12
Levanto los dos termos con café para sus padres que salieron apurados para ir a sus trabajos, estaban en la entrada arreglando sus abrigos para salir.
—Tú maestra esta enferma pero puedo conseguir otra, estudia por tu cuenta solo por este día, amor—explicó su padre besando la mejilla de su hija y agarrando el café—Gracias.
—Recuerda no distraerte y seguirle el juego a la abuela—mencionó su madre apurada.
Ya entendía el por que su madre pensaba que la abuela estaba mal de sus capacidades mentales, nadie le había creído sobre sus sueños del futuro, aun así logró trabajar y hacer mucho dinero estando medicada por años.
—Claro.
La mujer se detuvo y suspiro para tomarla de los hombros, mirándola fijamente.
—No te metas en problemas ni te relaciones con los Haitani—recordó firme. Lo que menos quería es que su única hija siga los pasos violentos de los niños de en frente—Si me haces caso pensaré regresarte a la escuela como habíamos prometido.
Momoka ya no tenía tantas ganas de regresar al instituto privado para niñas, pero asintió ante las palabras de la mayor y le entregó su termo y se despidió, miro la puerta y escucho los motores de los carros alejarse.
—¿Quieres empezar niña?—la abuela cruzó la puerta fumando de una pipa y ya arreglada.
—Si.
Pequeñas lecciones le mostraría su Nana, sería como su mentora y maestra por ese día, debían aprovecharlo luego de darle un dulce pasado de caducidad a su verdadera maestra.
En su habitación la menor giro su pizarrón mostrando notas y dibujos de lo que era el futuro en sus sueños, que podían hacer para cambiar lo que pasaría sin que afectará demaciado. Algo que le remarcó su abuela es que:
"Salvar a una persona que debía morir se reflejará más adelante con otra vida"
Más específicos, que jugar con la muerte y el futuro era un tema muy delicado que se cobrará luego. Si salvan a Ran de su muerte alguien más moriría luego o la misma persona que una vez salvaron.
Eso le pasó a su abuela que, salvó a su esposo y más tarde otra cosa lo mató.
Debían evitar que eso sucediera.
Mantener el equilibrio y no empeorarlo.
—Los sueños vienen cuando se les da la gana, pero con el tiempo desarrollas una... ¿Cómo decirlo? Una cosa que te hace saber cuando pasarán—trata de explicar dándole una calada a su pipa y expulsar el humo—A mí me daba una sensación melancolía de recuerdos cuanto más pasaba tiempo con mi esposo, pero cuando murió dejó de pasarme y deje de soñar. Es como si vieras el futuro por unos segundos.
Por décadas a su abuela se le dijo que estaba enferma, su único refugio era su abuelo al que le contaba todo.... Hasta que murió.
Todo el dinero venía gracias a los sueños que tenía, se aprovechó de eso y buscó personas que crearían cosas buenas, como gente de cosméticos y marcas reconocidas, las junto y creo su empresa.
—Mamá no me deja acercarme a Ran y Rindou—murmuro girando en su silla.
—Ayer no decías lo mismo—se rió cruzando los brazos—Tus padres no están y yo soy una tumba, niña, si sales con ellos será nuestro secreto. Deberías divertirte con los de tu edad, no estar encerrada por órdenes estrictas, tú madre a la misma edad se la vivía en fiestas y una vez la saque de la cárcel.
¿Hablaban de la misma mujer?
—Quieren hacer una pandilla.
—Unos rebeldes ¿eh?—camino por el cuarto—Las pandillas están de moda, ¿sabias que tu madre estuvo en una de puras mujeres? Solía meterse en muchos problemas.
—Eres mala influencia nana.
La mujer rió sacando la pipa de su boca—¿Y que haces aquí? Ya ve con los chicos, necesitas pasar más tiempo con ellos, se un chicle y pegate a ellos a donde vayan o tú haz que ellos te busquen. Dos es mejor que uno.
Claro que había entendido lo último, solo pudo avergonzarse y suspirar pesado, su abuela no tenía tacto al decir lo que pensabas y eso lo descubrió.
—Siempre me gusto Ran—confeso directa, no podía dejar que la mujer siguiera insinuando que iba por ambos hermanos, Rindou es lindo pero era diferente.
—Quien sabe... Puede que de grandes sea diferente.
—Nana, eres un caso único—niega con la cabeza con una sonrisa.
—Te voy a educar de la mejor manera, ya es hora de dejar atrás a esa niña asustadisa y en adelante mostrar seguridad en tus pasos, te haré fuerte—aseguró apuntando con la pipa en sus dedos.
Momoka miro en silencio a la mayor, no tenía grandes inspiraciones para el futuro, pero conocer a su abuela fue una de las mejores cosas que han pasado, tenía una amiga y aliada.
