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|CAPÍTULO 20|

Escape.

No espere a seguir viendo su reacción impactada ni a una respuesta. Tampoco es que pudiera darme alguna. ¿Por qué aceptaría tan estúpida propuesta? Joder, lo hice al inundarme una creciente e inexplicable rabia y algo mas que me impulso a hacerlo. No comprendo qué es. Me encerré en la habitación, muy temprano por la mañana, luego de despedirme del señor TaeHyung, me dirigí a la estación de tren que me llevaría a casa. No me atrevo a encender el teléfono. No tengo la valentía suficiente ahora. Al menos no la veré en unos días.

Ya perdí las dos primeras clases. Almorzar no me apetece, mi estómago está revuelto. Queda ordenar mi parte de la habitación e ir al entrenamiento de básquet. Creo que soy el último en los vestuarios cuando ingreso. Puedo escuchar las voces de mis compañeros en la cancha, los golpes de la pelota en el piso y el resbalar del calzado. Hago mi entrada tratando de pasar desapercibido. Jaehyun y YuGyeom se acercan cuando me ven.

—¿Cómo está SunTae?

—Bien, supongo.

—¿Cómo supones? —Jaehyun extrañado me mira— ¿Qué pasó?

No me da tiempo a contestar ante el fuerte golpe del balón en mi espalda. Al voltear veo la presencia de Cha aproximarse como un veloz huracán que arrasara con todo. Excepto que yo no me dejaré amedrentar por nadie.

—¿Qué hacías con SunTae en Seúl?

No me sorprende.

—¿Disculpa?

—Sabes de lo que te hablo, Jeon.

Estamos cara a cara, tan cerca que puedo apreciar su furia emanando a través de su respiración agitada por sus hombros subiendo y bajando.

—No tengo porqué darte explicaciones.

—Das pena. —escupe mirándome de arriba abajo con desdén como si eso fuera hacerme sentir mal— Ella tarde o temprano volverá a mí. Nos pertenecemos, Jeon. Tú no tienes ni el valor ni las adquisiciones para darle la vida que se merece.

Me estoy agotando de escuchar siempre mismo. Cómo si el dinero fuera lo único importante para querer a alguien en la vida. Con más razón SunTae no debería estar a su lado, no merece ni siquiera imaginársela.

Mira por detrás de mi hombro.

—Pensé que eras más inteligente que esto, JunOh. —debe ser una broma— Mira que ser amigo de un don nadie por querer competir con mi padre. —mi ceño se frunce en confusión y giro mi rostro para mirar a Jaehyun, él se mantiene neutro— ambos dan pena. —sonríe con suficiencia volviendo a mí. Parece estar comprometido a hacernos sentir inferior en vano— Te lo advertí, Jeon, ten cuidado con quién te metes. Primero Joy, te hace creer que le gustas y te usa, ahora Jaehyun, no dudes que SunTae haga lo mismo.

Estoy casi seguro que EunWoo piensa que todos somos como él. Una porquería de persona. Sonrío. Eso lo desconcierta. Tenemos a todo el equipo mirándonos, por suerte el profesor no está a la vista, sus secuaces atrás al margen. No soy de los que inicia una pelea, ni las sigue, —llámenme cobarde, yo prefiero el termino prudente—.

—Te has fijado que el que da pena eres tú. —susurro. Sus ojos ennegrecen, se abren asombrados, su pecho sube y baja a prisa, se está conteniendo— Estás dando una escena digna de resentido. —le señalo, por primera vez mira su alrededor y cierra los ojos moviendo sus labios en ininteligibles balbuceos— Si dices que soy un don nadie porqué darte la molestia de rebajarte, tú eres mejor que eso, ¿no? Sigue cuidando tu imagen Cha. A mí déjame a un lado.

Le doy la espalda dispuesto a entrar en calor, escucho murmullos, su voz cargada de resentimiento e ira gritando mi apellido se entremezcla con el del profesor exigiendo de manera desdeñosa que no perdamos el tiempo y nos situemos en posición. Simularíamos un juego de básquet. Cinco de un lado y cinco del otro. Adivinen quién está en el equipo contrario al mío. Esto será largo.

Al principio todo es pacífico, llegando al último minuto del primer cuarto YuGyeom encesta dándonos el primer punto. Entonces lo próximo a continuación son fuertes golpes, empujones y zarandeos entre Cha y yo. El profesor nos advierte un par de veces nuestro comportamiento pero ninguno está por la labor de desistir. Si cree que voy alejarme de SunTae es un idiota. Voy a darle en dónde más le duele, me la voy a quedar.

