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6. » Día 15


𝟤𝟥 . 𝟫 . 𝟤𝟢𝟣𝟦

El reloj marcaba las seis de la mañana, sin embargo, el Soldado hacía horas que había despertado.

No le gustaba dormir, cerrar los ojos y caer al fondo de su desesperación. Ese sitio inhóspito en algún lugar de su cabeza lleno de tinieblas y confusión, donde entraba y se sentía perdido, atemorizado, reviviendo una y otra vez pequeños recuerdos que lo atormentaban, voces sin rostro que desgarraban su diminuta y frágil estabilidad.

Apenas podía ver bien aquellas escenas, pero lo poco que conseguía descifrar ya era doloroso.

Miró al techo y pestañeó con lentitud, cerrando los ojos mientras colocaba su antebrazo humano encima de sus ojos. Necesitaba calma, un poco de tranquilidad y lo intentaba, vaya que sí lo hacía. Contenía el aire en sus pulmones y lo soltaba despacio, contando mentalmente los segundos, pero todo seguía en el mismo punto. Librarse de sí mismo, del Soldado de Invierno estaba siendo imposible.

Solo era él, un hombre perdido luchando contra aquellos demonios que HYDRA puso en él.

Suspiró girando sobre su hombro, colocándose de lado, mirando hacia la puerta. Solo dos metros lo separaban del exterior, sin embargo, el camino hacia su propia libertad parecía infinito.

Bufó poniéndose de pie, apartando su cuerpo cansado de ese viejo sofá en el que acostumbraba a pasar todas las noches en vela y movió el cuello de lado a lado, provocando el crujir de sus articulaciones mientras frotaba su propia nuca.

Caminó descalzo hasta la cocina, su cuerpo cubierto solo con sus pantalones de combate. Buscó por los estantes, poca cosa quedaba de su última compra.

― Mierda... ― susurró por lo bajo, apoyando las manos sobre la encimera vieja y abandonada de la cocina, hundiendo el cuello entre sus hombros.

Salir a la calle aún era complicado para él. Sentía cierto toque de alivio y tranquilidad, su cuerpo parecía disfrutar de la amplitud que el exterior le ofrecía, no obstante, todas esas sensaciones solo duraban un par de minutos. Rápidamente se llenaba de desconcierto e incertidumbre, pesando que todo el mundo lo observaba, sintiéndose encerrado en sí mismo, en un pasado injusto.

Abandonó la cocina después de tomar una vaso de agua, aquel sería su desayuno de esa mañana.

Llegó al baño, no sin antes detenerse sobre la puerta de su prisionera, pegando con cuidado la oreja en un intento de escuchar algo, pero nunca escuchaba ni el más mínimo ruido. Brianna era un constante interrogante. Se mostraba serena y tranquila, sin embargo, había algo, no sabía el qué, que hacía dudar al Soldado.

Tambaleaba sus pensamientos, difuminaba su rabia con su aparente amabilidad y no lo entendía, porque pensar en ella y en quién era, era como rociar un bidón de gasolina al fuego de su rabia. Lo llevaba a un punto de total descontrol. Despertaba al Soldado de Invierno.

Destructivo y rencoroso, lleno de sed de venganza.

Y luego ella se mostraba dócil y pasiva, siempre con sus "gracias" y sus "por favor". Su voz templada, casi como un susurro y su mente se nublaba.

No le gustaba esa sensación, sentía que perdía el poder, que con un sencillo gesto ella se lo arrebatada dejándolo de nuevo, solo y desprotegido. Aquello era lo único real que tenía, su fuerza y autoridad sobre ella, y le hacía sentirse bien, porque por primera vez, él no era quien estaba siendo sometido.

El agua corría por su cuerpo, bañando y acariciando su piel desnuda, pero ni toda esa calidad que lo rodeaba lograba relajar su cuerpo ni en lo más mínimo. Apoyó una mano sobre los azulejos de la ducha, echando la cabeza para abajo mientras veía el agua correr por el desagüe.

