—Lamento informarles que el Rey no podrá atenderles— dijo Bang. —Él ha tenido que ir a un encuentro de suma importancia.

—¿Hay algo más importante que yo? — preguntó Hwang.

—Claro que sí— bufé —No eres lo único que existe en este mundo.

—¿Qué ha dicho, guardián Lee? — el príncipe se giró hacia a mí con una expresión de fastidio.

—Príncipe Hwang, ¿deberíamos volver al Palacio Real? Es peligroso quedarnos aquí por mucho tiempo, alguien podría atacarnos cuando menos lo esperemos.

—¿Tiene miedo, guardián? — enarcó la ceja.

—No, no tengo miedo— le aseguré —, pero no podría perdonarme si algo le llegase a suceder.

—No creo que alguien esté dispuesto a atacarme.

—¿Debería pedirles que vayan a discutir a su habitación? Para ser más específico, a la cama— habló Bang.

—¿Por qué todos nos quieren mandar a la cama? — pregunté con fastidio.

—¿Tienes el descaro de preguntar? — se burló Bang —¡Parece que se quieren comer!

—¡NO! — exclamó Hwang —Bang, le pido que no diga esa clase de estupideces.

Me giré hacia él y pregunté—: ¿Te avergüenza tener una relación con tu guardián? Si es así, esto terminará ahora mismo, no quiero continuar ocultando nuestra relación.

—Lee, no digas más tonterías— pidió.

—¿Me estás diciendo tonto?

Hwang se giró hacia Bang y le preguntó—: ¿Cuándo volverá el Rey?

—Él volverá dentro de unas cuantas semanas.

—Es mucho tiempo— murmuró. —En ese caso, deberíamos volver dentro de unos días, por ahora, regresemos al Palacio Real.

—¡A la orden, príncipe!

Estábamos a punto de subirnos a nuestros respectivos caballos, cuando de pronto, fuimos interceptados por unos bandidos que se encuentran cubiertos de pies a cabeza con un extraño uniforme color negro que los hacen ver mucho más peligroso; algunos portan una larga espada, otros arcos y algunos cuantos traen dagas que están más que listas para enterrarse en nuestros cuerpos. 

—¡Dame al príncipe y nadie saldrá herido! — gritó uno de los hombres.

—Debería de pedir un aumento tan pronto vuelva al Palacio Real— murmuré.

—Podrías tenerlo, claro que sí— habló Hwang —, siempre y cuando te encargues de todos ellos y me lleves sano y salvo a casa.

—Cada vez que abres la boca me haces sentir unas inmensas ganas de entregarte a los maleantes para ver si aprendes a no entrometerte.

—¿Qué esperas para hacerlo? — enarcó una ceja.

Sinceramente, no tengo en estos momentos la capacidad para luchar contra todos ellos que ya se encuentran corriendo directamente hacia nosotros tres, el único truco que tengo para utilizar en estos momentos es hacer uso del talismán escudo dorado. Este talismán defensivo es muy especial; al activarlo, se formará una barrera transparente en forma de arco para proteger al usuario. Tengo la capacidad para elegir si quiero que el color dorador del talismán sea visto por el resto de las personas, o solamente por mí, en esta ocasión, solamente lo podré ver yo para ganar más tiempo.

Al hacer uso de este talismán, se reducirá considerablemente el poder espiritual demoniaco que fluye por mis venas, pero en estos momentos, es lo único que puede salvarnos o al menos, darnos unos momentos más para crear un plan que nos lleve directamente a la salvación.

—¿Qué pasa? ¿Por qué no pueden acercarse a nosotros? — preguntó Hwang después de abrir los ojos.

—Eso no importa— le resté importancia —Escucha con atención lo que tendrás que hacer Hwang.

—¿Qué? ¡Dímelo ya! — exigió.

—Tan pronto eleve mi espada hacia ellos, tu correrás junto con Bang y se esconderán en el castillo del Rey, ¿Lo entienden?

—¿Por qué? ¡Yo quiero luchar! — se quejó Bang.

—Hagan lo que les he dicho, ¿entendido?

Ambos asintieron con la cabeza de mala gana a modo de respuesta.

—No miren hacia atrás, simplemente corran.

—Lo entendemos— dijo Bang.

Después de asegurarme que ambos han entendido lo que harán, tomé con fuerza la espada tras desenvainarla y tras dirigirle una última mirada a Hwang, absorbí el talismán y lancé otro talismán hacia Hwang y Bang, llamado talismán del viento, esto logra que las personas sean tan rápidas y nadie las podrá ver. Elevé la espada hacia los hombres, la señal ha sido dada y ambos chicos salieron corriendo rápidamente en busca de refugio hacia el castillo.

—Han cometido un grave error— solté con tono burlón tras mirar a los hombres que se han quedado paralizados después de haberlos inmovilizados. —Al parecer, no saben quién es este hombre.

—¡Menuda escoria! ¿Por qué utilizas hechizos en lugar de luchar cuerpo a cuerpo? — escupió uno de los hombres que, al parecer es el líder. 

—¿Crees que tienes la capacidad de luchar contra mí? ¡JA!

—La tengo— aseguró.

—En ese caso, demuéstralo— los dejé en libertad y chasqueé los dedos, el cielo se tornó oscuro gracias a la presencia de las nubes espesas de color negro que han comenzado a tapizarlo; los aullidos, lamentos, gritos y estruendos que se comenzaron a escuchar lograron que los hombres dudaran por unos momentos si debían continuar o retirarse.

—Las puertas del infierno se han abierto y estás más que dispuestas a darles la bienvenida— solté con tono burlón. De pronto, las criaturas demonio de alto poder hicieron acto de presencia al igual que las serpientes de oro, inmediatamente, comenzaron a atacar a los hombres que se creían insuperables.

Me coloqué de cuclillas frente al líder y tras tomarle con fuerza del mentón, dije—: Parece que no tienes el suficiente poder para derrotar el mismísimo Patriarca Lee.

—¿Patriarca...? ¿Qué demonios? ¡Eres tú!

—Sí, soy yo.

—Tarde o temprano, morirás maldito imbécil— soltó con desprecio.

—Claramente, el imbécil eres tú— dije con voz gélida tras iniciar a ejercer fuerza en el cuello del hombre —, hasta nunca, pedazo de mierda.

El crujido de los huesos al ser quebrados me hizo sentir mucho más satisfecho, me levanté del suelo y miré hacia el resto de los hombres que han comenzado a ser ingeridos por mis bestias; extendí mi mano derecha y rápidamente se subió una serpiente de oro y se enroscó.

—El mundo está lleno de estúpidos— murmuré. —El tiempo se está agotando, debo de dar el siguiente paso— me dije a mi mismo.