𝗖𝗮𝗽𝗶𝘁𝘂𝗹𝗼 𝗱𝗶𝗲𝘇 - 𝗫
Hace unos años habría sido impensable para Diez, ahora Dahlia, pensar en vivir en una bonita casa con una agradable familia. Pero ahora era una realidad. Se acabaron las insufribles pruebas y la gran soledad que inundaba a la chica cuando el tiempo de estar con Once se terminaba. En esta nueva etapa de su vida solo tenía que coger su bici y pedalear hasta la casa del Jefe policía de la ciudad. Definitivamente hubiera sido impensable.
La joven rubia sonreía con las manos alzadas al cielo, respirando el limpio aire de Hawkins con olor a las preciosas flores de las casas de Hawkins. El cálido y agradable aire del atardecer de verano le daba en el rostro debido a la velocidad a la que llevaba su bicicleta, pero para ella era una sensación de la que jamás se aburriría.
Apenas había pasado un año desde que Once cerró el portal y todo había vuelto a la normalidad, y con sus largos catorce años podía decir que había vivido lo que nadie, y que era considerablemente más madura que las chicas de su edad. También había crecido físicamente, su cuerpo había cambiado y ahora se asemejaba más a una mujer.
Pero no todo era positivo, casi le dio un ataque cuando vio que su ropa interior se había teñido de un color rojo durante una noche de primavera. Por fortuna tuvo a su madre Joyce para que la rescatara, y aprendió mucho sobre su cuerpo y lo maravilloso que era. Exceptuando por los cólicos, claro. Aunque nunca lo admitiría, en una de sus menstruaciones dolorosas no pudo evitar lanzar un jarrón contra la pared con su telequinesis. La culpa fue dirigida a Will.
—¡Ten cuidado! —gritó pasando delante de la pelirroja para molestarla, haciendo que casi perdiera el equilibrio de su monopatín.
—¡Lia! —exclamó parándose en seco. Al sentir como su corazón iba a toda velocidad puso su mano en su pecho y comenzó a tomar aire—. Por dios, ¿Me quieres matar?
La rubia rió cortamente, y se bajó de su bicicleta granate llena de pegatinas sin dejar de mirarla. Sus manos se guiaron delicadamente a la cintura de Max. Ella rodeó su cuello y le se acercó para darle un corto beso en los labios.
—Claro que no —negó con una sonrisa—. ¿Por qué querría matar a mi novia?
La mano traviesa de la mayor se acercó a la cara de la pecosa para después tocar su nariz con la yema de su dedo índice, provocando una risa en la pelirroja.
—Supongo que tienes razón, no sé que harías sin mí —vaciló sin dejar de mirar los labios de Lia.
Inconscientemente el vello de ambas se erizó y sus corazones latieron con más fuerza. Era surrealista en cierto modo. Pasaron de ser amigas a novias de un día para otro, pues aquel beso en el baile de invierno lo había cambiado todo. No había forma en el universo de que no supieran lo que sentían después de eso.
Incluso con las preocupaciones de Max de lo que el pueblo pudiese opinar, decidieron dar vía libre a una relación sana y sin miedo a mostrar lo que eran.
—Tienes razón, de hecho si no recibo un beso tuyo cada dos minutos me empieza a faltar el aire —dramatizó apretando el agarre en la cintura de Max.
—Eso tiene una solución muy fácil.
Cuando Max se acercó para besar los delicados y rosados labios de la rubia unos gritos se hicieron escuchar a algunos metros detrás de ellas. Sin soltar a Lia, la pelirroja se inclinó a un lado para poder ver a los idiotas de sus amigos lanzar besos al aire y hacer formas de corazones con sus manos.
—No puedo creer lo inmaduros que sois —farfulló Mayfield separando su rostro de la rubia.
—Tenéis todo el verano para besuquearos por ahí, pero ahora tenemos una película para ver, a la cual vamos tarde —se quejó Lucas—. Andando.
Will fue tras él, y después le siguieron Max y Lia. Para su desgracia ese no había sido el único beso que el chico había interrumpido.
[...]
—Llegas tarde, otra vez —reprochó Lucas cuando Mike aparcó su bicicleta.
—Lo siento.
—Nos perderemos la película —habló Will con fastidio mientras Mike ponía la cadena a su bici.
