Tus problemas
Advertencias: Problemas familiares.
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-Lunes-
—Apuesto que es lindo.
—Me parece gracioso— caminaban al aula del club—. ¿Ebisu está enfermo?.
—Me mandó un mensaje, dijo que tenía exámenes de sangre.
—Ojala este bien— entrelazó sus brazos—. Si son compañeros desde hace tiempo, ¿Por qué no le has dicho nada?.
—No quiero que sea una declaración torpe— el más alto suspiro—, Pero cada que lo veo no me salen las palabras, antes del club solo hablamos unas cuantas veces.
—No pierdas la esperanza— la castaña alzo los pulgares—, Yo te ayudaré si hace falta.
—Gracias Amanda— le devolvió la carta con su mano libre.
Llegaron al salón, tomando asiento junto a la ventana. Los chicos que faltaban se unieron.
—Bueno, aquí tienen sus cartas— puso la caja al frente—, Ya conocen las reglas, si no están en esta caja al terminar la clase pierden la oportunidad de enviarlas.
—Como si eso me importará— el pelirrojo susurro ganando un codazo de la más baja.
—Espero que estén guardando sus cartas, al final del curso las compararán— sentencio el de lentes.
Cada uno paso por su respectiva carta, en el caso de Ebisu el profesor respondió dando su justificación médica.
Amanda tomó el sobre felizmente.
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"Estimada Amanda.
Si, Draken fué un apodo que se me ocurrió estando en primaria, si te ries no me hará sentir mal.
A futuro me gustaría ser mecánico, por el momento lo hago a tiempo parcial. ¿Tú quieres estudiar algo?
No tengo hermanos, pero me alegra porque no podría cuidar a más mocosos. ¿Que edad tiene tu hermano?
-Draken
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La de ojos cafés reprimió una risa por su último comentario, pensó en la posibilidad de que su nuevo amigo era un niñero, o algo así. Se acercó al escritorio para tomar una hoja y un sobre.
—Escoge una postal linda— Nakamura señaló una bolsita—, Ponle un sello personal.
Saco dos estampillas, una que no lograba distinguir la figura, y la otra tenía una mariposa azul.
—Quiero la mariposa— se la mostró—, Se ve bien.
—Entonces las mariposas son de Suzuki— anoto su nombre en una libre—, Te traeré más así para ti.
—¿Qué otros timbres quedan?— Tenko apareció detrás de ella para solicitar el material.
—Pues a veces cambian, pero si escoges algún diseño puedo traer algunas parecidas— el hombre de lentes le señaló el resto de ellas.
—Buscaré una bonita— con mucha inocencia buscó alguna que llamará su atención.
Amanda regreso a su lugar para escribir su carta. Al finalizar pegó la estampilla y de manera orgullosa la dejo frente al profesor.
Se despidió de Tenko para ir a recoger a sus cosas, tenía que pasar por su hermano.
.
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—¿No está?— la cara de Amanda estaba rígida—, ¿Mi padre vino por el?.
—Su madre lo recogió hace quince minutos.
Dudo si hacer un reclamó, ciertamente no había nada para quejarse —Gracias.
Marco el teléfono que se supone tenía, y contesto con su voz tan suave, con la que les cantaba años atrás.
—Traje a Kenji por un helado, puede venir si quieres.
—Iré por él, dime ¿Dónde están?— buscaba con la mirada puestos cercanos.
—Cerca de la fuente, en el parque— colgó la llamada para correr.
Los vió sentados en una mesa fuera de la tienda, ambos riendo. Se acercó algo nerviosa para tomar la mochila de su hermano.
—¿Quieres un helado?— el menor habló sonriendo—. El mío es de menta y chocolate.
—No, gracias— acariciaba la cabeza de Kenji evitando alzar la mirada.
—¿Cómo estás?— la mujer le sonrió—, Te ves más hermosa cada día.
—Bien— centró su atención en los ojos verdes de su hermano, buscaba serenidad en ellos.
—Entonces mírame— al no recibir respuesta directamente soltó sus verdaderas intenciones—. Tú padre quiere la custodia completa.
