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Cap.22-Olivia rayito de sol

Mírate, Cedric Humberto Diggory.

Mira todo lo que has logrado hoy.

La chica que te gusta te espera en el gran comedor para hablar sobre algo importante.

Ganaste tu primer partido como capitán del equipo.

Todo Hufflepuff está orgulloso de ti.

De mí.

Pero ¿A qué costo?

Hiciste pedacitos a Oliver de todas las maneras posibles.

Hice que Mae se sintiera insegura con él.

Gané el partido porque al equipo rival casi le parte un rayo a su jugador estrella que creo es la octava vez esta semana que casi muere.

Y todos creen que soy un buen muchacho, mientras la voz de Herbert entra en mi cabeza, para mover mis órganos y hacerme un maloso.

Pero ya no importa.

Está hecho.

Lo acepto.

Venga lo que venga, estoy preparado para recibir el completo karma.

A lo mejor y me voy al infierno, quien sabe. A lo mejor nunca muero, también quién sabe.

Pero si se algo...

Iré con Mae en unos minutos, la veré, escucharé lo que tenga que decirme. Le confesaré mis sentimientos.

Mae Clearwater. Estoy enamorado de usted...

No, eso suena muy libro trágico.

Me gustas, ¿Quieres ser mi chava y dejar al cabezón de tu novio?

No, eso suena muy telenovela mexicana.

Ah, ya se.

Le diré lo que siento y luego me hecho a correr para no ver su cara.

¡Si!

Cedric haciendo las cosas bien desde la panza de mi madre.

Así es.

Sacudo una vez más mi cabello con nerviosismo enfrente del espejo y suspiro para relajar mi cuerpo. Listo, decidido y seguro, salgo del baño para dirigirme a la sala común.

Por ahí andan todos mis amigos del equipo, celebrando, junto con el resto de la casa que se han emocionado porque les pateamos "genuinamente" el tracero a los de Gryffindor.

—¡Viejo! —exclama Herbert desde el sofá, corriendo con ganas hacía mí —¡Nuestro capitán!

Me sacude violentamente de un lado a otro y los demás festejan con gritos y algunas golosinas al aire.

—Herbert, basta —digo avergonzado.

—¿Basta? ¡Basta! —se echa a reír y acomoda la botella de soda en la otra mano para rodear su brazo por mis hombros —Viejo, acabamos de ganarle a los mugrosos que siempre nos roban la atención. No es por ser grosero pero tú me entiendes. Potter calló de su escoba como una pluma, incluso le dió tiempo a Dumbledore rascarse la barba antes de detener la caída. Pero en cambió tu... Flush... Parecías una cometa, rápida, segura. Lo mejor de lo mejor.

—¡Ganamos! ¡Ganamos! —celebra Malcolm de repente, haciendo un baile extraño como si montará un caballo.

Todos parecen alegres y siguen en lo suyo, bebiendo soda de regalis y comiendo ranas de chocolate.

Algunas niñas de primera incluso me regalan una canasta de fruta hecha por ellas en el invernadero.

—¿Ves lo que logras por ser un poquitín malo? —me susurra mi mejor amigo en medio de la fiesta escandalosa.

Me safo de su agarré y miro decepcionado.

—No es como esperaba sacar todo a flote, Herb, sabes que nada de esto es honesto.

El lanza una risa cansada.

—Voltea, mira a todos ellos —señala al equipo con la cabeza quienes lucen más que contentos. Heidi, Liam, el pequeño Malcolm, Max. El novato de Zacharias Smith. Los niños de primero que nos miran con admiración —A nadie le importa.

—Porque no saben la realidad —digo sin muchos ánimos.

El rubio asiente convencido y en otra parte irritado.

Claro que siempre fue así nuestra amistad.

Herbert el diablillo, yo el inocente y Heidi la voz de la razón. Pero la voz incluso disfrutaba de este glorioso y sucio momento.

—Puedes decir la verdad, pero en enserio ¿Quieres arriesgar la felicidad de estos pobres muchachos que no han tenido ni un logro como casa? ¿Quieres que nos veamos cómo los turcos en las olimpiadas?  ¿O como medio latinoamérica con la seguridad? 

Diablos, otra vez saco a latinoamérica y sabe que es mi punto débil.

Pobres niños de Perú que ahora montan Llamas para llegar hasta sus casitas sanos y salvos.

Suspiro rendido y Fleet alza los brazos como diciendo: es tu problema viejo.

Ay, mejor no tengan amigos.

—Bueno, me voy. Tengo una cita con Mae —le avisé acomodando nuevamente mi suéter —hablamos de esto más tarde.

Eso fue suficiente para que mi amigo diera una sonrisa de satisfacción, en tanto se iba de nuevo al lugar antigüo con los otros alegres.

Me despido con ellos con un gesto de mano y como puedo salgo de la sala común sin mencionar aquellas felicitaciones por casi todo Hufflepuff entero.

Los pasillos siguen repletos de personas que caminan vagamente sin nada interesante que hacer o eso creo, la cuestión aquí es que jamás ví tanto revuelo desde la temporada pasada cuando Potter casi muere por culpa del antigüo profesor de DCAO. Y mira que el pretexto sigue siendo el mismo.

¿Algún día me tocará ser el chico en apuros? Yo creo que si. Al paso que voy, seguramente terminaré apaleado por todo el equipo de Gryffindor.