—Si no paráis de quejaros sí —finalizó entrando al centro comercial.
—"Si no paráis de quejaros sí" —repitió Lucas haciendo sonidos de burla junto con Max, a quien siempre se le hacía divertido molestar a Mike.
—Parad ya —dijo obviamente molesto.
—Deja que adivine, estabas ocupado —Sinclair empezó a tirar besos al aire.
—Muy maduro Lucas.
—"Oh, Ce. Ojalá pudiéramos enrollarnos para siempre y dejar de ver a nuestros amigos" —dijo el moreno mientras simulaba picos con sus manos.
—Lucas, para —Max rodó los ojos mientras lo decía.
—A Will le ha hecho gracia —dijo la rubia al ver a su hermano reír.
—Que gracioso que quiera pasar un momento romántico con mi novia —Dahlia observó a Mike con una ceja alzada. Bajó un poco el ritmo para alcanzar a Max y sin que ella lo esperarase rodeó su cuello con su brazo.
—Yo ya estoy pasando un momento romántico con mi novia, Y además, estoy con mis amigos —dijo provocando carcajadas divertidas en Maxine—. ¿Sabes la definición de espacio personal? Es algo muy importante en una relación, y si no lo respetas crearás problemas.
—Qué sabrás tú —refunfuñó Mike.
—Es la verdad —rió.
Los cinco chicos bajaron las escaleras mecánicas lo más rápido posible, esquivando y golpeando a la mayoría de clientes que bajaban tranquilamente la escalera. Lia fue la encargada de disculparse con cada persona con la que chocaban, ya que parecía que sus amigos estaban demasiado ocupados como para hacerlo.
—¡Cuidado! —exclamaron un grupo de chicas que pasaban por allí.
—Eso pardillo, ¡ten cuidado! —gritó la hermana pequeña de Lucas, Erica.
—¿Tú no deberías estar en la cama? —respondió este arrugando la nariz.
—¿Y tú no deberías estar muerto?
—Pirada.
—Caraculo.
—¡Mal bicho!
—¡Pedorro!
Lucas, ofendido, le sacó la lengua e hizo un sonido de pedo con su boca. Max rodó los ojos y lo agarró de un brazo para llevarlo hacia la heladería Scoops Ahoy, donde trabajaba Steve Harrington.
Mike fue el que se acercó al mostrador, dando seguidas veces a la campanilla a pesar de que la compañera de Steve, Robin, estaba mirándolo algo cansada.
—Eh, zoquete, han venido tus niños.
—¿Otra vez? ¿En serio? —dijo cansado, pero dejándolos entrar— Un segundo —paró a Lia agarrándola del hombro— ¿No se supone que tú y la otra Wonder Woman no tenéis permiso para estar aquí?
—De hecho, no estoy aquí —se hizo invisible en un abrir y cerrar de ojos.
—Os juro que como alguien se entere de esto... —dijo rindiéndose.
—¡Nos matas! —finalizaron en coro.
Asegurándose de que nadie más los viera entraron al cine y corrieron para encontrar los mejores asientos. Lia ni si quiera sabía que película era, solo le hacía ilusión ir al centro comercial con sus amigos.
—Lucas, hemos llegado a tiempo —dijo Mike cuando se sentaron en los asientos del cine.
—Pero no a los trailers —protestó.
—Pero sí a la película, pedorro —se rió Max.
Will y Mike repartieron la comida para disfrutar mejor la película, pero al poco de empezar se apagó, algo se había estropeado. Se escucharon muchos abucheos por la gente, y Lia pensó que era absolutamente gafe. No pasaron muchos minutos hasta que la electricidad volvió, pero había algo diferente. Will pudo sentirlo, era muy pequeño, pero lo suficiente como para notarlo. Lo que pensaron haber enterrado el año pasado había resurgido, y Will lo sabía muy bien.
[...]
—Ahora —susurró Mike a Lia y Once para que dejasen de usar sus poderes.
Las chicas abrieron los ojos y los juguetes de Dustin dejaron de funcionar. El rizado se acercó a ellos con confusión, intentando averiguar que había hecho que se movieran. Lia, quien sostenía un enorme cartel en el que ponía "Bienvenido, Dustin" iba encabezando a los demás, quienes la seguían sigilosamente. Max contó con sus dedos mirándolos a todos, y cuando llegó a tres todos hicieron sonar sus matasuegras.
