02
Al día siguiente ella regresó a tocar la puerta de los Haitani buscando a Ran.
Esta vez tenía dos libros para pintar diferentes, teniendo en mente que al niño no le gustaba exactamente lo mismo que a ella.
Tocó el tiembre pero nadie abrió, espero un rato para volver a tocar pero no hubo respuesta.
Posiblemente no estaban en casa.
—¡Momoka-chan!—chillo Aoi al verla en la calle—No puede escapar de esa forma, tiene que regresar a sus clases o tu maestra se va a enojar—la regaño tomando la mano de la menor para regresar—Su madre dijo que podría jugar después de tomar tus clases.
Siendo llevada volteo a la casa de su amigo, prometiendo regresar apenas llegaran.
La mañana paso lentamente para ella, su padre se había ido a trabajar y su madre como dijo se fue a visitar a la abuela. Se quedó en las clases de matemáticas que no estaban siendo muy divertidas, quería ver otra vez a su nuevo amigo.
Al terminar su ejercicio se lo entregó a la maestra para que lo revisara.
—Muy bien señorita Momoka, pronto pasaremos al siguiente nivel si sigue así—comentó mostrando la hoja con un diez cerrado.
—Es hora de tú clase de kyūdō—mencionó Aoi mostrando el reloj, ayudándole a levantarse para guiarla al salón que habían construido especialmente para eso. La ayudó a vestirse y le extendió el arco para que caminara con su otra maestra.
—Buenos dias señorita—se inclinó la mujer al igual que la menor—Seguiremos con las prácticas de ayer.
—¿Cuándo termine puedo ir con mi amigo?—les preguntó esperanzada.
—Claro que si, pero no se escape.
Y así fue, permaneció todo el tiempo en su clase de arquería hasta que terminó y pudo librarse de las adultas.
Antes de ir se baño y comió lo que le preparó la peli azul.
Salió caminando, cerro la puerta detrás de ella y se dirigió a la casa de enfrente.
Nuevamente en el día tocó el tiembre siendo abierta por Ran que al verla suspiro cansado.
—¿Qué quieres?
Mostro los libros.
—No quiero—cerro la puerta.
Sin desanimarse volvió a toca el tiembre, otra vez abriendo el de trenzas.
—Esta bien, esta bien, pero guarda silencio—habló dejando pasar a la peli negra.
Juntos pasaron por la sala, en uno de los sillones estaba un señor durmiendo, supuso que sería el papá del chico, siguieron hasta el segundo piso y entraron a su habitación.
Hasta ahora la fémina había notado la ropa del contrario, unos pantalones cortos que llegaban hasta sus rodillas y una camisa blanca con un chaleco encima, sus calcetas blancas y zapatos.
—Acabó de llegar de la escuela, mamá y Rindou no están por que fueron al doctor—explicó caminando de un lado a otro buscando ropa—No toques nada, voy al baño.
Siguió la orden y no se movió de su lugar, solo miro el cuarto que era muy diferente al suyo. Unos cuantos juguetes regados, la cama mal tendida, un boxer de dinosaurios pegado en el techo... Ni siquiera sabía como estaba eso ahí pero no dijo nada.
—Regresé—anuncio tirando su ropa en un cesto—¿Entonces quieres colorear?
—Este es un libro de superhéroes, para ti—se lo extendió.
—Gracias, supongo.
Se tiraron en el piso y sacaron todos los colores.
—¿Puedo decirte Ran o debo llamarte Haitani?
—Depende, ¿qué edad tienes?
—Siete—respondió cambiando de color.
—Eres menor que yo, tengo ocho, así que puedes decirme Haitani-senpai—dijo coloreado con una mano y con la otra jugando con la trenza.
—¿Esta bien que pueda decirte senpai?
—Creo que si, escucho seguido que los de grados inferiores llaman así a los de último grado—explicó sin notar que lo miraba la niña—Mi hermano tiene seis pero en unos meses cumplirá años, es gracioso, estoy yo, luego tu y después mi hermano menor.
—Quiero una hermana también...
La cara de espanto de Ran era toda un obra escrita.
