MATTEO.

Que mi padre tenga que estar algunos días fuera... No es coincidencia, poner a Paulina en un puesto importante con la frase perfecta, tampoco lo es. Todo está perfectamente planeado, y todo parecía estar marchando a la perfección.

—No voy a decepcionarlos lo prometo. —Paulina estaba tan emocionada como Sofía.

Yo solo podía verlas y sonreír. Ambas estaban felices, ambas estaban tan alegres que la sonrisa de sus caras no se iba para nada. Ella estaba feliz, y su sonrisa no dejaba de ganarse mi atención.

—Matteo. —me desconcertó escuchar mi nombre por el Teatro, era uno de los organizadores a quien mire y enseguida me indicó que fuera con él.

—¿Sucede algo? —pregunte sin dejar de mirar a las dos hermanas.

—No exactamente. Solo quería recordarte que si vamos a trabajar con Sofía, necesitamos estar en contacto con ella también así que... —antes de que pudiera terminar de hablar yo solo le extendi una tarjeta, mi tarjeta.

—Ahí está mi número. Sofía y su hermana, están en mi casa así que si requieren llamar que sea a mi. —trate de no sonar tan frío o serio, no quería que se notará mi disgusto.

—Seguro, aunque nos facilitaría más el contacto directo con ella.

—No hace falta. No quiero que se desconcentre por las llamadas. —tampoco quería que la llamara alguien más. — es una persona demasiado trabajadora así que puede estresarse luego.

Era la excusa perfecta. Aquel hombre no dijo nada más y en cambio solo guardo la tarjeta que le di en su camisa y se fue. Yo no era tonto, por supuesto había analizado a cada persona que trabajaría con nosotros y sabía bien quien tenía intenciones de solo trabajar y quien no.

Volví a caminar sin decir nada cerca de ambas hermanas. Seguían sonriendo... Daría lo que fuera porque nunca dejara de hacerlo. Paulina tomaba las manos de Sofía y luego entre risas daban giros y bailaban imitando el espectáculo que se daría en el teatro.

—¡Es tiempo de vals, un, dos, tres... Un, dos, tres! —Paulina cantaba, no conocía la canción y mucho menos entendía todo lo que decía, a pesar de que el español se parecía algo al italiano.

—Señoritas. —me acerque ahora para interrumpir aquel momento. —pueden seguir bailando en casa, pero debemos irnos, harán mantenimiento aquí.

Ambas asistieron y tomaron sus cosas. Camine detrás de ellas, siempre detrás cuidando de que nadie tenga la intención de pedir un contacto directo o siquiera de acercarse, tenían órdenes específicas de comunicarse solo conmigo y ahora con Paulina descartando la idea de que hablen con Sofía sin mi autorización.

Al llegar al auto que nos había traído. Yo abrí la puerta y espere que se ubicarán, fue estratégico hacer que Paulina entrara de primeras para dejar a Sofía en medio de ambos, si quería que esto funcionará tenía que iniciar desde ya con acercamientos sutiles.

—No veo la hora de ver el Teatro lleno. —Paulina tomó su teléfono y pareció empezar a hablar con alguien.

—Tenemos que empezar a practicar. —Sofía me miro. Era el momento en que podría acariciar sus mejillas acercandome un poco más a sus labios pero todo lo que hice fue asentir con una sonrisa.

—Si. Luego de que pase todo esto, también está la grabación en estudio y el video. —recordé mientras notaba como ella jugaba con sus manos.

—Son muchas cosas. Creo que mientras este en Italia no voy a estar aburrida nunca.

—Aun si no tuvieras trabajo aquí, no estarías aburrida. —le di un pequeño empujon en el hombro.

—Si tu lo dices, debe ser cierto. —hablo con calma y entonces su cabeza reposo sobre mi hombro.

Solía hacer eso seguido. Desde que tomamos algo de confianza s