Advertencias: Ninguna.

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Los rayos del sol se mezclaban por la cortina color crema y de este modo no lastimaban los ojos de Amanda, recién se había graduado de la universidad, por lo que vivía con Ken mientras buscaba una vacante para administración de empresas. Él ahora pelinegro abrazaba su cintura pegando más sus cuerpos casi desnudos.

El ruido de la puerta abrirse confundió los sueños de Suzuki, quien suspiró levemente tratando de ignorarlo.

—Buenos días, oh, están haciendo un bebé.

—Ken— la muchacha abrió los ojos de golpe tratando de cubrirse—. Hay alguien aquí.

—¿Qué?— se recargó en sus brazos para ver la figura de Manjiro—. ¡Hijo de puta!.

—Lo siento— salió corriendo al mismo tiempo que Draken buscaba una camisa y salía para golpearlo, ambos seguían siendo igual que hace años.

—¿Qué demonios acaba de pasar?— tallo sus ojos y se dispuso a vestirse al escuchar gritos homicidas, claro que tomó su tiempo para cepillar sus dientes y limpiar su cara.

—Por favor, Kenchin, solo quería saludarte— trataba de frenar los golpes, pero estos no cesaban—. Amanda, dile algo.

Sonrió y negó con un movimiento sutil, fue hasta que escuchó algo crujir que decidió intervenir—. Ken, lo vas a lastimar.

—¿Por qué le diste llave?— soltó al más bajo que ahora usaba el cabello más corto, y teñido de negro.

—Yo no le dí nada— abrió el refrigerador y puso el empaque de leche fría junto a la mejilla del herido—. ¿Estás bien?.

—Yo use la ventana— está fué cerrada por Draken—. Kenchin es muy grosero, déjalo.

—¿Qué haces aquí?— el del tatuaje puso a preparar café.

—Vine a verte, ya sabes, quería saludar a mis amigos— sonrió pero al no convencer al más alto dijo la verdad—. Voy a ver a Emma, pero es muy temprano, así que vine a perder el tiempo con ustedes. Ya tengan bebés, Emma no me deja jugar con el suyo.

—Mikey, casi lo subes a la motocicleta, tiene un año— Amanda acarició sus cabellos tratandolo cómo un niño.

—¡Le dí el casco!— recibió otro golpe por parte de Ken, la castaña le dió una mala mirada y sobó la zona roja.

—Si tuviera hijos, no quisiera que jugarán contigo.

—¿Tú no quieres hijos?— le dedicó una sonrisa a la femenina.

—Por el momento no, pero parece que tengo uno si entras así.

—Lo siento, por cierto ¿Cómo está tu hermano?— cambio rápidamente de tema.

—Bueno, ya tiene diecinueve años, y medicina lo hace parecer de treinta— apartó el envase de leche de su mejilla, y en su lugar dejó un pellizco—. No quiero que me veas dormida, es extraño.

—Ya es todo un adulto, que bueno que no ha dejado la universidad— se removió mientras Ken ponía una taza de café en la mesa para el, y otra para Amanda—. ¿Estás buscando trabajo?.

—Me gradué hace unos meses, no tengo mucha experiencia laboral, es obvio que me costará encontrar un buen puesto— suspiro haciendo un puchero.

—¡Yo lo arreglo!— sonrió emocionado por ayudar.

—¿Tienes algún contacto?— sus ojos brillaron ante tal comentario.

—No, pero puedo amenazarlos....

—Ya declinó mi oferta— lo interrumpió Ken.

—¿Quieres un panqué?— la más baja comenzó a buscar las cosas para prepararlos.

—No gracias, ya debo irme— bebió el resto del café y se puso de pie dejando un beso en la mejilla de la castaña, su motocicleta estaba al frente de la casa.

Amanda sonrió al verlo desaparecer—. Me da miedo, si no le dimos una llave, ¿Cómo entró?.

—Debí golpearlo más— se recargó en la muchacha, y comenzó a dejar besos por sus orejas.

—Es muy temprano— se ruborizó al sentir la lengua del más alto.

—Es que eres tan hermosa, jodidamente hermosa— susurro en su oreja siendo consciente del efecto que tenía en la castaña. Está se giró y estiró su cuerpo para besarlo, un beso sabor café era la mejor forma de comenzar el día, pero Ken nunca estaba del todo satisfecho, la cargó haciendo que enrollara sus piernas alrededor de su cadera, al estar desesperado, la tumbó en el sillón cercano, y comenzó a besar su abdomen.

—Por eso tanto urgencia para que Mikey se fuera— sonrió al sentir su lengua deslizarse cerca de su brasier.

—¿Tienes algún problema?.

—Ninguno.

El ambiente fue interrumpido al escuchar trastes rodar por todas partes—. Kenchin, olvidé mis llaves.

Manjiro entró nuevamente por la ventana de la cocina, y tambaleante se acercó a los jóvenes que lo miraban horrorizados—. Ya están haciendo eso otra vez, me iré, solo denme mis llaves.

—¡Maldito!— se alejo de la muchacha para perseguirlo y posiblemente cometer un crimen de odio.

—¿Por qué no toco la puerta?— se cuestionó Amanda bajando su camisa nuevamente.

Ken, déjame si caminar. 🛐

En este extra, Amanda tiene alrededor de veintidos años, considerando que Kenji es menor por tres. Ken está próximo a cumplir veintitrés, al igual que Manjiro.

En otras cosas, me aterra terminar la carrera y empezar a trabajar, porque obviamente no tendré mucha experiencia laboral, no me van a contratar y si lo hacen, será con el salario mínimo, por eso mismo, recomienden carreras para casarme con un buchón, y ser señora de las lomas.