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Cap.2-Los calzoncillos de Percy Weasley



Capitulo dos: Los Calzoncillos De Percy Weasley.


Estoy luchando por no distraerme y poner atención a las instrucciones que Percy Weasley y Penny Clearwater (Hermana de Mae) Nos ordenan, para la vigilancia de las próximas semanas.

—El profesor Dumbledore, me ha pedido que haya más seguridad y vigilancia dentro del colegio, para el resto de los alumnos.

Se había puesto mucha seguridad, incluso afuera del castillo, después de que en el profeta se anunciará la fuga de Azkaban, del conocido criminal, Sirius Black.

No mentire, estaba asustado como otros cientos de alumnos, aquí en el colegio.

—Tengo una duda —Habla Alessia Duncan de Ravenclaw —¿Por qué hay que cubrir más terreno en Gryffindor?

Los demás volteamos a ver a los delegados que estaban tan seguros y empoderados con sus puestos.

—Recibimos esa orden. Creemos que es lo más conveniente —Contesto Penélope. 

—¿De que sirve? —Dijo está vez algún chico de Slytherin —¿Los Gryffindor tienes preferencia? ¿Es eso?

El pelirrojo niega con firmeza y está apunto de contestar cuando su cuñada (Por así decirlo), habla.

—Hay varios niños de primero que se sienten asustados. Es injusto poner las cartas en un solo territorio.

Al hablar, me pierdo rápidamente en sus ojos azules que se iluminan con la luz de las antorchas. Ella era naturalmente peculiar.

—Tiene razón. Mi hermano casi no viene, de no a versido porque le prometí  que estaría bien —Habla otro de Hufflepuff.

La muchedumbre comenzó a escucharse en el gran comedor, donde solo estábamos nosotros y el conserje que dormía en la esquina con la señora Norris.

—¡Paciencia! ¡Paciencia! —Exclamo Penny relajada.

—¡Orden en la sala! —Termino Percy, al callarnos, se acomoda su insignia de delegado. —Las órdenes ya están establecidas por el consejo de seguridad de Hogwarts. No sé pueden cambiar, así que dejarmos los planes como estaban, hasta que el consejo cambie de decisión.

—¡Eso te lo acabas de inventar Weasley!

—¿Desde cuándo hay consejo de seguridad en Hogwarts?

Percy parece molesto, muy molesto. Penélope trate de tranquilizarlo, pero no lo logra.

Parece que el caballero tomo mucho café esta mañana, que los efectos le dan hasta estas horas de la noche.

Me parece graciosa la manera en la que el pelirrojo exagera las cosas. Elton Dollan me había comentado, antes de saber que sería prefecto, que había personas muy comprometidas con el puesto. Claro que hay que ser responsable, pero parecía que al chico le apasiona esto de ser el que manda.

—Esta bien —Dice finalmente la rubia —Los prefectos de quinto grado bajarán al primer piso desde la entrada hasta las masmorras. Percy, Elton y yo cuidaremos los territorios altos de Gryffindor. Los demás donde indícamos originalmente.

Todos estamos conformes y salimos del lugar para proceder a la actividad diaria de revisar los pasillos.

Los prefectos de quinto grado nos vamos juntos para patrullar. Entre ellos está Clara Summers obviamente, que me tiene nervioso, porque no se cuánto va insistirme y no se cuánto voy a aguantar. Por otro lado, también se encuentra Mae, la chica más rara que había visto.

No lo digo porque sea malo, es decir, me parecía como un misterio, en persona. Era callada en charlas normales, protestante en injusticia, divertida en momentos serios, relajada en problemas. No estaba loca, pero tampoco cuerda y yo ni siquiera había conseguido hablarle fuera de formalidades.

—Yo tengo una idea de porque querían cubrir más terreno en Gryffindor —Protesto Marcus Turner de Ravenclaw —Es por Potter. Mis padres me contaron que iban en la generación de sus padres y Sirius Black. Todos pensaban que eran amigos, hasta que se enteraron que Black le era devoto a quién tú sabes.

—¿Se te dió por investigar este verano Turner? —Dijo Alan Hawkeye, en tono de burla —Sacaste muchas conclusiones para poca información.

—Creo que tiene razón —Dijo el Gryffindor —Los he oído hablar, a esos tres. Ellos piensan que nadie los escucha siempre que hablan, pero la verdad es que susurran muy fuerte. No tengo dudas de que Black regreso ¡Para matarnos a todos nosotros!

