𝘛𝘸𝘰
Pensaba que, tras esa plática, Jayce y Mel se tomarían unos días para reflexionar sobre lo ocurrido. Después de todo, no se puede resolver un problema sin antes analizarlo detenidamente. Sin embargo, al parecer, así no funcionaban las cosas entre ellos.
Viktor estaba frente a la mesa del laboratorio, revisando notas de la investigación. Finalmente, todo estaba listo para comenzar a trabajar en las Hexgates, un proyecto que prometía revolucionar el mundo y cambiarlo para siempre. La idea lo emocionaba profundamente. Ya estaban dando un gran paso, aunque, para Viktor, ese logro carecía de plenitud sin Jayce a su lado, compartiendo el momento.
Suspiró y comenzó a ordenar las notas, recogiendo un poco el desorden del lugar. Cuando Jayce estaba con Mel, Viktor aprovechaba para organizar las cosas, pues su única opción era esperar pacientemente su regreso.
Recogía, sacudía y limpiaba. Aunque su pierna no estuviera en óptimas condiciones, no significaba que fuera inútil. Había aprendido desde joven a no tenerse lástima, tal vez por eso detestaba recibir ayuda de otros. Sin embargo, con Jayce era distinto. No le molestaba que el moreno estuviera pendiente de él. De hecho, le hacía sentir que le importaba, aunque jamás lo admitiría en voz alta.
"Vaya... Ni limpiando puedo dejar de pensar en ese hombre. Necesito ayuda urgente" Pensó con ironía.
La puerta se abrió de golpe, y Jayce apareció con una sonrisa radiante en el rostro.
— ¡Viktor! — Exclamó, su tono lleno de entusiasmo.
— Buenos días, Jayce. — Viktor le devolvió el saludo sin dejar de ordenar. Luego, alzando la mirada, añadió: — Te ves contento. —
— Hablé con Mel. Estamos en paz. — Jayce sonreía ampliamente. — En serio, gracias por tu consejo. — Viktor asintió sin decir nada.
Ya sabía que Jayce había ido a buscar a Mel desde el momento en que no apareció en el laboratorio a la hora habitual. No era tonto. La prioridad de Jayce siempre sería Mel; la investigación y, sobre todo, él mismo, compartirían un segundo lugar en su vida.
Siguió organizando papeles, fingiendo que no le afectaban las palabras de Jayce. Pero el dolor en su pecho era inconfundible.
— Este lugar está mucho más ordenado que otras veces. —Jayce miró a su alrededor, algo sorprendido.
— Lo he estado ordenando. ¿O acaso quieres que trabajemos en un chiquero? — Respondió Viktor, sin perder la oportunidad de hacer un comentario sarcástico.
Jayce soltó una risa ligera.
— No, no. Se ve muy bien. — Sus ojos se posaron en Viktor, notando una leve sonrisa en su rostro. — Me imagino que estás cansado. Deberías descansar un poco. — Jayce se acercó, sacando una silla para él.
— Estoy bien. Puedo con esto. —Viktor se negó, aunque su tono carecía de firmeza.
— ¿Seguro? Parece que te vas a desmayar en cualquier momento. — Dijo Jayce en tono burlón.
Viktor rodó los ojos, pero no opuso mucha resistencia cuando Jayce lo obligó suavemente a sentarse.
El moreno se arrodilló frente a él, examinando su pierna con cuidado.
— No hace falta que hagas todo esto. — Murmuró Viktor, sintiendo cómo el contacto de Jayce lo desarmaba por completo.
— Quiero hacerlo. Te debo tanto, Viktor, que nunca sabré cómo pagártelo. — Las palabras de Jayce provocaron una calidez indescriptible en el pecho de Viktor.
Jayce se levantó, fue hasta la cafetera y sirvió dos tazas de café. Al regresar, le tendió una a Viktor y se sentó en el borde de la mesa.
— Gracias. — Viktor aceptó la taza, saboreando el momento. Luego, recordó algo importante: — Cierto, estaba revisando las notas, y me di cuenta de que tenemos todo para empezar con las Hexgates. — Los ojos de Jayce se iluminaron.
— ¡Hoy es un día de buenas noticias! — Exclamó, visiblemente emocionado.
Mientras Jayce comenzaba a preparar las herramientas, Viktor lo observaba en silencio, disfrutando de su entusiasmo. Ese brillo en los ojos del moreno y su energía contagiosa hacían que Viktor olvidara todo lo demás.
"¿Así es cómo se siente estar enamorado?" Se preguntó, con una leve sonrisa nostálgica en el rostro.
El momento fue interrumpido por el sonido de la puerta abriéndose. Mel apareció con su elegancia característica, saludando con una sonrisa.
— Caballeros. Espero no estar interrumpiendo nada. —
— No, para nada. — Respondió Jayce de inmediato.
La atención de Jayce se dirigió completamente hacia Mel. Viktor, desde su asiento, observó cómo los ojos de Jayce brillaban al mirarla. Era el mismo brillo que él tenía cuando miraba a Jayce, aunque con una diferencia devastadora: no era recíproco.
— Quería hablar contigo en mi oficina, si no es mucha molestia y no estás ocupado. — Dijo Mel, dirigiéndose a Jayce.
—Bueno... Yo... —Jayce miró a Viktor, buscando alguna señal. Viktor levantó los hombros en un gesto indiferente, aunque su corazón se retorciera por dentro. — Vamos.— Respondió finalmente Jayce, dedicándole a Mel una sonrisa.
Antes de salir, Jayce miró a Viktor por última vez. Este le hizo una seña para que se fuera tranquilo, y lo último que se escuchó fue el sonido de la puerta cerrándose.
Viktor suspiró, hundido en su tristeza. Había compartido un momento bello con Jayce, pero lo bueno nunca dura. Una vez más, la vida le recordaba su lugar: no era la prioridad de Jayce. Era solo el compañero al que podía dejar y regresar cuando quisiera.
𝗬 𝗲́𝗹, 𝘀𝗶𝗻 𝗿𝗲𝗺𝗲𝗱𝗶𝗼, 𝘀𝗲𝗴𝘂𝗶𝗿𝗶́𝗮 𝗲𝘀𝗽𝗲𝗿𝗮𝗻𝗱𝗼.
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