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3 de marzo, 1995
5:41 p. m.

Meses antes habían comenzado a construir enfrente de donde vivían los Takahashi; unas semanas después fue comprada casa y hoy por fin sus vecinos nuevos llegaron.

La menor de la familia estaba coloreado en la mesita de la sala, sus clases privadas habían terminado y la dejaron descansar.

Vivír en Roppongi era complicado para mucha gente, era una zona con precios muy altos así que se fue llenando de gente adinerada que si podía pagar esos precios.

Para la familia de la pequeña eso no era un impedimento, pues venía de una línea familiar de altos recursos. Por eso no le faltaba nada, su educación era en casa con diferentes maestras, y con ella siempre estaba una mujer cuidandola mientras sus padres trabajaban, se podría decir que se crió entre pequeños lujos y distintas sirvientas.

En estos momentos su madre estaba en casa descansando en su habitación ya que mañana viajaría para ir a ver a la abuela, pero la menor no iría.

Un dato extraño es que la primogénita de los Takahashi nunca había conocido a la familia de su madre y tampoco es como si ella entendiera el por que.

—¡Momoka-chan!—susurro/grito una mujer llamando la atención de la niña de siete años—¡Ven!

Esa mujer era quien la cuidaba todos los días desde hace un mes, su nombre era Aoi. Nunca dijo su apellido así que todos lo aceptaron, respetando su privacidad.

La de cabello negro volteo al escuchar la voz de la mayor llamandola, confundida la miro.

—Ven aquí Momoka-chan, prepare flan—agregó entre susurros, señalando que hiciera silencio.

Su madre no le permitía comer mucho dulce pero Aoi de vez en cuando ignoraba esa regla, a ella le encantaba preparar postres para compartirlos con los demás trabajadores y especialmente a la peli negra.

La infante dejó su color en la mesita y caminó de puntillas para seguir a la peli azul.

Entraron a la cocina encontrándose con el mayordomo de su madre comiendo una rebanada del flan. Un señor ya grande con varias canas que le encantaba consumir azúcar.

Conclusión: él otro secuaz con el que compartía e intercambiaba dulces.

—¡Señor Tanaka!—chillo la mujer al atraparlo—Se supone que esperaríamos a la señorita Momoka para comer juntos.

—Debes probarlo señorita, esta delicioso—le extendió otro plato a la menor, ignorando a la mujer que golpeaba molesta su brazo—No se preocupe, me tome la molestia de comprobar que estuviera bien hecho.

La niña rió llevando un pedazo a su boca.

—Mmm... —disgusto teniendo a la mujer esperando una respuesta positiva—Le doy ocho puntos.

—Público difícil, para la otra será Aoi-san—comentó el señor animando a la mujer mientras se reía.

El ruido de un motor los hizo voltear a la ventana. Los tres miraron tratando de no ser vistos.

—Son los vecinos nuevos—aclaró la peli azul—Los ví llegar hace un rato, parece que terminaron de bajar sus cajas del camión de mudanza.

—Debe dejar de espiar a la gente Aoi-san, un día le podría ocasionar un problema.

—¡No estaba espiando!

Mientras los mayores discutían la peli negra subió en el mostrador para ver mejor, mirando a los señores que cargaban unas últimas cosas para entrar a su casa y cerrar la puerta sin darle la oportunidad a la pequeña de ver más.

Las casas de alrededor eran tradicionales, pero la de enfrente era de un estilo más nuevo. Como esas casas de otros países que no conocía, pero definitivamente no era las tradicionales de Japón.

—Así que ustedes tres están aquí, comiendo a mis espaldas—la voz de Ima Takahashi alarmó a los tres presentes—Momoka, cariño, ¿por que no vas a saludar a los vecinos?

Su madre tenía una cara bastante sería que asustaba, pero si la conocían bien se daban cuenta que se preocupaba por su hija y todos sus empleados más cercanos.

—Mamá, ¿estas enojada?—le preguntó la menor sentándose en la barra—Comí flan sin tu permiso.

