MATTEO.

La cabeza me daba vueltas una y otra vez en la misma escena. No podía concentrarme ni siquiera al mirarla porque siempre recordaba ese momento.

No tenia ninguna intención de quedarme allí tanto tiempo aquella noche, pero ella se despertó. Tuve que buscar la manera de esconderme y no se me ocurrió nada mejor que correr hacia el baño, pensé que me había librado, pero no era así. Escuche claramente como caminaba hasta el baño y como entraba.

Tuve que improvisar y de alguna manera tuve suerte. Ella no me vio, pudo haberlo hecho aun así, después de todo justo cuando iba a irme por completo fue inevitable no ver como frente al espejo su pijama se iba de su cuerpo. En ese momento olvide por completo lo que mi padre me había enseñado, ni siquiera pude moverme o respirar.

Estaba frente a su piel completamente expuesta, sus curvas eran tal y como las había imaginado en algún momento de mi vida y cada parte estaba perfectamente firme en su lugar. Su cabello cubrió la parte de sus pechos y entre mas la veía mas recordaba a una ninfa de agua de esas que se veían en las historias.

Cuando camino hasta la ducha, logre reaccionar. Me corrí de allí y sali lo mas rápido que pude hasta mi habitación. Ahora yo tendría que darme un baño o de lo contraria iba a tener un problema entre las piernas.

Aún después de que intente ignorar eso, en las últimas practicas que habíamos tenido y ensayos, cada vez que la tenia cerca y cada vez que su olor llenaba mi nariz, la escena volvía desde mis recuerdos y me torturaba desconcentrándome de lo que estaba haciendo. Y ahora, no era la excepción.

—Matteo. —Paulina llamo mi atención y yo reaccione.

— ¿Que era lo que me decías? — sonreí luego y la mire. — discúlpame, estaba pensando en los ensayos.

—No hay problema. Solo preguntaba si querías ir a acompañarme un momento al escenario, ya está todo montado para que se puedan presentar y bueno, quizá quieras cambiar algo. —se encogió de hombros y esperó una respuesta.

— ¿Y tú que opinas del resultado final? —pregunté mirando de regreso a mi cuaderno.

—A mi me gusta, pero quería la opinión de alguien más elegante.

—No la necesitas. Sofía y yo confiamos en que lo que escojas será perfecto. —volví a sonreír, esta vez con los labios cerrados.

Por la escalera se escucharon algunos pasos y ambos giramos para ver a Sofía bajar de ellas, traía un vestido dorado con detalles negros que adornaba a la perfección su cuerpo y sus elegantes pasos solo le daban mejor toque.

—¿Y ese vestido? —pregunto Paulina.

—Ah, es uno de los que estoy probando para el video musical que haremos con Matteo. —ella sonrió, esa hermosa sonrisa que siempre es contagiosa.

No pude dejar de mirarla. Parecía un Ángel, más bien la mujer más hermosa que yo conocía en mi vida, era como si ese vestido se amoldara a la perfección a ella, su cadera y su cintura se marcaban en curvas perfectas y lo demás, era tan hermoso como ella.

— ¿Que les parece? —pregunto Sofía mirándose al espejo que había en la Sala.

—Ah, me gusta. —respondió su hermana de manera directa. —no sé si es algo que yo usaría, pero si a ti te gusta.

Mire a Paulina, no parecía darle mucha importancia y atención a lo que Sofía decía.

—Se te ve magnífico Sofía. —afirme yo asistiendo. — es el vestido más hermoso para cantar if a new.

—No seas tan modesto Matteo. —Sofía se río bajo y negó. — puede que hayan más lindos.

—Y más simples, ese es miu extravagante a decir verdad y creo que ya tenemos con que te vistas así en las alfombras hermanita. —aunque Paulina se río al final de ese comentario. Yo, por alguna razón lo había sentido agresivo.

—Pues a mi me gusta, es el estilo de la canción y de Sofía.

Al decir eso, noté como Paulina desvío la mirada un momento y luego solo sonrió. Sofía miro su vestido con curiosidad y luego de quedarse allí unos segundos asintió para lo que crei era ella misma.

—Este será el que usé para el video. Escogere otro para ir con Andrea al escenario. —tomó con delicadeza el vestido y subio de nuevo.

Tanto Paulina y yo, la seguimos con la mirada que desapareció.

—Debo irme. —dijo luego Paulina y sin dejarme hablar salió de la casa tomando sus cosas.

Me quedé un momento allí, terminando de revisar algunos detalles hasta que recordé que estaba solo con Sofía en la casa. Me levante de mi silla y subí las escaleras hasta el pasillo, escuche como Sofía tararaeaba el ritmo de la canción, me acerque a la puerta, no estaba abierta por lo que me lamente un poco.

Así que me quedé allí, detrás de la puerta escuchando como seguía la melodía. Sonreí al pensar que bailaba conmigo, al mismo ritmo de la música mientras ambos cantabamos. Entonces, golpee la puerta.

Sofía no tardo mucho en abrir, ahora traía un vestido blanco. Se veía aún más hermos con el color blanco.

—¿Interrumpi algo? —pregunte a lo que ella sonrio.

—No para nada.

—Paulina fue a revisar el escenario y los equipos. Quería saber ¿deseas practicar un poco? —estire mi mano hacia ella.

—Si. No veo porque no. —me tomó de la mano y yo camine hasta el Salón con ella, mientras mi mente se iba de nuevo.

Llegaba a una escena mágica donde no caminabamos hasta el Salón, más bien íbamos por un pasillo lleno de rosas  hasta llegar a un hermoso arco donde nos casariamos. Tuve que volver en si, porque apenas llegar al Salón tenía que poner la base músical.

Empece a cantar y fue inevitable no tomar su cintura y empezar a bailar con ella, eran pasos lentos. Éramos solo los dos allí, su cabeza se recosto en mi pecho y no pude evitar inhalar el aroma que se desprendía de el, era delicioso.

Al momento de cantar, ella me miro y luego cerro sus ojos. Sus labios se movieron y por poco dejó que el impulso de besarla me gane. Seguimos ahí, bailando y cantando la canción.

En cuanto término, solo nos miramos. Acaricie su cabello y ella me abrazó.

— Fue hermoso. —hable rodeando su cintura en aquel abrazo.

— Lo fue.

Se separó de mi abrazo y volvió a sonreír.

—Debo ir a cambiarme. —dejó un beso en mi mejilla y la vi marcharse.

Espere a que ya no estuviera en mi campo de visión para desempeñar mi mano y observar la pequeña cadena dorada que le había logrado quitar.

— Prestó, sarai  solo mía Sofía .