Fantasmas de navidad
Advertencias: Leve angustia pero hay final feliz.
Y cuando mires para el cielo,
por cada estrella que aparezca,
amor, es un “te quiero”
-Abrázame, Juan Gabriel.
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Dazai es visitado por su versión pasada, y futura. Básicamente, le dan un regalo de navidad.
“No puedo creer que odies tanto la idea de pasar navidad conmigo” la queja de Chuuya llenó sus oídos luego de negarse a cenar con él.
“Tengo planes más importantes que Chuuya, por ejemplo, colgarme del techo” pese a ser una broma inocente que normalmente pasaría desapercibida por el otro, ese día tuvo más peso que antes, quizás era la temporada nostálgica, o que no se sintió como otra broma.
“Si tanto quieres morir, lo mejor será que acabemos con esto de una buena vez, antes de que se convierta en una carga para mí. No quiero estar con alguien que me toma como una distracción hasta su suicidio” su tono fue tranquilo, aunque el hombre más bajo se quebraba por dentro, especialmente cuando Dazai asintió.
“Si piensas eso, no puedo hacer nada más. Debo irme, hasta luego, Chuuya”.
Cansado, estaba totalmente cansado de vivir.
Después de pelear con Chuuya y terminar definitivamente su relación pasó dos semanas recapacitando sobre sus días futuros, y cayó en cuenta de que su principal motivo para vivir era no herir a Chuuya. Ese vacío combinado con otras cosas que arrastraba, lo llevaron a una severa depresión.
El trabajo en la agencia era el recuerdo vivido de la ausencia de su primer y único amigo. ¿Cómo podía alguien vivir de ese modo?, alejando a quienes amaba, y destruyendo vidas como un tornado. Tal vez eso era Dazai Osamu en resumidas cuentas, una plaga que nadie soportaría.
Llegó a casa acompañado de whisky (más costoso que su renta) y puso música en el viejo reproductor de vinilos que Chuuya le regaló con la excusa de verse mejor si usaba aparatos “Clásicos”. Copa tras copa su mente divagaba más en su vida, lo oscura que fue para tratar de suicidarse desde los catorce años, todo lo que aguantó los años anteriores y posteriores de unirse a la mafia. Era tanto y apenas tenía veintidós años.
La cuerda junto a su vaso lo motivó a tomarla para atarla a su cuello, la preparó durante días para que soportará su peso.
—No debería quejarme, Chuuya ni siquiera puede aferrarse a un pasado —bebió de un trago su última copa—. Creo que al igual que otras cosas, fue mi culpa…Dios ¿Hice algo tan malo como para ser yo? ¿Qué clase de castigo debo recibir para que sea suficiente?
Subió a la silla y la ató a la tarima del techo, por un momento pensó que moriría cuando dejó caer su peso, pero su soga se rompió y con ella, Dazai cayó al suelo.
Las luces comenzaron a parpadear, y una corriente de viento lo obligó a abrazarse a sí mismo. Un escalofrío recorrió su espina dorsal de manera violenta cuando la voz juvenil de alguien susurró en su oído "Idiota". Su mirada se encontró con la de un Dazai más joven, quizás de unos trece años, o menos. Le sonrió de manera burlona antes de tomar su vaso de whisky para olfatearlo—. No huele bien, ¿Sabe bien?
El detective parpadeó un montón de veces, incluso talló sus ojos con rudeza—. ¿Estoy muerto?
—Si estuvieras muerto, eso significa que yo, un recuerdo del pasado no podría hablar contigo…o tal vez ya estamos muertos y converso contigo porque…no eso no tiene sentido —dejó el vaso en su lugar antes de subirse a la mesa totalmente sentado frente al mayor—. Entonces, digamos que soy tu regalo de navidad.
El Dazai adulto alzó las cejas confundido—. ¿Qué se supone que haga contigo?
