𝗖𝗮𝗽𝗶𝘁𝘂𝗹𝗼 𝗰𝗮𝘁𝗼𝗿𝗰𝗲 - 𝗫𝗜𝗩
El grupo de seis se encontraba en la casa de los Wheeler, en el sótano más específicamente. Todos miraban a Lia con una cinta en sus ojos, buscando a Hopper. En principió era Once quien lo iba a hacer, pero Lia quería sentirse útil, y desde que había aprendido a buscar en la oscuridad no había tenido oportunidad de hacerlo.
—Está en el bosque —habló al fin—. Con mi madre.
—¿Con nuestra madre? —preguntó Will preocupado.
—¿Y qué hacen?
—Se marchan a Illinois.
—¡Mike! ¡El desayuno! —gritó Karen Wheeler mientras tocaba la puerta.
—¡Ahora no, mamá!
—¿Illinois? ¿El estado? ¿El estado de Illinois? —preguntó Wheeler confuso.
—Eso creo —respondió Lia encogiéndose de hombros.
Después de esa información, Max llevó a la rubia al baño para limpiarle la nariz, a pesar de saber muy bien que podría haberlo hecho ella sola.
Cuando terminó se detuvo unos segundos al ver la marca que tenía en el cuello.
—¿Todavía te duele?
—Solo cuando hablo —contestó en voz baja.
Se creó un silencio incómodo entre ellas hasta que Max decidió hacer las cosas bien. Disculparse como era debido.
—Lo siento —sus mejillas se encendieron al decirlo. Lia pensó en lo adorable que se veía—. Yo solo... Quería disculparme.
—¿Por qué? —preguntó Byers sabiendo perfectamente la razón. Reprimió una sonrisa lo mejor que pudo, sin embargo su tarea se dificultó cuando Max comenzó a tartamudear.
—Me comporté mal, y... Y fui una idiota.
—Está bien, Maxine —Lia sonrió con comprensión—. Yo siento haber sido mala novia.
—¡No! No, no. Eres la mejor novia que pudiera tener. Es que fui una orgullosa y... Dios. Sabes lo mucho que me irrita que no me den la razón aunque no la tenga. Soy yo la que debe disculparse, yo fui la mala novia, tú fuiste siempre la que pensaba con el cerebro y no se dejaba llevar por sus estúpidos impulsos de querer matar a Mike todo el rato y de-
Su visión se volvió negra y por un segundo se asustó. Pero no. Solo había cerrado sus ojos sin darse cuenta y había retenido el aire en sus pulmones abruptamente. Estaba justificado. Lia la había callado con+ un beso. Tres días sin besar a Max había sido una lenta y dolorosa tortura.
Lia casi se desvaneció cuando sintió a Max corresponderle algo desesperada. Las manos de la pelirroja se dirigieron a la parte baja de la espalda y presionó su cuerpo contra el suyo para después soltar un pequeño suspiro de alegría. Ella también lo había pasado mal esos días sin tener a Lia cerca, y quería besarla con todo el amor que tenía dentro. Quería demostrarle que de verdad le importaba y que había cometido un error que no volvería a repetir.
Ambas se separaron lentamente aún sin abrir sus ojos azules. Max recargó su frente en la de Lia y sonrió mientras sus mejillas tomaban un leve color rojo. Luego, dejó caer suavemente su cabeza sobre el hombro de la rubia.
—Yo... —balbuceó Max— Lia, yo...
—¿Qué, Maxie?
El corazón de la pelirroja saltó de alegría. Luego, tomó aire y sus manos parecieron apretar nuevamente la cintura de Byers. Dios santo, estaba nerviosa. Lia no había tenido muchas oportunidades de verla así.
—Sabes que no soy buena hablando de sentimientos y esas cosas, pero... Ya sabes. Estando contigo tuve la suerte de... Dios —murmuró aún escondida en su hombro—. Sentir algo bonito.
—¿Max? —la llamó, intentando llegar al trasfondo de la conversación.
—Lia yo... te...
—Mike abre la puerta —escucharon ambas.
Era Nancy. Si ella estaba allí solo podía significar una cosa. La situación era muy grave.
[...]
