
༻ ──── 𝐜𝐡𝐚𝐩𝐭𝐞𝐫 𝐨𝐧𝐞
|F I R S T B A L L|
Bajo ningun circunstancia había imaginado que asistiría a un baile la misma noche del día que regresó a Londres, pero había sido casi imposible darle el "no" definitivo a su madre. La viuda duquesa tenía una prolífica y brillante estrategia de como hacer que sus hijos hicieran lo que ella quisiera, era excepcional la ocasión en la que fallaba y esa no había sido una ocasión excepcional.
Adelaide aún no comprendía del todo como es que había llegado a aceptar, la conversación en su mente era borrosa y ahora no parecía muy importante, pues ya estaba frente a su tocador siendo peinada por su criada.
— Creo que la diadema de amatistas le quedaría preciosa, mi lady ¿o preferiría tal vez algunos broches de perlas? — preguntó Lydia, la criada de la mayor de las Kerington desde hace varios años.
— Elige tú, Lydia, estoy segura de que cualquiera de las dos quedará encantadora — respondió la rubia, sonriéndole por el espejo. Agradecía mucho la presencia de Lydia, tenía el talento para nunca tirarle el cabello cuando la peinaba, ni de quitarle el aire cuando le ajustaba el corsé — El baile de esta noche, ¿sabes donde será?
— En Marylebone, mi lady. Lord y Lady Fairchild lo harán en su mansión — informó la joven castaña, alejándose para buscar los adornos que usaría.
— Lady Fairchild... ¿No era la anterior señorita Waverly? La que solía tener el cabello siempre lleno de flores.
— Su hermana menor, en realidad. La lady Waverly que debutó con usted se casó al año siguiente al que se fue, ahora es la señora Ashford.
— Ah, ya veo — murmuró haciendo una pequeña mueca, percatándose de repente que era mucho más que probable que no conocería ni a la mitad de señoritas y caballeros que asistirían a los acontecimientos sociales de la temporada.
Lydia pareció darse cuenta de los pensamientos que cruzaron la mente de la rubia y pensó en algo que podría hacerla sentir mejor — Pero la señorita Cowper aún está en sociedad — dijo con una sonrisita. Addie abrió los ojos, mirando a la criada antes de echarse a reír y ser seguida por la misma — Incluso con toda la fortuna de su dote no ha logrado conquistar a un hombre.
— Imagino que su carácter tiene algo que ver con ello.
La criada regresó al tocador y empezó a adornar el cabello rubio de la señorita con una preciosa peineta de amatistas que resaltaba entre el dorado de su cabello. Justo cuando terminó de acomodar un par de los mechones rizados de su recogido, Primrose entró en la habitación de su hermana.
— Mamá dice que es hora de irnos — dijo, observando a Adelaide detenidamente y sonriendo — te ves muy bonita.
— Gracias, aunque tú vas a ser la protagonista de esta noche — Adelaide se puso de pie y observó a la menor. Primrose siempre se había visto exquisita de color rosa; incluso cuando se consideraba que era un color contraproducente para las rubias, la pequeña Kerington lo lucía con gracia — Vamos, antes de que ella misma suba por nosotras y nos baje de las orejas.
— Bajará a Nik y Elliot de la oreja, así que estamos a salvo — sonrió saliendo de la habitación de su hermana junto a ella — Me alegra mucho que estés aquí, me gustan los bailes, pero no es divertido asistir sin poder comentarlo con alguien al llegar a casa.
— ¿Mamá y tú no conversan por horas sobre tus pretendientes? — preguntó la mayor, acomodando los guantes perla para dejarlos lisos y sin una arruga.
— Usualmente por el desayuno, pero sabes que no es lo mismo hablarlo con mamá a con una hermana.
Adelaide sonrió, claro que la entendía. En su primera temporada, sin importar la hora a la que llegara, Primrose se escabullía hasta su habitación y se sentaba a su lado, dispuesta a escuchar con lujo de detalle sobre la velada y si Addie estaba demasiado cansada lo hacía temprano por la mañana, incluso si eso significaba despertarla. En un inicio se le había hecho tedioso, entendía que como su hermanita no estaba en ese mundo aún tenía curiosidad, pero conforme la temporada avanzaba se dio cuenta de que era la única con quien podía ser sincera. Podía decirle que caballeros eran aceptables y cuáles no, si le parecían atractivos, si les apestaba el aliento y si algunas de las señoritas eran simplemente insoportables, como Cressida Cowper. Prim se había vuelto su persona de confianza, con quien podía ser completamente sincera.
