013
—Soy Ben, por cierto.
Santa mierda, está bien, su nombre es básico pero su cara no. Tranquila Claudia, ¡Recién se está presentando!
Los dos amantes de los libros se pararon uno frente al otro.
—Soy Claudia, encantada de conocerte, Ben.
Ben estaba hipnotizado por su voz. Escuchó su voz antes, pero escucharla decir su nombre y ella fue como escuchar su canción favorita. Ella le sonrió, haciendo que Ben casi tropezara con la nada.
—Encantado de conocerte también, Claudia—dijo Ben—Supongo que aquí es donde también nos despedimos.
Claudia frunció el ceño.—¿Qué?
—Bueno, ya casi es hora de que empiecen las clases y me dijiste que eres profesora de inglés—miró su reloj—No quiero que llegues tarde.
Claudia ni siquiera se dio cuenta de que pasaba la mayor parte del tiempo reordenando los libros y hablando con Ben. Tenía diez minutos para llegar a la escuela antes de que sonara el primer timbre. Nunca faltó un día a la escuela ni llegó tarde. Esa es una de las cosas que sus alumnos odiaban, y a menudo se burlaba de ellos.
—¡Oh! Sí, claro. Probablemente debería irme. Mis alumnos se sentirán decepcionados cuando se den cuenta de que no van a conseguir un sustituto—Claudia agarró su carrito y comenzó a empujarlo, tratando de no chocar con Ben—Fue un placer conocerte, Ben, adiós.
—Encantado de conocerte también—asintió Ben—Espero verte de nuevo.
Pero Claudia no lo escuchó. Ella ya estaba de camino a la caja registradora preguntándose si conocer a Ben fue algún tipo de broma hecha por Layna y Janis solo para que ella dejara de hablar de él. Estaba esperando que apareciera todo un equipo de cámara junto con la madre y el adolescente con sonrisas en sus caras, pero no pasó nada.
Llegó al autopago y pagó todos sus artículos. Claudia agarró sus bolsas y salió de Target, todavía pensando en su encuentro con el chico en el que no podía dejar de pensar durante la semana pasada.
Después de colocar las bolsas adentro y sentarse en el asiento del conductor, permaneció sentada en silencio durante un buen minuto, todavía procesando lo que acababa de suceder. Y todo lo que ella tuvo que decir fue:
—Qué carajo.
Ella todavía estaba convencida de que era una broma, pero en realidad sucedió. El chico misterioso que no podía sacarse de su cabeza le había hablado de nuevo. Claudia se frotó los ojos y dejó escapar un profundo suspiro. Encendió su auto, el sonido de The Runaways llenó su auto.
—Qué carajo—repitió mientras salía del estacionamiento y conducía hacia la escuela.
Ben estaba en el pasillo de libros, todavía mirando el libro que Claudia había tomado. Era El Lorax. Lo había puesto con los libros infantiles. Sonrió para sí mismo al ver una sección de libros organizada en una tienda, algo que no veía todos los días.
Su teléfono sonó. Buscó en el bolsillo y lo sacó. Edward lo estaba llamando.
—Hola, Edward—saludó Ben.
—Hey, Ben, estoy llamando a todos para recordarles esta cena que hago para cada elenco con el que trabajo. Te enviaré un mensaje de texto con la dirección del restaurante en el que nos reuniremos. Será en dos semanas—dijo Edward.
—Está bien, suena genial. Te veré más tarde.
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