𝘗𝘢𝘳𝘵 𝘛𝘩𝘳𝘦𝘦: episode II
Después de tirarle todos los papeles al suelo al chico de la sonrisa bonita y de escapar exitosamente de Jungkook y sus confesiones espontáneas, me encontraba caminando tranquilamente hasta mi siguiente clase.
-¡Noona!
Adiós a la tranquilidad.
Cerré los ojos con fuerza maldiciendo que Jungkook me volviera a encontrar, y entonces noté un peso sobre los hombros. Jungkook me había abrazado.
-Hola Jungkook- dije tratando de separarme de él.
-¿Por qué me evitabas?- preguntó sin querer dejar de abrazarme.
-Iba al baño- le miré. Estaba enfadado, pasó la lengua por el interior de su mejilla y tensó la mandíbula, gesto que me habría parecido extremadamente sexy si no fuera porque me había recordado al innombrable Min YoonGi.
-Ya- dijo- Eso fue exactamente lo que te dije cuando el que te ignoraba era yo.
-Jungkook...-advertí- No quiero discutir- me alejé de él.
-Pues yo sí- me agarró del brazo- ¿Qué te pasa?- miré a mi alrededor y vi como todas las personas paradas en medio del pasillo nos miraba con curiosidad- ¿Es por la confesión?
Sí.
-No- dije. Jungkook me miró sin creerse lo que le decía.
-Entonces no tendrás problema en que te lo vuelva a repetir- le miré y fruncí el ceño.
-No lo hagas.
-Me gustas- dijo decidido y mirándome a los ojos, todo lo que su rubio flequillo le permitía.
-¡Te he dicho que no lo hagas!- exclamé y de un manotazo me deshice de su agarre, abrí la boca para volver a decir algo pero miré a la gente que nos miraba atentamente para algún nuevo chisma, así que cogí la mano de Jungkook y me lo llevé lejos de la multitud.
Cuando me aseguré de que el pasillo en donde estábamos era seguro volví a intentar a hablar, pero Jungkook fue más rápido.
-Sabía que era la confesión- dijo.
-¡Pues sí!- dije- Acabo de salir de una relación, Jungkook, no puedes decirme esas cosas.
-Hace tres meses de tu relación.- me cortó.
-Hace tres meses- le miré mal. - Deja de confesarte.
-¿Por qué?- dijo Jungkook apoyándose en la pared de espaldas sin mirarme- No hay nada de malo en que le diga a la persona que me gusta que me gusta.
-Para- le dije.
-Si fuera por mí volvería a salir contigo- dijo y yo fruncí el ceño enfadada.- Es decir, estoy libre, estás libre, fui tu pareja, nos conocemos y soy muy insistente.
-Demasiado- murmuré.
-Igual no parecía que te molestara antes.
-Jungkook, te estás pasando.- avisé.
-¿Me paso? Solo le estoy diciendo a mi ex novia que todavía siento cosas por ella- rió sarcástico.
-No - dije- Tú no sientes nada por mí, solo estás celoso.
-¿Celoso de qué? - dijo con voz grave- ¿Del capullo que no supo valorarte? ¿Del capullo que cuando pudo volvió con su ex? ¿Del que tiró la toalla cuando pudo?
-¡Para ya!- exclamé.
-¿¡Por qué!?
-¡Porque me incomodas!- grité. Inhalé aire y traté de relajarme- me incomoda saber que te sigo gustando porque tu no me gustas y no quiero seguir haciéndote daño, porque sé que te lo hago- me invadieron las ganas de llorar-¡Así que deja de decir esas cosas y respétame un poco!- me tapé los ojos con una de mis manos mientras me apoyaba de espaldas a la pared al lado de Jungkook- Lo siento- dije.
-No te disculpes- dijo- Tienes razón- apartó mi mano de mi cara y me miró- Lo siento, no te volveré a molestar, sabes que soy un poco intenso- sonrió tenuemente.- ¿Te acompaño a clase?- negué.- Está bien, pues yo me voy por aquí- señaló el pasillo vacío.
-Por ahí no están tus clases- dije.
-Voy a hacer pellas, a pensar un rato- asentí- Adiós Noona.
-Adiós, Jungkook- dije y vi como se alejaba por ese pasillo desierto.
Y entonces me sentí terriblemente mal, hice lo que no quería, romperle el corazón a Jungkook, quién siempre es el primero.
-Joder- murmuré para después sentarme en el suelo y comenzar a sollozar.- Soy una persona horrible- seguí murmurando.
-No eres una persona horrible- me sobresalte al escuchar esa voz, y vi a Hoseok el chico de la sonrisa linda mirándome con pena.