— Los bocadillos de los bailes son ricos, pero bastante pequeños, al regresar podemos ir a la cocina por algunos sandwiches, leche y galletas y subimos a mi habitación, ¿te parece bien? — solo oír ese plan hizo sonreír a la más joven, que inmediatamente asintió bastante animada — perfecto, ahora vamos, hay una delgada línea entre llegar elegantemente demorada y desastrosamente tarde.
— Mamá dice lo mismo.
Llegaron hasta el recibidor para esperar a su madre y a sus hermanos, quienes bajaron al poco rato con ambos muchachos por delante y la señora de la casa pisándoles los talones.
— Rápido ustedes cuatro, no se verá bien que lleguemos terriblemente tarde — instó, agitando una de sus manos para indicar que se movieran. Inmediatamente, el mayordomo abrió la puerta para que la familia saliera en dirección al carruaje, subiendo primero las mujeres y posteriormente los hombres.
Los cinco se acomodaron en el carruaje, el recorrido era aproximadamente de treinta minutos así que lo tomaban como un tiempo de relajación, o eso hasta que la viuda duquesa tomó la firme decisión de planificar los acontecimientos de la noche y las agendas de sus hijos.
— Los dos deben pedirle una pieza a Daphne como mínimo, es el diamante de la temporada y está bastante cotizada así que no pierdan el tiempo — empezó a parlotear, provocando que los dos muchachos rubios rodaran los ojos. Addie lo consideró divertido, hasta que su madre se detuvo y fijo su mirada en ella, no en Primrose y ella, sino únicamente en ella.
— Aceptaré tres bailes — dijo antes de que Lady Olive pudiera siquiera abrir la boca. — Solo tres, y me haré a un lado el resto de la noche.
La mujer soltó un suspiro, su hija mayor siempre había sido la difícil, la terca, ocasionalmente culpaba a su difunto esposo por mimarla, pero ella también lo hacía así que no podía culparlo sin también incriminarse a sí misma. Así que respiraba profundamente, contaba mentalmente hasta tres y llena de paz se dirigía a la guerra que se desataría, en esa ocasión, en el carruaje.
— Cariño, yo sé que estas es tu segunda temporada, pero después de tantos años lejos de la sociedad para muchos es la primera vez que te verán. Tal vez no seas el diamante, pero causarás expectativa, no puedes limitarte a solo tres bailes.
— Al contrario, madre, me parece el número más adecuado. ¿No se supone que debo darme a desear? Tres bailes, permitirá que los posibles pretendientes me vean, pero también que entiendan que deben esforzarse — había pensado en esa conversación gran parte del viaje, esperaba usarla al menos un día después de su llegada, pero con una madre desesperada por casar a sus hijos nunca se sabía. Al menos lo dijo sin titubear, mostrando que no había opción a negociación. Estaba orgullosa, se habría dado palmaditas ella misma, pero nunca se debe cantar victoria cuando tienes a una madre buscándote esposo en frente.
— Muy bien, tres bailes, pero tengo mis sugerencias — en otras palabras, su madre pensaba presentarle de buenas a primeras a quienes consideraba los mejores candidatos — Lord Bridgerton es uno de ellos, por supuesto.
— ¿Anthony? — cuestionó inmediatamente, frunciendo ligeramente el ceño y no fue la única, pues sus dos hermanos la imitaron. Conocían a los Bridgerton desde prácticamente siempre, se podría decir que incluso se criaron juntos. Nikolai y Anthony eran contemporáneos, al igual que ella y Colin, gran parte de su infancia pasó con ella correteando los campos de Aubrey Hall detrás de sus hermanos y los muchachos Bridgerton, se trataban como eso, hermanos... o eso hasta que entró en sociedad — Podría bailar con Benedict o Colin, Anthony nunca ha sido muy afecto a bailar.
— Pues hará una excepción por ti.
— Dudo mucho poder obligar a Anthony Bridgerton a hacer algo — murmuró más para sí misma, pues no deseaba provocar a su madre — ¿y quién más forma parte de tus sugerencias?
— El duque de Hastings.
— ¿Hastings está en la ciudad? — la pregunta fue hecha por el mayor de los rubios, mirando con cierta sorpresa a su madre.
La familia conocía al recién nombrado duque, había sido compañero de Nikolai durante su tiempo en Oxford, junto al mayor de los Bridgerton, y se habían encontrado durante su estadía en Italia. Fue bastante agradable, pero había dejado claro que no tenía interés en buscar esposa, lo cual era perfecto, pues Adelaide no había demostrado ni el más mínimo interés en él. Por eso era curioso que estuviera en la ciudad, más bien que se presentara en los eventos de la temporada.
