━━━━━━━━ DÍA 1 ━━━━━━━━

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— Oye — Ekko dejó de prestarle atención al invento que reparaba al oír una voz familiar. Él se dio la vuelta para encontrar a su pequeña amiga peliazul recargada en la pared y mirándolo con una sonrisa — No sabía que también trabajabas el turno nocturno ¿Acaso Benzo te paga horas extras? 

Ekko frunció el ceño, confundido — Primero que nada, no, no lo hace. Y segundo ¿Qué haces aquí tan tarde? 

— Vine a buscar unas tuercas que necesito para una bomba en la que estoy trabajando. No puedo esperar, tengo que tenerla lista para nuestra próxima misión — Afirmó con entusiasmo.

— Eso lo explica, supongo. De todas formas, ¿Cómo fue que entraste si la puerta de la tienda está cerrada? 

— Descubrí tu entrada secreta hace tiempo, olvidé decírtelo — Contestó ella con una risita. 

 — ¿Y viniste hasta aquí tú sola? — Inquirió él, con cierta preocupación. Aunque la tienda de Benzo estaba a tan sólo dos calles de la taberna de Vander, era peligroso salir a cualquier lugar durante la noche, especialmente para un niño. 

— Sí. Al principio Vi dijo que me acompañaría, pero se quedó dormida y sabes que no existe poder humano que pueda despertarla — Ambos rieron hasta que Ekko soltó un bostezo. Entonces Powder notó lo cansados que se veían los ojos de su amigo peliblanco — No te ves bien, ¿Por qué sigues aquí en la tienda? 

— Un cliente trajo esta cosa hace unos días para que Benzo lo vendiera — Ekko señaló al suelo, donde había un gramófono y varias herramientas esparcidas por ahí —. Es algo viejo, pero sé que todavía puede funcionar o eso espero. Como sea, no me iré hasta que logre repararlo.

— ¿Y planeas quedarte aquí toda la noche? — Él asintió en respuesta —. ¿Acaso no tienes que ir a tu casa? ¿Tus padres no te están esperando?

No esperaba que ella le preguntara eso. Ekko se quedó callado por un momento y bajó la mirada —. No, ellos... están trabajando. 

 —¿A esta hora? — Preguntó Powder, intrigada.  

— Siempre trabajan hasta tarde — Contestó, esta vez en tono más bajo. El moreno se sentó en el suelo y apoyó su espalda en la pared. Powder percibió un cambio drástico en el humor del chico y se colocó al lado suyo, mirándolo con preocupación. Aunque intentara ocultarlo, Powder sabía que él estaba triste. 

— Pero regresan por la noche y entonces puedes verlos, ¿o no?

El moreno negó con la cabeza, luego soltó un largo suspiro — Hay veces en que ni siquiera llegan a casa y se quedan en la fábrica casi toda la semana — Pronunció con un deje de tristeza — Por eso prefiero quedarme aquí, no me siento tan solo como cuando estoy en casa. 

Powder lo pensó un momento. Ahora que lo recordaba, nunca le había preguntado a Ekko por sus padres, o por su familia, ¡hasta llegó a pensar que Benzo era su papá!, pero viendo como eran las cosas realmente, supuso que no era un tema fácil de tratar para él. 

— Debes... extrañarlos mucho — Murmuró la peliazul, sintiéndose tonta por decir aquellas palabras que resultaban obvias. Ekko sonrió a medias. 

— Dicen que lo hacen por mi bien, pero... lo que realmente quiero es estar más tiempo con ellos — Dijo, mientras sus ojos comenzaban a humedecerse.

Después de un momento de silencio, Powder habló — Te entiendo. A mí también me hubiera gustado estar más tiempo con mis padres — Esta vez fue Ekko quien contempló la tristeza que reflejaban los orbes cerúleos de la niña. Todo el mundo sabía lo que les había sucedido a los padres de Powder y Vi, pues no eran las únicas víctimas de aquella trágica batalla en la que muchos zaunitas habían muerto, en un intento por conseguir una vida mejor. Ekko no pudo evitar sentirse un poco mal, por lo menos él tenía a sus padres vivos, y ella no.

— Lo lamento. No me imagino cómo se siente — Dijo él, Powder suspiró — Pero... no estás sola, recuerda que tienes a Vi, a Vander, a Claggor, a Mylo y a mí también para apoyarte. Yo siempre voy a estar ahí para ti. 

Ella le sonrió — Gracias — Se talló los ojos para hacer desaparecer las lágrimas y prosiguió — ¿Sabes? aunque tus padres no siempre estén, sabes que te quieren mucho y que puedes contar con ellos. Además, nos tienes a nosotros. Somos como tu familia, Ekko. Yo soy tu familia también. 

— No suena nada mal si lo dices así, Powder — Admitió Ekko, quien estuvo a punto de decir algo más hasta que otro bostezo lo interrumpió. La contraria rio. 

— ¿Seguro que no quieres ir a dormir, hombrecito? 

— Creo que me voy a quedar aquí, pero no te preocupes por mí. Estaré bien. 

— ¿Y te molestaría si me quedo contigo? — Inquirió ella. Ekko negó con la cabeza, un poco sorprendido por su petición, pero no discutió al respecto. La peliazul entonces recostó su cabeza en el hombro de él, quien enrojeció casi al instante. El moreno carraspeó un poco e intentó pensar en algo para distraer su mente antes de ponerse más nervioso de lo que ya estaba. 

— La verdad, no quería reparar ese gramófono solamente para venderlo — Confesó Ekko — Mira, mis padres solían tener uno muy parecido a ese, aunque sólo tenían un disco de música clásica, de un tal Ray Chen o algo así, que solían ponerme a la hora de dormir cuando era pequeño. Recuerdo que ni siquiera me gustaban esas canciones pero, no sé, simplemente quiero volver a escucharlo para recordar esos días... 

— Mi mamá solía cantarnos a Vi y a mí una canción antes de dormir. 

— ¿Aún la recuerdas? — Preguntó él. 

— Sí... ¿Quieres escucharla? 

Ekko asintió y ella comenzó a cantar las estrofas que se sabía. Su voz sonaba reconfortante y dulce, o al menos él lo sentía así. Sus párpados fueron cerrándose, al tiempo que la voz de Powder se apagaba poco a poco hasta que, por fin, ambos se quedaron profundamente dormidos. 

Dejando sus preocupaciones de lado, pudieron descansar con total tranquilidad. Sin importarles lo que pudiera suceder después, aunque eso sí, Ekko estaba completamente seguro de que ya no podría volver a dormir por la noche sin antes escuchar esa hermosa canción. 

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