Por alguna extraña razón, Bae-Jun me había vuelto a convencer de ir otra vez al club de Seokjin porque no había conseguido el número del chico con el que se había besado la otra noche ya que estaba demasiado ocupada con su boca como para preguntárselo y luego me estaba buscando por todo el establecimiento.

-¿Por qué tenía que venir? - Pregunté con pesadez.

En estos momentos lo que más quiero en el mundo es estar tirada en mi habitación dibujando y escuchando el debut de Eunwoo, o posiblemente mirando la partitura que Min YoonGi dejó en mi casa y que no he sido capaz de tirar o dejar de ver.

-Porque prácticamente por tu culpa no conseguí el número del chico, además, podrás volver a ver al chico y de paso le pides el teléfono - negué con la cabeza mientras Bae-Jun se montaba la escena en la cabeza.

A diferencia de la primera vez, no iba vestida de blanco, llevaba un simple vestido de color negro con otras botas de tacón también negras que Bae-Jun y Bambam me habían obligado a comprar, odio que esos dos se junten porque se juntan para juzgarme.

-Vamos, vamos - cuando nos dejaron entrar al establecimiento Bae-Jun me empujó con prisa a la barra donde efectivamente Seokjin estaba con sus dotes cocteleras preparando alguna bebida alcohólica.

Me sentía nerviosa y nada preparada para afrontar a Seokjin y que hace tres noches le abandoné a las tres de la madrugada en su lujoso apartamento.

No estaba lista para ver la cara de Seokjin, me siento fatal por no despedirme de él.

-Hola angelito – mi peor pesadilla.

-Hola Seokjin – sonreí y miré hacía mi lado para apoyarme emocionalmente en Bae-Jun, pero había desaparecido dejándome sola con la pesadilla que iba a comerme viva.

-Si buscas a tu amiga – sonrió – Ha desaparecido por allí y está haciendo movimientos raros con las manos que me incitan a querer lanzarle una botella a la cabeza – reí. Nunca en la vida alguien me había representado tanto respecto a mis instintos asesinos hacia Bae-Jun. Me giré para verla y efectivamente hacía gestos que me animaban a lanzarme a Seokjin y pedirle su teléfono.

-Según sus movimientos – expliqué – Me está diciendo que me des tu apartamento – sonreí mintiéndole.

-Algo me dice que es mentira, pero me alegro de que te guste mi apartamento – miró a la gente que esperaba por una bebida – Si me disculpas, angelito, atenderé a estas personas y en nada estoy contigo – asentí - ¿Quieres una mimosa? - preguntó y negué.

-Sorpréndeme otra vez – le sonreí.

-Un margarita marchando.

Seokjin desapareció no sin antes volver a sonreírme solo cómo él lo hacía. Vi como preparaba todas las bebidas con gracia y mucho talento, me encantaba ver como movía los vasos de un lado a otro y volcaba los diferentes contenidos en cada uno. Era hipnotizante ver su ancha espalda moverse por toda la barra.

¿Cómo es que tenía la espalda tan ancha?

-He vuelto – Seokjin me lanzó una copa con azúcar en el borde y un líquido amarillo que parecía granizado de limón. - Adelante – dijo – Pruébala, está buena, tiene más alcohol que la mimosa, pero está realmente buena – me llevé la copa a la boca y saboreé el líquido frío.

-Está buena – le di la razón.

-Me alegro de que te guste porque no te voy a dar más, no me apetece que estés borracha para cuando te enseñe mi apartamento entero.

Me quedé estupefacta en mi sitio y me atraganté con mi propia saliva.

-¿Tu apartamento?

Seokjin se rió de mi reacción y asintió.

-Si te apetece te puedes quedar esta noche – dijo y miró el reloj de su muñeca – Son las diez y los domingos cerramos a las once, la gente quiere descansar.

Me lo pensé bastante, una noche con Seokjin era algo que no me podía perder por nada del mundo, pero tenía clases a las que asistir quisiera o no.

-Lo siento Seokjin – dije – Desgraciadamente y aunque me encantaría muchísimo, no puedo quedarme – hice una mueca y Seokjin hizo un sonidito de decepción.

-No puede ser – dijo – que triste – se tapó la cara con las manos y apoyó los codos en la barra – Yo que pensaba que te gustaba y por eso habías vuelto – vi como me miraba de reojo a través de sus dedos.

-Eres un buen actor – dije – Pero mañana tengo clases a las ocho – dije – Estoy en mi penúltimo año de carrera y todo es importante – él asintió entendiéndome.

-Te entiendo, yo estudié cocina.

-¿Cocinas? - él asintió orgulloso.

-Y muy bien – se dio palmaditas a sí mismo en la espalda - ¿Qué estudias tú?

-Arte, específicamente me dedico al diseño y a la historia.

-Humm – murmuró Seokjin – Me interesa, me interesa, eres muy interesante Joohyun, dime tu apellido para que esta frase quede mejor, por favor – reí.

-Kang Joohyun.

-Eres muy interesante, Kang Joohyun, yo, Kim Seokjin soy dueño de un club de noche, coctelero profesional y chef también profesional pero de ocupación para que espera buscar un buen local para abrir su restaurante.

-Demasiada información para haber pasado una noche juntos – me burlé de su entusiasmo.

-Entonces deja que guarde tu número para que pueda contactarme contigo y podamos tener una primera cita en condiciones – ahí estaba.

-Está bien, Kim Seokjin.

Ambos intercambiamos teléfonos y me prometió llamarme mañana por la mañana, y yo le dije que llamara a las once que tenía una hora libre antes, él asintió y se añadió un recordatorio en el calendario de su iPhone último modelo.

No pudimos hablar mucho más rato porque tuvo que volver a sus quehaceres de barman, me dio una botella de agua y yo seguí mirándole embobada mientras servía copas alcohólicas a todo el mundo. Había olvidado que había venido con Bae-Jun y en estos momentos no sabía donde se encontraba y si ya había conseguido lo que había venido a hacer.

-Joohyun, Joohyun – mi amiga tiraba de la manga de mi vestido para llamar mi atención, pero ya la tenía cuando apareció con un chico al lado.

-Apareciste – dije sonriéndole.

-Yo también me alegro de verte, pero una pregunta.

-Dime – le dije y enseguida giró mi taburete y señaló un punto lejano en el club.

-¿Ese no es Jungkook?