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El reloj señalaba las doce y treinta de la noche cuando Sunghoon dejó su teléfono sobre la mesita de noche y se sentó en la cama. Retiró las cobijas y se levantó, dirigiéndose hacia el armario. Al abrirlo, escudriñó su contenido con frustración.

—¿No tengo una cuerda? ¿En serio? —se quejó, llevándose las manos a las caderas. A improvisar... —extendió la mano dentro del armario y tomó dos corbatas de sus camisas.

Había planificado meticulosamente cada paso para cuando entrara en la habitación de invitados. Encontraría a Heeseung en la cama, dormido, y le ataría los tobillos y las muñecas. Todo estaba calculado con frialdad para el moreno, una tarea que no le llevaría más de treinta minutos.

Sonrió torpemente al imaginar el rubor en el rostro de Heeseung al despertarse y encontrarse atado. Era algo que Sunghoon ansiaba ver, aquel rubor avergonzado en el rostro del castaño, similar al que él mismo le provocaba acercándose.

Mientras se descalzaba, sintió la fría madera bajo sus pies descalzos. Se mordió el labio nerviosamente y abrió la puerta de su habitación, sintiendo cómo su corazón golpeaba contra sus costillas. Asomó la cabeza al oscuro y silencioso pasillo, reconociendo su oportunidad de salir.

Puso un pie fuera de su habitación y avanzó por el pasillo, contando las tres puertas restantes: la habitación de Jay, el baño y, deteniéndose frente a ella, la habitación de invitados, donde esperaba encontrar a Heeseung dormido.

Reuniendo valor, posó la mano en la perilla de la habitación, girándola con cuidado antes de empujar lentamente la puerta. Asomó la cabeza con cautela y fijó la mirada en la cama, donde el castaño yacía bajo las mantas. Esperó unos segundos para asegurarse de que Heeseung respirara con calma antes de entrar en la habitación y cerrar la puerta con sigilo.

Se lamió los labios, sintiendo el sudor en sus manos y el corazón a punto de salirse de su pecho. Apretó las corbatas con fuerza y se armó de valor para acercarse a la cama, donde observó a Heeseung durante unos instantes. Se encontraba ya con los ojos cerrados y aparentemente cómodo boca arriba, Sunghoon se preguntaba si realmente estaba descansando adecuadamente por la posición en la que estaba, boca arriba.

Se dio cuenta de que, mitad de su cuerpo estaba cubierto por las sábanas, dejando sus brazos a la vista y eso lo hizo maldecir en sus adentros. Sabía que si podía quitarle la sábana, estaba la posibilidad de que se despertara y toda esta situación iba a terminar en una humillación, pero para él.

"¿Y ahora qué hago? Mierda..."

Miró el cuerpo de Heeseung e inspeccionó su rostro unos segundos. Se lamió el labio inferior al notar los labios semi abiertos del castaño, manteniendo una respiración tranquila mientras su pecho subía y bajaba. Se apresuró y se acercó aún más a la cama, está vez, colocando una de sus rodillas en el colchón para subirse a la cama.

"¿Cómo se supone que haga esto? ¿Por qué tenía que dormir así?"

Mientras se quejaba internamente, pasó por encima del torso de Heeseung su otra rodilla, colocándose a horcajadas encima de él, pero sin que su trasero tocara o rozara contra el regazo del castaño. Una vez que estuvo encima de él, cedió todo su peso a sus rodillas mientras trataba de mantener el equilibrio. Sintió su corazón agitarse nuevamente y sus nervios alterarse; con lentitud, tomó una de las muñecas de Heeseung y la elevó hasta arriba de su cabeza, quedando contra la almohada. Maldijo en sus adentros cuando su cuerpo se inclinó demasiado, casi cayendo encima del castaño.

Con un movimiento rápido, tomó la otra mano del castaño y la colocó también arriba de su cabeza. Con la corbata, la pasó lentamente alrededor de sus muñecas y se inclinó un poco, dándole más peso a sus rodillas para poder atar con más comodidad a Heeseung. Una vez que enredó la corbata alrededor de sus muñecas, estaba listo para hacer el nudo, pero sus ojos se toparon con los de Heeseung. Estaba despierto.

El corazón de Sunghoon dio un vuelco al notar que Heeseung estaba despierto. Quiso apartarse con rapidez, pero el castaño fue más rápido y lo agarró por la cintura, obligándolo a sentarse encima de su regazo.

—¿A qué debo está intromisión? —susurró con voz ronca el castaño.

Sunghoon trató de alejarse una vez más, pero ahora el castaño lo abrazaba por la cintura con más fuerza, impidiendo que se apartara.

