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─── (⸙) prólogo.

❝ 𝘼𝙣𝙜𝙚𝙡𝙨 𝙇𝙞𝙠𝙚 𝙔𝙤𝙪 ❞
━━ 𝖬𝗂𝗅𝗈 𝖬𝖺𝗇𝗁𝖾𝗂𝗆

   ──── (!) 𝐑𝐞𝐜𝐨𝐦𝐞𝐧𝐝𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐝𝐞 𝐋𝐞𝐜𝐭𝐮𝐫𝐚
                𝐹𝑜𝑛𝑑𝑜 : 𝐎𝐬𝐜𝐮𝐫𝐨
               𝐹𝑢𝑒𝑛𝑡𝑒 : 𝐒𝐚𝐧𝐬–𝐒𝐞𝐫𝐢𝐟
              ╰ 𝑇𝑎𝑚𝑎𝑛̃𝑜 𝑝𝑒𝑞𝑢𝑒𝑛̃𝑜

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❝ 𝙍𝙚𝙛𝙡𝙚𝙟𝙤𝙨 𝙙𝙚 𝙪𝙣𝙖
𝙑𝙞𝙙𝙖 𝘿𝙚𝙨𝙚𝙣𝙘𝙖𝙟𝙖𝙙𝙖 ❞

               Eran casi las dos de la tarde de un domingo de febrero cuando, Milo, despertó en su apartamento. El dolor de cabeza lo invadió, junto con recuerdos de la noche anterior.

               Se revolvió en las sábanas, solo para darse cuenta de que aún había un cuerpo descansando a su costado.

               Era Lily, bastante dormida después de los eventos de esa noche. No eran nada serio, pero de vez en cuando, tenían ese tipo de encuentros apasionados. Era una mujer bellísima, pero sus interacciones no pasaban más allá de lo fugaz y el deseo.

               Habían coincidido en una fiesta de un amigo en común, después de tiempo de no saber nada del otro. Ambos habían bebido y llegaron al apartamento del muchacho entre risas y besos urgentes.

[•••]

               Milo vivía en un séptimo y penúltimo piso de un lindo edificio en Los Ángeles. El apartamento ya era completamente suyo, ya que sus padres lo ayudaron a comprarlo, por lo que no se preocupaba por la renta, como otros de sus vecinos.

               Había terminado de estudiar hace poco y trabajaba como abogado, no por decisión propia precisamente, sino porque su padre también lo era y alguien debía heredar la Notaría que el hombre dirigía. Su futuro técnicamente estaba arreglado, y era cómodo porque nunca le faltaría trabajo ni dinero.

               Aun así, solo tenía 25 años y su vida también se volcaba muchas veces en estar de fiesta, salir con sus amigos, y tener a las chicas que quisiera, las noches que quisiera, como Lily.

               Todavía era joven, después de todo, ¿verdad?

[•••]

               Lily y él se cambiaron, poniéndose ropa de nuevo. Milo le prestó una sudadera para que ella se la pusiera encima de la ropa de la noche anterior, que solo era un vestido corto.

               Aún afectuosa por su apasionado encuentro, Lily buscaba contacto con él, con caricias y besos sugestivos que él correspondía sin problema, pero de manera automática, como si solo fuera algo sin importancia, una simple rutina más.

               De todas formas, todo terminaba ahí solamente, porque ella debía irse a casa.

               Milo hizo el mejor intento por peinarse decentemente y, junto a Lily, salieron del apartamento para tomar el ascensor hacia el primer piso.

               El trayecto fue tranquilo y silencioso, lo que fue bueno, ya que la cabeza aún le molestaba por los estragos del alcohol en su cuerpo.

               Ya abajo, Lily lo tomó de la mano para caminar juntos hasta la salida. El plan era llevarla a casa. Milo solo tendría que sacar su auto del garaje del edificio, asegurarse de que ella llegara bien y luego regresar a descansar.

[•••]

               Pero algo cambió en el momento en que un taxi paró frente al edificio, ya que del vehículo bajó Aurora, su vecina del apartamento del frente.

               Traía las bolsas de sus compras, bolsas que parecían pesadas.

