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|CAPÍTULO 12|

“Puedo ser un hombro cuando no estés fuerte.
Más cerca. Más cerca de ti”
Closer to You - JungKook (feat. Major Lazer)

No debería estar pendiente de nadie más que de mi mismo o mi rendimiento académico. Aja si, debería. Sin embargo, estoy indagando qué fue de mi más amorosa y querida compañera que no he visto en dos días. No asistió a clases, tampoco ha venido a la universidad. No me apetece preguntarle a Joy. Últimamente pasamos tiempo juntos. Nos sentamos en las mismas clases que compartimos y se ha sentado en la cafetería conmigo y los chicos a pesar que tiene su propio grupo.

—Debe estar con EunWoo —habla por encima del ruido de las voces mientras sostiene su teléfono rosa chillón en sus manos.

—¿Quién?

Levanta la mirada, por el bullicio debí acercarme un poco a su rostro y me sonríe mostrando sus dientes.

—Ah, hablaba de Sun —envía otro mensaje al parecer y luego bloquea dejando el aparato a un costado de su bandeja de ensalada vacía—. EunWoo volvió de su viaje con sus padres por el Chuseok y fue directamente a verla, deben estar disfrutando su tiempo a solas.

El estómago, extrañamente, se me retuerce ante ese dato innecesario. Cómo hemos acordado anteriormente, en la universidad somos dos desconocidos para evitar estúpidos rumores. Y como entregamos el trabajo antes de tiempo tampoco es que conversamos mucho. Así que solo es seguir, creo que es mejor así.

Estoy escuchando a Mingyu contar sobre un bar al que deberíamos ir en algún momento. Jaehyun dice conocer al dueño y YuGyeom que deberíamos hacerlo está noche. Rosé se niega advirtiendo que tenemos exámenes muy pronto. Siento mi teléfono vibrar en el bolsillo de mis jeans y lo sacó para ver qué es. Entre medio Joy parece ignorar a la rubia de mejillas llenitas y les dice que podría conseguir buenos lugares.

No estoy al pendiente. Tengo una llamada de Ara. ¿Le sucedió algo?. Me excuso con los chicos un momento, me aparto sentándome cerca de un ventanal y atiendo.

—Bebé.

Oppa, espera. —escucho voces también música de fondo. La voz de mi hermana hablando con alguien más.

JungKook.

—¿JiMin?

Hola, entiendo que esto te parezca extraño pero necesito un gran favor. —su voz suena preocupada.

No puedes negarte, oppa. —escucho a continuación la voz de Ara.

—¿Qué sucede? No entiendo, ¿Dónde están?

JiMin parece decirle algo a Ara, logro escuchar que ella le pide convencerme. Convencerme, ¿de qué? ¿Qué se traen esos dos? Y rápidamente contesta mi duda.

Es SunTae. Está en su casa, sola, sus padres han tenido que viajar y está algo enferma. Suena descabellado, pero necesitamos que vayas a verla.

¿Yo? ¿Por qué?, porque ella me cuido cuando lo necesite.

—¿Qué tiene? ¿Por qué no va al médico? Su tío es médico, vino cuando estuve enfermo.

Lo que tiene SunTae no es más que lo que ataca a la mujer una vez al mes —¿Eh?—. Esos días son horribles para ella, enferma, no puede salir de la cama y hasta se llega a desmayar. Necesitamos que vayas.

—¿Acaso su novio no está con ella?

JiMin bufa y por primera vez desde que lo conozco su voz nada amable suena irónica.

Por favor, ese no sirve más que para hacerla sentir peor. —buen prospecto de hombre el Cha—. Te pido esto porque no puedo irme de la academia. Soy uno de los encargados de organizar el evento anual de baile que tendremos en diciembre, debo estar pendiente de mis alumnos. Solo será llevarle algunas cosas y estar con ella un rato. —no quiero, debo repasar algunas materias, no puedo atrasarme— Yoon me contó que SunTae fue a cuidarte cuando estuviste enfermo.

