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Cuando las caricias duelen

Advertencias: Maltrato familiar.

Si te encuentras en una situación de violencia de cualquier tipo, puedes buscar en internet fundaciones contra el maltrato, llamar a los números de emergencia.
No es tu culpa y no estás solx.

~•~
-Martes por la tarde-

Amanda termino saparandose de los mayores, y volvió como habitualmente lo hacía.

-Hola- el castaño corrió hundiendo su cara en el pecho de la más alta.

-Pulguita- acarició su cabeza -¿Ya comiste?-

-Ya- la empujó hasta el comedor -Estuve buscando un trabajo-

-No es necesario- recibió una mirada severa -Tengo algo que preguntarte-

El niño dejo de hacer su puchero para prestarle atención -Dime-

-¿Te gustaría vivir con la abuela?-

-No me importa vivir donde sea, está bien si estoy contigo- sus palabras conmovieron a la mayor -Tengo que cuidarte-

-¿Incluso si ya no vemos a papá?- temerosa de escuchar una respuesta negativa escondió su cara entre sus brazos.

-Yo amo a papá, pero también te amo a ti- la voz del menor se escuchaba quebrada -Ya no quiero que te lastime-

-Quiero que nos mudemos con la abuela Daiki- dejo ver sus ojos rojos y algo cristalinos -Pero todo depende de ella, la llamaré-

~•~
-Miercoles-

La castaña siguió su rutina con normalidad, de hecho nadie de sus compañeros noto su su ausencia después del receso.

Las clases pasaron rápidamente, al salir al descanso se encontró con sus nuevos amigos en el comedor.

-Su consejo sirvió- dejó su lonchera junto a Tenko -Si todo sale bien puede que si viva con mi abuela.

-¿No es una señora cerrada?- el pelirrojo abrió el recipiente encontrando un bento bastante lindo -¿Puedo comer?.

-Claro, y respecto a mi abue...- mordió su labio -Es bastante más liberal, pero no la veo desde el divorcio.

-¿Por qué?- el de ojos azules le dió un pico de su ensalada.

-Mi papá no le permitió vernos- suspiro exasperada.

-Te deseo la mejor de las suertes- aún con las mejillas llenas de comida el de ojos verdes parloteaba feliz.

-No entiendo cómo te gusta- susurro junto a Ebisu.

-Tiene su encanto- tímidamente asomo su cara por detrás del hombro de la muchacha -Tu también deberías comer.

De reojo vió como esa chica Karin la observaba detenidamente, algo incómoda trató de ignorarla.

-¿No sienten que nos miran?- Tenko sentencio con un susurro.

Los dos castaños asintieron
-¿Deberíamos temer por nuestras vidas?.

.
.
.

La más baja regresaba a casa con cierto brillo en los ojos, al llegar se encontró con Hanma justo al frente del negocio cerrado.

-No creo que abramos hoy- lo miró nerviosamente.

-Esta bien- soltó un bufido -Oye mocosa- Amanda centro su atención en sus palabras -Ten cuidado.

-¿Qué?- rara vez hablaba y era meramente por el negocio de su padre.

-Ayer trataron de violar a una chica- saco su cajetilla de cigarros - también eres mujer ¿o no?.

-Ya veo, gracias- volvió su vista a la casa -¿Qué pasó con ella?.

-Me debe un favor- comenzó a fumar sin importarle la presencia de Amanda -Esta bien supongo.

-Me alegra- apretó los labios -No eres tan raro como pensé.

-Lo dices tú- rodó los ojos divertidos -La que no puede entrar a su puta casa.

-No lo entiendes- giro completamente su cara por unos segundos olvidó el moretón mal tapado.

-Mierda- hizo una mueca burlona -No tengo ningún consejo para ti, no eres mi amiga.

-Entonces solo deja de molestarme, y vete a fumar a otro lado- frunció el ceño algo ofendida.

-Mandalo a la mierda- metió una mano a su bolsillo -No sé nada de eso, pero eso está jodido.

Amanda cerro los ojos meditando sus palabras, ya no podía echarse para atrás -Gracias.

No hubo respuesta, el más alto ya estaba lejos de ella.

Sin darse cuenta aquel muchacho de las manos tatuadas le dió más valor que antes, se acercó al pomo de la puerta, lo giro aún si sus manos temblaban.

-¿Algo que quieras decir?- su padre se acercó a ella -¿Por qué vino tu abuela?.

-Yo la llamé- dejo su mochila caminando hasta la sala donde una señora entre sus 50 años platicaba con su hermano.

-Hola abue- la anciana le sonrió cálidamente.

-Hola hija- estiró los brazos -Mirate, estás hermosa.

Compartieron un momento conmovedor dónde la mujer susurraba cosas agradables en su oído.

-Tu cara está herida- tomó delicadamente su barbilla -¿Sabes quién le hizo esto a tu hija Katsumoto?.

-Fué por mi culpa- admitió avergonzado -Pero eso no es de su incumbencia.