Apenas ingreso al gimnasio de papá, el ruido característico del lugar me recibe. Está lleno. El encargado al verme me recibe con una sonrisa manifestando su contento por verme después de tanto tiempo. Desde que estoy en la universidad pocas veces he venido, hoy es algo especial. Hace mucho no hablo con papá ni tenemos un tiempo de calidad solo los dos. Lo necesito con el enorme desorden en mi cabeza y está incierta sensación en el pecho que me tiene estresado.

Voy en dirección hacia su oficina en el piso superior, una canción de kpop suena recordándome a Ara. No le dije que volví a Busan, de hecho, a nadie le avise. Soy un idiota, cómo pude proponerle eso a SunTae, como si ella me aceptará. Suspiro subiendo las escaleras, ¿por qué me desagrada la idea de un rechazo? No me entiendo. Me detengo antes de pisar el último escalón, a escondidas veo a mis padres ser melosos entre ellos. En realidad es mamá quien arregla la ropa de papá, le pide que no se olvide de comer y luego de puntitas de pie lo besa. Debería darles más privacidad pero me gusta verles así, juntos y felices.

Cobardemente me escondo cuando ella se despide y debe bajar las escaleras. Espero un tiempo prudente y sigo hasta la oficina pasando sin pedir permiso.

—Agi, —se sorprende— ¿qué haces aquí, hijo?

Me dejo contener por sus brazos y mi nariz automáticamente aspira un poco de su perfume.

—Volví. —al separarnos, me indica con su mano abierta que me siente en el sofá frente al ventanal que da a la calle, lo hago y me niego cuando me ofrece algo de beber, entonces se sienta a mi lado y yo exhalo por la boca soltando— Creo que la cague con SunTae.

Eleva una ceja, confundido. Me acomodo dejando caer la espalda contra el respaldo del mueble mirando hacia el techo y le cuento en detalle todo lo ocurrido en mi corto viaje a Seúl. Atónito se queda analizando la situación, abre su boca un par de veces sin decir nada en concreto. Si él no sabe que decirme, tendré que acudir a Yoongi hyung. La dinámica será: él burlándose de mí, él criticando que siquiera piense en ella de esa manera, él preguntando que sentí cuando decidí irme, analizándome y dándome un veredicto que seguro ya sé pero no quiero aceptar.

Patético.

—Hijo, entiendo que quieras ayudarla. —rasca su barbilla con el índice y pulgar razonando lo que está diciendo— No es fácil su situación, sobre todo el hecho que fueron dos personas importantes para ella las que le fallaron. Sin embargo, está mal que te prestes a ese tipo de cosas. JungKook, hay otras maneras para intervenir donde ninguno termine lastimado.

Resoplo una risa.

—¿Por qué alguno saldría lastimado, appa?

—Los sentimientos, hijo. —mis ojos disparan a mirarle— ¿Estás seguro que es solamente por querer ayudarla y no por otra cosa?

Aparto la mirada. Papá me conoce mejor que yo. Incluso diría que en esa pregunta está implícita la clara respuesta.

—EunWoo no la merece, es un maldito patán. La va lastimar, appa. Se regodea por ahí gracias al poder que su padre le da. La amedrenta, la acosa y la confunde.

—Me preocupa todavía más.

Niego. Es más que eso. Mi mano aterriza sobre su rodilla, relamo mis labios un par de veces con la punta de mi lengua.

—No te preocupes, appa. —suelto un largo y lento suspiro— Por eso escape, porque caí en cuenta rápidamente de la locura que cometí. No quiero que SunTae piense mal, solo quiero apoyarla, estar para ella, hacerla sentir bien como lo hizo cuando éramos pequeños.

Mi mente vuela imaginando escenarios ficticios que jamás se darán. Incluso recuerdo brevemente ese día en aquel parque antes que ella se despidiera y jamás la volviera ver hasta años después. El beso inocente a mi mejilla, su broche en mi mano, su caricia, sus palabras y su sonrisa mientras se alejaba.

—JungKook, —salgo de mis pensamientos cuando papá me llama, tiene una sutil sonrisa en su rostro mientras me escudriña. De hecho, yo tengo una sonrisa mucho más grande. Oh no— ¿Estás seguro que solo quieres protegerla? —no sé que decirle, él se relame los labios— ¿No será que ella comenzó a interesarte de alguna otra manera? —y lo que estoy evitando se da en palabras— JungKook, no será que a ti te gusta SunTae.