Dustin saltó del susto y en menos de un segundo estaba gritando y lanzando el spray de cabello contra la primera persona que tenía enfrente. Exacto; Lia. Tanto Dustin como ella gritaban, uno del susto y la otra del dolor. Después de unos segundos el rizado se dio cuenta de que eran sus amigos, y dejó de atacar a la rubia.
—¡Ah! ¡Joder! ¡Dustin! —exclamó frotándose los ojos.
—Ups.
—Ven aquí —dijo Max, a lo que Lia caminó para el lado contrario, pues no veía nada—. No, por aquí —dijo esta vez tomando su mano.
—No veo nada y me arde —dijo sin abrir los ojos.
—Vamos, no parece tan malo, ven —respondió abriendo la llave del grifo.
Max tomó delicadamente la cabeza de su novia y la guió justo debajo del grifo abierto, con agua fría cayendo. Lia se limpió lo mejor que pudo mientras la pelirroja simplemente la observaba sobar sus ojos con sus manos.
—¿Mejor? —preguntó Mayfield una vez que Lia sacó su cabeza del grifo.
—Como pica —dijo intentando abrir sus ojos. Miró hacia la frente de Max y sin evitarlo sonrió divertida—. ¿Te ha salido un grano, Maxine?
Ella la miró incrédula y entreabrió sus labios ofendida— ¿Pero qué te pasa? —antes de que Byers pudiera contestar, su cabeza estaba de vuelta bajo el grifo.
—¡Era una pregunta! —exclamó sin saber que había dicho mal.
La pelirroja observó a sus amigos salir de la habitación e irse de la puerta. Se asomó curiosa al ver la enorme bolsa que Dustin traía con él, y tocó el hombro de Lia. Esta, volvió a levantar su cabeza del agua y observó detrás de ella.
—¿A donde vais? —preguntó Max.
—Vamos a hablar con la novia de Dustin —contestó Max.
Ambas chicas se miraron con los ojos bien abiertos— ¿Su novia?
[...]
—Oye, estoy segura de que en Utah tienen teléfonos —se quejó Max, quien llevaba una de las bolsas.
—Pero Suzie es mormona —explicó Dustin.
—No jodas, ¿Y no tienen electricidad? —Preguntó Lucas con sorpresa.
—Esos son los amish.
—¿Qué son los mormones? —preguntaron Will y Lia al mismo tiempo.
—Blancos súper religiosos, tienen electricidad, coche, y esas cosas —aclaró el rizado—. Pero como yo no soy mormón sus padres no lo aprobarían —dijo entre jadeos por el cansancio—. Es un poco... Shakespeariano
—¿Shakespeariano?
—Sí, en plan Romeo y Julieta. Amantes tragicos.
—Lo he pillado —dijo Max igual de cansada que Dustin.
Lia dejó de seguir la conversación cuando vio cuan melosos estaban Mike y Once el uno con el otro, riéndose juntos como idiotas. Claro que Dahlia quería a Ce con todo su corazón, pero el hecho de que no se pudiesen separar ni por un día era absolutamente agotador.
La rubia se sentía más distanciada de su hermana que cuando las separaron en el laboratorio, o incluso cuando no la vio durante el año que estuvo con Will. Adoraba ir a casa de Ce para pasar las tardes hablando, o aprendiendo a usar sus poderes para encontrar a quien ella quisiese en la oscuridad, pero cada vez esas quedadas se hacían menos frecuentes. Odiaba admitirlo, pero estaba muy celosa de Mike.
—¡Eh, tíos! —exclamó Mike, quien estaba varios metros detrás del grupo junto su novia—. Esto es muy divertido, pero...
—Tengo que ir a casa —terminó la frase por el azabache.
—Ya casi está —protestó Dustin señalando la colina, intentando convencerlos, pues no se habían visto en un mes.
—Lo siento tío, toque de queda —dijo con una sonrisa mientras tomaba la mano de Once—. Venga, vámonos.
—Buena suerte —la castaña dio una sonrisa sincera antes de irse, como siempre.
—¿Toque de queda a las cuatro? —cuestionó el rizado después de mirar su reloj.