—Puedo decirle a Joy y ella puede…

Pero te lo pido a ti. —suspira fuerte— Por favor.

¿Qué necesidad? Pareciera que algo siempre nos termina uniendo, sino son rumores, son personas en común o enfermedades. Ya que.

—¿Qué debo llevarle?

Estoy subiendo por este lujoso ascensor con espejos y música clásica mientras una voz baja y robótica avisa común subimos nivel. Llego al doce, un largo pasillo de paredes casi negras y alfombra gris me recibe. Solo hay dos departamentos en este piso. La puerta de la derecha se supone es de la familia Kim, toco el timbre y espero. Debí inventar una tonta excusa para dejar a Joy, ir a una tienda de conveniencia y comprar todo lo que JiMin me pidió entre otras cosas que sé podría gustarle. A los minutos la puerta se abre, una mujer de mediana edad me recibe.

—Usted debe ser el enviado del joven Park.

—Así es, mi nombre es Jeon JungKook. —hago una reverencia. Me hace pasar y me indica que deje mis zapatos en un mueble de caoba marrón oscuro. Hay una pantuflas cómodas y afelpadas nuevas para mí, incluso puedo sentir el olor impoluto que desprende. La señora que se presenta como YooRi me dice que pase, en el piso superior en la primer puerta a la izquierda es donde la señorita SunTae se encuentra.

Le agradezco y subo mientras contemplo lo que hay en mi panorama. Tienen ventanales de piso a techo que dejan ver lo más bonito de Seúl. La gama de colores van desde el blanco, gris y pasteles con algunos colores vibrantes en determinados adornos. Hay un particular olor a fresias en el ambiente y debe ser por las flores naturales que hay en jarros de cristal regadas por distintas mesas. Libros de todo tipo y colores, ¿sillas en forma de un trasero? Hay mucha visual en esta casa, incluso al subir por las escaleras de mármol negro veo las pinturas del padre de SunTae. Le dan el aspecto sobrio y elegante a tan distintivo espacio.

La puerta blanca que creo es de la habitación de la pelinegra está entreabierta. Carraspeo, toco, menciono su nombre en voz alta pero no hay respuesta. Entro despacio, observando el femenino espacio lleno de rosa. Es amplio, tiene un balcón con macetas y flores, la puerta corrediza está cerrada por cortinas transparentes con pequeños dibujos de flores. La cama matrimonial en el medio tiene sábanas blancas y una manta de peluche del mismo color. Las paredes son lila, hay un mural con el dibujo de un árbol de cerezos y las flores que se desprenden vuelan hacia un costado. Hay muñecas, osos de peluche, libros, sobre una estantería a un costado de una puerta cerrada. Fotos de ella, con sus padres, con Joy y su grupo de amigas, con EunWoo abrazados y la que más llama mi atención. Son unas cuantas de cuando era pequeña, tal como la recuerdo. Hay uno donde lleva un vestido amarillo y azul, diadema sobre su cabello largo y alborotado, pulseras y anteojos de sol en forma de corazón. Sonríe a la camara mientras posa, esa SunTae se ve radiante y feliz. ¿Qué sucedió?

—¿JungKook?

Ladeo mi rostro, esa puerta antes mencionada está abierta y mi compañera está apoyada del umbral con un semblante pálido casi fantasmal diría. Me acerco al escucharla balbucear mi nombre una segunda vez y cae en mis brazos desmayada.

Ahora entiendo a lo que se refería JiMin con que a SunTae el periodo le produce horribles síntomas. Se desmayó al bajarle la presión, tuve que llevarla a la cama y pedirle ayuda a la señora Yoo, ella me tranquilizó diciendo que solo debía descansar, que pronto recuperaría la conciencia. Lo hizo unos veinte minutos después regalándome una de sus mejores caras de perro y que mataría a JiMin por eso.

