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Bruno se sobresaltó al tener otra repentina visión. Estaba quedandose dormido cuando sucedió.

Suspiró agotado, cerrando sus ojos para poder enfocarse en aquella imagen fugaz que estuvo en su mente por muy breves instantes antes de desvanecerse. Para ser sincero, estaba harto de visiones tan reoentinas como esas, quería saber que otra cosa había en el futuro.

Al cabo de pocos segundos pudo ver lo mismo que la vez anterior, solo que la imagen de la mujer, que antes se notaba distircionada, ahora se aclaraba un poco más, desapareciendo por pocos segundos. Bruno resopló, dispuesto a dejar de mirar y dedicarse a descansar al creer que sería lo mismo visto anteriormente, pero entonces otras imágenes pasaron por su cabeza que lo dejaron apenado.

Se notaba la figura de ella y él, sosteniendo sus manos mientras se miraban fijamente, sonriendo alegres. Después, en un escenario distinto, se les veía más apegados, ella estaba apoyada en su pecho y él parecía sostenerla, de nuevo, los dos se miraban de manera fija, como si fueran lo más interesante en la vida del otro. Sus manos estaban entrelazadas con firmeza.

Bruno tragó pesado al ver esta última imagen plasmada en la loza color esmeralda, sin saber exactamente que significaba lo que acababa de ver, y ahora teniendo más dudas sobre aquella mujer.

Respingó cuando, al darse la vuelta, notó la presencia de Mirabel, que parecía haber sido testigo de lo que su tío hacía y de lo que se encontraba en la loza, pues miraba esta con sumo interés.

—¡Uh!~ El tío Bruno tendrá una novia— Canturreó al levantar la vista.

Bruno retrocedió, repleto de nervios.

—¡Mirabel!— Exclamó asustado —¿Qué haces aquí?—

Su sobrina sonrió y chasqueó sus dedos, pareciendo recordar a lo que había entrado a la habitación de su tío.

—Ah sí, venía a avisarte que el desayuno ya está listo— Rio con brevedad, acomodando sus lentes —Y ahora que lo hice... ¿Quien es esa mujer?— Apuntó a la loza.

Bruno ocultó el objeto bajo su porcho verde, negando con la cabeza.

—No lo sé— Se dió la vuelta, dispuesto a ir a comer sin más.

Mirabel lo siguió, cruzándose de brazos mientras pensaba.

—¿De verdad tío?— Cuestionó —¿Tu novia es una desconocida?—

—N-no digas eso— Contestó —De verdad no sé quien es— Bruno jugueteó con sus manos —No se lo digas a nadie, ¿Sí?—

Mirabel asintió pero siguió mirándolo con duda. Bruno pudo sentirlo, por lo que apresuró el paso y cubrió parte de su rostro con sus manos para evitar mirarla y avergonzarse más.

Al llegar al comedor, todos estaban acomodando las cosas para comer por lo que Bruno se unió, poniendo más cosas cómo los vasos y los cubiertos. Mirabel tenía los platos. Y de nuevo, Mirabel continuó preguntandole cosas a su tío.

—¿Enserio no tienes idea de quien se trata?— Lo miró sin comprender.

—No— Suspiró Bruno, acomodando el último vaso en la mesa antes de tomar asiento.

—¿Que tal si te ayudo a encontrarla?— Propuso sonriente —Siendo un pueblo podría ser cualquier persona, buscaré en todos lados.—

—Julieta ya me ayuda con eso, gracias igualmente, Mirabel— Contestó tomando un par de arepas, comenzando a comer las mismas.

Mirabel miró a su madre con confusión mientras esta apenas tomaba asiento frente a ella.

—¿Entonces ya sabes de-?—

─¿La mujer de la visión de Bruno? Sí.─ Habló ─Aunque aún no tengo pistas de ella. Quizá hoy tenga suerte. Dolores dijo que escuchó un par de voces nuevas en el pueblo antes de salir a ver a Mariano.─

Bruno se quedó pensando en eso. Sin querer hablar del tema al ver que los demás miembros de la familia empezaban a tomar asiento en la mesa.

El vidente se dispuso a comer con nornalidad hasta que sus queridas ratas arrebataron la loza verde del poncho de Bruno y lo dejaron en el suelo antes de tropezar y correr despavoridas. Pepa, que regresaba de la cocina con un tinto, vió el objeto y lo tomó en sus manos, luego fijó la vista en su hermano, que no sabía donde esconderse ahora.

—¿Qué significa esto?— Cuestionó la pelirroja —¿Este eres tú, Bruno? ¿Quien es esa mujer?— Pepa sonrió emocionada —¿Acaso tienes novia y no nos habías dicho?—.

La abuela Alma interrumpió, tomando la loza de las manos de su hija antes de que Bruno se moviera.

—¿Cómo dices?— Analizó la loza a lujo de detalle, esbozando después una sonrisa —¡Ah, Brunito, que gran noticia!— Exclamó —Tendremos a otra Madrigal en la familia pronto, que alegría.—

—¿Aún a su edad?— Camilo preguntó extrañado. Félix le dio un codazo en señal de que no hablara al ver una nube gris formarse arriba de Pepa por su comentario —¿Qué? Yo sólo pregunto.—

Pepa y Alma abrazaron a Bruno, que usaba su largo y rizado cabello para esconder su rostro extremadamente rojo.

—No hay nada de lo que avergonzarse mijo— Habló la mayor de la familia Madrigal —El amor es algo maravilloso, basta con mirar a tus hermanas para darte cuenta—

—Pero... Yo no la conozco— Murmuró Bruno.

—Quizá no aún, pero en cuanto lo hagas seguro que te quedarás flechado por ella— Rió Alma —Después de todo parece ser tu destino.

Bruno tenía una experiencia nula en el amor. Sí, había sentido esas cosas antes pero hace muchísimos años, quizá cuando era un niño, pero los años pasan y la mentalidad de la gente cambia. Eso sumándole los 10 años que él estuvo aislado entre las paredes de Casita.
Debe admitirlo, a pesar de sentirse muy nervioso acerca del tema, el saber que alguien podría amarlo a pesar de su "don malvado y catastrófico" le acelera el corazón un poco.

Entonces Dolores apareció en escena, esbozando una pequeña sonrisa.

─Abuela, tengo noticias─ Comentó ─Unos familiares de Mariano vinieron desde lejos al Encanto. Parece que piensan quedarse en el pueblo.─

La abuela Alma rio con brevedad, aproximandose a su nieta.

─Maravilloso, ¿Que tal si hacemos algo para recibirlos?─

Dolores ladeó su cabeza, haciendo uso de su don.

─Mariano cree que una fiesta es buena idea─ Habló ─Dice que pueden conocer a todo el pueblo, y saber sobre la familia y nuestros dones─ Explicó ─¿Que te parece, abuela?─

─¡Es una espléndida idea!─ Expresó Alma ─Familia, empiecen a alistarse. Julieta, Pepa, preparen todo un banquete. Luisa, Mirabel, adornen todo por favor. Isabela, Camilo, vayan con Dolores a decirle a todos sobre la fiesta, por favor. Hagamos a estas personas sentirse como en casa ¡La Familia Madrigal!─

─¡La Familia Madrigal!─ Asintieron todos los integrantes.

Todos se centraron en sus labores tanto, que no se percataron cuando Bruno ya no estaba. Se había encerrado en su habitación de nuevo a pensar sobre sus visiones, sin saber que se cumplirían más pronto de lo que creía.

Editado:

02/03/2022

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