               Por lo que sabía, Aurora era una chica de su edad. Tenía el cabello corto y marrón, ojos grandes y pestañas largas.

               Además por lo poco que interactuaban al verse, sabía que era una persona muy callada y algo retraída, pero genuinamente amable al mismo tiempo.

[•••]

               —Hola, Aurora. —Saludó amable el pelinegro mientras se cruzaban. No quería ser descortés.

               —Hola, Milo. —Le respondió la muchacha en su típica voz baja, esta vez teñida con esfuerzo al estar llevando sus compras.

               Lily lo seguía jalando hacia la salida, pero, por alguna razón, Milo se quedó mirando hacia atrás cada vez que avanzaba un par de pasos, viendo cómo la pobre Aurora jalaba sus bolsas con dificultad.

               Ya eran vecinos por algo más de un año, pero no eran amigos. Entre su trabajo y su ajetreada vida social, Milo no paraba mucho en el edificio.

               De todas formas, lo invadió un cierto sentimiento de compasión. La pobre Aurora arrastraba las bolsas porque no las podía cargar. Vivía sola, y todo eso también lo hacía sola.

               Podría ayudarla...

               Aun miró atrás varias veces, fijándose en lo lento que avanzaba Aurora a pesar de la fuerza que aplicaba al arrastrar las bolsas. Parecían bastantes cosas, bastantes compras para la semana.

               Algo en él se revolvió. No se sentía bien al verla así.

[•••]

               Ya en la puerta que daba a la calle, Milo se soltó del agarre de Lily disimuladamente, haciéndole caso a la creciente sensación de tener que hacer algo.

               —Creo que no podré llevarte a casa. —Le comentó a Lily, rascándose la nuca algo nervioso.

               Lily pareció extrañada, cruzándose de brazos para mirarlo mientras se detenían. —¿Por?

               —Eh ...—El pelinegro pensó qué decir. —Todavía me duele la cabeza. No sería seguro conducir. —Dijo, mezclando una excusa con la verdad para evitar enfurecerla.

               Lily rodó los ojos, fastidiada. Pero antes de que dijera algo, Milo decidió reaccionar otra vez.

               —Tranquila, te despacharé en un taxi, y lo pagaré yo. —ofreció.

               Lily terminó asintiendo, queriendo tomar la mano de Milo de nuevo, pero él la evitó disimuladamente. No quería ser grosero, pero tampoco quería ponerse meloso en exceso con alguien con quien en realidad no tenía nada más que encuentros casuales.

[•••]

               El pelinegro hizo lo que prometió, despachó a Lily en un taxi seguro y dejó el dinero pagado al conductor.

               Cordialmente le dijo a la muchacha que le escribiera cuando llegara a casa, aunque sabía que posiblemente ni revisaría el mensaje de texto.

               Con eso solucionado, regresó corriendo a los interiores del edificio.

               Esperó poder alcanzar a Aurora antes de que ella llegara al ascensor, y felizmente lo logró.

[•••]

               —¿Te ayudo con tus bolsas? —Ofreció Milo, y antes de que Aurora respondiera, él ya las estaba llevando al ascensor.

               —Gracias. —Continuó la chica, con un tono tímido pero agradecido, empezando a seguirlo.

               Con mucha más fuerza que ella, él pudo llevarlas sin mucho problema, a pesar de que sí eran bastante pesadas.

[•••]

               Aurora era muy tímida, y en sus breves interacciones, siempre se saludaban y sonreían, pero nada más. Ni siquiera sabía su apellido, pero comparado con lo poco que sabía de sus otros vecinos, que sepa que ella se llamaba Aurora ya era mucho para alguien como él.

               No supo por qué tuvo una necesidad tan repentina de ayudarla, tanto así como para dejar de llevar a Lily a su casa.

               Pero simplemente le hizo caso a su impulso, fue algo más fuerte que él.

              Pareciera como si necesitara hacer algo bueno por alguien para no sentirse tan mal consigo mismo y con el ritmo alocado de su vida personal, el cual "supuestamente" disfrutaba.

[•••]

               No intercambiaron palabras en la subida hasta el séptimo piso. Milo intentó pensar en algo para romper el hielo, como preguntar sobre su día o algo amable para iniciar cualquier conversación, pero simplemente no pudo hablar, y no supo por qué.

               Supuso que era porque inconscientemente se sentía juzgado por Aurora, aunque ella jamás le haya dicho nada.

               No era extraño que ella, al vivir tan solo al frente, terminara viendo, escuchando o sabiendo más de lo que pasaba con él.

[•••]

               Llegaron a su piso y él dejó las bolsas en la puerta del apartamento de la muchacha.

               Ahora sí iba a decir algo, cualquier cosa, pero Aurora se le adelantó.

               —¿Te encuentras bien? —Le preguntó en voz baja, con algo de preocupación.

               El pelinegro quedó un poco confundido. —¿Por qué lo preguntas?

               Aurora pareció dudar, como si lo que fuera a decir fuera incómodo para ella. —Estás oliendo a alcohol. —Dijo con timidez, sin sonar menos amable que siempre.

               Milo se sintió avergonzado, más de lo normal de hecho, y terminó tapándose la boca para evitar que el olor de su aliento fuera más fuerte.

               —Sí, estoy bien. Solo que ayer salí con unos amigos. —Dijo mientras aún cubría su boca y bajaba la mirada.

               Aurora solo asintió. —Era una chica muy bonita, por cierto. —Siguió con su típico tono bajo y dulce.

               —¿Ah? ¿Quién...? ¿Lily? Sí... es linda, supongo. —Comentó aturdido, sacudiendo la cabeza. —No es mi novia, ni nada. —Aclaró, como si Aurora no se hubiera dado cuenta ya.

               Ella solo asintió de nuevo. Hubo un silencio entre ambos, que para Milo se sintió bastante incómodo.

               —Perdón, por cierto. —Comentó Milo después de un momento, cubriéndose la boca con cuidado, sintiendo cómo su cuerpo se encogía sin querer, por la verguenza.

               —No te preocupes... toma agua. —Le recomendó Aurora de nuevo en ese tono de voz que parecía solo un poco más arriba de un susurro.

               El consejo sonó dulce y genuino. Milo solo asintió, y algo dentro de él se sintió peor.

              Pensó en todas las veces que debió incomodar a Aurora. Todas esas madrugadas que llegaba haciendo bulla. Y no era que no lo haya pensado antes, solo que esta vez la culpa lo invadió como nunca.

               Aun así, ella no le decía nada, tal vez porque también le daba vergüenza hablar del tema, o simplemente porque era muy tímida como para confrontarlo al respecto.

[•••]

               Se despidieron amablemente. Aurora abrió la puerta de su apartamento y arrastró las bolsas de compras al interior.

               Milo solo se quedó ahí, en la puerta de su vecina un momento. Confundido, avergonzado y culpable.

               Sabía en el fondo que su vida ya no le traía la satisfacción que creía y mostraba. Pero no tenía ni idea de cómo cambiar... o si es que siquiera podría tener la suficiente voluntad para hacerlo.

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  (⸙)

𝘕𝘰 𝘦𝘴 𝘵𝘶 𝘤𝘶𝘭𝘱𝘢 𝘲𝘶𝘦
𝘺𝘰 𝘢𝘳𝘳𝘶𝘪𝘯𝘦 𝘵𝘰𝘥𝘰; 𝘺
𝘯𝘰 𝘦𝘴 𝘵𝘶  𝘤𝘶𝘭𝘱𝘢  𝘲𝘶𝘦
𝘯𝘰 𝘱𝘶𝘦𝘥𝘢 𝘴𝘦𝘳 𝘭𝘰 𝘲𝘶𝘦
𝘯𝘦𝘤𝘦𝘴𝘪𝘵𝘢𝘴.

Amor, los
ángeles como tú no
pueden caer al
infierno conmigo.

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𝓷𝓸 𝓼𝓮 𝓹𝓮𝓻𝓶𝓲𝓽𝓮𝓷 𝓬𝓸𝓹𝓲𝓪𝓼
𝓷𝓲 𝓪𝓭𝓪𝓹𝓽𝓪𝓬𝓲𝓸𝓷𝓮𝓼

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𝙂 𝙝 𝙤 𝙨 𝙩 𝙋 𝙚 𝙥 𝙥 𝙚 𝙧

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