-¿Qué haces aquí?- le pregunté, él tomó asiento a mi lado en el suelo.
-He escuchado algo por aquí y resulta que eras tu- me dio una pequeña sonrisa reconfortante.
-Deberías estar en clase- le dije.
-Igual que tú- asintió.
-Cierto, pero yo buscaba la hoja número treinta que se me ha caído esta mañana- le miré y sonrió.
-¿La has encontrado?- pregunté, él negó.
-Todavía no he ido a buscarla.- le miré.
-¿Puedes volver a sonreír como esta mañana?- le pregunté, y él lo hizo- Gracias.
-Ahora hazlo tú- dijo, y lo intenté, sonreí un poco forzadamente con la boca cerrada- No, de esa manera no- dijo Hoseok- Cómo lo has hecho esta mañana- miré al frente- Bueno, no pasa nada si no puedes, me quedaré aquí hasta que me des una bonita sonrisa- dijo cruzando sus piernas y sus brazos. Reí.
-Pero tienes que buscar tu hoja- dije con gracia.
-Y tú tienes que sonreír, así que no me moveré de aquí hasta que lo hagas.
Hoseok parecía un niño pequeño haciendo un berrinche en el supermercado de forma silenciosa, parándose enfrente de sus dulces favoritos esperando a que su madre se los compre para poder irse a casa feliz. Volví a reír.
-Vamos a buscar tu hoja- me levanté y le sonreí, él me miró.
-Esa sonrisa me gusta, pero no es la que buscaba- se levantó- Buscamos la hoja número treinta y te invito a un bollito relleno de crema.- dijo.
-No es necesario, gracias- dije.
-insisto, a lo mejor así puedo ver esa bonita sonrisa que busco.
-Vale- acabé diciendo ante su entusiasmo.
-Después de clases, conozco un sitio que hace bollitos muy buenos- asentí con una sonrisa.
-Nos vemos en la salida entonces- él asintió.
-Y no te puedes arrepentir.
-No lo haré.
Era la misma cafetería a la que había ido con Min YoonGi el día que nos encontramos en la librería.
-Adelante- miré a Hoseok que con una gran sonrisa me abría la puerta del establecimiento.
-Gracias- sonreí.
Olía a café recién hecho, justo como aquel día, miré hacía la ventana donde nos sentamos, pero esos asientos ya estaban cogidos, Hoseok eligió el pequeño sofá marrón que estaba al lado de la barra.
Me senté en el sofá y miré aquella mesa, una pareja hablaba animadamente, y recordé cuando le hablé de mí y le enseñé el bloq de dibujo; todavía tengo el dibujo de sus ojos, por nada del mundo lo tiraría.
-¿Quieres algo?- me preguntó Hoseok sacándome del trance.
-Un café estará bien, gracias- le dije. Él asintió sin borrar su bonita sonrisa y se acercó a la barra.
Decidí que no miraría a esa esquina y me centraría en ver como Hoseok pedía dos bollitos rellenos y en cómo la chica hacía los cafés. Cuando ya los tuvo lo puso todo en una bandeja que le tendió a Hoseok y este se giró con una grandiosa sonrisa hacía donde estaba, le sonreí de vuelta.
-Aquí están- dijo con alegría alargando la "a". Se sentó a mi lado y me tendió uno de los cafés- Aquí tienes el tuyo, pero antes de probarlo, ten el bollito- Hoseok me tendió uno de los bollitos y lo mordí.
Estaba increíblemente delicioso y esponjoso, además la crema de dentro lo hacía más jugoso.
-Está delicioso- dije dejándolo en el plato.
Hoseok me seguía mirando con su sonrisa cegadora, y aunque esa sonrisa hiciera todo lo posible por quitarme la negatividad del cuerpo, me sentí triste.
Me sentí triste al entrar a la cafetería, me sentí triste al probar el bollo, al beber el café, y sobre todo de verle aquí conmigo, sonriéndome de esa manera como si yo fuera un ángel.
He herido a muchas personas, y no estoy dispuesta a herir a nadie más, menos a esta persona que sonríe por todo y le brillan los ojitos, que estoy segura de que sus lágrimas serán doradas. Él es el verdadero ángel.
-Estás triste- miré al moreno a mi lado, miraba serio al frente- No te haré preguntas- desvió su mirada a la mía- Pero eres interesante Kang Joohyun, te quitaré la tristeza.
Y ahí estaba otra vez, esa sonrisa, esa maravillosa sonrisa.
La sonrisa del jeiho me da 20 años más de vida.
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