—Era lo mismo, exactamente lo mismo que le pasó a Will el año pasado. Y mirad —dijo Nancy cogiendo la libreta y poniéndola delante de los chicos. Señaló una de las temperaturas—; las temperaturas corporales.
—Le gusta el frío.
—Vale, la chiflada que comió fertilizante... —comenzó Mike.
—La señora Driscoll —corrigió Nancy con molestia.
—Sí eso, la señora Driscoll. ¿A qué hora fue el ataque?
—Anoche.
—Sí, ¿Pero a qué hora exactamente?
—Sobre las nueve —respondió su hermana mayor.
—¿Y no me llamaste antes? —preguntó Jonathan esta vez.
—Esperaba que le medico le hiciera las pruebas.
—¿Tú no estabas allí? —Will.
—Bueno, ya estoy aquí, ¿No?
—¡Aleluya! —exclamó, pero al ver la incomodidad que se formó decidió volver al tema— Bueno, ¿A qué hora fue lo de la sauna?
—Sobre las nueve —contestaron los chicos al unísono.
—Eso lo demuestra. Demuestra mi teoría —dijo Nancy orgullosa.
—Es una esclava, al igual que Billy.
—¿Esclava? —preguntó Jonathan confuso.
—El azotamentes esclaviza a la gente —explicó Mike—. Les controla la mente, y cuando lo hace se convierten en él.
—Si hay dos esclavos podemos deducir que habrá más —finalizó Lia.
—Heather —nombró Ce—. Billy le estaba haciendo algo. Estaba asustada. Estaba gritando —miró a Nancy con preocupación—. Gritos malos.
—¿Es que hay gritos buenos? —preguntó Lia confundida.
—Max dice que-
—No importa —interrumpió mostrando una mueca algo apurada.
—Perdonad estoy perdida. ¿Quien es Heather?
—Es socorrista en la piscina —respondió Max
—¿Heather Holloway? —preguntó Nancy, y las chicas asintieron a la vez
[...]
Tras un largo viaje por fin estaban en la casa de los Holloway, era realmente grande. Al no haber recibido respuesta después de tocar el timbre Once abrió la puerta con su mente.
—Caray, que frío hace—se quejó la pelirroja abrazándose a si misma.
Dahlia, quien estaba a su lado, tomó la mano de su novia y la guió hacia el costado de su propia cintura, y luego estiro su brazo para rodearla de la misma manera. Max pudo jurar que su temperatura corporal subió en cuestión de segundos, y como para no hacerlo; tenía a Lia pegada a ella y la estaba tomando de esa zona que tanto le gustaba.
—¿Notáis el olor? —saltó Nancy.
—¿Estás bien? —le preguntó Maxine a su novia.
—¿Tú lo estás?
Max miró a los demás. Claramente estaban demasiado distraídos como para fijarse en ellas, así que simplemente dejó un delicado beso en la mejilla de Lia. Se había ganado una sonrisa. Esa era la mejor de las recompensas.
—El señor Clarke en quinto —empezó Mike—. Planteamiento. ¿Qué ocurre si mezclas productos químicos?
—Creas una sustancia nueva —hablaron Will y Lucas al unísono.
—¿Y si están fabricando algo?
—¿En su interior? Venga, si te bebieras esto te mataría —comentó Max algo asqueada.
—Sí, si eres humano —respondió Lucas.
Las miradas se centraron en Nancy cuando la vieron caminar hacia el salón. La mujer se agachó al ver una mancha roja en la alfombra.
—Sangre —dijo antes de continuar—. Ayer Tom tenía una tirita en la frente —estuvo en silencio unos segundos hasta deducir lo que había pasado cuando cogió la botella de vino que estaba en el suelo—. ¡Le golpearon!
Siguieron caminando hasta encontrar una nueva habitación. Estaba igual de vacía que el resto de la casa, pero había algo que no cuadraba. Una cuerda en mitad del suelo.
—Debieron de atarlos —dedujo Jonathan—. Se los llevaron a alguna parte.
—La señora Driscoll repetía sin parar "tengo que volver" —recordó Nancy— ¿Y si el azotamentes se los lleva a otra parte? Todo habrá empezado en algún punto. El origen.