-Kenji- la mujer tomo su monedero -¿Puedes traerme un helado?.

-Claro abu- recibió el dinero algo extrañado.

-Acompañalo Amanda, y traigan uno para ustedes- la castaña nego frenéticamente -No tienes que tener miedo.

El de ojos verdes la sostuvo de la muñeca para salir junto a ella. Amanda volteaba dándole una extraña mirada a su progenitor.

-Katsumoto- la anciana de ojos cafés termino sentada frente a el -Tu hija tiene miedo de ti.

-No creo que usted sea la indicada para decirme cómo criar a una señorita.

-Las acciones de mi hija son ajenas a mi, ya es una adulta y sabrá cómo vivir su vida.

El más alto suspiró aliviado, en realidad le tenía un gran respeto a la señora pero paso por su mente que talvez quería defender a su ex esposa.

-Lamento que no pudieras ver a los niños, pensé que ella te mandaba.

-Cuando eres padre tus hijos son el desafío, y tus nietos el premio- sonrió tomando la mano contraía -Son mi tesoro y no dejaré que les hagan daños.

-Yo no quise lastimar a Amanda- cuál niño avergonzado escondió su cara de aquellos ojos juzgosos.

-Lo sé, pero cuando las caricias duelen es mejor irte.

-¿Qué?- alzó la cara encontrando esa expresión seria.

-Los quiero llevar a vivir conmigo.

El corazón del más alto se agitó, se alejo como si le hubieran ofendido.

-No te llevarás a mis hijos- gruño poniéndose de pie.

-Mi hija ocultó mucho tiempo tu indiferencia, pero mi nieta no es mi hija- apretó sus arrugadas manos -¿Los harás pasar por lo mismo hasta que te abandonen?.

El varón trago en seco, cada palabra era exacta y atinada.

-Estamos a tiempo de hacer algo bien, si se van ahora puede que te sigan queriendo y puedes verlos.

Negó frenéticamente, como si su vida dependiera de eso -O puedo denunciar y jamás podrás verlos.

La puerta se abrió dejando ver a los menores con conos en las manos -A papá le traje uno de limón.

La imagen de su hijo riendo, Amanda detrás de el, con esos ojos preocupados y suplicantes. Su corazón pudo sentir el peso de todos los gritos, cada negligencia y hasta ese golpe.

-No lo sé- mordió su labio -No me gusta mucho el de limón.

~•~

Al otro lado de Shibuya unas horas antes Draken recibía la respuesta de su compañera.

-Ken- hablo el señor del bigote bastante nervioso -¿Puedo preguntarte algo?-

El más alto alzó las cejas con desinterés, esto solo puso más incómodo al adulto.

-¿Por qué sigues en el club?- soltó en un arranque de valor -Algunos lo dejaron hace poco-

Tenía razón, habían menos chicos que antes, incluso la compañera de Ebisu no se presentó.

-No tengo mucho que hacer- dió un giro sobre sus talones para caminar hasta su lugar.

Leyó cada palabra con cierta diversión, no sabía cómo era esa chica, ni estaba seguro que realmente fuera mujer pero era agradable.

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Hola Amanda.

Cerca, es un dragón.

Es eso, ¿O apestas escribiendo?, como sea tu día si parece el de una anciana.

Tampoco hago mucho, después de la escuela salgo con mis amigos, aunque últimamente hemos tenido diferencias por una cuestión de ideales.

No quiero contarte, pero ¿Qué harías tú si tu amigo quiere tomar responsabilidad de sus actos?, aún si eso implica una sanción grave.

-Draken
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Dudoso entregó eso en la caja donde debía y salió dejando al profesor bastante incómodo. Ken no solo era alguien intimidante, su carácter lo convertía en alguien de temer.

Camino por un rato viendo algunos puestos hasta llegar al edificio donde dormía. Saludó a muchas de las chicas que trabajaban ahí, e incluso llevo una caja pesada a la bodega.

Después de cambiar su ropa salió para visitar a Takemichi, llevaba dos días sin salir de casa por indicaciones médicas.

-¿Debería llevarle algo?- rascó su nuca pensando que se hacía en esos casos.

Mikey casi nunca se enfermaba, y las que lo hacía el lo terminaba cuidando junto a Emma.

¿Qué era Emma para el?, Podía decir que hace unos años tuvo sentimientos encontrados por la rubia de ojos hermosos, pero ahora era distinto. Quería cuidarla, pero era más como cuando cuidas a un hermano. Ella era algo parecido a una hermana.

-¿Esto será suficiente?- se acercó a un puesto de frutas para comprar una sandía.

Cuando la pagó a lo lejos observo un local de postres dónde vendía dorayakis. Su mente recordó la cara que Mikey ponía cuando los pedía.

-Maldito- una vena se asomo por su frente al patear un bote de basura -Disculpate tú- bufando partió hasta la casa de Hanagaki.

Tendría que ser más paciente, de lo contrario acabaría golpeando a su mejor amigo que sin saberlo estaría presente.

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