—Sué...Suéltame, Heeseung... —susurró el pelinegro con la voz entrecortada.

—¿Y por qué? Si tú solito te metiste en este lío... dicho eso, el castaño se incorporó en el colchón tomando asiento, aun sosteniendo a Sunghoon encima de su regazo. —Dime... ¿Qué se suponía que harías? —los ojos del pelinegro se enfocaron en la sonrisa socarrona de Heeseung.

—Que me sueltes... —llevó sus manos a los hombros del castaño y trató de empujarlo, pero Heeseung le soltó las caderas y llevó sus manos a las muñecas de Sunghoon, evitando que lo volviera a empujar.

Sus ojos se encontraron entre la oscuridad y sus respiraciones se mezclaron ante la cercanía. El castaño acercó su rostro al del pelinegro, pero este lo giró hacia un lado para evitar algo más, a lo que Heeseung soltó un suspiro y con un movimiento rápido lo puso contra el colchón mientras él se acomodaba entre las piernas del pelinegro. Sunghoon se mordió el labio inferior tembloroso y sintió que Heeseung llevaba sus manos arriba de su cabeza.

—Heeseung... —murmuró el pelinegro cuando sintió la respiración de este erizarle la piel ante la cercanía. Heeseung acercó sus labios al cuello de Sunghoon y depositó lentos besos que hacían que el cuerpo del contrario entrara poco a poco en una oleada de calor.

Al momento dejó de forcejear y su respiración se agitó aún más al sentir los suaves labios del castaño bajar por su cuello, hasta llegar a su clavícula. Sunghoon soltó un pequeño jadeo y se arrepintió de este, cerrando la boca por completo, cosa que hizo reír a Heeseung. Este mantuvo con una mano las muñecas del pelinegro mientras que con la otra se abría paso dentro de la camisa de Sunghoon. Las yemas de los dedos del castaño hicieron que el cuerpo de este temblara un poco ante el suave y repentino toque.

Heeseung dio una mirada rápida a la expresión del pelinegro y con una sonrisa orgullosa, levantó la camisa de este dejando a la vista su abdomen. Sunghoon se movió incómodo en la cama, pero un jadeo escapó de sus labios cuando sintió los labios de Heeseung subir lentamente por su abdomen.

—No..., es... espera... uhm... —balbuceó el pelinegro apretando los puños y sintiendo cómo los húmedos besos se iban esparciendo por todo su abdomen provocándole algunos temblores.

Heeseung le soltó las muñecas y dirigió su mano para levantar del todo la camisa del pelinegro, luego las llevó a las caderas de este para tener más comodidad y así seguir molestándolo.

—Heeseung... por favor.... —gimió bajito el pelinegro cuando el castaño subió sus besos por su pecho y volviendo sus labios al cuello de este.

Una risita salió de la garganta de este y soltó un suspiro cuando las manos del pelinegro se posaron en sus hombros, empujando inútilmente.

—Por favor, ¿qué?... Si tanto quieres que me quite, deberías hacer más fuerza, Sunghoon... —le susurró cerca de oído y volvió a acariciar el abdomen de este provocándole un jadeo. —Shhh... No querrás que tu hermano sepa lo que estás haciendo conmigo... —la mano del castaño se posó en su boca callándole los ligeros gemidos que él le provocaba, mientras que, con su otra mano libre, la deslizaba lentamente por el torso de este.

Nuevamente el pelinegro trató de apartarlo, pero las caricias que este le proporcionaba le generaban tantas sensaciones por todo su cuerpo que lo único que podía hacer en ese momento era sentir cada toque por su piel y como este volvía a su cuello para besarlo. Sunghoon apartó la mano de Heeseung de su boca y soltó un jadeo cuando volvió a sentir las manos del castaño posarse en su cintura. Con un movimiento rápido, cambiaron de posición, el pelinegro nuevamente sentado en el regazo del castaño. Heeseung se lamió los labios y estiró un poco la mano para tomar la corbata que en primer lugar Sunghoon iba a utilizar para atarle las manos al castaño, pero fue tan inútil que ahora sentía cómo la tela rozaba sus muñecas mientras Heeseung le daba la primera vuelta.

—Heeseung... —susurró agitado el pelinegro, sintiendo sus mejillas arder de vergüenza cuando la lengua del castaño subió por su cuello hasta su lóbulo, donde recibió un pequeño mordisco. Acto seguido, un jadeo escapó de los labios del pelinegro cuando Heeseung apretó la corbata contra sus muñecas para luego atarla.

—Supongo que no pensaste que esto iba a terminar así... —se burló Heeseung, moviendo sus caderas hacia arriba para tener un poco de contacto con él.