—Velo como un doy y recibo. Así como te prestaste a cuidarme en su momento, yo seré quien cuide de ti hoy.

Rueda los ojos totalmente fastidiada. Creo que hoy no podré burlarme mucho, su paciencia está en dos por ciento y me temo que al cero se pone en modo súper agresiva. Sale del baño que tiene en su propia habitación. Tiene cientos de cosméticos muy bien ordenados, toallas blancas y grises para diferentes funciones que tiene sus iniciales y todo tipo de aparatos que son para el cabello, supongo. Huele muy bien, es como una mezcla del aroma dulce de su perfume con la mezcla de flores del limpiador o ambientador. Cosas de gente adinerada.

—¡Mis ovarios!

—Deja de quejarte.

Su cabeza se dispara en mi dirección a una máxima velocidad cuando digo eso. Doy un paso hacia atrás mientras me asesina con la mirada y su cuerpo rígido parece estar a punto de saltarme a la yugular.

—¿Qué tal si te pateo en los testículos? —espeta— Tal vez así puedas entender aunque sea una mínima parte de lo horrible que se siente está maldita mierda.

—La boca, SunTae.

—Cállame.

Oh.

No quise, en serio que no. Inesperadamente un sucio pensamiento se cruzó por mi mente. Uno bastante turbio que hizo que las puntas de mis orejas se pusieran calientes como otras partes de mi cuerpo, y lo más seguro rojas.

Sus ojos en mi dirección están entrecerrados, casi como si me estuviera analizando. Ella no sabe que mis orejas se ponen rojas cuando me sonrojo o apeno, así que trato de disimular buscando las compresas calientes que traje y están sobre su escritorio.

—Por si no lo recuerdas, convivo con dos mujeres. Solía acompañar appa a comprar a la tienda por las noches cuando omma necesitaba reservas y cuando le sucedió por primera vez a mi hermana debí ayudarla. Recuerdo que fue en una salida con sus amigos. Me llamó desesperada encerrada en el baño de un café. A pesar de todas las conversaciones de preparación que tuvo con mis padres, entró en pánico cuando uno de sus compañeros le advirtió que manchó su pantalón. Debí acudir con todo lo necesario y ser su paño de lágrimas. Luego durante unos cinco días, fui el único a quien le permitía ingresar a su habitación para atiborrarla de comida chatarra, mirar películas y proporcionarle una bolsa con agua caliente para sus dolores.

Se sentó en medio de su cama, lleva pijama, unos shorts cortos y camiseta holgada, a pesar del calor tiene medias de lana en sus pies. Aunque también puede deberse a que el ambiente está fresco por el aire acondicionado.

—¿Te llevas bien con tu hermana? —asentí, Ara es mi persona— Yo jamás tuve hermanos. —detecte el tono de tristeza— Bueno, no es que los quisiera, mis padres me tuvieron demasiado jóvenes y ellos creen que si llega otro es porque el destino así lo quiere, los bendice.

—Es lindo tener a alguien, lamentablemente le llevó diez años a Ara pero ambos congeniamos perfectamente y entendemos al otro sin necesidad de decirlo. También peleamos, mucho, —me mira atenta— sobre todo ahora que sus hormonas la están por convertir en lo que no quiero y me veré en la obligación de espantar feos.

—Tú eres el feo, Ara es preciosa. —me golpea el brazo, me lanza la bolsa de agua caliente y me quita la compresa de la mano— Se ha ganado el cariño de los profesores en la academia y creo que varios la tienen como líder en sus grupos.

Ara es una líder nata. Sabe cómo ganarse a los demás con su increíble y encantadora personalidad. Eso lo sacó de appa.

La miro, me sonríe, al segundo su rostro se desfigura por el dolor y me exige que le pase una pastilla de su mesa de luz.

—Te puedes ir, gracias por todo.

