❝死んだ神の国❞:Come back home
Al despertar al día siguiente, Chaeyoung seguía dormida, abrazada a la cintura de la mayor, estando de lado, sus mejillas se hacían más gorditas y su boca se abría ligeramente, mostrando un poco de aquellos blancos dientes, se veía tan tranquila e inocente que Jisoo sonrió, y su mano acarició su esponjoso cabello y sus lindas mejillas.
La rubia soltó un murmuro somnoliento y sus ojitos se abrieron lentamente, parpadeando para enfocar su vista en el rostro de Jisoo, a pocos centímetros del suyo.
Tan cerca que sus mejillas se encendieron, pero sus ojos no pudieron apartarse de los de la Diosa, admirando desde su oscuridad en sus pupilas, hasta las pobladas pestañas que los enmarcaban.
―E-ehmm...― Chaeyoung balbuceó un intento de hablar pero no pudo, sus mejillas se volvieron muy rojas y tosió para despejar su garganta.
―Es más cómodo dormir contigo sin ese conejo en el medio.― Dijo Jisoo, ignorando los nervios de Chaeyoung y sonriendo, sus ojos estaban aún cargados de sueño, haciendo que un pliegue de notara debajo de estos, su cabello despeinado y su sonrisa, la menor pensó que era algo lindo de ver para despertar todos los días.
Chaeyoung no supo qué responder, y solo se ruborizó enormemente, con lentitud se separaron, y Jisoo probó dejar de tocarla para buscar a sus Humanos entre sus emociones.
―¿Cómo están?― Preguntó Chaeyoung, viendo como la mayor llevaba una mano a su pecho, sobre su corazón, y daba ligeros mimos sobre este, su ceño estaba fruncido, y notó que algo iba mal por su expresión, Jisoo era como un libro abierto.
―Me siento más... Vacía, como si no hubiera tantos, como si muchos se hubieran ido.
A Chaeyoung le rompió la tristeza de su voz.
―¿Qué pasa cuando los humanos mueren? ¿Los sigues sintiendo?
Jisoo negó.
―Los Humanos son criaturas de la vida, cuando mueren son Almas, y no me pertenecen, ya no soy su Diosa.― Dijo, sonrió de forma penosa.―Por eso el que me hayan exiliado aquí es una condena, porque ya soy una Diosa que no puede hacer nada. Incluso, cuando ellos llegan a este mundo luego de morir y los consuelo... Yo no siento nada de lo que ellos sienten, pero lo hago porque no pude hacerlo cuando debía.
Chaeyoung no supo qué responder, murmuró un suave "Lo siento", a lo que Jisoo respondió que no debía porque no era su culpa.
―Vamos a ver a Seulgi, quizás esté peor que ayer.― Dijo Jisoo, levantándose finalmente, tomó la mano de Chaeyoung para salir de la casa, y la pelirroja seguía en el mismo lugar que antes, al verla salir Rosie corrió hacia ella.
―No quiso dormir, no durmió nada, se siente mal, no sé qué hacer.― Dijo la conejita, para que solo Chaeyoung pudiera entenderla, los demás escucharon una serie de chillidos adorables.
―Oh, Rosie... No pasa nada.― Chaeyoung la alzó con su brazo libre.―No creo que podamos ayudarla de todas formas.― Murmuró, solo para su protectora.
―Seulgi.― La voz de Jisoo sono calmada al acercarse, se agachó a su altura, la Diosa del Sol ni siquiera pudo mirarla, sus ojeras eran evidentes, sus ojos estaban hinchados de llorar, y se abrazaba a su Sol, que tenía un brillo mucho más sutil que antes.―¿Cómo te encuentras?
Seulgi solo negó y miró directamente a Chaeyoung, muy lejos de la imagen de la Diosa furiosa que había visto antes, su expresión era de pura súplica, era tan triste de ver que las lágrimas subieron a los ojitos de estrellas de la joven Diosa y parpadeó rápido para no comenzar a llorar.
―Seulgi... Lo siento.― Murmuró la rubia, y Jisoo se volteó hacia ella para negar, no tenía que disculparse por nada, pero sentía que tenía que disculparse con todo.
―Namjoon vendrá en un rato a ver cómo estás, estoy segura.― Dijo Jisoo, Seulgi apenas la miró y volvió a abrazar con firmeza su Sol, apoyando la frente en este.
Sin decir más, esperaron, alejadas de la Diosa del Sol, a la llegada de Namjoon, el único que Chaeyoung creía que podía ayudarla, él era su última esperanza.
Aún estaban tomadas de las manos, y Rosie estaba acostada sobre sus piernas.
Tal como Jisoo había dicho, Namjoon volvió en un momento, para saludarlas de lejos e ir directamente hacia Seulgi para hablar.
―No te ves muy bien, y estás muy fría.― Dijo aquel Dios Mayor.―El Sol tiene que estar caliente, esto no es bueno.
―No es bueno que yo esté aquí en primer lugar.― Dijo la pelirroja, su voz sonaba ronca y rota.―Tengo que volver, quiero volver.