Salió de la casa para ir a la de los Haitani, no sabía que hacer o decirles, pero quería estar con ellos. No logró tocar el timbre por que la puerta fue abierta y la jalaron del brazo, él chico de trenzas la abrazaba.
—Momo-chan—susurró su nombre en un tono seductor cerca de su oreja provocandole un escalofrío—Tardaste.
Antes de poder contestar llegó Rindou pateando a su hermano.
—Deja de ser un encimoso con ella, Ran.
—Esta bien Rin-kun, ya me acostumbre—mencionó dándole una sonrisa mientras el de trenzas se ofendía por saber que era tan molesto que a la peli negra ya se había acostumbrado, recibiendo unas caricias en su espalda por la chica—Lamento haber tardado en llegar, Ran.
Él rubio de lentes los miro, más específicos a su hermano que sonrisa por recibir los cariños de la Takahashi como un bebé: "que lamentable te vez" pensó Rindou, siempre sucumbiendo ante la fémina y la insistencia en ser su favorito.
Desconocía a su propio hermano cuando se encontraban con Momoka.
—Acompañanos a la peluquería, nos vamos a pintar el cabello—la invitó él mayor separándose con mucho esfuerzo de la adolescente—Quizá también un tatuaje y aretes.
—Idiota, ya te dije que no me voy pintar el cabello—bramo él de lentes yéndose de la entrada de la casa.
—Si lo hará—le aseguró Ran guiandola al cuarto que compartían.
—Oye, ¿pero están seguros del tatuaje? Digo, eso es permanente y no se vayan a tatuar una tontería—advirtió la chica entrando a la habitación que ya conocía desde pequeña, sentándose en la cama viendo como él más alto camino directo al escritorio que tenía y le extendía una hoja—Hey, esto es mío.
Fruncio él ceño al ver su dibujo robado que según ella ya lo había perdido, era la misma araña de Roppongi que una vez le mostro al de trenzas.
—Lo tome prestado, te lo voy a devolver algún día—alegó sacudiendo su mano, quitándose la playera y avergonzando a la peli negra—Estaba pensando ponerlo en la espalda, ¿o será mejor en el pecho?
—Cielos Ran, donde quieras—respondió desviando los ojos—Debes dejar de cambiarte en frente mío.
—Sólo muestro lo que te pertenece.
—Ella no quiere miserias—se mete Rindou, entrando a la habitación con un plato con fruta, ofreciendo a su amiga que aceptó un trozo de manzana—Yo digo que deben ser dos tatuajes.
—Necesitarán unos buenos trajes—agregó la adolescente chocando los puños con el rubio menor—Y unas motocicletas.
—Podemos comprarlas, pero solo una para que nuestros padres no se den cuenta de la elevada cantidad de dinero que tomamos de golpe—habló Ran volviendo a poner su playera—Aun queremos mudarnos pero podemos esperar un poco más.
La peli negra se alegro de escuchar lo último, sería más sencillo estar cerca de ellos y no en otro lado.
Salieron de la casa decidiendo ir a una peluquería, pero antes de irse pasaron a la casa de la Takahashi por otros zapatos ya que andaba en unas sandalias, y pedir permiso.
—Tatuajes, aretes y pintarse el pelo—exclamo la ansiana mordiendo el cigarrillo mirando atentos a los tres adolescentes—¿Donde harán eso?
Los tres se miraron pero más buscando una respuesta en el mayor que tampoco supo que responder.
—En un lugar donde los hagan—le contestó con sarcasmo por lo que Rindou negó la cabeza como si ya hubiera estado esperando esa respuesta.
—Mocosos descuidados, yo los llevaré—soltó la mujer peinando su cabello.
—¿Habla en serio nana?—cuestionó el Haitani menor dudoso, normalmente los adultos los regañarian al saber que se harían tales cosas.
—Si no los dejó buscarán otra forma de conseguirlo y pueden terminar infectados o con un mal trabajo—dijo. La ansiana se levantó tomando unas llaves yendo a la cochera siendo seguido por los adolescentes.
Se sorprendieron al ver otro carro totalmente diferente al que vieron ayer, este era un deportivo rojo de la época.
—¿Y este carro cuando llegó?—le preguntó la niña admirando junto a los hermanos el vehículo con total emoción.
—Tengo un carro para cada día de la semana—le respondió sin mucha importancia—Suban ya.
—¡Yo voy adelante!
—¡Quitate Ran!
—Pero yo soy la nieta....
No estoy muerta!
Morí.... Pero reviví
@𝙰𝚢𝚊𝚖𝚎_𝚑𝚊𝚝𝚊𝚔𝚎🥀
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