Resoplo una risa. Descubrí que tiene un televisor plasma gigantesco que se esconde en la pared. La empujo de costado y ella se queja confundida. Me acomodo a su lado posicionando algunos almohadones —que también tienen sus iniciales— debajo de mi espalda y con toda confianza agarro el control universal. También tiene una tira alrededor de la habitación con diminutas luces de colores que cambian según tu estado de ánimo.

—Creo que me quedaré —mis brazos debajo de mi cabeza— Nunca se sabe si te vas a desmayar, caerte en la bañera y quebrarte el cuello con el vidrio de la mampara. —la escuchó gruñir— No quedaría bien el color de tu sangre rojo casi negro con la pulcritud del inmaculado blanco de tu cuarto de baño.

—Te estás ganando que te meta ese mando a distancia por el…

Unos golpes a la puerta la interrumpe. La voz de la señora Yoo se eleva y antes que SunTae a duras penas se levanté de su cómoda y mullida cama aterradoramente gigante me golpea el abdomen y tironea de mi oreja. Me río, será divertido verla cambiar de humor cada dos segundos. Debería de estudiar pero surgió algo más importante.

—Levanta tu bonito trasero y sígueme, esclavo.

—¿Esclavo? Yo no…

—¡Levántate, Jeon!

Está vez esquivo los peluches que me lanza. Y la sigo escaleras abajo. Hay tanto que admirar, incluso esculturas que no han sido exhibidas al público pero tiene la marca Vante en toda su extensión. Entramos a la cocina y me quedo embobado con toda la tecnología. El refrigerador es de esos que tienen pantalla táctil y se abre con un sensor cuando pasas la mano. El nuestro que está hace más de diez años apenas y congela. En este espacio también hay colores monocromáticos.

—Ajumma terminó su horario. —se mueve por la cocina, mis antebrazos se apoyan sobre la mesada mirando su andar— Así que depende de nosotros lo que cenaremos.

—Deberíamos pedir algo. —sugiero, ella niega.

—Han pasado días de tu malestar estomacal y no es bueno que te descuides. Haré algo ligero para ambos.

No somos más que compañeros de carrera. Tenemos poco tiempo de conocernos y la mayor parte nos molestamos, bueno, yo soy el que la molesta. Aún así, no puedo evitar pensar en la comodidad que nos rodea cuando estamos juntos, como si nos conociéramos de toda la vida.

—¿Dónde queda el baño, flaquita? —pregunto, ella me indica que por el pasillo saliendo de la cocina hay un cuarto de baño al fondo. Me dirijo admirando todo lo que no he admirado aún. Es fascinante, los colores y texturas. Me encuentro con el dilema que hay tres puertas casi una al lado de la otra, cerradas y no se cual pertenece al que busco— ¡SunTae!

Debo elevar la voz, puso algo de música y se escucha en gran parte de la casa. «Es la última puerta», me grita. Entonces decido abrirla, otro grito pero de negación está vez, sus pasos en corridas intentando detenerme. Es muy tarde, tengo un pie en esta extraña habitación de paredes rojas mientras mi mano sobre la manija está quieta. Estoy absorto, mis ojos bien abiertos recorren cada centímetro admirando los extraños objetos o símbolos fálicos que decoran el interior. ¿Eso es una pintura de las partes íntimas de una mujer? Estoy en shock.

—Así que tu madre es sexóloga.

Suspira, estamos sentados uno al lado del otro en el sillón de la sala admirando el atardecer de la ciudad. Asiente sin mirarme.

—Especializada en terapia de parejas, a eso se dedica mayormente. Además es educadora sexual en la clínica donde mi tío es director médico.

Sigo en shock. Al parecer la señora SunJi tiene su despacho en casa y su decoración, libros y demás objetos didácticos tienen que ver con el sexo. Interesante.

—¿Tu novio lo sabe?

Afirma con la cabeza de forma desinteresada.