—¡Dejen de hablar de ello! —Chillo mi compañera Hufflepuff —¡Es aterrador!

—Me parece que están exagerando —Interrumpe Mae, por primera vez en la plática —No es secreto que Dumbledore tiene a Potter bien protegido. ¿Pero lo dicen encerio?

Después de ellos todos se quedaron callados, dejando el tema por la paz.

Así que algunos de nosotros termino por separarse del grupo, para poder vigilar los pasillos pequeños, en donde era más probable encontrar a algún niño que decidiera salir después del toque de queda.

Por lo general les importaba poco si hubiera mucha luz o no, así que la varita era importante en estos casos. Con un simple hechizo de lumus. La varita irradia luz blanca, y me permite ver bien.

Recorrí desde el salón de trofeos, hasta los salones de clases principales,  también vigile un rato sobre la entrada de la sala común de Slytherin. Pero no había rastro de algún niño o de Sirius Black queriendo matar a pobres inocentes.

Me giró sobre mis pies para volver al pasillo central, pasando por el armario donde el señor Flich guarda sus utensilios de limpieza. Pero antes de irme se escucha un sonido extraño.

La puerta cruje levemente, haciendo que retroceda unos cuantos pasos para quedar enfrente del salón. Mantengo mi varita en guardia por cualquier persona que sea...

—¡Diggory, me matarás de un susto! —Exclama la ojiazul, tocando su pecho.

—Lo lamentó —Dije tranquilo, ahora que sabía que era mi compañera —¿Que hacías ahí?

Ella volteó a la habitación sonriendo. Pero ahora no me parecía una sonrisa tierna o inocente, como lo son de costumbre. Esta era algo macabra, como si de una niña haciendo travesuras se tratase.

—Oh, ven conmigo —La castaña tomo mi mano sin previo aviso, adentrándome al armario del conserje que era más grande de lo que parecía. Mae comenzó a susurrar —Encontre a Pevees durmiendo.

—Molestar a los novatos está semana, debió dejarlo cansado —Respondi mirando al ser color azul.

Desinteresado, camino a la salida del armario. Creo que era algo irrelevante observar como Peeves cuelga de la pared mientras ronca, aunque me parece extraño la forma en la que Clearwater sigue ahí parada sin salir del lugar.

Acaso... ¿Mae estába obsesionada con Peeves? Es injusto que hasta un ser tan irrespetuoso como el, tuviera la atención de la chica. No es como si me gustará la atención de ella, bueno, obviamente si, pero no es como si estuviera loco por ella.

Tal vez yo era demaciado aburrido. 

Las manos rosadas de la chica, toman un pliego de cartulina, de no se donde Merlín lo haya sacado, enrollando en forma circular.

Estoy curioso por lo que quiere hacer, así que le preguntó:

—¿Qué haces?

—Voy a despertarlo —Contesta sin más.

Que agallas.

—No creo que sea correcto...

—¿Por qué no? —Se voltea a verme y yo la tomo por el brazo sugiriendo salir para dejarlo en paz —Tu lo has dicho. Ha molestado a generaciones, es hora de que la pagué.

Pero que rencorosa la mujer.

Mae se esconde detrás de la puerta y me jala con ella. Ambos nos asomamos sutilmente. Sus labios rosados tocan con delicadeza la punta el pequeño círculo que hace con el cartón como un metrafomo... Metalfomo... ¡Megáfono!

—¡Peeves! —Comienza la chica con voz gruesa, fingiendo masculinidad en ella —¡Peeves! ¡Te he encontrado Peeves! ¡Soy el barón sanguinario! ¡Vengo por ti! ¡Te he visto robar los calzoncillos de Percy Weasley! ¡En los baños de prefectos!

Peeves se despierta de inmediato con cara aterrada.

—¡Te devolveré sus calzoncillos! ¡Lo juro! ¡Solo déjame ir!

Este sin previo aviso se va corriendo del lugar.

No es que fuese muy agradable saber dónde estaban esos calzoncillos. Percy debería ocuparse en cuidar mejor su ropa interior en vez de mandar a todos.

Ambos salimos del lugar riendo, si, me reí de algo. Jamás hubiera adivinando que Mae sería tan ocurrente como los Gemelos Weasley, que tan bien van en mi grado.