—¡Tener hermanos no es sencillo!—chillo quebrando el lápiz de madera—Son molestos y están pegados a ti todo el tiempo, los tienes que estar protegiendo para que no les pase nada y te están haciendo bromas siempre.
—Eso es lindo, tu lo quieres mucho y cuidas de él.
Un fuerte sonrojo golpeo contra las mejillas del niño que volteo para que ella no lo notará.
Siguieron pintando hasta que se aburrieron o más bien Ran se aburrió, se quedaron un rato en silencio hasta que el chico notó su boxer en el techo.
—¡Rindou maldito!—exclamó levantándose de un salto para ver su prenda al igual que la niña—¡No lo veas Takahashi-chan!—cubrió la vista de la contraria para que no viera pero no sirvió de mucho—Deja de ver y voltea para otro lado.
Al parecer el boxer estaba pegado al techo con chicle, él rubio no quería que mirara su ropa interior pero luego se detuvo, una enorme sonrisa se formó en su boca al tener una idea.
—Takahashi Momoka—la llamó por su nombre completo teniendo su atención—¿Quieres ser mi amiga?
Los ojitos de la mencionada brillaron, pensando que el niño aceptaría ser su amigo y podrían jugar juntos en el parque y hacer cosas de, ¿amigos?
—Si, si quiero.
—Trae los colores y sígueme—ordenó buscando por su cuarto las pinturas acrílicas, tomandolas para emprender camino al cuarto de su hermano—Bien, esto es lo que vamos a hacer—mostró un bate de béisbol para niños de madera—Vamos a pintarlo.
Ella no lo sabía pero ese bate era del hermano menor de Ran, es su preferido y estaba firmado por un jugador que una vez conocieron en un partido al que fueron. Dibujaron en el y le pintaron muchas flores y corazones, la peli negra sin una pizca de maldad y el de trenzas con claramente maldad pura.
De paso también pintaron sobre el mueble unos cuantos ositos y ranitas por parte de la pequeña, y unos monitos peleando a muerte por parte del chico, agregando mucho pintura roja debajo de uno de los monitos que simulaba que estaba muerto.
—Oye Hantani-senpai... ¿Esta bien que hagamos esto? ¿No nos van a regañar?—inquirió curiosa—A mi no me dejan rayar las paredes y mucho menos objetos que no sean mis libros.
—Uh, mejor dime Ran. Y sobre esto, sólo estamos haciéndole una broma a Rindou—comentó haciéndole toques a sus dibujos—Ponle un unicornio con brillos.
Por otro lado estaban Rindou y su madre que habían llegado a casa, se quitaron sus zapatos para poder entrar y la mujer sacudió el cabello de su hijo que ya estaba mejor y lo dejó irse a su cuarto mientras ella guardaba lo que traía en las bolsas.
El rubio subió las escaleras y fue directo al cuarto de su hermano para ver si ya se había dado cuenta de su travesura, pero no lo encontró por lo que lo alertó y corrió a su habitación que estaba a un lado, al abrir la puerta se topo con una niña peli negra de espaldas. Sin reconocer a la niña se acercó y la pico en la espalda con su dedo, esta volteo mostrando esos grandes ojos de iris grises y una mancha de pintura en su mejilla.
—¿Tu eres la vecina?—más que una pregunta parecía estar seguro.
—¡Sorpresa!—grito su hermano mayor que cargaba su bate para entregárselo.
Perdido parpadeo muchas veces, observando su bate preferido.
Asimiló la pintura en las caras de los entrometidos que se metieron a su cuarto, giro su cabeza mirando su ropero que se encontraba igual que el bate.
Un potente grito salió desde lo profundo de su garganta queriendo matar a esos dos.
Ese día la niña consiguió un enemigo por un tiempo... Se lo merecía a medias, en cambio Ran no se arrepentía de nada y aceptó a Momoka como su compañera de travesuras contra su hermanito.
¡Perdón si hay faltas de ortografía!
@𝙰𝚢𝚊𝚖𝚎_𝚑𝚊𝚝𝚊𝚔𝚎🥀
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