—Un lugar que él no quería que yo viera —dijo Once con un semblante serio.
—Si encontramos el origen, a lo mejor podremos detenerle o al menos evitar que se extienda y haga lo que sea con los productos químicos.
—¿Cómo le encontramos?
—La señora Driscoll —habló Will—. Si tantas ganas tiene de ir, ¿por qué no dejarla?
[...]
Jonathan y Nancy se habían atribuido el papel de entrar primero a ver a la señora Driscoll. Al ver que tardaban Lia supuso que estaban observando los informes para comparar la teoría que habían creado antes con todo el grupo.
Por obvias razones, Lia odiaba los hospitales. Solo le traían recuerdos del laboratorio, y se sentía realmente inquieta. No comprendía como Once podía estar tan tranquila leyendo una revista. Max no era tonta, notó la inquietud de Dahlia al instante por como no paraba de mover su pierna ni de jugar con sus manos.
Se acercó a ella— Voy a por algo a la maquina, ¿quieres algo?
—¿Qué? Ah, vale —asintió con una sonrisa, volviendo a estar tan cálida como siempre.
Las dos fueron hasta la máquina expendedora, encontrándose con Mike metiendo una moneda para pagar un Kit Kat. Pero para su mala suerte, este se había atascado. El azabache comenzó a golpear el aparato mientras que Lia no podía parar de reír, hasta que por alguna razón todos los dulces y snacks cayeron.
Mike observó de reojo a su ex novia y no se había dado cuenta de la mirada de Lia sobre él.
—Gracias—agradeció Wheeler a Once. Esta solamente hizo un movimiento de cabeza y volvió a su lectura de revista junto a Maxine.
—Ve con ella —susurró Lia mientras recogía unos Skittles.
—¿Qué? ¿Ahora?
—Claro que ahora, Michael —miró de reojo a su mejor amiga—. Solo, no mientas esta vez —le guiñó un ojo al chico antes de que se fuera.
Lia se giró hacia Max mientras abría su bolsa de caramelos. Le dirigió una sonrisa divertida antes de hablar.
—Te reto a que atrapes cinco de estas seguidas —dijo levantando las cejas.
—Puedo hacer incluso diez, Byers.
—Parecerás idiota... —advirtió Lucas buscando molestar a la pelirroja.
—Y una cobarde. Atrapa quince.
—Vas a tragarte tus palabras, Lia.
—Oh, no me digas.
Maxine sonrió a la vez que Dahlia. La rubia tomó un caramelo rojo y comenzaron a jugar para distraerse del gran problema que se les avecinaba.
Mike y Ce se habían sentado juntos y Will, algo dolido por qué el azabache lo echara de ahí, salió de su sitio y se puso a un lado para observar a la pareja de chicas jugar con los caramelos. En el fondo estaba muy feliz por su hermana.
Max tenía la boca llena de Skittles y reía a carcajadas tratando de no ahogarse ni de masticar sin darse cuenta. Lia también se reía, incluso más que la pelirroja. Ese ambiente era agradable, cómodo... Feliz.
Minutos más tarde, cuando Mayfield se los tragó todos dejando sorprendida a Lia, la situación cayó en picado.
—Está aquí —susurró Will atemorizado.
—Nancy y Jonathan —dijo Lia atemorizada.
Sin perder más tiempo los chicos corrieron con todas sus fuerzas por el hospital en busca la pareja adulta, ya que el ascensor no funcionaba. El grupo encontró a Jonathan pegando golpes al cristal de una puerta con una bomba de oxígeno, y él al verlos dejó que Once y Lia usasen sus poderes.
Lanzaron la puerta por los aires y se encontraron con el asqueroso monstruo, quien tenía a Nancy apresada debajo suyo. Once alzó su brazo y atrapó al gran monstruo , golpeándolo contra todas las paredes de la habitación sin remordimientos. Finalmente, Lia lo lanzó por la ventana.
En ese momento todos creyeron que habían derrotado a esa criatura, pero eso no podía estar más lejos de la realidad. Cuando salieron del hospital para ver lo que quedaba de esa cosa vieron como mientras se deshacía se iba metiendo por una alcantarilla. Definitivamente las cosas no habían terminado todavía.
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