—Valio la pena ¿No, Diggory? —La castaña aún seguía roja por la risa y se dejaban escapar algunas lágrimas.

—Fue grosero —Dije tratando de ocultar mi sonrisa, aunque era imposible. Ella alzó una ceja —Pero admito que se lo merecía.

—Te felicitó, has hecho algo divertido por primera vez —Dijo en tono de burla.

Por alguna razón, injustificada, me sentí ofendido. Yo era muy divertido, a mi manera. Al menos eso decían mis amigos.

A ver, cuenta un chiste: ¿Que le dijo un Hufflepuff a otro Hufflepuff? Buenos días, ¿Te puedo ayudar con ello?

Bueno, mal ejemplo.

—Tal vez tengas razón —Dije rojo, al recordar mi mal chiste —O solo no me conoces demaciado.

—Era una broma Diggory —Su mirada se pierde en lo largo del pasillo mientras caminamos lentamente —Olvidaba recordar, que algunas personas no son como las vez.

Creo que la hice sentir mal con mi comentario, que ahora yo me siento mal por mi comentario. ¿Debo disculparme?

Creo que lo haré.

O mejor aún, le diré de una manera casual, que puede llamarme Cedric en vez de Diggory, porque ello me incomoda. Entonces me disculpare.

—Puedes llamarme Cedric —Dije penoso, tratando de eliminar cualquier informalidad —Disculpa si te hice sentir mal.

Su sonrisa, por Helga Hufflepuff, ahí va esa sonrisa.

—Entonces... Cedric —Hablo con dulzura —¿Algo que tenga que saber? Aparte de que eres capitán del equipo de Hufflepuff en Quidditch y que eres prefecto. Que es un privilegio ¿No?

Oh no, lo sabe todo.

—Yo... No es un privilegio —Negue modestamente.

—¿Por qué?

¿Por qué no lo era? Me cansaba mucho por tantas actividades, a veces a papá le encantaba alardear de esos logros. A veces no me sentía cómodo.

—Es agotador. 

Ella asiente. Solo asiente.

—¿Tú eres asistente de Wood? O algo parecido ¿No? —Pregunte. Su cara se transforma en una mueca de molestia, pero pronto la borra y niega riendo —Perdon si te he ofendido, no era mi intención.

—Me parece tierno que te disculpes todo el tiempo, pero no es necesario —Toca mi hombro levemente —Oliver es mi novio.

¿Eran novios?

¡Esto no estába pasando!

Soy una persona mala por fijarme en una chica, que ni siquiera sabía que tenía novio.

—Yo... No lo sabía.

—La mayor parte del colegio lo sabe —Dice sin mucho interés, viendo los cuadros que cuelgan de las paredes —Eso me gusta de ti, no eres muy entrometido como otros. Llegas a ser muy callado ¿Por qué eres muy callado?

Ni si quiera yo lo sabía.

Okay, si lo sé.

Pero no sé, si decirle...

—Soy muy analítico —Confese, esperando que no le pareciera ridículo.

—Pues yo tengo hambre —Respondio tocado su estómago. Deje salir una risa inocente y ella volvió al tema —¿Analítico?

—Pienso demaciado lo que voy a decir en una conversación. Me tardo analizando la charla.

Sus ojos van a los míos directamente, sin entender.

—Quiero decir, que tengo muchas cosas en la mente cuando trato de hablar —Explique.

—¿Y en qué piensas ahora?

Pienso en tus lindos ojos, pienso en tú sonrisa, pienso en tú personalidad burbujeante...

—En muchas cosas —Conteste.

Caminamos un buen tramo, hasta llegar al pasillo principal del colegio, donde ya varios estaban reunidos ahí.

La rubia nos observa de lejos y corre hacia su hermana con mirada preocupada.

—Mae ¿Donde estabas? —Dijo Penélope —Te he estado buscando. Ya terminó la hora de guardia. Regresa a tu sala común.

—Ya voy, ya voy.

—Si quieres te puedo llevar a tu sala común —Dije sin pensar. Debería hacerlo más seguido.

Penélope entrecierra sus ojos al escucharme, Mae me mira con agradecimiento.

—Ah, me encantaría... —Mae vuelve a ver a su hermana —Pero me iré con los demás chicos. Gracias, Dig... Cedric.

Asiento y la miro irse. 

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