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𝒙𝒙𝒙𝒊𝒊𝒊. 𝒕𝒉𝒆 𝒇𝒍𝒊𝒈𝒉𝒕 𝒐𝒇 𝒕𝒉𝒆 𝒇𝒂𝒕 𝒍𝒂𝒅𝒚; 𝒑𝒂𝒓𝒕 𝒕𝒘𝒐.

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CAPÍTULO TREINTA
Y TRES
PRESENTE
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     ESTABA NERVIOSA y su ánimo no era el mejor después de todo lo pasado con Draco. Estaba desanimada, pero por lo menos había pasado esa parte horrible después de un rechazo ¿y qué mejor que con la compañía de sus amigos? que eran quienes habían subido su ánimo. Sin contar bueno, la última adición a su círculo de confianza. Ese chico pasó a formar parte de su vida tan rapido como una estrella fugaz.

     Recordó como se habían visto hace unos días en la tarde, lo lindo que pudo pasarla dejando de lado sus preocupaciones.

     ―¿Cómo estas preciosa?. ―preguntó Cedric acercándose en el banco, la pelliroja se veía algo mejor; pero después de haber hablado de sus amigos de Beauxbatons la había visto decaída.

     El rostro del joven muchacho había mostrado preocupación con un signo de intriga, es decir ¿qué había pasado exactamente?.

     ―Ahora que estoy contigo me siento mejor. ―contestó.

El río y nego.

     ―Me halagas. Sabes, el otro día mi amigo me preguntó si te conocía o algo; y me enteré de que estamos en boca de todos. ¿Te molesta que piensen que somos algo?. ―preguntó pensando en todas las personas que siempre los seguían con la mirada. Era algo incómodo ver que toda una escuela les prestaba tanta atención, ni que fueran una atracción turística.

     A Cedric no le molestaba del todo por que estaba acostumbrado a estar involucrado en el tema social, pero ¿y alguien nuevo en ese país?. No sabía si Lizza habia estado en una situación así.

     ―Nop. ―contestó sonrojada mirando hacia abajo.

     Le daba vergüenza admitirlo, pero el quien primero fue su amigo de pronto fue algo más que sólo eso. Alguien en quien podía confiar, llorar, alguien a quien también le contó de su última decepción y no la había juzgado mirándola mal por mirar a un Slytherin; y sobretodo podía contar en el sólo para el simple acto de acompañarla. Estar con ella y hacerla sentir bien.

     El acaricio su barbilla. ―Oh... interesante ―pareció pensar y de pronto, busco en su mochila y sacó algo de su bolso ya que ambos se vieron después de clases ―toma. ―le dijo entregándole una pequeña cajita.

     Estaba envuelta en un papel grisáceo con pequeños dibujos de rosas, era un papel áspero al tacto, como si fuera com textura. Era un pequeño presente de lo más bello que Lizza pudo haber obtenido.

    ―¿Qué esperas?, abrelo Liz ―dijo emocionado como un niño esperando una respuesta. Su sonrisa era amplia y hacía que la pelliroja se pregunte como alguien era simplemente tan entusiasta y positivo.

    ―¡Oye! ¡Estaba apreciandolo! ―exclamó quitándole el regalo. ―... es que no me tienen paciencia. ―murmuró.

     ―Sí que la tengo, sólo que estuviste una eternidad ―miró hacía abajo señalando con su mirada sus manos ― y me canso por cierto.

Recordando lo sucedido con una pequeña sonrisa en su rostro miró hacía su muñeca. Allí se encontraba el regalo. Era un brazalete que tenía sus iniciales, también había una pequeña piedra blanca que simulaba ser un diamante en un extremo de la pequeña placa donde estaba el grabado.

     ―Perdone, profesora. Yo... creo que he perdido... —la voz de Neville la sacó de su ensoñación.

    Todavía recordaba cómo Cedric se lo dio con algo de miedo a un rechazo venidero, pues hace relativamente poco tiempo se veían. Pero en los asuntos del corazón nadie mandaba, y vaya que ella trataba de seguirlo. Sólo esperaba que las cosas fluyeran, después de todo aún otro chico que no quería nombrar rondaba su mente. 

   ―Tu abuela me la envió directamente, Longbottom —dijo la profesora McGonagall. ¿Ella tenía el permiso? ¡Oh claro que sí!. —Pensó que era más seguro. Bueno, eso es todo, pueden salir.

     Ah... cierto estaba en la última carta de su padre. Sonrió, Luc no había querido que vaya a ese pueblo, pues temía por su seguridad, pero usó su increíble poder de convencimiento y logro poder asistir a ese lugar. Después de todo realmente quería ir y no tenía nada que ver con su cita; claro que no.

    —Pregúntaselo ahora. —susurró Ron a Harry.

     ¡Oh cierto la situación! ¡su mejor amigo quería ir sí o sí!. Estaba en una encrucijada no sabía si apoyarlo o negar poner su vida en riesgo, por que ella sabía que Harry nunca podía disfrutar el colegio, siempre pasaba algo que lo impedía. Pero, al mismo tiempo temía que algo pasará.