Trataba de hallar paz, una pequeña dosis de deshago, pero al igual que el agua, sus deseos corrieron sin freno por el desagüe, como si no importasen, como si no valiesen la pena para el mundo.

Salió y se vistió, cubriendo su cuerpo con rapidez, siempre evitando su propio reflejo en los escasos trozos de espejo que habían conseguido sobrevivir a su ataque de ira. Odiaba verlo, verse así mismo como si hubiese salido de la más de las feroces guerras. No se reconocía, no sabía quién era el hombre de expresión fría e inhumana que se reflejaba ante sus ojos.

Buscó sus guantes, jurando que los había dejado encima de la mesa, como cada vez que se los sacaba. No estaban. No había mucho por dónde mirar, simplemente no estaban. Pasó una mano por su cabello, ligeramente húmedo, los necesitaba, no podía salir sin ellos a no ser que quisiera revelar quién era realmente.

Lo pensó durante dos segundos, tal vez eso era lo mejor, volver a ser un prisionero y pagar por los fantasmas de su cabeza. Dejar que el mundo lo condene y lo castigue sin remordimientos.

Descartó la idea, el hombre roto en su interior quería rendirse, sin embargo, el Soldado frío y enfurecido se negaba a aceptarlo. No podía evitar sentir cierto egoísmo, fuera quien fuese ya no era el mismo, sus ideales parecían haber cambiado y por más que su conciencia quisiera interponerse, siempre el Soldado y su oscuridad conseguían opacarlo.

Con las manos sobre su cadera y mirando a su alrededor, pensó donde diantres estaban esos malditos guantes.

Entonces lo recordó, fue hace unos días. Brianna y él incómodo efecto que su mirada causaba en él.


» Día 9 17 . 9 . 2014

Es lo único que tengo su mirada empezó a empañarse Por favor...

El Soldado la observó, se veía débil, una niña sin su padre, sola y abandonada preguntando por él. Sus ojos ligeramente rojos, ¿acaso iba a llorar?

Entonces una idea llena de maldad empezó a formarse. Miró por encima de su hombro, el periódico aún seguía sobre la mesa, anunciando la muerte de su padre. Tardaría menos de un minuto en ir a por él, mostrárselo y darle el peor golpe de su vida.

Incluso sin conocerla, podía ver el cariño que ella tenía hacia su padre.

La pregunta era, ¿realmente iba a hacerlo?

Lo siento... Brianna habló de golpe, bajando la mirada, escondiendo su debilidad y su mirada humedecida.

¿Lo sientes? preguntó desconcertado, perdiendo la idea que se formaba en su cabeza.

Yo... Brianna sonrió levemente, sus labios curvándose con suma ligereza, un gesto muy sutil, pero perfectamente perceptible Todo esto es mi culpa, no... no debí de haber escapado... jugó con sus dedos y... siento que estés aquí por mi... no debe de ser lo más divertido del mundo cuidar de una niña... se atrevió a mirarlo, esta vez, sus ojos completamente despejados, ni rastro de tristeza Se que mi padre puede ser un poco exigente, pero se le pasará. No creo que te condene a esto por mucho más tiempo... movió los hombros con tranquilidad mientras pellizcaba un trozo de pan y se lo llevaba a la boca con fingida tranquilidad.

Brianna comía, él callaba, no sabía el porqué de sus palabras, sin embargo, la miraba y todo parecía estar bien con ella.

¿Cuánto crees que durará esto? inconscientemente el Soldado estaba siguiendo la conversación que Brianna había marcado.

No lo sé... suspiró pellizcando otro trozo de pan supongo que... hasta que aprenda la lección miró hacia la pared, desviando fugazmente la mirada hacia la ventana, luego volvió a mirarlo, sus ojos verdes y avellana lo analizaban con sin que él pudiese notarlo.

¿Crees que tu padre vendrá a por ti? ladeó la cabeza, cruzándose de brazos, apoyando la espalda en el marco de la puerta. En su cabeza Brianna solo era una niña ingenua.

Es mi padre, se preocupa por mi... no pudo evitar ser completamente sincera. Brianna realmente creía en lo que acababa de decir.

