1.07
Jungwon, al escuchar las palabras del mayor, no pudo evitar alterarse.
No sabía si debía asustarse o algo parecido porque, ciertamente, nadie jamás lo había adorado de tal manera.
Si la situación hubiera sido diferente, probablemente no hubiera dudado en acceder; lástima que la realidad fuera totalmente lo contrario. Se encontraba ahí en contra de su voluntad y hace apenas unas horas había sido abusado sexualmente.
-Déjame adorarte, mi pequeño girasol -volvió a besar el muslo del menor y coló lentamente sus manos dentro de la falda blanca del vestido.
Jungwon se sobresaltó e intentó alejar aquellas traviesas manos de su intimidad.
-Te haré sentir bien, te lo prometo.
Contrario a todo intento del rubio por deshacerse del toque indebido, Heeseung logró llegar hasta su ingle, la cuál se encargó de acariciar.
El pequeño de piel pálida jadeó y aferró sus pequeñas manos al posa brazos de la silla; movió, sin quererlo, su cadera al mismo ritmo que el pelinegro movía su mano. No quería, realmente no lo hacía, pero su cuerpo comenzaba a reaccionar ante el toque.
-Tú también lo deseas, mi cariño, déjame complacerte -pidió, dando un ligero apretón a la pequeña erección en su mano- dime, cielo, ¿lo deseas?
Jungwon gimió bajo y y mordió su labio inferior.
Mentiría su dijera que no se había puesto caliente, pues el mismo pelinegro ya lo había notado, por lo que, con voz temblorosa, respondió.
-Lo-Lo deseo.
Y Heeseung no necesitó más que eso para sonreír grande.
Liberó la extensión del menor y se puso de pie, tendiendo su mano a éste mismo.
El pequeño pelinegro aceptó la mano que le era extendida y se puso de pie también.
El pelinegro lo tomó firmemente de la cintura y realizó aquella acción que los condenaría a ambos.
Lo besó.
Jungwon se paralizó por completo.
Sus ojitos se abrieron cual platos debido a la sorpresa, su cuerpo enteró se tensó y no pudo hacer más que aferrar sus manitas a la tela de la camisa del mayor.
Por otro lado, el más alto movía con vehemencia sus gruesos labios sobre los delgados y rosados del menor; éstos eran el más delicioso manjar que alguna vez hubiese probado.
Bajó sus manos desde la pequeña cintura hasta la estrecha cadera, a la cual aferró sus manos para poder levantarlo en el aire, insitando así a que el pálido rodeara con sus finas piernas la delgada cintura del más grande.+
Era inevitable ahora que ambos deseaban arder en sus propios pecados.
Prepárense..
Gracias por leer<3
No olvides votar y comentar si te gusto,gracias<3
PRIS 💫
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro