🦴🔊Y͎a͎o͎i͎,s͎m͎u͎t͎,r͎e͎l͎a͎c͎i͎o͎n͎e͎s͎ s͎e͎x͎u͎a͎l͎e͎s͎ e͎x͎p͎l͎i͎c͎i͎t͎a͎s͎

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El pelinegro depositó al menor sobre la mesa y se posicionó entre sus piernas.

Sin poder resistir más a aquella dulce tentación, se impulsó y nuevamente apresó los dulces labios del más bajo; se besaron con rudeza y algo de inexperiencia, sus lenguas se entrelazaban mientras el mayor se encargaba de explorar sin vergüenza alguna la intimidad del pequeño rubio.

Jungwon , por su parte, gemía avergonzado; sus lindas mejillas se habían pintado de rosa y de sus bonitos labios escapaban jadeos.

La gran mano de Heeseung e se posó sobre su delgado pecho y lo empujó hacia atrás, haciéndolo terminar con su espalda pegada a la mesa.

Heeseung se inclinó sobre el cuerpo más pequeño y besó su cuello, colando por segunda vez sus grandes manos bajo la falda.

El azabache jadeó y apretó entre sus manos el blanco mantel que cubría la superficie de madera.
Sus manos picaban por estrujar y arañar algo, por lo que, al ser primerizo, no tenía una absoluta idea de qué debía hacer.

Las traviesas manos del pelinegro levantaron el dobladillo de la falda y dejó expuesta la tierna intimidad del menor; su pequeño y rosadito pene irguiendose sobre su plano vientre, tan adorable. Heeseung gimió excitado.

-No tienes una idea de todas las cosas que quiero hacerte; por Dios, quiero hacerte gemir tan fuerte, que llores de placer y me pidas más -se inclinó y besó el tierno ombligo salido del azabache- quiero que seas mío, solamente mío.

El menor se sonrojó hasta las orejas, aquello fue demasiado explícito para su inocentes oídos.

Dejándose llevar por el absoluto deseo que los envolvió, se deshicieron de sus estorbosas ropas y se mostraron por segunda vez al otro, siendo ésta vez una emoción compartida.

Jungwon , por inercia, pegó sus rodillas a su pecho y sostuvo estas por el reverso cuando sintió cómo el mayor se frotaba contra su entrada; un jadeo placentero salió de sus labios, indicando al pelinegro que el pequeño aceptaba sus roces.
Escupió en la palma de su mano y se apresuró a masturbarse.

El azabache se sobresaltó al sentir una de sus piernas ser colocada sobre el hombro del más grande.

-Sólo confía en mí -pidió el pelinegro en voz grave.

Quizás fue estúpido soltar aquello debido a que el menor se encontraba en calidad de secuestrado, pero qué más le quedaba hacer si no.

-¿Sabes? Yo siempre quise tener al mejor chico, y ése eres tú, cariño.

Y luego de eso, sólo se pudo escuchar un agudo gemido llenar el silencio del lugar.

Heeseung lo penetró sin un aviso previo.

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PRIS💫

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