El Soldado reprimió una risa irónica, sus deseos de herirla volviendo a su cabeza. De reojo volvió a mirar el periódico sobre la mesa. Dio dos pasos hacia ella Tengo informac...

Gracias Brianna lo cortó de golpe, plantando el plato vacío ante sus ojos mmm... me gustaría ir al baño... ¿puedo ir sola o...? dejó su pregunta en el aire, observándolo con curiosidad.

Brianna volvió a despistarlo, llevándolo a un estado de alerta. Centrando toda la atención del Soldado en vigilarla en su travesía al baño.

Deprisa señaló caminando hacia la puerta, invitándola a salir moviendo la cabeza Tienes dos minutos advirtió abriendo la puerta para ella. Brianna asintió dócilmente, entrando con lentitud.

Suspiró detrás de la puerta, mirando sus manos, observando cómo temblaban. Se alejó todo lo que pudo de la puerta, respirando pesadamente, tratando de calmarse. No le gustaba su presencia, su voz enviaba escalofríos a lo largo de su cuerpo, pero ella se esforzaba por disimularlo.

Y mientras ella luchaba por mantener el control de sus emociones, el Soldado se hallaba detrás de la puerta pensando en ella, en su rareza y actitud singular. Negó pensando en su propia actitud, había estado a un paso de ser tremendamente impulsivo, de romper con sus propios planes de venganza. Mostrarle ahora ese periódico solo hubiese sido un paso equivocado, porque él no quiere ver una explosión, el Soldado quiere disfrutar cada segundo. Ansía verla destruída, lentamente, como ellos hicieron con él.

Darle el último golpe, la última estocada solo le quitaría su poder ante ella. Después de eso ya no tendría forma de herirla. Necesitaba doblegarla, hacerla pequeña y frágil.


"No quiero ver una simple explosión, quiero ver como todo arde lentamente, cómo cada uno de tus cimientos se van quebrando mientras luchas desesperadamente por mantenerte estable. Sabrás la verdad sobre tu padre, pero no tan fácilmente, antes sufrirás. Antes suplicarás."


Dos minutos después salió del baño, caminando con cierta prisa hacia la habitación, sus pies descalzos sintiendo el frío del suelo. Entró en la cama con rapidez, sintiendo la presencia del Soldado sobre su espalda, rezando internamente para que la dejara sola con su propia soledad.
Solo así lograba sentirse medianamente segura, alejada del monstruo que la encerraba.

La puerta se cerró, el Soldado se fue y Brianna se dejó caer en la cama. Tanta contención resultaba agotadora para ella.

Él volvió al salón, a sostener aquellas hojas de papel amarillento con demasiada información como para mantenerlo a simple vista. Tomó el periódico, guardándolo en uno de los cajones, cubriéndolo con sus guantes, cerrando el cajón con una de las varias llaves que guardaba en el bolsillo.


"Véngate lentamente, porque... ¿por qué derribar toda la torre cuando puedes verla arder lentamente?"


Metió la mano en su bolsillo derecho, tomando el manojo de llaves con las que siempre cargaba. Desconocía para que servían la mayoría de ellas, afortunadamente para él solo necesitaba una en concreto. Abrió el cajón y encontró los guantes.

Debía irse, volver cuando ella aún estuviese dormida y sin molestar. No iba a darle ni el más mínimo respiro. Él estaría ahí cuando despertase, atemorizándola con su presencia.

» «

Se mantenía callada, atenta a cada mínimo ruido que pudiese escuchar. Necesitaba cualquier información, por escasa que fuese.

Pensó que si escuchaba el ruido de los pájaros conseguiría descifrar cuándo comenzaban los días y así poder llevar una cuenta más o menos acertada del tiempo que llevaba encerrada entre esas cuatro paredes grises y desgastadas. No obstante, por más que se esforzara no lograba escuchar nada, absolutamente nada, era ella perdida en un mar de silencio y abandono.

Inevitablemente su cuerpo siempre despertaba a la misma hora, aunque ella no era consciente de ese repetitivo hábito que su cabeza mantenía aún cuando no era necesario. Por primera vez en mucho tiempo estaba experimentando la desconocida sensación de quedarse en la cama sin hacer nada. Era extraño para ella, totalmente diferente a lo que estaba acostumbrada.