—Sus padres también, pero como mi abuela es muy amiga de los Cha supo persuadirlos. —su tono es irónico— Al señor DongMin le parece hilarante, su esposa no tiene voz ni voto. A EunWoo se le hace interesante ya que... —gesticula sin terminar la frase. No es necesario que me diga, lo entendí a la perfección. Exhala por la boca y se encoge de hombros— Bueno, mientras nadie lo sepa por él está bien.

—¿Qué nadie sepa qué? —una de mis cejas se eleva— ¿La profesión de tu madre? SunTae no debería importar lo que los demás piensen.

Tiene esa mirada habitual de disgusto, aunque está vez es un poco más acentuada.

—No pensarías lo mismo si fuera tu propia madre.

—Suena una profesión fascinante a mi parecer. —me mira fijamente de soslayo— Qué la gente tenga una mente tan cerrada a estas alturas de la época moderna no es su problema. Y menos cuando el sexo que es tabú para algunos para otros es fundamental en el desarrollo de una pareja, todavía más si buscan concebir.

Se encoge de hombros. Me parece una completa estupidez que critiquen o juzguen las decisiones de los demás. Después de todo, la madre de SunTae estudió e instruyó para tener los muchos diplomas colgados que logré ver en esa habitación.

—Ayudó a JiMin en su momento con su sexualidad. —murmura— Appa siente orgullo porque aún ella siendo la menor de una familia de poder no se amedrentó a la hora de elegir una carrera. Le hizo frente a mi abuela y eligió ser feliz viviendo de lo que le apasiona ocupándose a la vez de mantener a su pequeña familia feliz.

—¿Sientes vergüenza de ella? —me mira indignada, niega— ¿Entonces? Qué EunWoo y su familia de obtusos mentales sigan pensando en siguen en la Era de Piedra. Tu madre es una mujer admirable al igual que tu padre.

Se acomoda casi recostando su espalda en el reposabrazos acolchado poniendo distancia entre ambos, eso no me impide captar la pequeña sonrisa que adorna sus carnosos labios e intenta esconder. Se queja del dolor y parece a punto de levantarse. La detengo.

—Tranquila, iré a traer las compresas y la bolsa de agua caliente —acomodo la delgada manta sobre sus piernas antes de dirigirme a la cocina. Llevaré agua y los snacks saludables que preparó. SunTae consume mucha comida baja en azúcares y grasas saturadas. Determinadas frutas y verduras o ciertos granos. Está en el momento donde cualquier mujer pediría comer comida chatarra y ella disfruta de palitos de batatas, pepinos en rodajas y un copón de yogurt natural con semillas de chía. Sigo pensando que tiene algún problema y no se cómo abordarlo sin sonar invasivo. Debería pedirle una opinión a hyung, tal vez sea algo psicológico. Entonces recuerdo que JiEun se encargaba de la rama psicológica en desordenes alimenticios— SunTae, ¿no sé te antoja helado? —niega— algún dulce o algo más, rico.

Niega y vuelve a negar.

—Con esto estoy bien. —sonríe— Gracias.

Me siento a su lado aún con la duda pero decido dejarlo pasar. Su cabeza está sobre el respaldo ahora, le propuse ver una película. Su madre está en camino pues le aviso lo mal que se sentía. Así que me quedaré mientras tanto. Suspiro.

—¿EunWoo? No lo he visto por la universidad.

Hace otra mueca de dolor y se remueve de su sitio. Decide acostarse a lo largo del mueble cubriéndose mejor con la manta hasta el pecho y es cuando sus pies tocan ligeramente mi muslo, estan helados. El aire está en veinticuatro, está fresco para este húmedo calor, sin embargo, SunTae siente frío. Me acomodo de costado levantando también mis piernas, mis manos involuntariamente se meten dentro de la manta y comienzan a impartir calor a sus pies mientras los masajeo.

—Se fue de viaje con su padre a Tokio. Negocios.

