Extras IV
Advertencias: se ubica en el final feliz.
~•~
—¿Qué hora es?— la castaña se levantó de la cama, pero tan rápido cómo sintió un mareo volvió a sentarse.
—Muy temprano— murmuró Ken buscando su cuerpo.
—Lo siento— se inclinó para dejar un beso en su frente—. Buenos días.
Se quedó acostado mientras la joven miraba un zapato por diez minutos, hasta que decidió buscar su ropa para ir al trabajo, hace dos meses había pasado el tiempo de prueba, y básicamente ahora era parte de una corporación "Nippon", o mejor dicho, una de sus extensiones en Shibuya. Salió de la ducha con la camisa puesta, de reojo miró el reloj notando que aún tenía tiempo para desayunar, abrochó sus pantalones y salió a la cocina para tomar cualquier cosa y meterla al microondas. Estaba tan cansada.
—Odio los lunes— habló para sí misma, al tener un pedazo de pizza caliente lo masticó al mismo tiempo que buscaba un suéter pues empezaba a tener frío.
Tomó su maletín y se aseguró de tener todo apagado, así salió de casa sin siquiera molestar a Ken, la noche anterior se develó con ella sin motivo aparente. Caminó hasta llegar a la parada para tomar el autobús, y una vez dentro, se recargó en la ventanilla.
—Odio los lunes— dijo algún estudiante unos asientos atrás.
—Amén— susurro examinando algunas hojas de su maletín.
Llegó al trabajo donde ya la esperaba uno de sus compañeros más jóvenes, el hijo del gerente, quien parecía tener un gusto similar por los chistes inocentes.
—Hola, Amanda— sonrió separándose de su escritorio—. ¿Por qué esos ojos de mapache?.
—Es lunes, la gente normal está demacrada— contestó sin energía.
—Se me ocurrió algo genial— soltó una risita—. Amanpache.
—¿Qué?— dejó sus cosas de lado para acomodarse en el escritorio continúo.
—Por Amanda con ojos de mapache— dió un golpecito en la madera—. Eres una especie única.
—Se me ocurrió un juego— inclinó su cabeza de lado—. Tú te guardas silencio, y yo empiezo a trabajar.
—No es un buen juego...ya entendí, Amanda, eres malvada— bajó la mirada—. Mejor dicho, Amanpache.
~Que tierno~ pensó antes de sacar algunas cosas que ocupaba, su jornada era desgastante, pero le gustaba ya no quedarse en casa sin hacer nada, y ahora aportaba significativamente al hogar.
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—Hola, Kenchin— Mikey estacionó su motocicleta frente al taller de Ken, quien al verlo frunció el ceño—. ¿Cómo estás?.
—Bien hasta que llegaste...
—¡Qué malo, aún no hago nada!— exclamó totalmente ofendido mientras buscaba algo—. Pues vengo a invitarte, pronto será el desfile de Mitsuya, está muy ocupado así que me dió tu invitación.
—Al fin sirves de algo— sonrió quitando el boleto de sus manos.
—Amanda no me trataría así— casi llora por su indiferencia—. ¡Le diré que te abandone!.
—¿No has desayunado verdad?— lo examinó de arriba a bajo.
—No...
—Con razón estás tan sensible. Ven, dejaré a Inupi a cargo— metió la invitación en su mochila, era para dos personas.
—¿A dónde?— preguntó desconfiado.
—A una cafetería.
—¡Invitas tú, Kenchin!.
Tardaron un poco hasta entrar a la cafetería que frecuentaba Inupi, Ken casi nunca salía del taller más que para algo necesario.
—Buenos días, ¿Qué les podemos ofrecer?— una muchacha de cabellos tenidos se acercó a su mesa, de fondo escuchaba algunas burlas de sus compañeros.
—Yo solo café— señaló a Mikey quien terminaba de leer la carta.
—Un menú infantil, una malteada, y la rebanada del pastel estilo Sacher— le dedicó una media sonrisa aún mirando a su amigo.
—Claro— respondió antes de correr a la cocina y preparar lo solicitado.
—¿Cómo está Amanda en su nuevo trabajo?— el más bajo tomó el salero para jugar con el mientras esperaba su orden.
—Bien, ya pasó el periodo de prueba— Ken amaba platicar los logros de su pareja, presumir a su novia era satisfactorio.
—Eso es bueno, debería ir contigo a casa para saludarla, tengo meses sin verla— sus manos inquietas buscaron las servilletas para doblarlas en la figura de un barco.
—¿Has visto a Chifuyu?— el de tatuaje observó cómo tembló levemente.
—No, ya sabes, por él— se acomodó nuevamente en su asiento—. Es difícil.
—No me debes explicaciones, solo preguntaba— giró su cabello a la ventana donde pasaba un grupo de adolescentes—. El no perdonar a alguien no te hace una mala persona...
—Lo perdone, pero no puedo olvidarlo— un silencio incómodo aplastó a los dos adultos qué solo podían compartir una sonrisa forzada.
—Sus pedidos— la muchacha dejó el plato de Mikey frente a él, y muy lentamente el café de Ken.
—Gracias— dijeron al unisono esperando a que se fuera, pero estaba ahí temblando y con la cara roja.
—¿Tienes novia?— preguntó mirando a Ken. La pobre era alentada por sus amigos con pequeños gritos ahogados.
—Si— Mikey fue el que interrumpió su respuesta.
—Si tiene novia, y es mi amiga, es muy linda, te agradaría— sonrió probando un bocado de su menú infantil—. ¿Quieres su número?.
—Solo era curiosidad— se inclinó disculpándose.
—Pero a Amanda no me gustan las mujeres, ¿Verdad Kenchin?.
—Ya cállate— apretó los dientes enojado por su intromisión.
—A Ken le encanta tomarle fotos, muéstrale una— iba a decir más pero la muchacha salió corriendo avergonzada—. ¿Hice algo mal?.
—No importa si eres un adulto, sigues comportándote cómo un mocoso— negó bebiendo su café, inconscientemente estaba feliz pues no tuvo que responder porque su amigo lo sacó del apuro.
~•~
—Ya llegué— quitó sus zapatos para correr descalza hasta su dormitorio, se dejó caer en la cama junto a su novio—. ¿Mal día?.
—Otro lunes— suspiró dejando un beso en su mejilla izquierda—. ¿Cómo te fue?.
—Regular— ignoró los latidos acelerados mientras sus pupilas se encontraban con los ojos de Ken.
—Ven aquí— sujeto su cabello sin llegar a ser brusco para besarla casi desesperado, la muchacha le correspondió enseguida disfrutando del sabor de su saliva, y el cómo su lengua se deslizaba por sus labios.
Duraron unos minutos así hasta que Amanda jadeaba por lo difícil que era respirar bien—. Creo que debería bañarme.
—Te estaba esperando para eso— apenas la dejo tomar aire y volvió a su labor, torpemente se puso de pie cargando su cuerpo para llevarla a la ducha.
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Si intentas conocerme,
descubrirás qué tengo defectos,
más allá de los físicos,
por si intentas conocerme
aún más a fondo,
descubrirás qué te quiero,
más allá de lo posible.
-Tu cuerpo y su dulzura.
Draken podría verse agresivo, pero seguro que rechaza a las personas con mucho tacto.
En fin, hace poquito fue mi cumpleaños y en la fiesta un niño me dijo un juego de palabras mezclando "Gato" con mi segundo nombre, me pareció muy lindo y decidí usarlo.
Les voy a subir un especial +18, pero aguanten, ando deprimida, lo horny no me sale jajajaja
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