Sunghoon apretó los puños al sentir la fricción entre ambos, dejando caer la cabeza hacia atrás. Heeseung llevó su mano al mentón del pelinegro y lo obligó a mirarlo. Con su otra mano, volvió a colarse dentro de la camisa de Sunghoon, tocándolo lentamente mientras mantenía fija su mirada en su expresión.

—Entonces... ¿Qué tenías planeado después de atarme las muñecas? ¿Uhm? —cuestionó el castaño, mirándolo. Sunghoon trató de apartar la mirada, pero Heeseung apretó el agarre para que no pudiera moverse. —Mírame cuando te hablo, Sunghoon... —susurró cerca de sus labios, pasando su mano por el pecho del pelinegro.

Torpemente, Sunghoon movió sus labios sobre los del castaño, dejándose llevar por la sensación, a lo que Heeseung soltó un suspiro mientras deslizaba sus manos dentro de la camisa del pelinegro, acariciándole la espalda.

El castaño se abrió paso en su boca e introdujo su lengua para entrelazarla con la de Sunghoon y así disfrutar del vaivén de sus deseos. Sintió cómo las caderas del pelinegro se movían encima de él, lo que lo hizo jadear entre sus labios. Cortó el beso, dejando caer la cabeza hacia atrás y soltando una risita.

—No hagas eso, Hoonie... —advirtió con voz melosa y entrecortada.

—¿Por qué? —ladeó la cabeza el pelinegro y volvió a mover sus caderas de adelante hacia atrás encima del regazo del castaño. Heeseung soltó un suspiro y se mordió el labio inferior, sintiendo cómo su respiración se empezaba a descontrolar. Pasó saliva y miró a Sunghoon, quien se encontraba jadeante y algo sonrojado.

—Mierda... —se quejó el castaño y apretó la cintura del pelinegro, levantando su cadera hacia arriba para más fricción.

Heeseung volvió a besarlo con ansias y con un pequeño gruñido, cambió de posición, llevando a Sunghoon contra el colchón. Se apresuró y se acomodó entre las piernas de este, quitándose la camisa, lo que hizo que Sunghoon acercara sus manos (aún atadas) hacia su pecho desnudo. Heeseung posó su mano encima de las de él y lo miró esperando que el pelinegro sintiera sus latidos.

—Sunghoon..., me gustas... —le dijo y acercó sus labios nuevamente a los del contrario para sumergirse entre jadeos y respiraciones entrecortadas.

—Uhm... —gimió bajito el pelinegro y con un pequeño esfuerzo, Heeseung bajó sus besos desde la clavícula de este hasta la pelvis. Sunghoon arqueó la espalda al sentir los besos de Heeseung, sintiendo nuevas sensaciones, entre ellas un hormigueo en su estómago por lo que él le provocaba, tanto que trató de cubrirse la boca para que sus jadeos no se volvieran tan audibles, ya que en la habitación de al lado se encontraba su hermano.

—Lindo, Hoonie... —susurró Heeseung contra la pelvis del pelinegro, provocándole escalofríos. Si sigues así, dudo mucho que Jay nos escuche. Así que pórtate bien y no hagas ruido.

Dicho eso, el castaño llevó su mano al borde el pantalón de pijama del pelinegro para bajarlo un poco más. Sunghoon se lamió los labios ansioso al mirar la escena del castaño, quién le iba despojando de sus prendas poco a poco. Quien podría creer que iba a terminar así. Sí, porque después de todo, la broma le salió mal o tal vez no.

—Heeseung, tu también... —murmuró bajito.

—¿Uhm? -el castaño lo miró curioso. —No te escucho, Hoonie... —volvió a pasar sus labios lentamente por su pelvis.

—Ah... Uhm... Me... —jadeó el pelinegro. Me gustas... —con la voz entrecortada y agitado trató de esconder su rostro contra la almohada, pero Heeseung se acercó a su rostro con una sonrisa.

—¿Perdón? No escuché.... —dijo en tono burlón mientras le daba un beso en la mejilla. —Mírame, Hoonie. Quiero que me mires de ahora en adelante. No apartes tu mirada a mí...Sunghoon soltó un suspiro nervioso y lentamente giró la cabeza para mirarlo.

—Tu me gustas... —susurro bajito haciendo que Heeseung volviera a reír.

—Que ganas de encender la luz y verte sonrojado... —le susurró haciendo que Sunghoon se exaltara y negara con la cabeza. —¿No? ¿Por qué? Debes verte tan jodidamente lindo, ¿no crees?

—Heeseung, no por favor. —pidió con un tono de voz algo sería.

—Prefiero escucharte jadeando a qué me hables en ese tono... —dijo este para luego posar sus labios con los del pelinegro.

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Al día siguiente

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