Tengo entendido que son tres hermanos varones. El mayor también trabaja en esto de bienes raíces, es abogado y fundó un famoso hotel de cinco estrellas en Seúl. El del medio tiene una exclusiva discoteca y restaurante aquí en Busan. EunWoo es el menor de ellos, el consentido y heredero. Por eso no entiendo qué hace en una carrera como lo es licenciatura en nutrición. Se supone que debería estar en algo más acordé al negocio familiar, como dice SunTae. Me genera demasiadas interrogantes.

—Tampoco es como si me sirviera de algo su presencia. —dice desanimada. Bufa— Las ocasiones en que me acompañó me llamó exagerada, discutíamos a gritos y terminaba lanzándole libros a la cabeza para echarlo de mi casa. Así que cuando llega la fecha yo le aviso y durante los días en que dura está porquería no nos vemos o hablamos.

Resoplo una risa. Está claramente a la vista la situación y la obvia respuesta a su solución. Ella me mira con un claro ¿qué? Figurando en su rostro limpio de maquillaje ante mi acción.

—Te mereces algo mejor, SunTae. —niego— No entiendo porqué sigues en una relación que es más desdicha que felicidad.

Se reincorpora rápidamente quitando sus pies de mi poder.

—¿Tú qué sabes? Ni siquiera me conoces o sabes cómo somos nosotros para juzgar nuestra relación.

—Lo digo porque salta a la vista y no hay que ser genio para entender que ustedes dos pasan más tiempo discutiendo y en malos términos. —esta indignada ante mis palabras, me mira reprochándome, con un brillo particular y tal vez encendí a la bestia calmada en su interior ya que se levanta como si hace minutos atrás no se estuviera retorciendo del dolor y me lanza una almohada a la cara con total violencia. Al menos no fue el jarrón de cristal del centro de la mesa de café— ¡SunTae!

—¡Déjame en paz! ¡Lárgate!

Camina un poco inclinada hacia adelante profiriendo gemidos de dolor, se sotiene su vientre bajo en dirección a la escalera. Comienzo arrepentirme todo lo que le dije.

—¡SunTae! Lo siento.

—¡No me hables!

Su voz sonó quebrada. Maldición, JungKook. No podías mantener la boca cerrada, ¿verdad? La sigo, está a punto de subir los escalones pero se detiene. Es obvio que está adolorida, entonces se me ocurre lo único que viene a la mente cuando la escucho sollozar. La levanto entre mis brazos cuál princesa y la regreso de nuevo a la comodidad del sofá. La recuesto donde antes estaba, le acomodo mejor la almohada debajo de la cabeza y la cubro con la manta poniendo más énfasis en sus pies. Me siento a su lado, no me mira, se tapa parcialmente los ojos con las mangas de su suéter. Suspiro.

—Lo siento, flaquita. No quise ser grosero. Es solo…

No sé que decir en verdad. Incluso a mí me sorprendió mi repentino arrebato. Sorbe por la nariz. Vuelvo a susurrarle de forma dulce lo siento una vez más. Mi mano sube y baja en suaves caricias sobre sus piernas por encima de la manta. Apenas puedo ver su rostro enfermizo pero tengo una vista de sus carnosos labios rosados que tiemblan muy poquito. Respira profundamente, con ambas manos cubiertas por las mangas refriega su rostro y al sacarlas me muestra una expresión sombría que termina ocasionadome gracia en mi interior cuando me dice.

—Vas a tener que hacer mucho para que te perdone, pedazo de atrevido sin escrúpulos.

Resoplo una risa, atina a pincharme la piel de mi antebrazo, me quejo y me impide alejarme cuando intento tapar su rostro con una almohada para ahogarla de mentira, su mano se empuñó en mi camiseta y ahora ambos estamos forcejeando por ver quien molesta mas al otro.

En otras noticias:

TE AMO MIN YOONGI🤣
(No apruebo ni justificó lo que pasó pero es mejor tomarlo con humor)

💜💜💜

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