El niño movió los hombros burlón—. Adivina, pero yo me haría muchas preguntas —antes de continuar, su versión mayor lo interrumpió.
—No, no me sirve recordar cosas que no puedo cambiar y no eres mi versión femenina o mínimo mayor para tener sexo conmigo mismo —hizo un puchero—. Ya sé, viniste a contagiar el espíritu navideño. Dame mi regalo y vete.
El niño de cara vendada asintió en silencio. Se puso de pie y señaló la pared—. Esto de ser un fantasma de la navidad es agotador, apúrate o quédate atrás. Iremos al pasado, podría ser cualquier época pero dadas las circunstancias, ambos sabemos que será en navidad.
El castaño más alto notó como todo su departamento se distorsionaba hasta parecerse mucho a su antigua casa, o al menos dónde habitaba. Recordaba claramente esa navidad, fue cuando su madre enfermó todavía más, y murió dos noches después. Tane, de apariencia delgada y fina como la suya, se encontraba acostada mientras su padre al igual que toda su infancia estuvo ausente.
— Esto sigue estando como ese día, ¿Cuántos años teníamos? —preguntó el menor—. Me salté las indicaciones cuando me convertí en este fantasma de navidad.
—Ya recuerdo, teníamos nueve años —sus palabras cesaron cuando un Dazai de nueve años apareció para tomar ponche de huevo que días antes compró—. Que niño tan raro era —paseó un rato por la casa, teniendo el leve sentimiento de melancolía, claro que su "yo" adolescente no dejaba de seguirlo.
—No se supone que estemos aquí para esto, debes ver algo específico —tiraba de su gabardina pero ni él podía derribar a un Dazai Osamu curioso.
—No creo que un niño deba darme órdenes, después de todo, soy el más listo—sacó la lengua y siguió revisando el ático—. ¡Amaba este videojuego! —lo señaló para intentar tomarlo, pero no podía, su cuerpo era transparente—. Ni hablar, no puedo divertirme.
Al final se dió por vencido y bajó a la sala donde descansaba su versión más pequeña, el pequeño comía solo pese a ser navidad. Sus ojos aún brillaban. El infante tarareaba una canción al azar antes de saltar de su silla y correr al cuarto de su madre—. ¡¿Ya puedo abrir los regalos?!
La débil voz le dijo que sí, y él corrió hasta el árbol para romper el papel envoltorio, estaba emocionado, estaba exaltado. Sus risas se convirtieron en pequeños jadeos hasta que se percataron de que lloraba, el Dazai de nueve años lloraba a la par que abría regalo tras regalo.
—Esa navidad al igual que otras, lloré mucho, o lloramos —dijo el adulto.
—Aquí comienza nuestro declive, en menos de seis años ya estábamos en la Port Mafia —chasqueó los dedos y el recuerdo se distorsionó hasta parecerse a la sala de un hospital, era su primera navidad con Mori Ōgai—. Está es mi época, así que no tengo idea de lo que pasará.
El más alto vió todo como lo recordaba; Mori tuvo que ir a una “investigación”, y eso significaba que se llevó a Elise con él—. Vas a colgarte del techo en diez minutos, y sentirás que de verdad morirás, pero ese doctor te bajará y así será todo este año: tú tratando de morir, y él salvándote.
—Entonces es la peor navidad de todas —respondió el niño.
Dazai sonrió antes de apretar sus mejillas con rudeza—. Es la única por la que estoy agradecido, lo entenderás en un año, será cuando llegué tu regalo —el mayor no era sentimental, pero quizás Dios le mostró todo eso para hacerlo sentir agradecido con Chuuya—. Tal parece que llegamos al final del viaje, entonces adiós, demonio prodigio.
