Edward estaba mirando su diario que tenía todas sus fechas importantes como reuniones y, por supuesto, fechas reales con Janis. Tenían corazones dibujados. Hablando de Janis, ella le había enviado un mensaje de texto sobre "el chico misterioso británico" del que Claudia estaba convencida que le gustaba la clase de inglés.

Ben Barnes. Claudia no podía dejar de pensar en él a pesar de que sólo se habían topado una vez. A ella le gustaba todo de él, desde el sonido de su voz hasta su altura. Le encantaban los chicos altos.

—Layna—gritó Edward desde la oficina de su casa. Segundos después, Layna entró en la habitación con un auricular puesto. Se aseguró de no pisar las pilas de trabajo que él había esparcido en el suelo. Edward siempre había sido una persona desordenada y Layna definitivamente No obtuvo eso de él. Ella mantuvo las cosas organizadas lo mejor que pudo.

—¿Sí?

—Janis dijo que si queremos ir a cenar a su casa el viernes. Ella está haciendo lo que quieras—Edward se ajustó las gafas en la cara.

—Uh, claro. ¿Crees que ella está de acuerdo con hacer Pollo Alfredo?

Eduardo asintió.—Le preguntaré, pero conociéndola, ella hará cualquier cosa.

—Genial— fue todo lo que respondió Layna antes de salir de la oficina de su padre.

—¡Te amo!—gritó Edward.

—¡Te amo, papá!—escuchó la voz de su hija.

De regreso a su habitación, Layna saltó a su cama y reanudó su llamada con Claudia. Las dos chicas llevaban hablando casi una hora y seguían hablando.

—Parece que voy a ir a tu casa el viernes. Cuidado, puede que me prestes otro libro—dijo Layna.

—Adelante, tal vez este fin de semana podamos ir a comprar libros. Necesito llenar mis estantes. Se ven muy tristes—respondió Claudia—¿Edward dijo algo sobre ya sabes quién?

—Cálmate, elegida. No eres una bruja.

—Y esa es la parte triste. ¿Pero lo hizo?

Layna suspiró.—No, pero siempre podría escabullirme, escuchar y ser sigilosa como una ninja.

Claudia se rió. Le gustaba que Layna comenzara a ser ella misma con ella. 

—El otro día te tropezaste con nada. ¡Literal aire! No creo que puedas ser como un ninja.

—Las palabras pueden doler.

Antes de que las chicas pudieran continuar con su conversación, Edward llamó a la puerta de Layna. 

—¡Adelante!—dijo Layna. Edward abrió la puerta. Tenía varios papeles en sus manos que parecían guiones.

—Lay, puede que tenga que ir al set mañana por la mañana. Me necesitan, dijeron que era importante. No estaré en casa durante dos días. Podría dejarte con Janis y Claudia o con una amiga—explicó Edward.

Layna estaba acostumbrada a que él estuviera lejos de ella. A veces pasaba un mes entero lejos de ella durante la escuela. Su tía la cuidaba y ella lo temía. Su tía seguía intentando invitarla a un club de lectura que tenía. Eran ancianas hablando de sus relaciones fallidas. Layna tuvo que pasar varias veces.

—¡Janis y Claudia! Sí, iré a casa de ellas—Layna sonrió.

Edward chasqueó el dedo. 

—Los Donovan son salvavidas. Hablaré con Janis. Empieza a empacar—antes de que Layna pudiera decirle que Claudia estaba hablando por teléfono, Edward se había ido para regresar a su desordenada oficina.

—Sí, empieza a empacar, niño. Yo prepararé la habitación de invitados—dijo Claudia—Oh, puedes ayudarme a calificar.

—Eh, ¿Qué tal si tu nuevo hombre te ayuda con eso? Parece que es bueno con los números.

—Amiga, él no es mi hombre. Y apenas sé su nombre...

Layna interrumpió a la maestra. 

—Es Ben Barnes. Eres profesora. ¿No usan Google para, ya sabes, buscar cosas en Google?

—Rara vez busco actores en Google. ¡Busco material educativo!

—Ben Barnes es educativo. Interpretó a Dorian Gray, el Príncipe Caspian y va a interpretar a un personaje de cómic. El hombre es un libro ambulante. ¡Es educativo!