Claro que no.

Ni en sueños podría gustarme una persona como Kim SunTae. Nos queremos matar la mayoría del tiempo, me saca de quicio con su altanería y sino fuera porque es parte de mi vida desde que somos pequeños, tenemos amistades en común, nuestros padres son íntimos amigos todo sería diferente.

A quien quiero engañar, estoy muy acostumbrado a su presencia. No verla o hablarle solo ocasiona que necesite buscarla. ¿En qué me metí? No, es imposible. Además, es una atracción. Una tonta, SunTae es atractiva, sí. Es preciosa. Completamente. Inteligente, mucho. Es sencillo conversar de temas variados sin aburrirte, sabe cómo defender sus ideales y tiene el suficiente carácter como para ser la típica damisela en apuros. Si se lo propone ella es la que te defiende a ti saliendo airosa y sin tanto esfuerzo.

Suspiro entrando a la biblioteca, está vacía por el horario nocturno. Muy pocos estudiantes se encuentran en las mesas alargadas que dispone el lugar con sus apuntes desparramados y laptop. Yo buscaré los tomos que necesito y me iré a la habitación a ponerme al día. Mingyu me espera para repasar. El terrible silencio contribuye a mis pensamientos intrusivos. Volviendo de hablar con papá prendí el teléfono pero no contesté a ninguna notificación. A las cientos que aparecieron en mi pantalla y aún siguen allí. La mayoría de cierta morena que ignorare hasta que se vuelva imposible.

Soy un cobarde, pues sí. Para agravar la situación puse mi teléfono en silencio. Así que ahora tengo una llamada de Kim que no responderé. Que ella siga en Seúl me da tiempo para, por lo menos, pensar que haré. Ya perdí la cuenta de cuántas veces suspiré en el día. El cuerpo me duele de los golpes que me propine con EunWoo en la tarde. Al menos se las devolví con esmero y de recuerdo le quedó un par de cardenales en los brazos al derrapar por el piso. Sonrío recordando que no logró lo que quiso, provocarme. En cambio, el profesor le proporcionó unas dulces palabras por su deplorable desempeño dentro de la cancha.

Encuentro los libros que necesito, me dirijo a la mesa donde deje mis cosas y es cuando encuentro la esbelta figura femenina de quién evito sentada con elegancia de brazos cruzados. No hice ruido alguno, absolutamente nada más que las maldiciones dentro de mi cabeza. Ella, no obstante, gira su cabeza cuál lechuza poseída para mirarme de una manera que me eriza la piel. También es tétrica e intimidante cuando quiere. Aaahhh, me puede. ¿Qué? No.

Carraspeo, el silencio me produce más nervios. La calefacción prendida por el frío está bajo, pero yo estoy comenzando a sudar y temo que escuche mi acelerado corazón aún cuando la mesa nos separa. Finjo tranquilidad. Me acerco a mi mochila despreocupado y ella se levanta despacio apoyando sus manos de la mesa sin quitar sus ojos de mí. Está de rosa. Una blusa de lana que deja parte de su plano abdomen expuesto, jeans holgados azul claro y zapatillas combinando con la prenda de arriba. Bonita.

¡Yah! Concéntrate.

—Que sorpresa, viniste antes.

—¿Por qué me evitas?

Su pregunta sale en un susurro tan bajo que me asombra que se haya escuchado tan claro. Los vellos de mi cuerpo se erizaron con tan solo el tono de voz.

—Y-yo no te evito.

Guardo todo dentro de la mochila, esnifo y carraspeo. Apenas cuelgo la correa en mi hombro con la intención de salir, —escapar—, su mano sujeta mi antebrazo con fuerza. Sin esperarlo me arrastra un poco más adentro, entre los gigantes, estrechos y oscuros estantes colmados de libros y me suelta acorralándome. No voy a mentir, un setenta por ciento son desastrosos nervios y lo restante… Excitación.

—Te fuiste de Seúl sin avisarme, ni despedirte. No contestas mis llamadas ni mensajes —enumera con sus dedos—. Tienes el celular apagado. Mi única salida, ya que los chicos tampoco quieren decirme dónde estás es buscarte —suena histérica y molesta a pesar de susurrar lo más bajo posible—. Deberías saberlo, Jeon. Yo no persigo a nadie pero me intriga saber a qué demonios te referías con que te use para olvidar al idiota de EunWoo. ¡Explícate!