Namjoon asintió, frotó su espalda en un intento por hacerla sentir mejor.
―Haré lo que pueda.― Dijo el mayor.
Jisoo le hizo una seña para ir con él, y Chaeyoung aprovechó para tomar a la l coneja y dejarla sobre Jisoo, antes de ir hacia él a paso rápido.
―Namjoon, necesito hablar contigo.― El mayor asintió, esperando a que hablara, pero Chaeyoung creía que lo mejor era hablar a solas.―Pero en privado.― Murmuró.
El Dios Mayor asintió de nuevo, y comenzó a caminar para alejarse, junto a la menor, avanzando entre aquellos árboles viejos y oscuros de aquel bosque, cuando ya estuvieron lo suficientemente lejos, Chaeyoung finalmente habló.
―Namjoon yo... Me preguntaba si tú... Podrías hacer algo para ayudar a los Humanos.― Dijo, el mayor alzó una ceja.―Digo, para evitar que Jungkook haga más catástrofes, y sigan muriendo, porque Jisoo está sufriendo mucho por ellos.
Namjoon no dijo nada por unos momentos.
―Chaeyoung, yo abandoné el mundo de los humanos hace mucho, y podría, pero no tengo ningún interés en pelear contra mi hermano porque eso sólo empeoraría las cosas.― Dijo, encogiéndose de hombros.―Todo lo que está pasando es por causa y responsabilidad de alguien que no soy yo, entonces no tengo por qué intervenir y poner todo aún más en riesgo.
Chaeyoung asintió, se mordió el labio con fuerza e intentó contener sus lágrimas, Namjoon lo notó y se sintió mal por ella, era solo una jovencita, que no había aprendido mucho de la vida, que ahora tenía que afrontar las consecuencias horribles de algo que nunca había imaginado que era tan feo.
Chaeyoung había tenido un deseo justo de libertad, y era triste de pensar que eso sólo había traído desgracias.
―¿C-Cómo puedo ayudarlos?― Murmuró, mientras unas lágrimas brillantes caían de sus mejillas―¿Cómo puedo... Arreglar t-todo lo que hice m-mal?
―Chaeyoung...― Namjoon detuvo su paso para tomarla de los hombros, la menor lo miró con los ojitos rotos, acarició su largo cabello rubio en un intento de consolarla.―En serio lo siento, pero no puedo ayudarte con eso tampoco... No tengo las respuestas a todo, pero... Piensa un poco en lo que crees que es lo correcto y hazlo, y todo saldrá bien.
Chaeyoung no respondió, de alguna manera se sentía como si la estuvieran retando, como si de verdad hubiera hecho algo malo, aunque el tono de vos de Namjoon era tranquilo, sus palabras le dolían, eran filosas y cortaban en su poca o nula esperanza.
―Si supiera como ayudarte, lo haría.― Agregó Namjoon, en un tono paternal y sereno, mientras lo miraba fijamente, hablando totalmente en serio.
Chaeyoung mordió su labio y asintió, aguantando el llanto, sin decir nada más regresó hacia donde estaba Jisoo, quien estaba hablando con Seulgi, la pelirroja guardo silencio cuando la vió llegar y la Diosa de los Humanos se volteó hacia ella.
Chaeyoung sabía, o al menos creía saber, que Jisoo quería que se quedara, que quería abrazarla tanto como ella, que quería hacerle compañía y calmar sus penas... Chaeyoung sabía que Jisoo no la odiaba, y que aquella expresión de que no debería estar allí que le dedicó era solo fruto de su imaginación.
Eso esperaba.
Al sentirse tan mal, Rosie de dió cuenta, su protectora podía sentir sus emociones, y la conejita fue hacia ella para saltar a sus brazos y decirle que todo estaría bien, mientras se acurrucaba en su cuello.
―Lo siento...― Murmuró, era para aquellas dos, aunque fue tan bajo que solo Rosie pudo escucharla y sus orejas se alzaron, volvió a hablar sólo para su protectora, su única y fiel compañera.―Hay que irnos, Rosie, tenías razón.
Se sentía una idiota, una joven Diosa ilusa y torpe, ¿cómo iba a creer que aquel lugar era su casa? ¿Cómo creería que pertenecería a algún lado?
Creía en una nueva vida pero no había terminado la anterior, creía que aquel lugar era maravilloso cuando no lo conocía, creía que podía ser feliz, pero si su felicidad era a costa del sufrimiento del otro nunca lo sería.
Chaeyoung no tenía una casa, no sabía lo que era aquello realmente, no tenía un hogar, por más que se engañara con que aquel mundo de Dioses Muertos era un nuevo hogar para ella... Sabía que era mentira.
Sólo había tenido un hogar, por más que se sintiera mal allí, por más que no encajara y que estuviera sola, quizás un hogar era aquel lugar del que no puedes escapar, por más lejos que esté.
La coneja frotó su naricita contra las mejillas de Chaeyoung, en un intento de borrar sus lágrimas, la joven Diosa dió media vuelta y comenzó a caminar para marcharse.
―Hay que volver a casa.
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