—Habla de eso con él— riñó la castaña.
—Te lo digo a ti porque el no quiere hablar conmigo, quiero ayudar con sus gastos.
—No es necesario— acarició la frente de su hermano—. Sobre la manutención de Kenji, darmelo a mi, lo usaremos para pagar el transporte.
—Quiero regresar a casa— intervino el menor de los hermanos.
—Podemos quedarnos otro rato.
—Nos veremos después mamá— se puso de pie para caminar hasta la mayor—. Te quiero.
—Yo también, a ambos— dejó un beso en su frente para después limpiar su mejilla—. Cuida de tu hermana ¿Si?.
Se despidieron mientras Amanda contemplaba todo, como si de una película se tratase. Ella no formaba parte de eso, jamás lo hizo pero era extrañamente agradable ver a su hermano abrazarla, reflejando todo el amor que un hijo y una madre deben sentir. Reprimió las lágrimas que amenazaban con brotar de sus ojos.
Tomó la mano de su hermano y caminaron a casa. Ninguno dijo nada, no era necesario hacerlo.
—¡¿Estuvieron con ella?!— el hombre que vivía con ellos grito desde la sala—. La maestra de Kenji llamó porque lo buscaron dos veces.
Cerró su negocio, eso significaba algo malo.
—Recogio a Kenji— la femenina quitó sus zapatos —Cambiate, yo me hago cargo.
_Pero, Amanda— el ojiverde negó moviendo la cabeza.
—Solo está enojado— caminó hasta donde estaba su padre—. Hola papá.
—¿Qué les dijo?— las palabras golpearon violentamente al aire.
—Solo fueron por un helado.
—Ya sabe que no debe acercarse— golpeó la mesa de centro con total frustración, haciendo que Amanda saltará por el susto.
—El todavía es un niño y...— un gruñido la hizo parar.
—Si hubieras llegado antes no lo habría visto— la señaló como la única culpable.
—¿De qué hablas?.
—Tú único deber es cuidar de él, y eres incapaz de hacerlo— sus gritos invadieron la habitación.
—¿Me culpas a mi?— exasperada paso las manos por su cara.
—No pones de tu parte, tu hermano siempre espera por mucho tiempo.
—Desde mañana se pagará el autobús, no quiero que Kenji se quede solo un minuto más— la más baja cruzo los brazos.
Su padre tocó su entrecejo —¿Por qué mierda le pediste dinero?.
—Porque somos su responsabilidad también, al menos debe ayudar con eso— rápidamente explicó la situación.
—No quiero nada que venga de ella.
—¡No es para ti!— la castaña alzo la voz por encima de la del hombre—. Y si Kenji quiere ir por un helado puede hacerlo.
Jadeaba tratando de contener las lágrimas— Ella se separó de ti, no de nosotros.
—No espero nada de ti, pero aún así tú siempre estás de su lado— volvió a su tono serio—. Ve a cambiarte y llama a tu hermano para cenar.
Las palabras tan duras llegaron a su corazón, siempre era lo mismo, estar en medio de sus padres, soportar las quejas de uno, los regaños de otro. Todas las discusiones recaían en ella, porque prefería eso a que metieran a su hermano.
Subí las escaleras con pesadez, ignoró algunos quejidos de su padre para cerrar la puerta y comenzar a remover sus prendas, una por una caían al igual que gotas saladas por sus mejillas. Suspiro reteniendo el aire, jamás odio su vida, pero el cansancio es un defecto humano.
—Quiero desaparecer— susurró en voz baja, una figura pequeña al otro lado de la puerta logro escucharla.
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Estimado Ken.
No te preocupes, aún somos jóvenes para cometer tonterías, si quieres hacer algo loco puedes hacerlo mientras aún tengas ganas de vivir.
Siempre he querido estudiar contabilidad, se me dan bien las matemáticas, también quiero trabajar lo antes posible por mi hermano, acaba de cumplir 12 años. ¿Tu convives con niños?.
Tus cartas son muy cortas, así que cuéntame lo que sea que hayas vivido, o que quieras vivir.
Con cariño Amanda.
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