Desde algún punto oculto alguien nos manda a callar siseando.

—Debemos mantener el silencio.

Voltea los ojos. Sus voluminosos labios con gloss se mueven expresando un claro insulto hacia mí. Me está poniendo más nervioso que toda su persona este casi encima de mí.

—Yo voy a silenciarte definitivamente a ti si no hablas ahora.

Trago.

—No aquí.

Gruñe en descontento y entrelaza nuestras manos sin problema. Me arrastra otra vez afuera sin captar las miradas disque disimuladas de algunos. Mi mente está explorando algún plan de escape. Es inútil resistirme, tarde o temprano debemos hablar y conociéndola, no va quedar conforme con una tonta excusa. Le diré la verdad, escasamente alterado para no empeorar la situación, se espante y decida alejarse de mi lado. Sigue llevándome por los pasillos. Sus uñas largas y negras se incrustan como un tipo de advertencia en mi piel cuando quiero soltarme. Estoy perdido. O no, ya fue, le diré que estoy confundido y que me gusta y que quiero con ella y que... Espera, ¿Qué? ¿Qué, que? No, no, ¿Ah?

—Ahora sí, habla.

Estamos dentro de un salón de clases, la única luz encendida es la que ilumina el escritorio del profesor, lo demás es oscuridad.

Bien, JungKook, debes ser valiente. Hazlo, tú puedes.

—Lo hice porque te vi mal. —suelto en una exhalación de molestia. Deposito la mochila sobre la mesa y luego yo me apoyo sobre la misma. SunTae frente a mí, me mira sin entender— Estabas diciendo que perdonarías a EunWoo, que volverías con ese pedazo de basura que tanto daño te hizo. —no dice nada— Tan poco te valoras como para seguir hundiendo tu vida. ¿Qué diría JiMin? Lo más seguro es que te sermonearía, incluso le pediría a Yoongi hyung que te psicoanalice, conociéndole te enviara a un psiquiátrico. ¿Tus padres? —hago una pausa. Su expresión neutra no dice mucho— Lo único que lograrías es hacerle ver a EunWoo qué ganó, que puede pisotear a cualquiera y salirse con la suya cuando quiera. Eres mucho mejor que eso, Kim SunTae. Pensé que tenía a una digna contrincante pero solo veo una cobarde.

Suspira, sus hombros que estaban tensos desde que nos encontramos se relajan y toda ella lo hace por consiguiente. Se acerca situándose a mi lado, brazo con brazo dejándome percibir su dulce perfume femenino. Disimula. Resopla.

—Me asustaste idiota. —me mira de reojo— Te veías tan desesperado y seguro cuando me propusiste eso que me lo creí por un momento.

Por un segundo, uno escaso, quise preguntarle que hubiera contestado si fuera cierto.

—Se vería mal, ¿no?

—Claro que sí. —enfatiza causando que su cuerpo gire hacia mí. Lo mío es seguir imperturbable en mi puesto aún cuando se vuelve difícil con su cercanía. Entonces, para que quede en manifiesto, destaca— Somos amigos solamente.

—Además, eso joderia a EunWoo, seguramente. —digo, mirando su perfil de reojo. Ella ladea su rostro con un puchero adorable.

—A Joy también, según ella le gustabas.

—Sí. —se hace silencio. Uno que no distingo si es incómodo o por el contrario. Ninguno dice nada tampoco nos apartamos, como si nuestra calidez corporal fuera uno solo. Fui un idiota al pensar que ocurriría algo entre ella y yo. Soy un imbécil por siquiera considerarlo. Es mi amiga, eso es más importante que cualquier tontería que pudiera sentir. Eso y que tal vez sea una atracción sin sentido. Respiro profundamente antes de erguirme derecho y enfrentarla— ¿Amigos?

Mira mi mano extendida, luego a mi rostro, suelta una exhalación por la nariz echando su lacio cabello hacia atrás y también poniéndose de pie junta su mano con la mía.

—Amigos.

Estoy a punto de abrazarla para molestarla y aligerar el ambiente que me tiene para la mierda. Aunque el ruido de voces por fuera del salón me alerta, por lo que, mi instinto me grita que tome a mi bestie frenzoneadora para escondernos. Se queja cuando sujeto bruscamente su cintura mientras mi mano agarra la mochila y nos llevo hasta el fondo para escondernos debajo de los escritorios de madera, ella intenta preguntar qué diablos hago sacando su cabeza y cuando la puerta se abre dejando pasar a dos individuos desconocidos ambos nos callamos acoplando nuestros cuerpos uno junto al otro.