El de cara vendada negó—. Él futuro quiere verte —y señaló al castaño al fondo de la sala, era similar al detective, pero aparentaba ser más miserable—. No me digas nada, no quiero saber que sigo vivo a los cuarenta…
—Tendría veinticinco —dijo cortante—. Me llevó al idiota que arruinó nuestras vidas —se encaminó al otro adulto tomándolo del brazo para llevarlo fuera del consultorio. El escenario era distinto, era el centro de Yokohama—. Digamos que logramos morir la navidad de hace tres años, pero no solo afectamos nuestra vida…ven, te mostraré la agencia.
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Atsushi no sonreía, pese a tener el sombrero de Santa, solo lo usó porque Kyoka se lo dió. La menor tampoco dijo nada hasta que el otro lo hizo—. Hoy murió, y sigo sin creer que es verdad, todavía espero a que Dazai-san regrese a trabajar.
Ambos Dazai miraban todo sentados en el sofá de la agencia, Yosano se acercó a los menores para conversar con ellos—. Ya sé, es extraño no escucharlo, creo que nunca le dije que entendía como se sentía…
Kunikida carraspeó levemente—. Mocoso, Dazai deseaba morir, y por más que duela, debes estar feliz porque cumplió sus deseos, eso es lo que un amigo debería sentir —acomodó sus gafas para verlo a los ojos—. Dazai estaría decepcionado si los viera deprimidos por su culpa, diría que no murió para dejarles una mala navidad.
—Algo que no entiendo es ¿Por qué crecí si morí? quiero decir, eres más grande que yo —dijo confundido por su futura apariencia.
—El recuerdo de las personas me mantiene vivo de cierta forma, normalmente es Chuuya el que piensa más en tí…
—¿Dónde está Chuuya?
El más grande salió a pasos largos de la oficina—. Esa es la peor parte —cuando estaban fuera del edificio lo guió en dirección al cementerio cerca del mar, les tomó mucho tiempo, pero llegaron y junto a la tumba de Oda, estaba la suya y en ella las flores que Nakahara acomodaba meticulosamente.
—Está vivo…que alivio —suspiró con tranquilidad hasta que oyó los sollozos de Chuuya.
—Te odio, ¿Lo sabías idiota Dazai? —dijo sin saber que lo escuchaba—. Me prometí no odiarte si morías, pero no puedo cumplirlo, te odio por dejarme solo, te odio porque no me dejaste despedirme. Y te odio todavía más por no enseñarme a estar sin tí —limpió las pequeñas lágrimas que bajaban por sus mejillas—. Pero bueno, esto no se trata sobre mí, es sobre tu aniversario y que para mi desgracia me acuerdo de tí.
El Osamu de veintidós años pasó saliva con dificultad—. Ya no quiero ver esto…
—Pero debes verlo, es importante —interrumpió el mayor—. Es importante para Chuuya.
El de cabellos cobrizos sorbió su nariz antes de sentarse junto a la lápida de Dazai—. No puedo creer que nunca fuí suficiente para tí…y lo lamento, porque de haberlo sido estarías con vida. Siempre fuiste mi compañero y ahora no estás, es raro —soltó una risita—. Nunca me arrepentiré de haberte amado, pero espero dejar de hacerlo pronto, es doloroso parece que ambos tuvimos suficiente de esto.
El de gabardina café lloraba sin darse cuenta, hasta que las gotas saladas impactaron contra sus zapatos—. Lo siento mucho, Chuuya, de haberlo sabido nunca te habría correspondido.
Su versión mayor chasqueó sus dedos convirtiendo el espacio en la entrada del edificio de Nakahara—. Esto es lo que él hacía mientras nosotros morimos.
El suicida limpió sus lágrimas una a una con menos cuidado—. Estaba cenando, me dijo que prepararía pavo al horno —el contrario negó.
—Te llamó quince veces, y cuando decidió buscarte, fue a tu departamento —su mueca demostraba angustia—. Llegó cinco minutos tarde, cinco minutos que lo han condenado a sentirse insuficiente durante tres años. Encontró nuestro cuerpo colgado del techo.