— Lo está, y sería una adición maravillosa a la tarjeta de bailes de cualquier señorita. No quiso bailar con Prim, imagino que por la edad, Addie se llevó mejor con él cuando lo conocimos.
— Lo dudo — dijo esta vez Elliot con una ligera sonrisa, llevándose una mirada de reclamo por parte de su progenitora — ¿qué? Hastings no quiere esposa, sería totalmente contraproducente bailar con cualquier señorita incluso si no tuviera interés en ella.
— Exacto, y yo no puedo obligarlo a bailar, mamá — al menos agradecía tener de respaldo a sus hermanos, ocasionalmente — cualquiera estará bien para un baile, no es que vaya a casarme con alguno de ellos.
— Pero podrías.
— Pero es más probable que no.
Lady Olive suspiró pesadamente, adoraba a sus hijos, a los cinco, pero decir que era fácil criarlos sería demasiado.
— Muy bien, pero bailarás con Anthony, no está a discusión.
Adelaide se quedó en silencio, no quería llegar agotada al baile por discutir con su madre con respecto a qué nombres estarían en su tarjeta de bailes, además, conociendo al mayor de los Bridgerton seguramente encontraría una excusa educada para negarle un baile frente a su madre, no tenía de que preocuparse. Se recostó en el respaldar del asiento y simplemente observó por la ventana, adivinando las calles por las que pasaban, ya que en plena noche no era fácil distinguirlas.
El tiempo se pasó rápido de esa forma y en un parpadeo, ante sus ojos estaba la mansión de los Fairchild. Brillaba como antorcha en medio de la noche al igual que sus invitados que se acercaban a la entrada enfundados en sus más costosas vestimentas. Tuvieron que esperan un poco a que los carruajes por delante de ellos dejaran a sus ocupantes, pero por fin descendieron y el solo hecho de estar todos abajo llamó la atención. Incluso esos dos años lejos del escrutinio social hacía inevitable ser olvidados, había muchas personas rubias dentro de Londres, pero era fácil distinguir a uno cualquier de un Kerington.
No solo era el dorado color de su cabello, sino su porte y sus rasgos lo que distinguía a un Kerington del resto. Nikolai ofreció el brazo a la menor de sus hermanas, quien radiante como una gema preciosa empezó a caminar, sujeta por su otro brazo por su madre.
— Tal vez Prim acapare toda la atención y podamos escabullirnos a la mesa de bocadillos — Elliot arqueó su brazo izquierdo a su hermana, sonriéndole encantadoramente.
— La idea me parece divina, comparada a los planes de nuestra madre — la mano enguantada de la joven se sujetó a su hermano, empezando a caminar por detrás del resto de su familia, existían ciertas ventajas de ser los hijos de en medio.
Pero esa noche no estaba hecha para que pasaran desapercibidos. Lo supieron apenas pusieron un pie en el salón, algunos dirían que no era para tanto, pues no fueron recibidos por una avalancha de personas, pero las miradas eran un equivalente. Los ojos de la sociedad sobre ellos, analizando cada paso, juzgando hasta el mínimo dobles de sus prendas, como si fueran el nuevo entretenimiento del baile. Casi y era una prueba, quien no resistiera no era merecedor de pertenecer a ese refinado círculo social, pero los Kerington caminaban con las espaldas erguidas y las cabezas en alto de acuerdo a su estatus, eso no quitaba que fuera incómodo, al menos para Addie. Por supuesto, la atención estaba fija en ella y sus hermanos, eran teóricamente nuevos en sociedad, dos jóvenes perfectos como partidos para las hijas solteronas, y una señorita de alto rango y belleza que era nueva competidora en el mercado matrimonial. No eran personas a las cuales pasar el alto, su apellido y su rango les otorgaba una posición inigualable en la sociedad, además de envidiable.
— Así que así se siente ser expuesto en un aparador — murmuró Elliot, con la clara intención de bromear un poco.
Addie no pudo evitar soltar una risa baja, esbozando una sonrisa que podría interpretarse como una de las ensayadas formas de coqueteo, pero no. No tenía intenciones de coquetear con nadie, quería quedarse junto a la mesa de bocadillos, beber un par de vasitos de limonada y probar todos los bocaditos que hubiera. Sabía que Elliot estaría de acuerdo con ella, aunque seguramente en algún momento él iría a coquetear con alguna señorita como el buen libertino que era.
