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𝒙𝒗𝒊𝒊. 𝑬𝒑𝒊𝒑𝒉𝒂𝒏𝒚.

❝𝙴𝚕𝚕𝚊 𝚎𝚜 𝚕𝚊 𝚜𝚎𝚌𝚞𝚎𝚕𝚊 𝚍𝚎 𝚖𝚒𝚕 𝚐𝚞𝚎𝚛𝚛𝚊𝚜❞. 𝐑. 𝐈𝐬𝐫𝐚𝐞𝐥.



















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CAPÍTULO DIECISIETE
DE PERROS PULGOSOS
Y CASTAÑOS LINDOS
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LIZZA DESPERTÓ SÚBITAMENTE. Un sueño atroz la hizo despertar de manera abrupta. Toco su pecho, su respiración era agitada y parecía que su corazón saldría de su pecho. En su sueño un chico de cabello negro y ojos tan verdes como el mar, junto a una chica rubia con corte de princesa caían. Era un foso con una penumbra y negrura espesa.

«Asustaba»

Era tan tormentoso que no sabía que demonios significaba y los gritos habían resonado en su cabeza. Realmente el sueño era tan real que le aterro. Sintió que en algún lugar, alguien también caía y no solo ella había sentido ese terror por aquel lugar lúgubre.

Sacudió su cabeza y su mano sacó el sudor de su frente que caía en pequeñas gotas. Reviso la habitación, nadie se había levantado aún con su respiración agitada. O al menos eso creía.

Saco su frazada de encima y se dirigió al baño. En su camino reviso la cama de Hermione con la mirada, nada absolutamente nada se había movido. Solo los ronquidos de Lavander se escuchaban más que sus pasos. La chica siempre dormía así, rodo los ojos.

En el baño se dio una ducha dejando que el agua la refresque, debían ser al menos las seis y media de la mañana, o un poco más temprano aún. Pero su mente se sentía atrofiada, por que pensaba que un sueño de lo más común tenía todo las características de no serlo.

Se vistió con su uniforme y a aquella atosigante corbata la dejo enrollada en su muñeca. Iría al bosque prohibido, por que llamenla tonta pero su gato estaba desaparecido y era apenas un bebé. Cuchurrumin era su gatito, bueno y desde luego la inquietante sensación que le había pasado en la cabaña de Hagrid la intrigó.

Había sentido una mirada entre los árboles, y normalmente todos sus instintos era correctos. Algo que no sabía absolutamente nadie era de sus problemas para leer y su mente que no podía mantener la concentración. Todo la distraía y así podía captar cosas que alguien normal pasaba por alto. Con el tiempo y gracias a Luc se demostró que no podía leer algo que no sea el griego antiguo o latín, aunque con el último tenía un poco más de dificultad. Por ello todos sus libros estaban en el primer idioma y bueno, en la escritura se las arreglaba con un poco de ingenio.

En fin siempre supo saber cómo hacer que para que nadie se preocupe por ella y sus problemas mejor llamados como: THDA (Trastorno Hiperactivo del Déficit de Atención) y Dislexia.

En su recorrido pudo divisar solo algunos estudiantes, estaba tan distraída que sin querer tiro todos los libros que un chico traída. El impacto la hizo caer, pues el chico tenía un pecho duro.

—Ay, ¡Por Merlin santo!—exclame en el suelo.

Trate de levantar los dos libros que habían caído, que suponía eran del chico que se quejó un poco.

—Lo siento, lo siento, iba distraída.—el chico en cuestión me levanto del suelo con su mano cálida y grande en comparación a la mía.

Sacudí mi uniforme y sin prestar atención tome los libros del suelo. Se los tendi.

El chico me miraba sorprendido. Era bastante alto a comparación mío y tenía unos ojos grisáceos bastante lindos. El cabello castaño claro y parecía que pertenecía a nada más y nada menos que a Hufflepuff. El chico me observo con atención seguro pensando en si me conocía.

—No, fue mi culpa iba apurado. Lo siento.—dijo sonriendo y tomándo los libro que le tendi.—Espero que no te hallas lastimado.

—Oh, no. Estoy bastante sana a mi parecer.—le dije sonriendo un poco mientras el buscaba en mi algún rasguño o lastimadura.

Un grito nos interrumpió. Al parecer eran amigos por que reían y bromeaban, hasta que uno empujó a otro y este le grito:

❝ Oye Cedric deja de coquetear, tenemos que ir a hacer el trabajo❞

Dio una mirada hacia ellos y habló:

—¡Si, ya voy!—exclamo hacia sus amigos—Oh yo me debo ir, hablamos luego, por cierto me llamo Cedric.— El chico hablo apurado y sonriendo tímido por lo dicho por sus amigos, sin considerarlo se dio la vuelta y siguió su camino en un trote. Lo resivieron con palmadas y el me dirigió una última mirada antes de irse.

Después caí en que él me había dado su nombre y pero yo no el mío. Puff, probablemente hallan sido las hormonas. Lo siento pero él desde luego era lindo y eso que era yo quien tenía los genes veela.

Hize mi recorrido entre pensamientos sobre dragones rubios, chicos Hufflepuff y ojos verdes entre anteojos. En el aire se podía oler hierba mojada por el rocío de la mañana y a mis lados me acompañaban solo árboles. No me aleje mucho solo seguí un poco la caminata cerca a la cabaña de Hagrid en un terreno algo despejado. No quería perderme y por ello solo continué el camino marcado.

Realmente solo había árboles y árboles muy altos. Miraba el cielo y se hacía difícil divisarlo entre el espesor de las hojas y ramas. El verde se notaba en esplendor.

Un crujido me alertó y quede en shock, era difícil reaccionar a una situación como esta.

¿Qué tal si te digo que encontré no solo a mi gato?

¿Qué tal si te digo que divise un perro flacucho?

¿Qué tal si te digo que también encontré a el gato de Hermione?

Era impensable, extraño y el más raro y extraño grupo que había visto en mi vida. Y eso que vivía en un mundo mágico y había visto algunas criaturas bastante raras hasta para los magos.

Un gato atigrado, un gatito negro pequeño, y un perro también negro se detuvieron a la vez cuando me di la vuelta. Como si los hubiera sorprendido infraganti en algo ilícito. Cuchurrumin me llamó en un maullido. Mori de ternura.

—Oh mira donde estabas querubín—dije mientras me acercaba a tomar a el  pequeño.

El perro grande era extraño. Juro que parecía que miraba a mi gato con burla. ¿Me estaba volviendo loca?

—Oye, tu que miras pulgoso.—le dije.

El perro con estraños ojos grises me miró y gruñó en señal de disgusto.

—Oh ya veo, tu quieres mimos también. ¿No pulgoso?

El perro ladro alegre y yo rei mientras en mi brazo sostenía a mi gatito con cuidado. Me acerqué lo suficiente como para acariciarlo y el pelo negro se sintió suave entre mis dedos.

—Bueno pulgoso, eres cariñoso al final he... —dije mientras el pulgoso se contorsoniaba en busca de caricias. Sonreí por ello.

Una voz me interrumpió y gire mi cabeza de inmediato aún en la misma posición. Era Hagrid quien me miraba con extrañeza.

—¿Qué haces aquí Lizza? ¿No deberías estar en el Gran Comedor?—pregunto.

—Ah, yo solo me encontré con Cuchurrumin y el perro negro...

—¿Qué perro?—dijo confundido.

Volteé nuevamente y no encontré a ningún perro y tampoco a el gato de Hermione. Solo tenía a mi gatito en mi brazo derecho.

—Ninguno al parecer... —mencione con extrañeza.

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