Hace unos días despertaba y el reloj marcaba la seis menos diez de la mañana, diez minutos antes de que el ruido de la alarma taladrase sus oídos. Se quedaba mirándolo, con sueño, viendo cómo los números iban cambiado, encogiéndose entre las mantas, esperando con agonía a que su día empezase. Entonces llegaban las seis de la mañana y Brianna tenía veinte minutos para presentarse en el gimnasio. Todos los días, año tras año, sin faltar ni un solo día.

Y ahora nada.

Ahora sus días se resumían a esperar, a mantenerse calmada e imperturbable, a aguantar el temor que el Soldado causaba en ella y a preguntarse constantemente porqué demonios tenía que pasar por esto.


"Control, Brianna, control. Pronto acabará."


Se consolaba a sí misma, afirmándose en que tarde o temprano su padre la liberaría de ese castigo. Solo tenía que esperar, ser paciente y no perder ese carácter sereno y lógico que su padre siempre le exigía.

Había tomado una decisión: mantener un perfil bajo y sosegado.

No podía permitirse más errores, en su situación actual lo único que necesitaba era pensar con la cabeza bien fría, ser razonable y no hacer ninguna tontería más. Tenía que aparcar sus instintos, aquellos que le gritaban que escapase en cuanto tuviese la más mínima oportunidad, esos que disparaban todas las alarmas de pánico y miedo que se albergaban en su interior asustadizo.

Ya se había equivocado. Tres fallos se anotaban en su marcador y no iba a volver a ceder ante sus propios impulsos.

Cubrió su rostro con sus propias manos, "qué tonta" pensó en completo silencio, negando con la cabeza.

Brianna había jugado con fuego, sus engaños y artimañas solo habían conseguido provocar al Soldado. Ella sola se había puesto en un juego en el que claramente iba a salir perdiendo y eso tenía que cambiar.

Si quería sobrevivir, su actuación debía de ser totalmente diferente.

El Soldado era inteligente, lo sabía perfectamente y al igual que era inteligente era despiadado. Estaba dispuesto a hacerle daño, a herirla sin ninguna duda, sus ojos y su lenguaje corporal se lo habían dejado muy claro.


"¿Cuánto crees que durará esto?"


Sus palabras retumbaban en su cabeza y con ellas el verdadero significado de ellas. Lo notó en cuanto sus palabras abandonaron sus labios, se estaba riendo de ella, burlándose de la situación. El jodido Soldado de Invierno lo disfrutaba.

Había visto oscuridad en su mirada, frialdad en su postura gigante y tensa, aquellas mismas cosas que veía en sus ojos cada vez que él afirmaba su autoridad ante ella, cuando colocó el arma sobre su frente, cuando gritó sobre su rostro y cuando le arrebató su arma improvisada. Lo supo en seguida, estaba en peligro y Brianna debía de jugar muy bien sus cartas si quería salir ilesa de toda esa situación.

― Pórtate bien, Brianna... recuérdalo... ― susurró mirando a la nada perdiéndose en sus propios recuerdos.


22 . 1 . 2002

Buenos días princesa escuchó con los ojos cerrados, acurrucándose debajo de sus sábanas azules, huyendo de un nuevo despertar.

Vamos Brianna es hora de despertar sintió peso sobre su cama, justo donde terminaban sus pies Un Misisipi... dos Misisipis... tres Misisipis... Brianna asomó los ojos, aún tapándose hasta la nariz, su cabello desordenado y su rostro soñoliento ¡ahí estás! su padre rió viéndola.

Brianna era ese detalle pequeño e indefenso que su vida necesitaba para estar completa y no cesó hasta que lo consiguió, ahora, Alexander Pierce, sentía que todo estaba solucionado.

Hola papá... sonrió frotándose los ojos con sus pequeños puños, bostezando mientras hablaba.

¿Cómo has dormido? preguntó peinando su cabello, apartándolo de su rostro.