— ¡Addie!
Escuchar su apodo la sacó de todos sus pensamientos, deteniendo su caminata al mismo tiempo que su hermano. Conocía esa voz, pese al tiempo que pasó sin escucharla todavía la conocía perfectamente. Giró levemente viendo entonces a una joven castaña con una sonrisa.
— ¡Daphne! — sonrió, acercándose a la joven y acortar el camino. En otras circunstancias no habría dudado en abrazarla fuertemente, pero en pleno baile apenas y podían tomarse de las manos, así que hizo eso.
— Qué gusto verte, no sabía que estaban aquí — Daphne mostró una amplia sonrisa mirando a su mejor amiga, notando detrás de ella al hermano de la misma — Elliot... quiero decir, lord Kerington.
— Señorita Bridgerton — el rubio inclino levemente la cabeza hacia ella — Bridgerton, que gusto verte también — Anthony, el hermano mayor de Daphne, se había acercado justo por detrás de su hermana, saludando con un tono elegante al par de rubios.
— ¿Por qué no damos una vuelta por el salón? — propuso inmediatamente la Bridgerton, enganchando del brazo de una vez con Addie sin darle el tiempo a responder el saludo de su hermano, menos cuando tiro de ella para empezar a caminar y dejar por lo menos dos metros de distancia entre ellas y los hombres — Es Anthony, no me ha dejado en paz desde el primer baile. No pudo acercarme a conversar con nadie, no puedo hacer nada.
La rubia notó lo afligida que estaba su amiga, desde que eran niñas Daphne había soñado con su debut social, fantaseaba con los espléndidos bailes y con los pretendientes que tenía. No era el sueño de Adelaide, pero le gustaba verla feliz, Primrose era igual, ilusionada con la temporada social.
— He oído que eres el diamante de la temporada — comentó, echando una mirada sobre su hombro solo para confirmar sus sospechas, Anthony y Elliot iban detrás de ambas — debe estar solamente cuidándote, eres su primera hermana en el mercado matrimonial, es algo normal.
— Yo no recuerdo que Nikolai fuera tan restrictivo contigo.
Touche
Tuvo que reprimir una risa, casi y había olvidado que la Bridgerton tenía un ingenio oculto, uno encantador a su parecer, pero que para algunos parecía ser algo peculiar.
— Yo no fui el diamante de la temporada.
Incluso sin verla al rostro supo que Daphne hizo una pequeña mueca, porque tenía razón, no había un punto de comparación entre ambas. La rubia sonrió, dejando de lado el tema de conversación para seguir caminando junto a ella.
— Bueno, pero igual es tu hermano mayor. Uno más sensato que el mío — declaró, queriendo quedarse con la razón sin importar que — Anthony dejo de rozar lo lógico ¿cómo se supone que escoja esposo?
La rubia sonrió levemente y reprimiendo una risita de por medio. Sentía las miradas, fuera de caballeros, señoritas o señoras y no era nada muy extraño, estaba del brazo del diamante de la temporada y si bien Daphne por su cuenta atraía bastantes miradas, pues tampoco se pasaba por alto la presencia de una jovencita rubia que no habían visto hasta ese momento.
— No es algo que puedas preguntarme a mí, no tengo pretendientes.
Daphne guardo silencio por unos momentos, algo que causo gracia en la Kerington porque sabía que le había dejado sin palabras, incluso con los años había gestos que no podían pasar desapercibidos para ella, no con la amistad que compartían.
— Mi punto es que me gustaría conocer a mis pretendientes, al menos hablar con ellos.
— ¿Y qué pretendes que haga yo por ti, Daph? — preguntó finalmente, no era tonta para no saber que eso al final tenía una intención.
— Pues... — la Bridgerton se detuvo y giró — Hermano.
Anthony, que en todo ese tiempo había caminado junto a Elliot detrás de ambas jóvenes no dudo en acercarse hacia su hermana, manteniendo una postura firme.
— ¿Sí, hermana? ¿Ya deseas que nos retiremos? — pregunto con una fingida gentileza
— Nada de eso — Daphne negó con la cabeza, forzando la ensayada sonrisa de su rostro a permanecer ahí — Estaba hablando con Adelaide y me contaba sobre su viaje y los lugares que visito, suena realmente fascinante.
La rubia alzó una ceja por la curiosidad de hacia donde iba es conversación y porque la había mencionado especialmente a ella, algo tenía su amiga en mente y le causaba tanto curiosidad como algo de miedo.