—Espero que lo que tengas que decir sea de suma importancia.

¿EunWoo?

Nos miramos con SunTae, sus ojos con un suave delineado negro y sombra con brillitos se abren. Su mano se sostiene de la tela de mi hoddie a la altura de mi brazo. Una segunda voz resuena y esto tiene que ser una maldita broma del destino.

—¿Hasta cuándo estaremos de esta manera?

—¿De qué hablas?

—Sabes bien de lo que hablo. —la voz de Joy se escucha baja, dolida, desesperada. El silencio junto con la enormidad del espacio vacío ayuda a que el eco de ambas voces se escuchen de forma definida. Agrega— ¿Cuándo oficializaremos?

Unos segundos de silencio, me da curiosidad saber qué hacen, ver sus expresiones. SunTae a mi lado que no se despega ni me ha soltado parece igual. Cuando parece que Cha no puede volverse más nefasto, escuchamos su estridente risa. Cómo si la situación y lo que le acaban de preguntar fuera una completa broma.

—Disculpa, es que… —su risa cesa después de varios minutos. Se burla olímpicamente— Linda, ¿qué te hace pensar que quiero algo de eso? —es un maldito miserable— Joy, por si no te has dado cuenta, estoy haciendo hasta lo imposible por recuperar a SunTae. —la mencionada bufa, sus piernas flexionadas contra su pecho tocan mi brazo alrededor de mis rodillas y descansa su cabeza de mi hombro. Cha, con todo el desprecio existente agrega— Jamás habrá un nosotros.

Joy parece balbucear algo que no llego a escuchar y EunWoo vuelve a retomar la palabra.

—Entiende una cosa, SooYoung, lo que pasó no fue más que sexo por despecho. Tú estabas aturdida por las imposiciones de tu madre entre otras tonterías y yo estaba estresado con el trabajo, con la universidad y con que el idiota del nuevo ronde a mi novia. Tuvimos nuestro momento de debilidad y pasó. No fue tan importante.

Otro silencio alargando la agonía. No quiero imaginarme como se sentirá SooYoung.

—Traicione a mi mejor amiga por ti.

Auch.

Percibo a SunTae apretar su agarre alrededor de mi brazo, su cálido cuerpo temblar y su respiración acelerarse. Indicios de que está por llorar. La abrazo.

—Oh no, a mí no me eches la culpa del cuento de hadas que te inventaste. Date cuenta que por tu culpa arruinaste una relación.

—SunTae no se merecía nada de lo que hicimos.

—De lo que le hiciste. —habla con tanta soltura, lavándose las manos. Siento lastima por Joy y a la vez no. Fue su entera decisión arruinar algo tan importante como una amistad por alguien que a leguas se nota, no vale la pena— Lo mismo que le dije al imbécil de Jeon te lo diré a ti. SunTae volverá conmigo, seguiremos con nuestros planes de compromiso y todo será perfecto. La quiero, ella es la mujer que deseo.

Eso último está por verse. No pienso permitirlo.

—Ojala jamás se cumpla, ojalá ella se vaya lejos y… —se detiene cuando un sollozo no le permite hablar— No la mereces. —ja, tampoco tú. Lo siguiente que dice me deja desconcertado— Sabes qué, ojalá JungKook se termine quedando con ella.

—Deja de decir tanta estupidez. —parece que la sujetó a la fuerza, pues Joy le pide entre susurros que la suelte, que la está lastimando y estoy por salir cuando colibrí se aferra más a mí— Métete en la cabeza que lo nuestro solo es una aventura. Lo más importante ahora es recuperar a SunTae y recuperar nuestro estatus en la maldita universidad. ¿Quieres que tu madre te siga recalcando lo desilusionada que está de ti? —me indigna no poder salir y decirle sus verdades— Entiende, muñeca, debemos acompañarnos, juntos seremos más fuertes, ¿mh?

—¡Suéltame! No voy aceptar más nada que venga de ti. Púdrete.

La puerta se abre, se cierra de un portazo que se habrá escuchado hasta el otro lado del edificio. Un suspiro largo y tendido. Silencio unos minutos. Él aún sigue dentro, hasta que no se marche no podremos salir de aquí. Lo hace tiempo después volviendo a dejar todo en completo silencio y a nosotros dos solos.

Así estamos país.

Las leo. ➡️

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