¡Bien! sonrió mostrando su pequeña dentadura.

¿Sabes qué día es hoy Brianna? cuestionó mirándola. Su mirada era curiosa y despierta, como un reflejo de sí mismo, pero indudablemente poseía el color de los ojos de Nina.

¡Hoy es día de nuestro paseo semanal! chilló emocionada, sus palmas chocando como si de una celebración se tratase.

Eso es sonrió levemente Vamos, tienes que desayunar y prepararte se levantó de la cama y la tomó entre brazos, llevándola abajo.

Dada* pronunció mirándose al espejo, observando cómo su padre trataba de peinar su cabello ligeramente rizado.

¿Qué? preguntó distraído, ignorando ligeramente su voz.

¿Crees... crees que podríamos pasear más días? preguntó con cuidado, entrelazando sus propios dedos con algo de nerviosismo.

No creo que sea seguro señaló opacando las ilusiones de su hija. Brianna hinchó los mofletes y suspiró Pero hoy pasearemos por los árboles... ¿qué te parece? rápidamente los ojos de Brianna volvieron a iluminarse.

Nunca lo había hecho, correr y saltar entre aquellos árboles gigantes y nevados que decoraban las vistas desde su ventana. Siempre quiso hacerlo y nunca tuvo la oportunidad, no hasta ese momento.

Repetitivamente paseaba por los alrededores de la base, prácticamente dando vueltas al edificio, pateando la nieve contra los muros grises y robustos que se alzaban ante sus ojos.

Su padre terminó de vestirla, envolviéndola con un gran abrigo, colocando un gorro de lana sobre su cabeza y cubriendo sus delicadas manos con un par de guantes rosas.

¡Suéltame! ¡Suéltame! se revolvió impaciente entre los brazos de su padre. Solo un metro de distancia la separaba de la nieve.

De acuerdo murmuró dejándola en el suelo Brianna llamó su atención, o lo intentó, porque su hija de solo seis años, apenas podía centrarse en otra cosa más que en salir corriendo y ponerse a jugar Brianna mírame pronunció con más seriedad.

¿Si, dada*? Brianna lo miró, apretando los puños tratando de contenerse y prestar atención.

¿Recuerdas las normas? habló colocando el dobladillo de su gorro, manteniendo su actitud paciente y calmada. Su hija solo asintió lentamente De acuerdo, puedes ir en cuanto terminó de hablar Brianna salió corriendo, su risa llenando el lugar congelado.

Alexander la observó, su pequeña jugaba y saltaba por doquier, formando bolas de nieve que luego lanzaba hacia los mismos árboles. Revoloteaba como si de un pájaro recién liberado se tratase, escondiéndose detrás de troncos para luego salir con una sonora carcajada. Vio como se llenaba de nieve, lanzándola y rodando sobre esta, casi como si no fuese capaz de sentir el frío sobre su cuerpo.

Nos tenemos que ir ya advirtió mirando su reloj. Ya habían pasado cerca de dos horas.

Un poco más por favor... sonrió y juntó las manos, sus mejillas rojas por el frío.

Ya conoces las normas Brianna sentenció girándose, dando dos pasos, dando por zanjada la conversación y obligándola indirectamente a seguirlo hacia el interior de la base, pero para su sorpresa Brianna no lo siguió. Giró sobre sus talones, encontrándola algo alejada, arrodillada sobre la nieve, mirando detrás de unos matorrales.

¡Brianna! alzó la voz ligeramente, acercándose con lentitud.

¡Mira dada* es un conejito! chilló sorprendida, sus mejillas a punto de estallar por la sonrisa que formaban sus labios ¡Necesita ayuda! ¡Tenemos que ayudarlo! chilló tocando la jaula metálica que atrapaba al pobre animal. No entendía qué hacía en medio del frio, acorralado entre barrotes metálicos. Observó la jaula, buscando alguna salida y no la encontró.

Es hora de volver Alexander se detuvo a su lado, impasible ante el sufrimiento del animal.

¿Y el conejito? ladeó la cabeza interrogándolo Tenemos que rescatarlo frunció el ceño y apretó los labios.