     ―Harry yo no se si sea buena idea ―mencionó pensando en su seguridad. Temía que algo le sucediera, Sí se suponía que Sirius Black era un peligro, pero no creía que fuera a por ella. Con Harry era otra situación por que él si era algo cercano, pues era su padrino según le contó su padre. Ella solo era hija de alguien a quien había amado en algún momento de su vida, y calculaba que fue hace mucho, ya que parecía tener un edad alta. En su opinión no había razón para que quiera llegar a ella. De ninguna manera.

     —Ah, pero... —fue a decir Hermione.

     ―Oye harry... ―la verdad era que tanto harry como Ron eran verdaderamente testarudos.

     —Adelante, Harry —le incitó Ron con testarudez. ¿Ven? a eso se refería.

     Acompaño a Harry junto con sus amigos, le dio la mano y la apretó en señal de apoyo. Lo vio dandole una ultima mirada con sus ojos verdes y tomando valentía aguardando a que saliera el resto de la clase, el se acercó nervioso a la mesa de la profesora McGonagall. Vaya que el pelinegro tenía huevos pensó, por que después de todo esa profesora podía ser intimidante.

     —¿Sí, Potter? ―Harry tomó aire. —Profesora, mis tíos... olvidaron... firmarme la autorización —dijo.

   La profesora McGonagall lo miró por encima de sus gafas cuadradas, pero no dijo nada. Lizza contuvo la respiración, quería que pudieran verse allí, no sabía por qué pero Harry siempre le recordaba una intensa sensación a hogar.

     —Y por eso... eh... ¿piensa que podría... esto... ir a Hogsmeade?

     La profesora McGonagall bajó la vista y comenzó a revolver los papeles de su escritorio. Solo querían ir a ese maldito pueblo y pasarla de maravilla.

    —Me temo que no, Potter. Ya has oído lo que dije. Sin autorización no hay visita al pueblo. Es la norma.

     No sé podía romper esa norma, ¿cierto?... puff; claro que no.

    —Pero... mis tíos... ¿sabe?, son muggles. No entienden nada de... de las cosas de Hogwarts —explicó Harry, mientras Ron le hacía señas de ánimo y ella pensaba que debía darle una mirada que cachorrito perdido—. Si usted me diera permiso...

   Realmente no creía que justo la profesora más recta de Hogwarts iría a darle permiso, pero la fe es lo último que se pierde ¿no?.

     —Pero no te lo doy —dijo la profesora McGonagall poniéndose en pie y guardando ordenadamente sus papeles en un cajón—. El impreso de autorización dice claramente que el padre o tutor debe dar permiso. —Se volvió para mirarlo, con una extraña expresión en el rostro. La pelliroja pensó si acaso ¿Era de pena? Esperaba que no, lo último que Harry necesitaba era sentirse peor—. Lo siento, Potter; pero es mi última palabra. Lo mejor será que te des prisa o llegarás tarde a la próxima clase. 

     No había nada que hacer lamentablemente. Ron llamó de todo a la profesora McGonagall y eso le pareció muy mal a ella y a Hermione; después de todo era su trabajo. Hermione en cambio puso cara de «mejor así», lo cual consiguió enfadar a Ron aún más. En el camino Lizza noto al pelinegro apesadumbrado, como si el peso del mundo estuviera en sus hombros.

    —Por lo menos te queda el banquete. Ya sabes, el banquete de la noche de Halloween. Y no creo que sea tan cool, hablo de Hogsmeade, claro―soltó ella tratando de subirle el ánimo y lo último medio nerviosa.

     —Sí —aceptó Harry con tristeza.— Genial y eso espero...

     Sip eso no había resultado.

     El banquete de Halloween según todos sus amigos era siempre genial, pero sabría mucho mejor si Harry  acudía con todos a Hogsmeade y luego asistían a el. Nada de lo que le dijeran ―al pelinegro, si no a quien iba a ser ― le hacía resignarse a aquello y Lizza pensaba que se estaba mortificando. Dean Thomas, que era bueno con la pluma, se había ofrecido a falsificar la firma del tío feo y malo del pelinegro (a quien quería maldecir secretamente), pero como Harry ya le había dicho a la profesora McGonagall que no se la habían firmado, no era posible probar aquello.

     Ron sugirió no muy convencido la capa invisible, pero Hermione junto a ella rechazaron de plano la posibilidad recordándole a Ron lo que les había dicho Dumbledore sobre que los dementores podían ver a través de ellas. Percy pronunció las palabras que probablemente le ayudaron menos a resignarse:

     —Arman mucho revuelo con Hogsmeade, pero te puedo asegurar que no es para tanto. —le dijo muy serio— Bueno, es verdad que la tienda de golosinas es bastante buena, pero la tienda de artículos de broma de Zonko es francamente peligrosa. Y la Casa de los Gritos merece la visita, pero aparte de eso no te pierdes nada. 





























































☞╯NOTA

Holu, como ven estoy actualizando lunes por medio, la idea habían sido todos los lunes en un principio; pero se ve que es imposible para mi cabeza hacer un capítulo en tan poco tiempo xd. Así que asi quedo.

»¿vieron que tiernos son mis bebés? ¿a poco no son lindos juntos?

En fin, verán este capítulo es medio medio, así que esperenme hasta el próximo capítulo por que el drama se vieeeene.

»EU ¿a algun@ le gustaría un fanfic de supernatural?

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