El hueco en el estómago de Dazai creció al ver a Nakahara Chuuya salir del edificio usando un abrigo negro y su bufanda roja—. Idiota Dazai, si estás ebrio te golpearé —dijo entre dientes con una expresión de disgusto, pero rapidamente cambio a una sonrisa—. Te debo una disculpa.
—¡No es así! —gritó el detective—. ¡Yo debería disculparme! ¡Yo debería ser quien sufra, no tú! —trató de tocar su brazo, pero ni siquiera pudo detenerlo—. ¡Chuuya!
El de ojos azules volteó en busca de algo—. Me estoy volviendo loco, puedo jurar que era la voz del bastardo Dazai —acomodó su cabello antes de subir a su auto—. Eso es una buena señal.
El más joven de los fantasmas comenzó a correr para seguirlo, pero rápidamente quedó atrás—. Haz que se detenga, por favor —sus súplicas fueron ignoradas por el mayor.
—Esto es tu culpa, lo que pasé de aquí en adelante es solo tu culpa —dijo indiferente—. Ni siquiera te diste cuenta de lo afortunado que eras…¿Acaso no lo entiendes? De niño estabas solo, en la mafia estabas solo, Oda murió y no podemos cambiarlo, pero Chuuya estaba contigo hasta después de traicionarlo, y después de morir sigue amándonos.
El de gabardina se recargó en sus propias rodillas cuando sintió que su peso era demasiado para sus piernas—. Ya no quiero esto, ya no quiero hacerles daño…quiero volver…¡Déjame volver! —cerró los ojos con fuerza mientras el ruido se volvía lejano, y al abrirlos se dió cuenta que seguía en casa, aunque lloraba. Su cuello era rodeado por la soga y sus pies descansaban sobre la silla. Había logrado volver al momento antes de su muerte. Bajó rápidamente.
Salió de su departamento aún con las lágrimas nublando su vista, tropezó tantas veces por el pasillo, incluso resbaló por la nieve del patio haciendo que sus palmas sangraran. Pero velozmente se ponía de pie. Antes de salir en busca de Nakahara las luces de un auto lo deslumbraron—. ¡¿Dazai?! —la voz del manipulador de la gravedad lo obligó a correr hasta él, por la fuerza ambos rodaron junto al vehículo—. ¿Qué te pasó? ¿Te hicieron algo? —buscó heridas en su cuerpo, y se topó con las de sus muñecas—. ¿Qué sucede?
El más alto no podía responder, estaba más preocupado por abrazarlo—. Chuuya, lo siento mucho —dijo entre sollozos—. Nunca quise lastimarte…lo juro —se aferró a su cuello con tanta fuerza que el otro soltó un quejido—. Quiero agradecerte todo lo que me has dado…abrazame, Chuuya.
Sin entender totalmente la situación, Nakahara lo envolvió en sus brazos tratando de calmarlo—. Estoy aquí, me mantendré a tu lado —dijo dando un beso en su sien—. Ya no llores, cuéntame lo qué pasó.
El menor alzó la cara mostrando sus mejillas y nariz sonrojadas y las gotas saladas que caían como un grifo descompuesto—. No lo creerás si te lo digo —después de mucho rato sentados sobre la nieve, Chuuya logró consolarlo y ponerlo de pie con dificultad—. Quiero pasar todos los días que vienen contigo, quiero que estemos juntos hasta que Chuuya muera porque lo pise —recibió una palmada en la frente—. Llévame a cenar, quiero arreglar las cosas con Chuuya, además necesito que alguien cure mis heridas, pobrecito de mí, me duele todo.
El de ojos azules se puso de puntitas para dejar un beso sobre sus labios—. Seguro, venía por tí para pasar navidad juntos.
Aquí está tu one shot mi querida Flahu1x
Espero que te haya gustado, y lamento si estaba medio triste, es que la navidad me pone melancólica. Gracias por formar parte de mi año.
Una disculpa si hay faltas de ortografía, prometo corregirlo pronto
-Honey
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