—Es mentira —dijo Lia con los brazos cruzados.
—Llevan así todo el verano— dijo Will igual de molesto que su hermana.
—Es romántico —Maxine intentó excusarlos.
—Es asqueroso —atacó Will, aún con la mirada pegada en Mike y Ce.
—Es una mierda, acabo de volver.
—¡Ellos se lo pierden! Yo sí que quiero conocer a Suzie —Dijo Lia caminando hacia la colina y abrazando a Dustin por el hombro—. Te he echado de menos, Dust.
Cuando todos llegaron llegaron a la cima, Dustin sacó todas las piezas, y ayudó al resto a montarlas. Tardaron más de una hora en montarlo, pues el único que entendía como funcionaba esa cosa era Henderson, quien aseguró que el tiempo había valido totalmente la pena.
El chico agarró su radio antes de sentarse en el centro, dando una emocionada mirada a sus amigos.
—Suzie, soy Dustin. ¿Me recibes? Cambio —se quedó callado unos instantes. Miró de nuevo a sus amigos algo confundido y avergonzado por haber fallado su primer intento—. Un segundo, seguro que está ahí. Suzie, soy Dustin. ¿Me recibes? Cambio —nuevamente, no se escuchó nada más que ese blanco sonido de fondo—. Seguro que está ahí, es que puede que esté ocupada.
—Está bien, inténtalo otra vez —Lia le mostró una leve sonrisa a su amigo.
Dustin siguió intentándolo durante al menos dos horas más. Lia había estado la mayoría del tiempo tumbada en la hierba, con la cabeza apoyada en las piernas de su novia mientras esta le hacía masajes en el pelo.
Mientras que la rubia observaba el cielo claro que en algún punto se convirtió en un precioso cielo estrellado con la luna llena, Dustin no había parado de intentar hablar con su novia. Por alguna razón, mirar las estrellas le recordaba a aquellas imperfecciones, como Max las llamaba, favoritas de Byers: las pecas de la pelirroja. Había veces en las que tomaba su rostro entre sus manos y se quedaba un buen rato mirándola, hasta que Maxine se sonrojaba y se alejaba por vergüenza.
—Dustin, vamos. ¡Suzie no está! —exclamó Mayfield sin dejar de acariciar la cabeza de Lia.
—Sí que está, ¿vale? Lo cogerá.
—A lo mejor Cerebro no funciona —trató de excusar Lia mirando a Dustin.
—O a lo mejor Suzie no existe —dijo Lucas.
—¡Sí que existe!
—¿Es un genio y está más buena que Phoebe Cates? No hay tías tan perfectas.
—Claro que sí —dijo Dahlia con una sonrisa levantando la cabeza hacia Max.
—Ya sé que soy perfecta, y que Dustin nos está mintiendo.
—Pues yo sí le creo —rebatió Lia después de sentarse.
—Genial, pues tú y Will podéis quedaros hasta mañana esperando a Suzie, y cuando me veas te dejaré darme la razón —dijo dándole un corto beso antes de irse con Lucas.
No fue hasta que la pelirroja se fue que la joven Byers se dio cuenta del frío que hacia. Vaya que hacía frió esa noche de verano. Las mejillas pálidas de Lia se estaban enrojeciendo al igual que su nariz, pero eso no era suficiente como para quitar la sonrisa de su rostro.
—No les hagas caso, solo están celosos, sobre todo Lucas —dijo Lia riéndose.
—Bueno, estamos solos —dijo Dustin mirando a sus amigos.
—Es tarde —Will señaló su reloj.
—¿También nos vamos? —protesto Lia.
—Mamá se enfadará si no volvemos antes de las once, además, mañana jugaremos a dragones y mazmorras —una sonrisa apareció en su cara de forma involuntaria
—Bueno, lo siento Dust —dijo la rubia dándole un corto abrazo a su amigo—. Suerte.
Ambos hermanos se fueron con algo de tristeza por abandonar a Dustin, pero no tenía ningún tipo de sentido seguir esperando, era obvio que Suzie estaba ocupada o durmiendo.
Aunque Lia no lo preguntó, sabía que algo raro pasaba con Will. No podía decir exactamente qué era lo diferente en él, pero sabía que había algo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro