019
Ben y Claudia llegaron a la mesa llena de gente que estaba lista para comer. Cuando Claudia iba a sacar la silla al lado de Layna, Janis colocó su bolso en la silla, impidiendo que Claudia se sentara. Janis miró hacia otro lado inocentemente ocupándose de sus propios asuntos, Layna sonrió.
—Perdedoras—Claudia le susurró a su mamá y a la adolescente. Miró a su alrededor y vio que el único asiento disponible estaba al lado de Ben, que estaba sentado al final de la mesa.
—Hola, extraña. Otra vez—sonrió Ben.
—¿Te importa si me siento? Me echaron allí atrás—dijo Claudia. Sabía que Janis y Layna las estaban mirando.
—Adelante—se levantó y cedió su asiento—Mi amiga me dijo que algunas mujeres prefieren sentarse en el borde. ¿A menos que quieras esta?—sacó la silla para que ella se sentara.
—Bueno, me gusta poder salir fácilmente—asintió Claudia, sentándose mientras Ben se sentaba a su lado—Gracias, por cierto.
—No te preocupes por eso. Mi cita se canceló por mi cuenta. Le dije que estaba bien.
El corazón de Claudia se rompió ante la mención de una cita. Ella no creía que él estuviera saliendo con nadie en ese momento. ¿Pero por qué tenía que preocuparse? Apenas se conocían y aun así la noticia de que Ben tenía una cita la entristecía. Sabía que era estúpido sentirse así, pero no podía evitarlo.
—Lamento lo que te pasó—dijo Claudia, casi sonando como si estuviera susurrando.
—Está bien. De hecho, ella trabaja aquí. Su sobrina tuvo una especie de recital en la escuela que no puede perderse—explicó Ben—Ella es increíble, la conocí aquí también. Derramó limonada en mis zapatos.
—Parece que haces amigos en todas partes.—Claudia se rió.
—Supongo que sí—Ben asintió.
Todos comieron, bebieron, contaron historias y rieron. Fue un recuerdo feliz que Claudia nunca olvidaría. Pero se estaba haciendo tarde y Claudia todavía tenía montones de trabajo en su escritorio en casa. Amaba su trabajo, pero la cantidad de trabajo que su jefe le asignaba era ridícula.
Cuando terminó la cena, Janis estaba cansada. Se aferró a Layna y Edward para mantener el equilibrio. Una mirada a la mujer mayor y uno pensaría que estaba borracha, pero Janis no era así. Dejó su antigua vida que consistía en beber todos los fines de semana, a veces entre semana. Cuando se enteró que estaba embarazada de Claudia, tiró todas las botellas de alcohol que había en su casa. Lara la ayudó a mantenerse sobria durante muchos años y, hasta el día de hoy, se mantiene sobria.
—Me encanta mi cama—murmuró Janis, mientras Layna y Edward ayudaban a Janis a subir al auto de Edward.
Claudia estaba junto a Ben, mirando a su madre arrojarse en el asiento trasero.
—Hoy ha ido genial.
Ben asintió.—Creo que tu madre podría quedarse dormida durante toda una semana.
—Ella ya hizo eso. Fue difícil sacarla de la cama después de eso.
Ben notó lo callada que estaba Claudia. Siguió jugando con los anillos en sus dedos y golpeando el suelo con el talón. Él tomó una de sus manos y la sostuvo entre las suyas. Ella no se inmutó ni lo detuvo. El golpeteo de su pie se detuvo. Su mano era suave y cálida desde que las tenía en el bolsillo.
—¿Qué ocurre?—el preguntó.
Ella negó con la cabeza.—Nada. Estoy bien. ¿Por qué?
—Te ves triste—respondió.
—Estoy bien. Sólo estoy...—ella no quería molestarlo con ninguno de sus problemas—Solo estoy cansada, eso es todo. Debería irme a casa. Es tarde, pero todavía tengo trabajo que hacer—ella lo miró.
—Ojalá no tuvieras que irte. Mira a tu alrededor, hay mucho más que podemos hacer, sólo tenemos que encontrarlo—dijo Ben.
—¿Oh, sí? ¡Llámame cuando lo hagas!—dijo Claudia mientras se acercaba al auto con su mamá dormida adentro.
—¡No tengo tu número!—el gritó.
—Estoy segura de que lo encontrarás.
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