Claudia seguía cambiando de canal en la televisión tratando de encontrar algo interesante que ver. Janis y Edward estaban en la cocina, todavía conversando sobre el tiempo de Janis en Woodstock con sus amigos. Layna todavía estaba arriba en compañía de cientos de libros.

Finalmente, Claudia encontró algo interesante que ver. Era un documental sobre teorías de conspiración. A sus alumnos les encantaba verlos cada vez que los invitaba a almorzar con ella en el salón de clases. Ella pondría una película o un documental que sus hijos quisieran ver.

Un comercial de un programa de Netflix interrumpió su documental. A Claudia, por alguna razón desconocida, le encantaba ver comerciales. Una de las únicas razones por las que se sentaba a ver el Super Bowl era por los comerciales. Ella no sabía nada de fútbol y no quería saberlo. El comercial promocionaba la nueva temporada de Daredevil. Recordó a dos de sus alumnos viendo el programa durante su clase.

—¡Oh, oye! ¡Trabajé en ese programa! Fue muy divertido—Edward señaló la pantalla del televisor.

Claudia se giró para mirar a Edward.—¿Puedo preguntar cuál es tu trabajo?

—Productor ejecutivo. Me contrató el propio Feige. De hecho, me sorprendió. Cuando recibí la llamada, pensé que me iba a despedir aunque no trabajaba para él—explicó Edward—Hablé con él sobre trabajar en otros programas de Netflix basados ​​en personajes de Marvel. Quiero introducir a The Punisher en la serie y tal vez darle un programa.

Claudia miró a su mamá con asombro. Janis no mencionó eso.

—Qué nerd, muy trabajador, ¿no?—Janis se rió, golpeando juguetonamente el hombro de Edwards—Claudia, ¿puedes llamar a Layna? Es hora de cenar.

Claudia asintió, levantándose del sofá y subiendo a su habitación. Encontró a Layna todavía sentada en el suelo, leyendo el mismo libro de antes. Se sintió mal por interrumpir.

Claudia se aclaró la garganta. 

—¿Eh, Layna? La cena está lista.

Layna murmuró algo que Claudia no pudo entender. Estaba perdida en su propio mundo ficticio.

—Está bien. Um, bueno, voy a bajar. Baja cuando quieras. Pero puedes pedir prestado el libro a casa y devolverlo cuando hayas terminado. Básicamente soy una biblioteca. Espera, eso suena ¿Bibliotecario? Suena mejor que biblioteca. Dios mío, lo siento mucho. Sólo estás intentando leer.

Layna levantó la vista del libro, ocultando su sonrisa a Claudia. Cerró el libro y se levantó del suelo. 

—¿Puedo?

Claudia asintió felizmente. 

—Sí, pide prestado el libro que quieras—todo lo que podía pensar era en lo feliz que parecía Layna mientras preguntaba—Es agradable hablar de libros con alguien que no sea mis alumnos o mi madre. Técnicamente, a ella no le importa, sólo finge escuchar y estar de acuerdo con todo lo que digo.

Juntos bajaron las escaleras. Layna tenía el libro en la mano. 

—¿De dónde sacas tus libros? Tienes tantos. Yo tengo la mitad.

Claudia levantó una tarjeta entre sus dedos. 

—Descuento para profesores en Barnes and Noble. El barista se sabe mi pedido de memoria. Me siento mal, no sé su nombre—eElla frunció el ceño.

Layna se rió y luego siguió a Cludia al comedor donde estaban colocados los platos y tenedores. Ambas chicas miraron a sus padres confundidas cuando vieron a Janis y Edward comiendo helado de chocolate directamente del cartón.

—Son literalmente niños—Layna se rió.