La mujer se acercó poniendo sus manos en las mejillas rojas de la niña.

—Estoy enojada de que no me hayan invitado—sonrió picando su nariz, haciendo reír a la contraria—Creí ver que los vecinos tenían dos hijos, por que no vas y los conoces.

Los ojos se le iluminaron y no dudó en salir corriendo; no tenía amigos por estudiar en casa y el vecindario estaba lleno de gente adulta sin hijos, así que sería la primera vez que los tendría.

—¡No olvides ponerte tus zapatos!—le grito su madre.

Siguiendo su orden se colocó sus zapatitos rosas y camino hasta la casa de enfrente, pero se quedó parada ahí sin saber que hacer.

Con miedo buscó ayuda de su madre y los adultos que estaban con ella mirando por la ventana, pero se escondieron apenas volteo a verlos.

Temerosa llegó hasta la puerta y tocó el timbre retrocediendo unos pasos.

Una mujer rubia muy hermosa abrió y bajo su mirada para ver a la pequeña peli negra.

—¿Pasa algo?

No contestó.

—¿Eres nuestra vecina?

Asintió sin decir ninguna palabra.

—Que linda eres... ¿Quieres conocer a mis hijos para jugar?

Momoka volvio ha asentir jugando con sus pies.

—Espera aquí, iré por ellos—mencionó dejando la puerta abierta para ir por sus hijos.

Se escucharon muchos ruidos y gritos, talves algunos berrinches, dejando muy desconcertada a la peli negra que solo pudo ver el pasillo del recibidor de la casa moderna.

Después de unos largos minutos salió la mujer acompañada de una niña con dos trenzas.

—Lamento la demora pequeña, uno de mis hijos esta enfermo así que te presentó a mi otro diablillo, cualquier cosa avisame—bramo pasando a su hogar, dejando a los niños para que se conocieran.

—No quiero jugar con niñas de papi—la niña de trenzas rubias le sonrió falsamente.

Totalmente sorprendida la peli negra observo a quien había confundido con una niña, resultó ser más bien un niño.

Sin poder creerlo tomó una de sus trenzas para comprobar que realmente fueran reales.

—Dejame en paz—exclamó dándole un manotazo a la mano de la menor—No toques mi cabello.

—Perdón, pensé que eras...

—¿Una niña? Ja, eres una tonta—se burló pasando de la peli negra para sentarse en la banqueta, siendo seguida por la Takahashi menor—No quería salir, mi mamá me obligó, Rindou tiene mucha suerte de estar enfermo.

—Me llamó Momoka Takahashi—se presentó sin saber que más decir, nunca imagino que tener amigos sería de esa manera.

—Soy Ran Haitani—dijo sin ánimos, apoyando su brazo en su pierna y su barbilla en su palma—Que aburrido es esto, quiero regresar a mi cuarto.

—Podemos pintar—sugerio tratando de que no se fuera.

—¿Pintar?—inquirio sin mucho interés.

—Ahorita vuelvo—corrió a su casa para tomar su libro de colorear y el paquete de colores.

Al salir de su casa no vió al niño, parece que había regresado a su hogar ya que no estaba.

Estaba triste, había ahuyentado a su primer amigo.

Repentinamente le quitaron su libro de colorear, a su lado se encontraba Haitani mirando los dibujos ya pintados.

—Es de princesas—fruncio el ceño—¿Quien se supone que es este?—señalo a un hombre con traje.

—El príncipe.

—... Que príncipe más feo—siguió pasando página hasta que llegó al dibujo más reciente que había pintado—¿Tú lo coloreaste?—le preguntó a lo que la más pequeña sonrió asintiendo—Esta horrible.

Pensó que si molestaba a la niña esta se iría llorando, pero oh sorpresa.

—Eres cruel—dijo Momoka sacándole una sonrisa arrogante al contrario por haber logrado su objetivo—Me agradas, seamos amigos.

Alejarla sería más difícil de lo que parece.

@𝙰𝚢𝚊𝚖𝚎_𝚑𝚊𝚝𝚊𝚔𝚎🥀

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