasa? ¿Acaso no quieres verme? —vuelve a negar, estoy por ofenderme pero su acción de aferrar sus brazos a mi alrededor y besar la piel de mi hombro con suaves besitos me erizan entera de la ternura. Tiemblo por la risa y él con una queja salida de su garganta se remueve. Quién lo entiende, recién parecía un poseso a punto de destrozarme en dos y ahora es la imagen viva de la timidez. Lo adoro.

—No te rías. —su voz quejumbrosa sale amortiguada. Entonces para calmarle lo abrazo, peino sus cabellos húmedos por la transpiración y beso su quijada. Con eso logró que me dé la cara. Ay Dios, por qué sus ojitos me miran con tanta inocencia ahora— No vas a arrepentirte ahora, ¿verdad?

Ay, su manera de decirlo hace que quiera devorarlo a besos. Quien diría que este saco de duros, marcados y tonificados músculos y provocativos tatuajes de repente sea la imagen dulce de un niño dulce. De mi valiente y bonito, Kook.

Niego.

—No, no me voy arrepentir.

Suspira profundamente como si la espera de mi respuesta le diera la paz que necesitaba. Y he de admitir que, en este momento, en esta posición en la cual ninguno desea romper me siento tranquila y cómoda.

Holiwis, volví.


¿¿¿Teorías??? Opiniones, descargos.😌➡️

No es de lo mejorcito pero después de tanto desaparecida debía traerles emoción, no? 🤭

Espero les haya gustado, como puse en el comunicado de Wattpad en mi perfil, anduve muy ocupada, no tenía el tiempo suficiente para sentarme a escribir tranquila y traerles algo coherente. Pero hoy me puse las pilas y terminé al fin el capítulo.

Aprecien a nuestra SunTae disfrazada en multimedia.🖤

Les quiero muchito. 💕 Y que tengan una excelente semana.🥰

💜💜💜

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