Veo tranquilo a la gente sin ningún tipo de presión aunque si algo de nerviosismo. Aunque todo eso se desvanece poco a poco en un humo de confusión y tristeza cuando veo a mi amiga para enfrente de un ventanal mirando la fresca lluvia caer. Con la cara igual de húmeda y el cabello echado para adelante.

—¿Olivia? —llamo su atención —¿Q-Que te pasa? ¿Todo bien?

La castaña se voltea rápidamente y limpia con el dorso de la su mano su quijada.

—Cedric ¿Que haces aquí? Deberías estar en tu sala común celebrando.

Me rasco la nuca nervioso. 

—Ando de paseo solamente. ¿Que hay de tí? 

Ella ríe y gira los ojos como si fuese lo bastante obvio.

—Igual. Una linda tarde por los rincones de Hogwarts.

Su actitud no me convence nada, según mi instinto y mi manera de ver las situación, algo anda mal.

Quien sabe.

¿Será ese momento especial que les da a las chicas? Según lo que me explico Heidi yo creo que sí.

—Bueno, entiendo que no quieras platicar —acepte rendido justo para comenzar a caminar.

—Mi ex novio acaba de terminar conmigo porque una estúpida niña de Gryffindor lo beso después del partido.

Auch.

Tiene en ella una expresión que jamás le había visto. Tan vulnerable, desechando el cascarón duro y rígido.

Mi lado protector grita que salga y le abracé fuerte para que sepa que siempre estará segura en mis brazos. 

Pero con Olivia aprendí que es mejor darle su espacio.

En cambió Heidi, ella ama los abrazos de sus mejores amigos cuando está triste. Eso y el helado, pero yo siempre llevo el helado porque los brazos de Herbert son más gorditos que los míos.

En fin, resoplo un poco y la miro sin saber que decir.

—Lo lamento —dije a duras penas —De todas formas nunca fue bueno para ti, en realidad era un idiota. No vale la pena. 

Levanté el pulgar e hice una pose graciosa para que se riera.

Misión fallida.

¿Y ahora qué?

¿Le gustará algún chico de los Bastricosboys para traerle un póster autografiado?

En eso piensan las niñas ¿Verdad?

—El me vale un comino —Contesto con mirada severa.

—Ah...

—Es mi orgullo del que hablamos —se cruza de brazos para girarse a la misma ventana donde descargaba su propio lamentó —. Siempre soy a la que dejan por la niña bonita. Estoy arta de eso. Solo soy el envoltorio que tiran por el regalo.

—Yo no creo...

—Es horrible ¿Sabes? Se que mi carácter es del asco algunas veces, pero a veces fuera de todo eso no soy mala persona. Pero al final nada de eso importa. Porque... Mírame. Házlo. Soy horrenda ¿Bien?

—No lo eres...

—Soy igual de alta que muchos chicos de nuestro curso y eso a veces les asusta. Mi piel es tan tostada que parece que no me he bañado en días. Mi cabello es tan apagado y aburrido y ni siquiera combina con mis ojos. Estoy horrenda, nací horrenda. Pero lo peor es que no hay nada que haga para cambiar eso. La actitud no ayuda y mucho menos el físico. Es fácil para tí decir que eso no importa, porque... Quiero decir... Eres el sueño de muchas, alto, en buena forma, atractivo, misterioso, gracioso y educado. Tienes todo en tus manos. La vida con los demás debe ser fácil. Mientras tanto, yo no tengo tanto que ofrecer. No tengo nada.

Es como si me estuviera reclamando por ser fea, y por supuesto que él contexto no es ese.

Para nada.

—Olivia.

—Cedric. En Hogwarts eres uno de los que me conoce más. Dime sinceramente...

—¡Ya me canse de escucharte mujer! ¡Déjame hablar! —Le exclamé arrancando mis pelitos de la cabeza —No hay nada de malo en ti ¿De acuerdo? Si, a veces eres un poco insoportable, pero con la costumbre las personas entenderán que esa es tu naturalidad como yo lo hice. En mi punto de vista eres hermosa, ¡Diablos! Si que lo eres. Con la altura que tienes fácilmente podrías ser modelo en corazón de bruja modelando ropa que ninguna de las chicas puede. Toda tu pareces un rayito de sol, la piel que tienes es tan linda que parece oro y te hace ver tan sexy.   Y tú cabello, hay tan pocas personas con el cabello largo y ondulado por naturalidad, a veces no te das cuenta como se ve tan llamativo por los pasillos cuando corres. Tus ojos son tan redondos que pareces una muñequita linda. Eres linda, joder, para mí eres hermosa, y ningún idiota cabeza de nuez pelada va a venir a decir lo contrario. Porque eres una persona especial y como alguien que te conoce bien, no saben de lo que se pierden.

Trago un poco de saliva para recuperarme por el discurso tan bonito que le acabo de decir a mi amiga para que no pierda las esperanzas.

Ella queda desconcertada. Pero como no hacerlo, soy un gran amigo.

—¿Enserio piensas eso de mi?

—Por supuesto y si soy el más guapo como según tú dices. Entonces es un gran halago ¿No?

—Con eso que dijiste... Yo. No sabía que sentías todo eso —me dice mordiendo sus labios.

—Si —me dije a mi mismo como mejor amigo que soy.

—Quiero decir... ¿Tu saldrías conmigo? ¿Verdad?

—Por supuesto ¿Quien no lo haría?

Para eso son los amigos...

—¡No lo puedo creer Cedric! Tu también me gustas.

—Que bien jeje.

Espera...

¿QUE?

SANTOS CERDOS VOLADORES.

¡¿QUE ACABAS DE HACER CEDRIC?!

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