— Sí, Lord Elliot igualmente me estaba comentando al respecto — respondió Anthony, que tampoco tenía idea de a donde iba la conversación.
— Seguramente, pero no creo que te haya hablado sobre cuanto quiere Addie volver a bailar.
— ¿Qué yo qué?
La odiaba, la mataría.
Mataría a Daphne Bridgerton, en algún momento lo haría por ponerla en esa posición. Y estaba segura de que Anthony también lo estaba considerando.
— ¿Cómo? — preguntó el chico, esbozando una sonrisa más estirada de lo normal.
— Oh es que con tantos viajes y todo lo que había por conocer no tenían tantas oportunidades de ir a bailes, y si iban no conocían los bailes de esos lugares.
¿No conocer? Su madre había contratado a un profesor que le enseño cada pieza que pudiera bailarse en Europa, según ella para que estuviera "preparada", había bailado, muchísimo.
— Así que Addie me comento que le encantaría bailar otra vez.
— Bueno, estoy seguro de que habrá muchos caballeros interesados en solicitar una pieza — dijo el chico, claramente haciendo el tonto.
— Pero ya que estás aquí ¿no deberían bailar? Hace tiempo que tú tampoco tomas una pieza — Daphne sonrió, plasmando inocencia en su rostro — Y es Addie, no una de las señoritas que te fastidian.
Anthony quería bufar, lo notaba en su mirada y en la forma en que tensaba la mandíbula. Pero respiro profundamente y llevó su mirada a la rubia, ofreciéndole nuevamente una sonrisa.
— Lady Adelaide ¿tendría espacio para mí en su tarjeta de bailes?
¿Por qué Anthony tuvo que ceder a Daphne? No podía rechazarlo, una joven no podía rechazar un baile a un caballero a menos que este estuviera ocupado y la tarjeta de bailes de Adelaide estaba impecablemente vacía... un momento, no tenía nada atado a la muñeca.
— En realidad no tengo tarjeta de bailes, mi lord. Se me debe haber olvidado agarrarla al entrar — no era una excusa, si se le había olvidado, no había sido a propósito.
— Oh, pues entonces significa que tienes los bailes libres — intervino Daphne de inmediato, con su radiante sonrisa en el rostro mientras soltaba en brazo de su amiga — podrían bailar la siguiente pieza.
Si tan solo no estuvieran en medio de toda la sociedad se le hubiera lanzado encima, tal cual hacían de niña, pero no podía, así que intercambio una mirada con el mayor de los Bridgerton.
— Estaré encantada de bailar con usted, mi lord — terminó aceptando, extendiendo su mano para poder tomar la del castaño y caminar juntos a la pista de baile.
Damas y caballeros, bienvenidos oficialmente al inicio de The ballad of the camellias, un fanfic del querido vizconde: Anthony Bridgerton.
Para los que no me conocen, hola, soy Yami, su escritora de confianza. Para los que ya me conocen por mis otros fanfics ¡hola! un gusto encontrarlos aqui también.
Yo se que hace ya tiempo tengo esta historia (tbc para abreviar) publicada pero simplemente no lanzaba nada ¿la razón? soy una colgada y me bloquee mucho para este capitulo, tanto que cuando finalmente decidi subirlo fue borrando por lo menos 2 páginas de avance que tenia porque simplemente eso ya me tenia bloqueada.
A los nuevos lectores tengo que advertirles que yo si que tardo mucho en actualizar, tengo constantes bloqueos creativos además que, ejem, soy egresada de la universidad y mi mayor reto de vida en este momento es: la tesis, asi que me entenderán (espero) que no puedo estar muy pendiente del fanfic y de escribir, lo siento, pero les juro que esperar vale la pena, siempre pongo todo mi esfuerzo en cada pequeña actualizacion.
Bueno, para hacer algo de charle quiero que me digan de que otras cosas les gustarían fanfics, en mi perfil ya tengo uno de juego de tronos (mi bebé, el que más amor a recibido), narnia (que como este, estaba en pañales), fúbtol (porque sí, la señorita ademas de tener su lado girly tambien le gusta el futbol y se van a venir más de este lado) y otros tantos en borradores que esperemos lleguen a ver la luz del día. Pueden decirme de que les interesaría un fanfic y quien sabe, tal vez y lo escriba.
Y para crear más conversación, no olviden de votar ⭐ y comentar 💬 que al menos esto último para mí es todo un placer, me encanta leerlo, espero y disfrutaran el capítulo.
Y esta ya es mi forma habitual de despedirme.
Les mando un beso impreso.
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