Te explicaré una cosa Brianna... murmuró bajando hasta su altura, aunque nunca sus pantalones tocarían el suelo Cuando haces algo malo, o cuando te metes donde no debes, tienes que recibir un castigo... señaló quitándose un guante, estirando los dedos hacia el animal de la jaula ¿Lo entiendes?

¿El conejito se ha equivocado? contestó con otra pregunta, alternando su mirada curiosa entre su padre y el animal asustado.

Sí, princesa, el conejito se ha equivocado volvió a ponerse de pie, mirándola desde arriba.

Pero... ¿por qué? sus ojos se tornaron tristes, no lo entendía.

Todo esto alzó la cabeza admirando la intensidad del paisaje. Un horizonte despejado y prácticamente escondido que albergaba la fortaleza más temida del mundo, completamente lleno de trampas y seguridad es nuestro y nada ni nadie señaló la jaula escondida entre los matorrales. Una de los muchos cepos que protegían el terreno puede pasear sin permiso. Las normas están para respetarlas... estiró su mano hacia ella. Brianna la tomó sin rechistar poniéndose de pie, sus rodillas mojadas y cubiertas de nieve.

¿Y qué le pasará al conejito? gimoteó su pregunta, apartando sus lágrimas con su puño libre.

No llores princesa, el conejito será libre comentó caminando de vuelta al interior de la base.

¿De verdad? su voz gritaba esperanza, mientras su cabeza se giraba para ver por última vez a ese tierno prisionero.

Por supuesto, solo está aprendiendo una lección. Es solo un castigo, no le pasará nada sonrió levemente para ella.

¿Y cuándo saldrá? Brianna siguió con sus preguntas hasta que sus botas tocaron el suelo gris y apagado del edificio.

Eso depende del conejito, cuanto antes aprenda la lección, antes será libre... peinó su cabello, sus palabras tomaron un carácter distinto.

¿Y si nunca aprende la lección? en su mirada había preocupación e impaciencia.

Entonces nunca será libre... cargó a Brianna entre sus brazos, alejándola de la puerta, alejándola del exterior.

Aquella mañana fue la primera y última vez que Brianna vio a aquel tierno animal y también fue el día en el que aprendió una lección muy importante.

Una lección que jamás olvidaría.


El ruido de la puerta la sacó de sus pensamientos, adoptando su postura de siempre, sentada en medio de la cama, mirando atenta al Soldado.

― El desayuno ― murmuró acercándose con un plato, para su desilusión ella ya estaba plenamente despierta.

― Gracias... ― susurró tomándolo y apoyando el plato sobre sus piernas cubiertas.

― Date prisa tengo cosas que hacer ― dijo irritado, no quería perder más tiempo con ella.

Cinco minutos después Brianna terminó, dejando el plato prácticamente vacío. El Soldado lo tomó, de nuevo, sin apenas mirarla a los ojos y salió.

Brianna miró hacia la puerta, metálica y pesada.


"Pórtate bien Brianna, porque solo así el conejito consiguió salir de la jaula."







Hellow!

Nuevo capítulo. Puede que este no sea el mejor capítulo que haya escrito, pero la verdad es que mi concentración no ha estado en su mejor momento estos días xd. Literal que solo conseguía escribir dos líneas seguidas 😂

Dicho esto, espero que os guste 🥰.

Mención especial para:

arlett15valdez
vickubena
emalewis1D
_CapFondue_
xXbambuXx
byAna15
Elizzabeth_Barnes
TeamVersatiles1
YatlahiVillalobos ❤️

Vuestras respuestas han sido de gran ayuda 😉

Aclaración: Dada* es la forma cariñosa con la que Brianna se refería a su padre cuando era pequeña.

Nota: Durante estos días he estado ajustando la historia y he conseguido terminar el esquema final, así que puedo asegurar que esta historia tendrá entre 50 y 60 capítulos 😂 Sé que es algo largo, pero partiendo de la base de que mi anterior historia tiene 120 capítulo, es una mejora. I'm so proud of myself! (jk 🌚)


💞

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